Los hombres de Romina (4/5) - Las Bolas de Pablo

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28 jul 2022

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Los hombres de Romina (4/5)

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En un baño de hotel Elías tenía su magnífico cuerpo al descubierto, únicamente una tanga de color negro cubría su zona íntima. Sentía el corazón latir a prisa mientras observaba a la bella Romina que también estaba en ropa interior.

 

—Esto me parece una locura, Romina ā€”le confesó—. No lo tenemos que hacer. Ā”No sĆ© cómo se te ocurrió esto! Ya le he dado vueltas a la cabeza y siempre ha habido una verdad entre tĆŗ y yo. Siempre, siempre fuimos diferente y lo seguiremos siendo. Yo creo que tĆŗ y yo no debemos seguir juntos. A ti te gustan las cosas grandes y lujosas, yo voy por lo sencillo, soy un hombre modesto que se emociona con lo poco que tiene.

 

—Has silencio —le dijo Romina acariciando con su dedo Ć­ndice el pectoral del hombre—, no es momento de dudar. Estoy muy segura de esto. Y no es tiempo de echarse para atrĆ”s.

 

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ElĆ­as tragó saliva, se dejó tomar de la mano por Romina y salieron del baƱo para ingresar a la habitación, donde sobre la cama los esperaba Antonio, el esposo de la mujer que tambiĆ©n usaba un ajustado calzoncillo.

 

ĀæCómo llegaron los tres allĆ­? Obstinado del engaƱo Antonio estuvo decidido de divorciarse de Romina, su esposa le pidió que antes de cometer una decisión tan radical le regalara un Ćŗltimo momento en especial con ElĆ­as junto a Ć©l. 

 

—Un trĆ­o. Todos juntos —le habĆ­a dicho la mujer una tarde de martes.

 

—”EstĆ”s loca! —replicó Antonio.

 

—¿Por quĆ© loca? No sabes si te puede gustar.

 

—¿Te has vuelto demente?

 

—¿Demente? Ā”Demente tuve que estar aquella vez para aceptar un trĆ­o con Dora! ĀæRecuerdas? Y participĆ© contigo.

 

Y ahora por primera vez los tres estaban en una habitación de hotel. Tras unos minutos de incómodo silencio, Romina decidió dar el primer paso y puso una mano sobre el muslo de Antonio y fue subiendo. Antonio contuvo la respiración hasta que la palma llegó a su entrepierna. Cuando cruzaron miradas ella le guiñó un ojo y empezó a frotarle el paquete.

 

Tranquilamente, sacó la polla de Antonio de su calzoncillo y comenzó a pajearla en silencio. Romina separó las piernas disimuladamente y fue ElĆ­as quiĆ©n metió su mano debajo de la tanga, y comenzó a meterle uno de sus dedos. Ella sintió mucho placer cómo lo hacĆ­a y estaba entrando en un Ć©xtasis incontrolable.

 

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Romina agachó la cabeza, se quedó abierta para ElĆ­as, pero se dedicó a lamer el capullo de la polla de Antonio. Estaba lubricada de lĆ­quido preseminal, que se encargó de recoger con la lengua y tragĆ”rsela.

 

Mirando a Antonio, ElĆ­as hizo subir a Romina, puso su lengua en la boca de la mujer y le sujetó las tetas. Antonio colocó la mano de Romina sobre su pene y llevaba la suya al coƱo de la pelirroja. Metió dos dedos de tirón y le hizo arrancar un gemido de placer.

 

ElĆ­as de pie observó como Romina se hincaba, como pudo dirigió su pene a la boca de la mujer y ella no tardó en lamerle el miembro. Jugaba con Ć©l dentro de su boca. Lo chupaba y pasaba la lengua entre el prepucio y el glande. Se lo metĆ­a hasta el fondo lentamente y entregaba unas cuantas cabezadas para que entrase lo mĆ”ximo posible.

 

Mientras eso ocurría Antonio contemplaba todo, en tiempos sentía celos, pero en otro momento también se excitó de ver la verga llena de venas entrando y saliendo de la boca de su mujer, la boca se le hizo agua de ver como el sudor de Elías bajaba por su fuerte cuerpo y caía a las tetas de su mujer. Se inclinó para dedicarse a lamer el coño de la fémina. Su lengua daba en los puntos exactos,regalando todo el placer que Romina necesitaba. De vez en mordía sus labios o le pegaba pequeños mordiscos en los muslos mientras hundía sus dedos en las nalgas.

 

Elías la agarró del cabello y comenzó a follarle la boca. Romina aguantaba como una feladora profesional. Las babas recorrían su barbilla hasta llegar al cuello y al pecho y goteaban desde los cojones.

 

Antonio comenzó a penetrarla con sus dedos. Romina estaba al borde del placer y tuvo que sacarse la polla de Elías de su boca.

 

—”Me corro!

 

Antonio se adelantó y no quiso perder tiempo, la acomodó y la penetró de un solo golpe, metiéndole la polla en el coño. La mezcla entre el placer y la pequeña punzada de dolor fue lo último que Romina experimentó para explotar. Comenzó a correrse y gemir como una loca.

 

ElĆ­as contempló la erótica escena masturbĆ”ndose. Antonio se movĆ­a lentamente, pero enterrando su verga hasta el fondo. Soltó un alarido y empezó a bombear mĆ”s rĆ”pido mientras ElĆ­as se frotaba el pene girando los ojos al techo. 

 

Antonio empujaba y embestĆ­a cada vez mĆ”s rĆ”pido y fuerte. SabĆ­a que le quedaba poco. Sus gemidos fueron aumentando en volumen y sus embestidas en velocidad, y poco tiempo despuĆ©s explotó dentro de su esposa. Su leche la llenó completamente, mientras Ć©l se quedó reposando con la frente sobre el hombro de la pelirroja.

 

La mujer muy delicadamente hizo apartar a Antonio, su esposo se quedó a un lado sentado normalizando su respiración. ElĆ­as se acercó a Romina y sin esperar un segundo metió su polla en el coƱo. La imagen de su polla siendo lubricada por la leche de su rival, excitó de mĆ”s a Romina, y frotĆ”ndose rĆ”pidamente volvió a correrse entre quejidos y chillidos de placer. 

 

Mientras ElĆ­as la follaba, Antonio se levantó y acercó su polla a la boca de Romina para que la limpiase y asĆ­ ella lo hizo. 

 

Elías estaba a poco por lo que Romina se movió en círculos y a los minutos notó cómo otra corriente de semen caliente inundaba su interior. Al igual que su esposo, Elías se dejó caer encima de la mujer hasta que recuperó el aliento.

 

Después de unos minutos Elías se dejó caer a un lado donde se quedó sentado descansando. Romina parecía completamente satisfecha y Antonio los miraba a ambos, estaba de pie y lucía pensativo sus ojos vagaron al aspecto de descanso de Elías, tenía los ojos cerrados y estaba sentado en la cama con las piernas abiertas, sus ojos fueron del rostro alargado del tipo, sus grandes pectorales y su entrepierna. Antonio tragó saliva, apretó el puño y lo estrelló en la entrepierna del amante de su mujer.

 

Elías gritó.

 

—Idiota. ĀæPor quĆ© diablos hiciste eso? —preguntó mientras se acurrucaba con las manos en las pelotas.

 

Antonio sonrió y se hundió de hombros, mientras lo hacía, Elias cerró su mano y empujó un golpe a los testículos de Antonio.

 

Antonio se quedó paralizado con mucho dolor. Se sentó acunando sus huevos.

 

—Basta lo dos —dijo Romina—. Esto no puede seguir asĆ­.

 

—De verdad que no puede seguir asĆ­ —reconoció Antonio meciĆ©ndose de un lado al otro. TenĆ­a los ojos cerrados y hacĆ­a una mueca dolorosa hacia el techo.

 

—Él comenzó —afirmó ElĆ­as con lĆ”grimas en los ojos parciendo el mĆ”s dolido de los huevos.

 

Romina suspiró, sus ojos vagaron de su esposo a su amante.

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