Una jovencita que no debĆa tener mĆ”s de 23 aƱos estaba arrodillada entre las piernas de Ćlvaro Rouco, se trataba de Ingrid, una de las empleadas de la tienda deportiva al que su jefe la hizo su amante a fuerza de chantaje para que conservara su empleo. Estaban en la oficina del apuesto esposo de Micaela Valdivieso. El hombre la tomó de las mejillas con las dos manos y comenzó a dirigirla con velocidad y agresividad hacia su palpitante miembro donde ella empezó una ahogada felación. DespuĆ©s de varios movimientos la soltó e Ingrid se apartó de la blanca polla lentamente, su boca escurrĆa saliva.
āRegresa a lo que estabas putita, come mĆ”s. Mira que no me tienes contento. No entiendo como nunca puedes aprenderte los precios, siempre andas con la cabeza en otro lugar āferviente la muchacha obedeció, se inclinó un poco y comenzó a chupar la polla de su jefe.
Una y otra vez su garganta era blanco de la cabeza del pene, un liquido salado comenzó a embargar su boca. En cada acto se comĆa la polla de un solo golpe y se deslizaba poco a poco procurando que sus labios no se separasen de cada delicioso centĆmetro del pene, una vez que sus labios llegaban a su cabeza la lamĆa toda y Ćlvaro tomando su grueso pene le daba ligeros golpes sobre el rostro y lengua, para despuĆ©s iniciar de nuevo a chuparle la polla.
Entre gemidos de placer, Ćlvaro le dijo:
āQuiero que te comas mi semen, Ingrid. Mi leche es para ti.
Con lo que ella entre gemidos afirmó con la cabeza, sabĆa que no era buena para las ventas, pero con satisfacer sexualmente al viejo en su despacho se sentĆa tranquila. AĆŗn asĆ desconocĆa que a final de mes iba a ser finalmente despedida. Se metió por completo el miembro en su boca.
Pasaron algunos instantes, cuando Ćlvaro la detuvo con su mano, la sujetó de la frente, Ingrid abrió muy grande la boca y sacó la lengua lo mĆ”s que pudo, de la punta del grueso pene comenzó a salir el tan ansiado premio que salpicó su cara, empapando su lengua y el interior de su boca. Cuando el orgasmo del seƱor Ćlvaro Rouco cesó, exprimió de abajo hacia arriba su miembro para que alguna gota no se quedara almacenada y todo cayó en la boca de Ingrid, ella abrió los ojos y como autómata lamió la cabeza del pene, se tragó toda la leche que habĆa caĆdo en su boca y se levantó. Con ayuda de sus dedos recogió las gotas que habĆan caĆdo en su rostro para dirigirlas a su boca donde las saboreó y luego tragó, Ćlvaro le devolvĆa una sonrisa de autĆ©ntica picardĆa.
El jefe se acomodó el pantalón.
āAhora a trabajar āle ordenó.
Ingrid suspiró, afirmó obediente con la cabeza y se acercó a un espejo para terminar de limpiarse. Salió de la oficina sin hacer el mayor ruido. Ćlvaro retomó sus ocupaciones revisando la computadora y leyendo el nĆŗmero financiero de sus tiendas deportivas. Cerca de 20 minutos escuchó el ruido de pasos y un murmullo a la entrada de la puerta.
āĀ”No puede pasar, seƱor! āera una voz femeninaā. LlamarĆ© a seguridad para que lo saquen. Me meterĆ” en problemas.
La puerta se abrió de golpe y en el umbral estaba HasÔn Abou Kheir y detrÔs una empleada del establecimiento.
āQuise detenerlo, seƱor Ćlvaro, pero nunca me escuchó.
Ćlvaro se levantó de su asiento, caminó frente a su escritorio.
āNo te preocupes, Graciela. No me incomoda esta visita inoportuna.
La mujer afirmó y se dio la vuelta para salir. HasÔn penetro en la oficina, cerrando la puerta bajo seguro.
āĀæQuĆ© demonios quieres, turco de mierda?
āĀæFuiste tĆŗ? ĀæVerdad, hijo de puta?
āNo sĆ© de quĆ© hablas, afeminado.
āĀ”TĆŗ has quemado mi local de Las Flores, cabrón!
Alvaro Rouco se echó a reĆr. SĆ, Ć©l ordenó que quemaran la mueblerĆa del Ć”rabe, jamĆ”s lo admitirĆa e iba a parecer un accidente.
āNo sĆ© de quĆ© hablas, turco loco. LĆ”rgate de mi tienda. La ensucias con tu podrido olor a kamikaze Al Qaeda.
āEres una mierda, Ćlvaro Rouco, un sharmuta. ĀæPor quĆ© lo haces? ĀæPor Micaela? Esa mujer volverĆ” a ser mĆa.
Ćlvaro volvió a reĆrse.
āEs conmigo con quiĆ©n despierta todos los dĆas.
āĀ”Porque eres una mierda! āHasĆ”n parecĆa a punto de llorarā. La voy a recuperar.
Ćlvaro no contuvo la risa.
āElla es mĆa.
āUna cornuda es a tu lado.
āElla se merece a su lado a un hombre āAlvaro se agarró los genitales con una mano meciendo con fuerzaā. Un hombre a su lado es lo que merece, no un cobarde como tĆŗ.
Ambos hombres estaban parados uno al frente del otro, mirƔndose las entrepiernas.
Cogiendo a Ćlvaro por sorpresa, Hasan interpuso una patada en la ingle de Ćlvaro, aplanando por completo sus testĆculos.
Los ojos de Ćlvaro se desorbitaron y parpadeó.
HasĆ”n echó hacia atrĆ”s su pie. Volvió a levantar la pierna y dejó que la punta de su zapato chocara contra las carnosas bolas de Ćlvaro.
Ćlvaro chilló y agarró sus agonizantes gónadas. Se dobló y juntó las rodillas, sosteniendo sus albóndigas y gimiendo de dolor cayó sobre sus rodillas.
HasĆ”n levantó las cejas y miró a Ćlvaro, que estaba arrodillado frente a Ć©l.
āMe voy a encargar de que nunca mĆ”s vuelvas a follar con Micaela ājuróā. Ella fue mi novia por aƱos.
Ćlvaro gimió de dolor. āLa primera vez la perdiste por cobarde āgimióā, y la segunda vez, Ā”tambiĆ©n!
HasĆ”n soltó un gruƱido de enojo, tomó a Ćlvaro del cuello y lo hizo levantar, deslizó una mano entre los muslos de Ćlvaro, agarrando sus grandes bolas y apretando con fuerza.
Ćlvaro gritó de dolor.
HasĆ”n tiró de los testĆculos de Ćlvaro.
Ćlvaro gimió y trató de apartar la mano de HasĆ”n de sus gónadas, pero HasĆ”n apretó con fuerza y amasó las frĆ”giles ciruelas entre sus dedos.
Al darse cuenta de que tenĆa que cambiar su tĆ”ctica rĆ”pidamente, la mano de Ćlvaro buscó los testĆculos de HasĆ”n. Con un gruƱido de dolor, tomó los dos cojones y apretó la mano alrededor de ellos.
HasĆ”n jadeó y puso los ojos como platos, tuvo que soltar al instante las bolas de Ćlvaro.
Ćlvaro no se rindió, obtuvo de golpe la ventaja, simplemente levantó su muslo derecho para apartar sus genitales del alcance de HasĆ”n, como tenĆa las bolas vacĆas despuĆ©s de la espectacular mamada de Ingrid, su dolor era profundo.
Los ojos de HasĆ”n se abrieron cuando Ćlvaro tiró brutalmente de sus bolas. Soltó un grito espeluznante. Sus ojos se llenaron de lĆ”grimas y gritó a todo pulmón. Sus testĆculos fueron liberados y se derrumbó en el suelo.
Ćlvaro se quedó mirĆ”ndolo, masajeando sus doloridos huevos, haciendo una mueca de dolor.
AsĆ estuvieron los dos oponentes durante un largo rato, gimiendo de dolor y acariciando sus maltrechos testĆculos.
Sin embargo, Ćlvaro se recuperó bastante rĆ”pido. Hizo una mueca y lanzó una mirada de enfado a HasĆ”n, que seguĆa rodando por el suelo. Se enderezó orgulloso como un emperador y agarró los tobillos de HasĆ”n, separando ligeramente sus piernas.
āĀ”No! āgimió el Ć”rabe.
Ćlvaro lo ignoró y colocó su pie derecho entre los muslos de HasĆ”n, aplastando las gónadas del moro contra su cuerpo con la zuela del zapato.
HasƔn hizo una mueca y sus ojos se desorbitaron.
Ćlvaro tiró de los tobillos de HasĆ”n, estirando su pierna y aplastando por mĆ”s las bolas, triturĆ”ndolas.
HasĆ”n dejó escapar un chillido agudo y trató de apartar el pie de Ćlvaro.
Ćlvaro se rió entre dientes y movió su zapato, haciendo que los ojos de HasĆ”n se abrieran de par en par y se llenaran de lĆ”grimas.
HasĆ”n estaba sudando mucho, su cuerpo musculoso brillaba y su cabello corto estaba empapado. Su polla estaba erecta abultando el pantalón y goteando lĆquido preseminal en su trusa, mientras sus testĆculos estaban encajados entre su cuerpo y la suela del zapato de Ćlvaro.
HasÔn gritó a todo pulmón. Su pene se movió incontrolablemente.
Ćlvaro sonrió, observando de cerca la reacción del cuerpo de HasĆ”n y particularmente la marca de su larga y gorda polla en el pantalón.
Los ojos de HasĆ”n perdieron el foco y su boca se abrió ligeramente. Gotas de sudor corrĆan por su frente. Su pene guardado en el pantalón continuaba retorciĆ©ndose.
Ćlvaro afincó su zapato.
HasÔn dejó escapar un gemido largo y miserable, y su polla comenzó a arrojar gotas pesadas de crema espesa y blanca que empapó su pantalón.
Ćlvaro sonrió. Echó la pierna hacia atrĆ”s y pisoteó con fuerza los huevos de HasĆ”n.
El Ôrabe chilló.
Ćlvaro soltó los tobillos de HasĆ”n, permitiendo que el pobre hombre se acurrucara y agarrara su agonizante virilidad. GemĆa y rodaba de un lado al otro, jadeando pesadamente.
Ćlvaro se dirigió al escritorio y cogió el telĆ©fono.
āGraciela, por favor ādijo a travĆ©s del auricularā. EnvĆa a la gente de seguridad a mi oficina, hay un agente molesto aquĆ que quiero que se marche.
La humillación del pobre HasĆ”n iba a llegar en cuestión de minutos cuando dos forzudos de seguridad lo sacaran de la tienda, con el rostro dolorido, frotĆ”ndose los testĆculos y una mancha muy larga y humedad de semen en el pantalón.
Alvaro se recostarĆa en su sillón y descansarĆa. Sus objetivos se habĆan cumplido, logró regresar a casa con su esposa y que ella misma se formara la idea de que HasĆ”n era un cobarde y que solo a su lado podĆa resignarse a tener una vejez acompaƱada. HasĆ”n nunca mĆ”s iba a regresar a su lado, el Ć”rabe quedarĆa en el pasado completamente en el olvido y Ć©l mismo se iba a encargar de que fuese parte del pasado. Se sintió cómodo de haberle quemado uno de sus locales la noche anterior y sĆ seguĆa molestando iba a chamuscarle todas las mueblerĆas de ser necesario.
Esa noche regresó a casa, cenó con su familia y en la privacidad de la habitación hizo el amor a su mujer.
Su gruesa polla apuntaba firme ante el hermoso cuerpo de su bella Micaela. Los fuertes hombros del terrible y exitoso villano recorrieron la piel de la mujer y se fueron a los pezones que apuntaban hacia arriba, llevó los labios a esos pezones y los absorbió como un manjar.
Micaela le agarró la polla, masajeó tambiĆ©n sus testĆculos duros, puso un dedo en la punta del glande.
Ćlvaro sintió mucha excitación, mientras una mano le masajeaba la polla erecta y palpitante, la otra masajeaba su espalda, empezó a gemir con deseos de gritar.
Levantó la cabeza y observó a Micaela, la boca de ambos se aprisionó en un beso intenso.
Micaela con sus dedos finos cogió la dura polla y la acercó a su coƱo, hizo unos movimientos con la punta de arriba abajo para estimularse, hasta que se detuvo en un punto determinado, Ćlvaro empujó.
Entró con mucha suavidad quedando su miembro viril envuelto por unas paredes hĆŗmedas y calientes, Ćlvaro empezó a moverse mientras Micaela lo acariciaba y besaba. Los testĆculos chocaban contra la pelvis de la mujer que estaba tumbada moviendo la cadera de arriba abajo.
Los gemidos aumentaron y gruñidos de placer se apoderaron de la habitación, las embestidas iban en aumento con fuerza y pasión, hasta que en un momento, un liquido envolvió su pene, era caliente y a borbotones.
Una corriente invadió el cuerpo de Ćlvaro, sus gemidos aumentaron y un fuego interno lo invadió, Micaela se levantó y sacó la polla de su interior y empezó a masajearla con fuerza, metiĆ©ndosela en la boca, un latigazo interno de placer sacudió el cuerpo de Ćlvaro y su leche brotó sobre las manos de la Micaela.
Un exhausto Ćlvaro se recostó sobre la cama, sonriendo condujo a Micaela encima de Ć©l y la comenzó a besar, ella con las manos llena de semen, acarició y empapó el pecho de su por siempre marido.
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