CAZADOR DE GIGANTES II (9/9) : La muerte del Reuzenjager. Parte 2. - Las Bolas de Pablo

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29 jul 2022

CAZADOR DE GIGANTES II (9/9) : La muerte del Reuzenjager. Parte 2.

EstƔs en la parte dos del capƭtulo final de esta historia. Si no haz leƭdo la primera parte, da clic aquƭ.


    Asisto cinco dĆ­as a la semana al gimnasio. SolĆ­a hacerlo por la maƱana, Ćŗltimamente prefiero la noche. Pasadas las once, el lugar estĆ” prĆ”cticamente vacĆ­o, es como si me perteneciera. Solo hay un chico joven, “gĆ¼erito”, en sus veinte, muy alto y musculoso con un pantalĆ³n de chĆ”ndal, quien no deja de mirarme, es un nuevo empleado del gimnasio que yo no conozco. Una hora antes terminĆ© de cenar con Diego, pensaba no venir hoy, pero no me gusta lucir como un escuĆ”lido. Bastante tengo con mi complexiĆ³n y estatura, me gusta mantener un cuerpo tonificado y fuerte. 


   Al terminar mi rutina del dĆ­a, completamente sudado me dirijo al vestidor. Al salir de ducharme, desnudo con una toalla en la cintura, lo miro a Ć©l, ese joven hombre sentado en una banca con las piernas abiertas, viste un ceƱido bĆ³xer de licra gris en el cual se marcan sus genitales.


     —¡Hey, chico! —dice mirĆ”ndome de arriba a abajo, frotando su entrepierna lascivamente—. EscuchĆ© que te gusta enfrentar a machos alfa y que eres un cobarde que solo golpea en las bolas.


    —¿En dĆ³nde escuchaste eso? —pregunto.


    —Causaste muchos problemas cuando estuviste en Europa, te metiste con la gente equivocada —sentencia este hombre—. Es momento de que pagues las consecuencias, pero antes, me voy a divertir mucho con ese pequeƱo cuerpo tuyo.


    —¿QuĆ© te hace pensar, en primer lugar que tĆŗ eres un macho alfa? —pregunto aproximĆ”ndome a este extraƱo.


    Ć‰l se pone de pie, es claro que forzĆ³ sus mĆŗsculos al mĆ”ximo en su rutina, estos estĆ”n hinchados, y mucho mĆ”s grandes de lo que normalmente estarĆ­an. Luce gigantesco.


     —SĆ© que soy un alfa —responde sujetando su muy enorme paquete al frente—. Apuesto a que nunca has visto a un hombre tan grande como yo.


     El primero que viene a mi mente es Meindert, enseguida Enrique, y por supuesto, Alberto Toledo. Solo los dos primeros tienen genitales que rivalizan en tamaƱo con los que parece tener este misterioso joven.


     —DemuĆ©strame que eres un alfa —digo levantando el mentĆ³n y poniĆ©ndome ligeramente de puntas para no lucir tan pequeƱo.



       —Ok, si me dejas besarte, "Bebecito" —Ć©l acaricia mi mentĆ³n con su dedo Ć­ndice y levanta mi rostro para mirarme a los ojos—, te brindarĆ© el primer golpe, te darĆ© ventaja, te dejarĆ© golpearme en los huevos, para demostrarte que soy un alfa. 


      Yo me retiro la toalla, asĆ­ esta no me estorba. Salto para poder hacer un clinch en su cuello con mis manos y hacerlo agachar, inmediatamente impacto con fuerza mi rodilla entre sus piernas, aplastando su par de enormes bolas, Ć©l grita de dolor y se dobla protegiendo su masculinidad.


     —Un alfa no pregunta o pide las cosas, Ć©l simplemente toma lo que quiere, si querĆ­as besarme, simplemente debiste haberlo hecho —digo a este joven hombre.


    Sin darle tiempo para reaccionar, me coloco detrĆ”s de Ć©l y escurro por sus nalgas, mi mano dentro de sus bĆ³xer de licra para agarrar sus testĆ­culos. Son enormes, al interponerse su propia ropa interor, Ć©l no puede evitar que yo consiga hacerme con su hombrĆ­a, fue difĆ­cil conseguir un buen agarre, debido a su gran tamaƱo, pero lo logrĆ©. Puedo sentir que su pene no estĆ” del todo flĆ”cido. Para prevenir que se defienda o contrataque, lo sujeto de su cabello rubio y lo llevo contra la esquina mĆ”s cercana de la habitaciĆ³n

 

      —Fuck! —exclama el hombre. 



      Es extranjero, se nota aunque su espaƱol es perfecto. Grita en agonĆ­a mientras lo controlo a travĆ©s de su parte mĆ”s vulnerable, me maldice en inglĆ©s al tiempo que lucha por soltarse. Yo simplemente incremento la presiĆ³n en sus blandas bolas para amansarlo. Su ahora pulsante y gorda verga erecta lo delata, Ć©l disfruta recibir este tipo de castigo, tanto como yo disfruto aplicarlo. 


     —SĆ­, tienes las bolas y el cuerpo de un macho alfa. Pero… no eres uno.


      Muevo mi brazo alrededor de su cuello para doblarlo hacia atrĆ”s en una llave “Dragon Sleeper”, apoyo su enorme cuerpo en mi rodilla y cambio mi mano de posiciĆ³n, en vez de aplastarle las bolas por detrĆ”s, ahora lo hago por el frente. El hombre gime en agonĆ­a, sus grandes mĆŗsculos se tornan inĆŗtiles, con solo castigar la fuente de su poder masculino.



      —You'll pay for this, bitch! —el desconocido osa amenazarme. No sabe con quiĆ©n se ha metido.


     —Incremento la presiĆ³n en su cuello para asfixiarlo y hacerlo perder la consciencia. 


     Cuando queda desmayado, tendido, inmĆ³vil en el suelo. Yo remuevo su sensual bĆ³xer gris. Levanto su cadera, trasero y piernas colocĆ”ndolo de espaldas planas. Apoyo todo mi peso para mantenerlo dominado con las nalgas elevadas. Extiendo mis brazos por entre sus piernas para cachetear su rostro y despertarlo. Estamos en la misma esquina, su cabeza pega con una pared y mis pies tocan fĆ”cilmente en la contigua, asĆ­ que puedo apoyarme y tomar impulso para mantenerlo en aquella vulnerable posiciĆ³n. Mi pene se levantĆ³ a su mĆ”xima longitud y grosor desde el momento en que lo tuve a mi merced y removĆ­a su ropa interior. 


     —Fuck! Pero, ¿cĆ³mo? —el hombre dice sorprendido mientras asimila la situaciĆ³n—. Yo soy mĆ”s grande y mucho mĆ”s fuerte que tĆŗ —afirma, puedo ver que su pene continĆŗa tieso, y ademĆ”s, lubricando.


      —No necesito pedir tu permiso para pegarte en las bolas —digo al tiempo que lo golpeo con fuerza en repetidas ocasiones—. Las tengo aquĆ­, expuestas, frente a mĆ­, a mi voluntad. Son mĆ­as, tu verga y tus bolas. Y tĆŗ, eres mĆ­o —digo insertando mis treinta centĆ­metros en este enorme y precioso semental. Apoyando mis pies en la pared y usando todo mi peso, yo sacudo mis caderas hacia adelante y hacia atrĆ”s.


    Su cuerpo tiembla de placer, su pene no deja de expulsar lĆ­quido preseminal. 


     —Fuck!, son tuyas, mis bolas y mi verga —gime de placer y dolor—. Yo soy tuyo, Jay.


     SonrĆ­o al escuchar tales palabras. Sujeto su pene y comienzo a frotarlo con mi mano, deseo extraer hasta la Ćŗltima gota de jugo viril de sus colosales bolas. En la posiciĆ³n en la que lo tengo arqueado, podrĆ­a baƱar su rostro con su propio semen.


     —No puedo creer que esto estĆ© pasando —gime agudamente como puta—. Yo soy mĆ”s grande y fuerte. Soy un alfa, no puede ser que me uses como tu juguete sexual… awwwww. Fuck! 



      Escupo en mi mano e incremento el frote en su falo, enfocĆ”ndome en su suave glande, al tiempo que incremento la fricciĆ³n de mi miembro viril en su ano. Con mi otra mano le exprimo las bolas como si fueran limones, pero mĆ”s que limones, parecen pequeƱas toronjas. Planeo drenar su poder y fuerza masculina.


      —Fuck! I’m gonna… I’m gonna… cum —la Ćŗltima palabra la exclama en un suspiro casi inaudible de placer y agonĆ­a. 


     Al sentirla vibrar con fuerza en mi mano, yo dirijo el chorro de su perlada esencia para que esta caiga directo en su rostro, este es abundante. El solo ver a este hombre empapado en su propio semen me enciende, asĆ­ que agito con mĆ”s fuerza mi pelvis hasta que finalmente siento que voy a eyacular. Yo rĆ”pidamente saco mi pene de su trasero y lo coloco frente a su cara para empaparlo, esta vez, con mi jugo masculino. 


      De por sĆ­, las pelotas de este hombre produjeron una enorme cantidad de semen, mi verga no se quedĆ³ atrĆ”s. Quien alguna vez creyĆ³ ser un macho alfa, orgulloso del tamaƱo de sus musculos y sus genitales, ahora quedaba reducido a ser mi juguete sexual. 


      —Fucker! —gruƱe derrotado.


      —¿CĆ³mo me llamaste, pendejo? —pregunto de pie entre sus enormes muslos. Piso sus bolas y apoyo todo mi peso en ellas para aplastarlas contra el suelo. 


      —Fuuuck! —grita con mucho dolor—. Lo siento, lo siento mucho, perdĆ³neme, mi seƱor… yo… yo iba a dejarlo golpear mi hombrĆ­a una sola vez, a cambio de un solo beso, pero ahora, no soy mĆ”s que una pila inĆŗtil de mĆŗsculos.



      —SĆ­ que lo eres, Gerrit, no importa que tan grande o musculoso seas. Nunca olvides que tienes un par de muy dĆ©biles bolas colgando entre las piernas. —digo a mi novio, pisoteando sus bolas repetidamente. 


     Este es un juego de rol que decidĆ­ hacer con Ć©l esta noche. RentĆ© el gimnasio completo, estamos solos. El chico siempre quiso ser dominado y penetrado por mĆ­. 


     —TestĆ­culos tan grandes como los tuyos, fueron hechos para ser castigados por hombres como yo: delgados y de baja estatura. Entre mĆ”s grandes sean tus huevos, mĆ”s dĆ©bil eres. ¡RepĆ­telo!


        —Soy un macho alfa, por el gran tamaƱo de mis testĆ­culos —el chico repela desafiante mientras flexiona sus musculos con mi pie en sus genitales.


       —No, no lo eres, tĆŗ eres una pila inĆŗtil de mĆŗsculos, gracias a tus enormes bolas —digo y dejo caer mi rodilla en sus testĆ­culos—. Entre mĆ”s grandes sean tus huevos, mĆ”s dĆ©bil eres. ¡RepĆ­telo! —ordeno nuevamente.


      —Fuckkk! —exclama el chico—, sĆ­ mi seƱor. Soy dĆ©bil, mis colosales testĆ­culos me hacen dĆ©bil. 


      TodavĆ­a arrodillado, yo sujeto sus bolas, esta vez sin apretar, solo las sostengo.


      —¿QuiĆ©n es el macho alfa aquĆ­? —pregunto a mi novio.


      —Usted, mi seƱor —Ć©l suplica. 


      —¿SabĆ­as que un alfa, tambiĆ©n cuida bien de su manada? —digo acariciando gentilmente las bolas del muchacho y acerco mi rostro al suyo.


      Lamo su mejilla limpiando nuestras cargas de semen y lo beso con suavidad. Con la caricia de mis labios en los suyos y la de mi mano en su bolas, sin previo aviso, el pene gordo de Gerrit vuelve a expulsar cĆ”lido semen. Lo que no saben es que mi novio es una mĆ”quina eyaculadora, produce semen en cantidades industriales en esas enormes bolas que posee. 


      —DiscĆŗlpeme, soy como un toro que necesita ser ordeƱado —dice el chico.


      —Un alfa cuida de los suyos —digo al chico.


Giro mi cuerpo para dejar mis bolas expuestas y vulnerables a la altura de su rostro y hundo mi boca en su todavƭa erecto falo para ordeƱarlo por tercera vez. Gerrit me aplasta las bolas sin piedad.


      Sin contemplaciones, como si mi vida dependiera de ello, yo chupo y succiono el pene de mi hombre, es tan blando en la punta y tan rĆ­gido en la base, carnoso, venudo, salado y... dulce.




Lo que rompiĆ³ mi relaciĆ³n con Diego fue que yo era demasiado dominante, sexualmente nunca cedĆ­a. Ɖl era un hombre con muchas inseguridades, yo solamente lo hice mĆ”s inseguro, por eso Jan pudo manipularlo. No pienso cometer el mismo error, Gerrit es mi igual, y como tal lo respetarĆ©. Aunque jamĆ”s aceptarĆ© ser penetrado, durante las Ćŗltimas semanas, de a poco, me he acostumbrado a disfrutar el chupar la verga de otro hombre, siempre y cuando este me someta agarrĆ”ndome de las bolas. Me excita pensar que me tiene dominado y que me “obliga”. En el calor de aquella idea, encuentro mucho placer.


     El chico no solo me aplasta las bolas, tambiĆ©n las chupa deliciosamente, antes de ordeƱarlo por tercera vez, Ć©l consigue extraer por segunda vez mi semen y lo bebe por completo. Mi cuerpo se estremece cuando mama hasta la Ćŗltima gota de mi blandito glande. Minutos despuĆ©s, Ć©l expulsa su tercera carga, y yo la consumo. 


    Descanso exhausto a su lado, Ć©l me envuelve con sus enormes brazos durante varios minutos.


     —Esto fue mejor de lo que esperaba, Jay. Fue impresionante, superĆ³ por mucho mis expectativas, eres un Dios del placer —comenta el chico.


 “Yei” es la pronunciaciĆ³n en inglĆ©s de la letra “J”. Gerrit me conoce como Jager, por eso decidiĆ³ llamarme por esta letra en inglĆ©s: Jay.


      —TĆŗ eres quien superĆ³ mis expectativas. No me cansarĆ© de repetirlo, lo hiciste muy bien aquel dĆ­a: la pelea contra mĆ­ y lo de la pistola con silenciador apuntĆ”ndonos, me sorprendiste, no me lo esperaba. Te luciste —digo poniĆ©ndome en pie, ayudando a mi novio a levantarse para irnos a baƱar juntos.



    —¡Ya por fin! Diego se va maƱana —exclama para celebrarlo—. Ya me tiene harto toda esta farsa


      —Era necesario, Babe.


      Anteriormente lo habĆ­a explicado, existen dos conexiones que son muy poderosas: la primera es el miedo, la segunda es la lealtad. Dependiendo de la presa, yo uso alguna de ellas. En el caso de Dieguito me vi en la necesidad de utilizar ambas.


Con el miedo de castrarlo quebrƩ su voluntad y al haberle salvado la vida y estar dispuesto a supuestamente recibir una bala por Ʃl, me ganƩ su confianza. Solidificando asƭ, las promesas que Ʃl me hizo por miedo mientras estuvo amarrado.

N' ombre, sometimes
I'm such a very
exceptional thing
El muy estĆŗpido se lo creyĆ³ todo y se convirtiĆ³ en mi aliado incondicional, por convicciĆ³n, tal y como lo planeĆ©. “N’ombre, a veces soy una cosa pero bĆ”rbara”.

No me malentiendan, el momento cuando llorĆ© y me reconciliĆ© fue verdadero, el que ahora tomo terapia tambiĆ©n es cierto, es solo que todo saliĆ³ mejor de lo que imaginĆ©.

     Hoy quiero dormir junto a Gerrit, desde aquella noche previa al secuestro de Dieguito, no hemos compartido cama, asĆ­ que lo llevo a mi departamento para descansar. Por cierto, se comprobĆ³ que mi corazĆ³n estĆ” sano. 


Horas despuĆ©s, mĆ”s o menos a las cuatro de la maƱana. El chico despierta asustado, empapado de sudor y gritando, yo enciendo la luz y observo su rostro lleno de pĆ”nico. Ɖl me mira, frota mi cara y me abraza con fuerza.


     —CreĆ­ que te habĆ­a perdido —me dice al oĆ­do—. SoƱƩ que encontraban tu cuerpo en un rĆ­o, salĆ­as en las noticias, ¡te habĆ­an asesinado! En la fiscalĆ­a investigĆ”bamos tu caso: primero decĆ­an que habĆ­a sido Enrique, por venganza; luego que yo mismo, al ser enviado por la mafia, el juego que hicimos hoy; yo descubrĆ­a que lo habĆ­a hecho el padre de Diego, al no convenirle que tĆŗ tuvieras esos videos donde su hijo confiesa haberte violado. Yo sufrĆ­a mucho, estaba muy triste. Me llevaban preso y no podĆ­a meter a la cĆ”rcel al verdadero culpable: el Ministro BolĆ­var, como Ć©l estĆ” en la cima del poder judicial, de nada servĆ­a la influencia de tus padres, Ć©l se lavaba las manos conmigo y todos le creĆ­an. PensĆ© que te habĆ­a perdido. Jay, fue horrible.

 

Mi hermoso novio.

     —Tranquilo, Babe, todo fue una pesadilla —digo abrazĆ”ndolo. Al cabo de media hora, el chico vuelve a conciliar el sueƱo, yo no.


     La maƱana siguiente, me despido de Diego, Ć©l finalmente regresa a Ciudad de MĆ©xico. Me siento satisfecho por cerrar este ciclo y perdonar. Sin embargo, la pesadilla de Gerrit tiene fundamento. Al hacer lo que he hecho, he ganado algunos posibles enemigos. He sido muy afortunado de que nada malo me haya pasado hasta ahora, incluso "Vernietiger" podrĆ­a aparecerse aquĆ­ para aniquilarme.


No soy infalible, no soy realmente invencible, soy solamente un ser humano, uno excepcionalmente inteligente. Por esto mismo, no puedo seguir tentando al destino, no ahora que tengo a alguien tan importante en mi vida y que todo comienza a marchar bien para mƭ. Por primera vez en seis aƱos me siento pleno.


     El Cazador de Gigantes o Reuzenjager, estĆ” oficialmente muerto, para siempre, se acabĆ³. Ahora solo soy Juan Carlos “Jay”, un hombre de 25 aƱos; Fiscal de delitos sexuales, dedicado a llevar justicia a las vĆ­ctimas y a proteger al dĆ©bil; quien ademĆ”s ha elegido darse la oportunidad de avanzar al lado de un musculoso, apuesto y muy sabroso joven gigante; a quien dominarĆ© una y otra vez en diversos juegos de rol, de vez en cuando, para controlar mis instintos de cacerĆ­a y prevenir el aburrimiento que tanto odio, y que en tantos problemas me ha metido.



FIN


.......................................


     Este es el final de la historia de Juan Carlos, el Reuzenjager. Pero no el final de la serie. Planeo escribir una tercera temporada (quizĆ” mĆ”s) con un nuevo personaje, en una historia independiente de esta, bajo la misma premisa. Pero esto serĆ” definitivamente para el 2023. 

     Este aƱo no quise que pasaran mĆ”s de tres meses entre el final de la primera temporada y el inicio de la segunda para que la historia estuviera fresca en la mente de los lectores, pues estaban conectadas. Esta nueva historia no tendrĆ” conexiĆ³n, o si acaso una muy vaga, por lo cual voy a esperar para realizarla.

    Sin mĆ”s preambulos, les presento a Abel, el nuevo cazador de gigantes. Un aplicado estudiante universitario o tal vez un muy joven profesor, inofensivo a simple vista, ¿quiĆ©n desconfiarĆ­a de alguien con lentes?



     Esta historia no estĆ” definida en lo absoluto, asĆ­ que si desean sugerir "gigantes" para que nuestro inocente Abel enfrente, el casting estĆ” abierto, pueden hacer sus sugerencias. Idealmente deben ser hombres que en la vida real superen el 1.80, sean musculosos, varoniles y atractivos. Tambien si tienen algun escenario o situaciĆ³n que desean ver plasmada bajo esta premisa "Big vs Small", donde el pequeƱo vence al fuerte, pueden hacermelo saber. No garantizo que sucederĆ”, pero tomarĆ© todo en cuenta al armar la temporada tres. Abel se muere de ganas de saber a quien enfrentarĆ”.






Todas sus sugerencia concernientes a esta historia pueden hacermelas llegar a:
 feroptimus@hotmail.com


     Dato curioso: DecidĆ­ llamarlo Abel, porque el modelo que sirviĆ³ para representar a Juan Carlos Cordero, en la vida real se llama CaĆ­n. 

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