EstĆ”s en la parte dos del capĆtulo final de esta historia. Si no haz leĆdo la primera parte, da clic aquĆ.
Al terminar mi rutina del dĆa, completamente sudado me dirijo al vestidor. Al salir de ducharme, desnudo con una toalla en la cintura, lo miro a Ć©l, ese joven hombre sentado en una banca con las piernas abiertas, viste un ceƱido bĆ³xer de licra gris en el cual se marcan sus genitales.
—¡Hey, chico! —dice mirĆ”ndome de arriba a abajo, frotando su entrepierna lascivamente—. EscuchĆ© que te gusta enfrentar a machos alfa y que eres un cobarde que solo golpea en las bolas.
—¿En dĆ³nde escuchaste eso? —pregunto.
—Causaste muchos problemas cuando estuviste en Europa, te metiste con la gente equivocada —sentencia este hombre—. Es momento de que pagues las consecuencias, pero antes, me voy a divertir mucho con ese pequeƱo cuerpo tuyo.
—¿QuĆ© te hace pensar, en primer lugar que tĆŗ eres un macho alfa? —pregunto aproximĆ”ndome a este extraƱo.
Ćl se pone de pie, es claro que forzĆ³ sus mĆŗsculos al mĆ”ximo en su rutina, estos estĆ”n hinchados, y mucho mĆ”s grandes de lo que normalmente estarĆan. Luce gigantesco.
El primero que viene a mi mente es Meindert, enseguida Enrique, y por supuesto, Alberto Toledo. Solo los dos primeros tienen genitales que rivalizan en tamaƱo con los que parece tener este misterioso joven.
—DemuĆ©strame que eres un alfa —digo levantando el mentĆ³n y poniĆ©ndome ligeramente de puntas para no lucir tan pequeƱo.
—Ok, si me dejas besarte, "Bebecito" —Ć©l acaricia mi mentĆ³n con su dedo Ćndice y levanta mi rostro para mirarme a los ojos—, te brindarĆ© el primer golpe, te darĆ© ventaja, te dejarĆ© golpearme en los huevos, para demostrarte que soy un alfa.
Yo me retiro la toalla, asĆ esta no me estorba. Salto para poder hacer un clinch en su cuello con mis manos y hacerlo agachar, inmediatamente impacto con fuerza mi rodilla entre sus piernas, aplastando su par de enormes bolas, Ć©l grita de dolor y se dobla protegiendo su masculinidad.
—Un alfa no pregunta o pide las cosas, Ć©l simplemente toma lo que quiere, si querĆas besarme, simplemente debiste haberlo hecho —digo a este joven hombre.
Sin darle tiempo para reaccionar, me coloco detrĆ”s de Ć©l y escurro por sus nalgas, mi mano dentro de sus bĆ³xer de licra para agarrar sus testĆculos. Son enormes, al interponerse su propia ropa interor, Ć©l no puede evitar que yo consiga hacerme con su hombrĆa, fue difĆcil conseguir un buen agarre, debido a su gran tamaƱo, pero lo logrĆ©. Puedo sentir que su pene no estĆ” del todo flĆ”cido. Para prevenir que se defienda o contrataque, lo sujeto de su cabello rubio y lo llevo contra la esquina mĆ”s cercana de la habitaciĆ³n
—Fuck! —exclama el hombre.
Es extranjero, se nota aunque su espaƱol es perfecto. Grita en agonĆa mientras lo controlo a travĆ©s de su parte mĆ”s vulnerable, me maldice en inglĆ©s al tiempo que lucha por soltarse. Yo simplemente incremento la presiĆ³n en sus blandas bolas para amansarlo. Su ahora pulsante y gorda verga erecta lo delata, Ć©l disfruta recibir este tipo de castigo, tanto como yo disfruto aplicarlo.
—SĆ, tienes las bolas y el cuerpo de un macho alfa. Pero… no eres uno.
Muevo mi brazo alrededor de su cuello para doblarlo hacia atrĆ”s en una llave “Dragon Sleeper”, apoyo su enorme cuerpo en mi rodilla y cambio mi mano de posiciĆ³n, en vez de aplastarle las bolas por detrĆ”s, ahora lo hago por el frente. El hombre gime en agonĆa, sus grandes mĆŗsculos se tornan inĆŗtiles, con solo castigar la fuente de su poder masculino.
—You'll pay for this, bitch! —el desconocido osa amenazarme. No sabe con quiĆ©n se ha metido.
—Incremento la presiĆ³n en su cuello para asfixiarlo y hacerlo perder la consciencia.
Cuando queda desmayado, tendido, inmĆ³vil en el suelo. Yo remuevo su sensual bĆ³xer gris. Levanto su cadera, trasero y piernas colocĆ”ndolo de espaldas planas. Apoyo todo mi peso para mantenerlo dominado con las nalgas elevadas. Extiendo mis brazos por entre sus piernas para cachetear su rostro y despertarlo. Estamos en la misma esquina, su cabeza pega con una pared y mis pies tocan fĆ”cilmente en la contigua, asĆ que puedo apoyarme y tomar impulso para mantenerlo en aquella vulnerable posiciĆ³n. Mi pene se levantĆ³ a su mĆ”xima longitud y grosor desde el momento en que lo tuve a mi merced y removĆa su ropa interior.
—Fuck! Pero, ¿cĆ³mo? —el hombre dice sorprendido mientras asimila la situaciĆ³n—. Yo soy mĆ”s grande y mucho mĆ”s fuerte que tĆŗ —afirma, puedo ver que su pene continĆŗa tieso, y ademĆ”s, lubricando.
—No necesito pedir tu permiso para pegarte en las bolas —digo al tiempo que lo golpeo con fuerza en repetidas ocasiones—. Las tengo aquĆ, expuestas, frente a mĆ, a mi voluntad. Son mĆas, tu verga y tus bolas. Y tĆŗ, eres mĆo —digo insertando mis treinta centĆmetros en este enorme y precioso semental. Apoyando mis pies en la pared y usando todo mi peso, yo sacudo mis caderas hacia adelante y hacia atrĆ”s.
Su cuerpo tiembla de placer, su pene no deja de expulsar lĆquido preseminal.
—Fuck!, son tuyas, mis bolas y mi verga —gime de placer y dolor—. Yo soy tuyo, Jay.
SonrĆo al escuchar tales palabras. Sujeto su pene y comienzo a frotarlo con mi mano, deseo extraer hasta la Ćŗltima gota de jugo viril de sus colosales bolas. En la posiciĆ³n en la que lo tengo arqueado, podrĆa baƱar su rostro con su propio semen.
—No puedo creer que esto estĆ© pasando —gime agudamente como puta—. Yo soy mĆ”s grande y fuerte. Soy un alfa, no puede ser que me uses como tu juguete sexual… awwwww. Fuck!
Escupo en mi mano e incremento el frote en su falo, enfocĆ”ndome en su suave glande, al tiempo que incremento la fricciĆ³n de mi miembro viril en su ano. Con mi otra mano le exprimo las bolas como si fueran limones, pero mĆ”s que limones, parecen pequeƱas toronjas. Planeo drenar su poder y fuerza masculina.
—Fuck! I’m gonna… I’m gonna… cum —la Ćŗltima palabra la exclama en un suspiro casi inaudible de placer y agonĆa.
Al sentirla vibrar con fuerza en mi mano, yo dirijo el chorro de su perlada esencia para que esta caiga directo en su rostro, este es abundante. El solo ver a este hombre empapado en su propio semen me enciende, asĆ que agito con mĆ”s fuerza mi pelvis hasta que finalmente siento que voy a eyacular. Yo rĆ”pidamente saco mi pene de su trasero y lo coloco frente a su cara para empaparlo, esta vez, con mi jugo masculino.
De por sĆ, las pelotas de este hombre produjeron una enorme cantidad de semen, mi verga no se quedĆ³ atrĆ”s. Quien alguna vez creyĆ³ ser un macho alfa, orgulloso del tamaƱo de sus musculos y sus genitales, ahora quedaba reducido a ser mi juguete sexual.
—Fucker! —gruƱe derrotado.
—¿CĆ³mo me llamaste, pendejo? —pregunto de pie entre sus enormes muslos. Piso sus bolas y apoyo todo mi peso en ellas para aplastarlas contra el suelo.
—Fuuuck! —grita con mucho dolor—. Lo siento, lo siento mucho, perdĆ³neme, mi seƱor… yo… yo iba a dejarlo golpear mi hombrĆa una sola vez, a cambio de un solo beso, pero ahora, no soy mĆ”s que una pila inĆŗtil de mĆŗsculos.
—SĆ que lo eres, Gerrit, no importa que tan grande o musculoso seas. Nunca olvides que tienes un par de muy dĆ©biles bolas colgando entre las piernas. —digo a mi novio, pisoteando sus bolas repetidamente.
Este es un juego de rol que decidĆ hacer con Ć©l esta noche. RentĆ© el gimnasio completo, estamos solos. El chico siempre quiso ser dominado y penetrado por mĆ.
—TestĆculos tan grandes como los tuyos, fueron hechos para ser castigados por hombres como yo: delgados y de baja estatura. Entre mĆ”s grandes sean tus huevos, mĆ”s dĆ©bil eres. ¡RepĆtelo!
—Soy un macho alfa, por el gran tamaƱo de mis testĆculos —el chico repela desafiante mientras flexiona sus musculos con mi pie en sus genitales.
—No, no lo eres, tĆŗ eres una pila inĆŗtil de mĆŗsculos, gracias a tus enormes bolas —digo y dejo caer mi rodilla en sus testĆculos—. Entre mĆ”s grandes sean tus huevos, mĆ”s dĆ©bil eres. ¡RepĆtelo! —ordeno nuevamente.
—Fuckkk! —exclama el chico—, sĆ mi seƱor. Soy dĆ©bil, mis colosales testĆculos me hacen dĆ©bil.
TodavĆa arrodillado, yo sujeto sus bolas, esta vez sin apretar, solo las sostengo.
—¿QuiĆ©n es el macho alfa aquĆ? —pregunto a mi novio.
—Usted, mi seƱor —Ć©l suplica.
—¿SabĆas que un alfa, tambiĆ©n cuida bien de su manada? —digo acariciando gentilmente las bolas del muchacho y acerco mi rostro al suyo.
Lamo su mejilla limpiando nuestras cargas de semen y lo beso con suavidad. Con la caricia de mis labios en los suyos y la de mi mano en su bolas, sin previo aviso, el pene gordo de Gerrit vuelve a expulsar cƔlido semen. Lo que no saben es que mi novio es una mƔquina eyaculadora, produce semen en cantidades industriales en esas enormes bolas que posee.
—DiscĆŗlpeme, soy como un toro que necesita ser ordeƱado —dice el chico.
—Un alfa cuida de los suyos —digo al chico.
Giro mi cuerpo para dejar mis bolas expuestas y vulnerables a la altura de su rostro y hundo mi boca en su todavĆa erecto falo para ordeƱarlo por tercera vez. Gerrit me aplasta las bolas sin piedad.
Sin contemplaciones, como si mi vida dependiera de ello, yo chupo y succiono el pene de mi hombre, es tan blando en la punta y tan rĆgido en la base, carnoso, venudo, salado y... dulce.
Lo que rompiĆ³ mi relaciĆ³n con Diego fue que yo era demasiado dominante, sexualmente nunca cedĆa. Ćl era un hombre con muchas inseguridades, yo solamente lo hice mĆ”s inseguro, por eso Jan pudo manipularlo. No pienso cometer el mismo error, Gerrit es mi igual, y como tal lo respetarĆ©. Aunque jamĆ”s aceptarĆ© ser penetrado, durante las Ćŗltimas semanas, de a poco, me he acostumbrado a disfrutar el chupar la verga de otro hombre, siempre y cuando este me someta agarrĆ”ndome de las bolas. Me excita pensar que me tiene dominado y que me “obliga”. En el calor de aquella idea, encuentro mucho placer.
El chico no solo me aplasta las bolas, tambiĆ©n las chupa deliciosamente, antes de ordeƱarlo por tercera vez, Ć©l consigue extraer por segunda vez mi semen y lo bebe por completo. Mi cuerpo se estremece cuando mama hasta la Ćŗltima gota de mi blandito glande. Minutos despuĆ©s, Ć©l expulsa su tercera carga, y yo la consumo.
Descanso exhausto a su lado, Ć©l me envuelve con sus enormes brazos durante varios minutos.
—Esto fue mejor de lo que esperaba, Jay. Fue impresionante, superĆ³ por mucho mis expectativas, eres un Dios del placer —comenta el chico.
“Yei” es la pronunciaciĆ³n en inglĆ©s de la letra “J”. Gerrit me conoce como Jager, por eso decidiĆ³ llamarme por esta letra en inglĆ©s: Jay.
—TĆŗ eres quien superĆ³ mis expectativas. No me cansarĆ© de repetirlo, lo hiciste muy bien aquel dĆa: la pelea contra mĆ y lo de la pistola con silenciador apuntĆ”ndonos, me sorprendiste, no me lo esperaba. Te luciste —digo poniĆ©ndome en pie, ayudando a mi novio a levantarse para irnos a baƱar juntos.
—¡Ya por fin! Diego se va maƱana —exclama para celebrarlo—. Ya me tiene harto toda esta farsa
—Era necesario, Babe.
Anteriormente lo habĆa explicado, existen dos conexiones que son muy poderosas: la primera es el miedo, la segunda es la lealtad. Dependiendo de la presa, yo uso alguna de ellas. En el caso de Dieguito me vi en la necesidad de utilizar ambas.
Hoy quiero dormir junto a Gerrit, desde aquella noche previa al secuestro de Dieguito, no hemos compartido cama, asĆ que lo llevo a mi departamento para descansar. Por cierto, se comprobĆ³ que mi corazĆ³n estĆ” sano.
Horas despuĆ©s, mĆ”s o menos a las cuatro de la maƱana. El chico despierta asustado, empapado de sudor y gritando, yo enciendo la luz y observo su rostro lleno de pĆ”nico. Ćl me mira, frota mi cara y me abraza con fuerza.
—CreĆ que te habĆa perdido —me dice al oĆdo—. SoƱƩ que encontraban tu cuerpo en un rĆo, salĆas en las noticias, ¡te habĆan asesinado! En la fiscalĆa investigĆ”bamos tu caso: primero decĆan que habĆa sido Enrique, por venganza; luego que yo mismo, al ser enviado por la mafia, el juego que hicimos hoy; yo descubrĆa que lo habĆa hecho el padre de Diego, al no convenirle que tĆŗ tuvieras esos videos donde su hijo confiesa haberte violado. Yo sufrĆa mucho, estaba muy triste. Me llevaban preso y no podĆa meter a la cĆ”rcel al verdadero culpable: el Ministro BolĆvar, como Ć©l estĆ” en la cima del poder judicial, de nada servĆa la influencia de tus padres, Ć©l se lavaba las manos conmigo y todos le creĆan. PensĆ© que te habĆa perdido. Jay, fue horrible.
Mi hermoso novio. |
—Tranquilo, Babe, todo fue una pesadilla —digo abrazĆ”ndolo. Al cabo de media hora, el chico vuelve a conciliar el sueƱo, yo no.
La maƱana siguiente, me despido de Diego, Ć©l finalmente regresa a Ciudad de MĆ©xico. Me siento satisfecho por cerrar este ciclo y perdonar. Sin embargo, la pesadilla de Gerrit tiene fundamento. Al hacer lo que he hecho, he ganado algunos posibles enemigos. He sido muy afortunado de que nada malo me haya pasado hasta ahora, incluso "Vernietiger" podrĆa aparecerse aquĆ para aniquilarme.
No soy infalible, no soy realmente invencible, soy solamente un ser humano, uno excepcionalmente inteligente. Por esto mismo, no puedo seguir tentando al destino, no ahora que tengo a alguien tan importante en mi vida y que todo comienza a marchar bien para mĆ. Por primera vez en seis aƱos me siento pleno.
El Cazador de Gigantes o Reuzenjager, estĆ” oficialmente muerto, para siempre, se acabĆ³. Ahora solo soy Juan Carlos “Jay”, un hombre de 25 aƱos; Fiscal de delitos sexuales, dedicado a llevar justicia a las vĆctimas y a proteger al dĆ©bil; quien ademĆ”s ha elegido darse la oportunidad de avanzar al lado de un musculoso, apuesto y muy sabroso joven gigante; a quien dominarĆ© una y otra vez en diversos juegos de rol, de vez en cuando, para controlar mis instintos de cacerĆa y prevenir el aburrimiento que tanto odio, y que en tantos problemas me ha metido.
FIN
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