EL INTERIOR TRANSPARENTE. - Las Bolas de Pablo

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7 jun 2022

EL INTERIOR TRANSPARENTE.

 

EL INTERIOR TRANSPARENTE.

(Relato Corto).

 

CONTIENE BALLBUSTING  M/M Y SEXO ORAL.

 

Arturo es un joven prepotente y hasta bravucĆ³n, a sus 20 aƱos es un referente de masculinidad en la universidad, era muy popular en fiestas de tragos, juegos de billar y partidos de microfĆŗtbol…El orgulloso macho era solicitado por sus compaƱeras de clases, sobre todo despuĆ©s de paseos a la playa, dĆ³nde Arturo presumĆ­a su bulto genital en coloridos baƱadores.



La mayorĆ­a de las salidas a la playa con chicas terminaban en su apartamento estudiantil, el cual tenĆ­a vista a la cercana costa…El jacuzzi en el costoso apartamento —Que sus padres pagaban— era otro atractivo para las mujeres, todo era disfrute en su alocada vida universitaria.

 

Pero Ćŗltimamente las cosas parecĆ­an cambiar, sus citas con mujeres habĆ­an disminuido, no lo ha notado el pĆŗblico pero el propio Arturo sĆ­...El masculino joven lo veĆ­a con preocupaciĆ³n y mĆ”s por lo sucedido el fin de semana pasado.

Hoy domingo Arturo estaba en cama viendo un partido de clasificatorias africanas al mundial, pero su mente estaba distraĆ­da, sacudĆ­a la cabeza tratando de sacarse aquella imagen, desde el fin de semana no parecĆ­a estar tranquilo.

Todo comenzĆ³ cuando el pasado domingo su amigo Enrique vino al apartamento para ver el partido clĆ”sico del fĆŗtbol espaƱol, no era la primera vez que le visitaba, pero tras el juego Enrique quiso probar el jacuzzi, nunca lo habĆ­a usado y habĆ­a escuchado maravillas de Ć©ste, principalmente de las amigas en comĆŗn.

Enrique era un joven atlĆ©tico, con un buen cuerpo, tambiĆ©n tenĆ­a su fans de chicas. Arturo apreciaba su amistad, pero siempre le causĆ³ una cierta reserva, y era porque a diferencia de los demĆ”s amigos, Enrique no se dejaba subyugar por el prepotente Arturo, el joven siempre mantenĆ­a una postura liberal e independiente, en sus opiniones y acciones.


Todo iba perfecto ese dĆ­a hasta que Enrique saliĆ³ del jacuzzi, Arturo se quedĆ³ perplejo al ver que su amigo usaba un interior blanco, casi transparente al estar empapado, el pene y los testĆ­culos de Enrique se veĆ­an perfectamente, Arturo detallĆ³ el rosado glande acomodado delante de los recogidos testĆ­culos, de igual color.


Arturo debiĆ³ irse de improviso a su cuarto a calmarse, no podĆ­a sacarse de la cabeza el paquete genital de Enrique, El joven estaba anonadado ante la visiĆ³n de ese calzoncillo que dejaba todo a la vista.

 

En su mente apareciĆ³ una idea: He oĆ­do que Enrique es buen amante…

—Y eso que tiene que ver?, —Se recriminaba en voz baja—PorquĆ© pienso en eso ahora?...No! yo soy un varĆ³n, no puedo pensar en cosas de gays.

Tras regresar, Arturo sacĆ³ una disculpa para que Enrique se marchase pronto, Ć©ste no puso problemas y le agradeciĆ³ las atenciones; El darle la mano como despedida fue otro incidente para Arturo quien tras cerrar la puerta se mostraba agitado y acalorado.

—No, no!—Se regaƱaba al expresar esas sensaciones ante la vista y contacto con su amigo.

Desde entonces Arturo se mostrĆ³ incĆ³modo de estar junto a Enrique, aunque trataba de evitarlo lo mĆ”s posible sin generar alguna sospecha de que le afectaba su cercanĆ­a.

Una vez mĆ”s el dĆ­a de hoy, el partido de fĆŗtbol en la TV terminaba, Arturo quiso relajarse mientras iniciaba un nuevo partido en unas dos horas, decidiĆ³ ir a la playa cercana. ReĆ­a al sentir el viento cargado de fina arena de playa golpear su fuerte cuerpo.


No faltĆ³ el ver a alguna mujer detallar su fornido cuerpo de macho, Arturo se alegrĆ³ y ya pensaba en acercarse a aquella chica y tal vez llevarla a su apartamento, la compaƱƭa femenina sin duda le despejarĆ­a la mente de ideas locas (en su opiniĆ³n) sobre Enrique y su ropa interior transparente.

 

Minutos despuĆ©s todo se fue al diablo!, observĆ³ a Enrique que estaba en la playa y le hacĆ­a seƱas, llamĆ”ndole. Arturo se vio una vez mĆ”s abrumado por la cercanĆ­a de Enrique.

 

—Me dijeron en tu edificio que habĆ­as venido a la playa, puedo ver el partido en tu apartamento, Arturo?, la verdad la pasĆ© muy bien la semana pasada…Ese jacuzzi tuyo es increĆ­ble!

Arturo no podĆ­a permitir otra muestra visual de los genitales de Enrique, asĆ­ que hallĆ³ pronto una excusa sin parecer hostil o huraƱo con su amigo.

—Lo lamento, el jacuzzi se me averiĆ³.

—QuĆ© mala suerte, pero igual podemos ver el partido.

Arturo no vio un grave inconveniente, sin agua que mojase los interiores de Enrique en un sitio privado, no habrĆ­a otro “incidente”.

Ya en el apartamento ambos disfrutaron del partido de fĆŗtbol, el ambiente relajado era tal que cada quien se quedĆ³ sin camisa, manteniendo Enrique sus pantalones jeans y Arturo una pequeƱa pantaloneta.

En el medio tiempo, Enrique pidiĆ³ ir al baƱo, pero tardarĆ­a demasiado en volver, Arturo se preocupĆ³ y fue a ver si le sucedĆ­a algo.

Enrique respondiĆ³, se encontraba bien y necesitaba que Arturo entrase.

—Pero quĆ©?!—Arturo fue tomado totalmente por sorpresa ante lo que vio.

AhĆ­ estaba Enrique en interiores, pero este era casi una tanga y totalmente trasparente, sin necesidad de mojarse ya expresaba todo lo que Enrique cargaba entre las piernas…Y ya tenĆ­a una erecciĆ³n en camino, la polla se mostraba larga y el glande lucĆ­a cabezĆ³n.


—Veo que te gusta mirar—ExpresĆ³ sonriente Enrique.

 

Arturo mantenĆ­a los ojos abiertos al mĆ”ximo, no se esperaba esa tentaciĆ³n, su boca se llenĆ³ de saliva, obligĆ”ndole a tragarla como si bebiese un vaso de agua.

Sus reacciones le traicionan, no puede controlarlas, su miembro viril da un brinco bajo la pantaloneta mientras su rostro enrojece, todo siendo visto perfectamente por Enrique, quien disimula el percatarse de ello.

Arturo siente un nuevo latir en su falo, se voltea y trata de alejar, es una vergĆ¼enza!, su cuerpo expresa todo lo que siente y espera que Enrique no le alcanzara a ver la erecciĆ³n…Su reputaciĆ³n de macho bravucĆ³n estĆ” en el filo de la cornisa.

—Ahora vuelvo…Debo hacer algo—Fue la excusa del joven para alejarse del sitio a toda prisa e ir a la sala.

Enrique sĆ³lo sonrĆ­e.

Lo que no sospechaba Arturo era que Enrique ya sabĆ­a lo que su amigo sintiĆ³ y expresĆ³ al verle el domingo pasado, y volvĆ­a Ć©ste dĆ­a para hacerle sacar lo que escondĆ­a en su mente y corazĆ³n.

 

Enrique era bisexual y le daba lo mismo tener intimidad con chicas o con chicos…Pero hacer que Arturo el dĆ­a de hoy dejase salir su lado gay era para el joven una prioridad.

Arturo estaba encarnado y no sabĆ­a quĆ© hacer, lo Ćŗnico que se le ocurrĆ­a era que debĆ­a sacar del apartamento a Enrique…De inmediato la imagen de la tanga transparente volvĆ­a.

—Porque tenĆ­a que usar un interior asĆ­!—Se regaƱaba el joven.

—CĆ”lmate Arturo—ExpresĆ³ Enrique quiĆ©n aparecĆ­a en la sala, aĆŗn en calzoncillos y sorprendiendo al dueƱo del apartamento.

Arturo retrocedĆ­a como si su amigo fuese un espĆ­ritu, lo que alegraba al visitante.

Enrique se comenzĆ³ a retirar lentamente la tanga transparente, su largo y gordo pene veĆ­a la luz por fin, aunque por la transparencia ya Arturo lo conocĆ­a de vista.


El desnudo Enrique comenzĆ³ a avanzar hacĆ­a Arturo, quien no dejaba de retroceder, la pared por fin detuvo su retirada.

 

—MĆ­rala, es hermosa no?—El pene de Enrique alcanzaba los 20 centĆ­metros—No escondas los gustos que tienes Arturo..

Arturo mantenĆ­a fija la vista en aquel rojo glande, era muy obvio que Enrique sabĆ­a de su repentino gusto por lo masculino, pero no podĆ­a ceder ante lo que sentĆ­a.

—Yo soy varĆ³n, no puedo aceptar algo asĆ­…—Arturo maldecĆ­a en su cabeza aquel baƱador trasparente, si tan solo cumpliese su trabajo de esconder los genitales se hubiera podido contener...Ahora ya era tarde.

Enrique llegĆ³ justo ante su amigo, enseƱaba con orgullo su falo erecto. Observaba en la pantaloneta de Arturo el pene erecto.

Arturo no parece poder resistir, pero observa los testĆ­culos del orgulloso Enrique y tiene una Ćŗltima y desesperada reacciĆ³n de negaciĆ³n…El bravucĆ³n (ahora asustado y apenado) lanza de repente una patada contra los huevos de su amigo.

—AARGGhh!!...—RugiĆ³ Enrique, quien se alejĆ³ de inmediato de Arturo, quedando doblado a la mitad y cubriendo su masculinidad.

 

Arturo no se arrepintiĆ³ del golpear bajo a su amigo, era la forma perfecta de parar esto!, no sĆ³lo Enrique perderĆ­a al erecciĆ³n y las ganas de sexo… Sino que en Ć©l la agresiĆ³n reemplazarĆ­a en su mente aquellos deseos homosexuales por pensamientos de pleito y conflicto...Tras una discusiĆ³n o puƱos incluso, Enrique se irĆ­a sin duda…

…Pero no ocurriĆ³ aquello!

—Siiii!, eso es!—Enrique se incorporĆ³ y su rostro estaba congestionado, pero una sonrisa gobernada su boca.

Arturo se sorprendiĆ³ al verlo en pie tras ese golpe bajo, Ć©l mismo caerĆ­a ante una patada asĆ­ en los huevos….Y se la dio con los genitales desnudos…CĆ³mo es que Enrique no estaba ya en el piso, vencido?

Enrique mantenĆ­a la sonrisa y se sobaba las pelotas.

—No sabes cĆ³mo me gusta que me peguen en las bolas, no hay chica con la que me acueste a la que no le pida que me dĆ© algĆŗn golpe…—El joven hacĆ­a leves flexiones de piernas, parecĆ­a que conocĆ­a perfectamente cĆ³mo lidiar con aquellos feos golpes—…Sabes Arturo?, siempre quise recibir un golpe asĆ­ por parte de un hombre en una situaciĆ³n Ć­ntima…Y de un hombre fuerte como tĆŗ, Arturo.

El bravucĆ³n no sabĆ­a que decir…A Enrique no le afectaban casi los golpes bajos, que los tenĆ­a de piedra?  Arturo rememoraba que en alguna pelea del pasado lo habĆ­an vencido con un ataque ilegal allĆ­.

Enrique ya podĆ­a retomar su avance hacĆ­a su amigo.

—SĆ© lo que anhelas Arturo, porque no me besas la verga y verĆ”s que su mente se aclararĆ”—El joven enseƱaba su falo erecto y venoso, mantenĆ­a una mano sobre sus huevos, por dolor y prevenciĆ³n de algĆŗn otro ataque de Arturo.

—No me atrevo…—Finalmente Arturo comenzaba a confesar lo obvio—Yo soy hombre!, soy hombre!—En la cabeza de Arturo estaba una indecisiĆ³n que no le dejaba pensar con claridad, parecĆ­a encontrarse en un punto crucial de su vida sentimental…El gusto por las mujeres y por los hombres estaban en una balanza y cualquier acciĆ³n inclinarĆ­a esa balanza hacĆ­a un lado u otro.

Enrique ya estaba frente a su amigo.

—Yo…no sĆ© quĆ© hacer…—confesĆ³ Arturo.

—Entiendo, dĆ©jame ayudarte…

Enrique encajĆ³ un contundente rodillazo contra el bulto en la pantaloneta de su amigo.

—AAAAHHHH!!!—Arturo se derrumbĆ³ de rodillas al suelo, cubriendo sus huevos aporreados.

Enrique sonreĆ­a, ya dejĆ³ libre sus bolas, no habĆ­a riesgo de otro golpe, se comenzĆ³ a sobar la polla, haciĆ©ndola parar al mĆ”ximo.

—Oh dios, mis bolas—Arturo sentĆ­a un calor que lo llenaba por dentro, el dolor gonadal casi no le dejaba mover ni respirar bien, sus ojos parecĆ­an soltar lĆ”grimas, pero por orgullo contuvo el llanto.

—AsĆ­ es mĆ”s fĆ”cil, Arturo—No fue un golpe por venganza, simplemente Enrique planeaba debilitar a su amigo y asĆ­ reducir su probabilidad de escape o cualquier otra forma de resistencia.

Enrique acercĆ³ su falo al caĆ­do Arturo, Ć©ste levantĆ³ los ojos y tenĆ­a el pene a centĆ­metros de su boca, la erecta carne soltaba abundante pre semen, ante aquella vista Arturo finalmente se rindiĆ³!

Enrique lo supo solo de verle y le ofreciĆ³ el pene.

Arturo abriĆ³ la boca y el falo fue ubicado por Enrique, el sentir el glande llenarle la boca fue algo extraƱo para Arturo, casi se lo muerde por instinto y su reflejo nauseosos parecĆ­a activarse…Pero no fue mĆ”s allĆ”, cerrĆ³ levemente la dentadura y acomodĆ³ la boca al tamaƱo del glande y tronco.


—Eso es…suave, comienza suave…—Le instruĆ­a Enrique.

 

DespuĆ©s de los iniciales y torpes movimientos mandibulares, ya Arturo se desenvolverĆ­a con prĆ”ctica, despuĆ©s de todo varias mujeres le habĆ­an chupado el pene a Ć©l, sabĆ­a dĆ³nde estimularlo y dĆ³nde Ć©l y de seguro Enrique eran mĆ”s sensibles…

…Se sacaba el falo de la boca y lo mordisqueaba en el tronco, por todos lados daba mordidas, lamidas, la lengua del “bravucĆ³n”, hacĆ­a de las suyas estimulando el falo de Enrique.


Enrique disfrutaba al mĆ”ximo, sus bolas recogidas bajo el gordo pene ya daban muestras de acercase al lĆ­mite de su resistencia…Pero ellas tambiĆ©n requerĆ­an atenciĆ³n.

 

—Mis huevos, lĆ”melos, desquita la patada que les diste.

Y la lengua de Arturo repasĆ³ toda la circunferencia de las cargadas gĆ³nadas.

—Argg!—Se quejĆ³ levemente Enrique cuando la lengua de su amigo recorriĆ³ la parte inferior de su escroto, aĆŗn tenĆ­a un ardor por la patada…Pero no por ello dejaba de sentir placer, la parte masoquista de Enrique le garantizada seguir sintiĆ©ndose bien.

Ante una nueva orden, Arturo regresĆ³ a engullir el falo, la lengua ahora era hĆ”bil, dentro de la boca repasaba el borde del glande y el frenillo, la punta despuĆ©s recorrĆ­a la extensiĆ³n de las mĆŗltiples venas del tronco.

Hasta que los labios se centraron en succionar el glande, en un mete y saca, Arturo se decidiĆ³ a provocar la eyaculaciĆ³n de Enrique.

—MĆ”s, mĆ”s, Arturo, rĆ­ndete plenamente a tus deseos, sigue asĆ­…Mira que pronto recibirĆ”s un premio.

 

Enrique apretĆ³ ligeramente los dientes, su pene comenzĆ³ a contraerse  y descargĆ³ un lote de esperma en la boca de Arturo, tomĆ”ndolo de imprevisto, el joven se sacĆ³ el pene y recibiĆ³ el resto de la eyaculaciĆ³n en el rostro.

Enrique se alejĆ³, jadeando de gusto, mientras Arturo se quedarĆ­a en el suelo, excitado, pero al tiempo cabizbajo —y con semen en la lengua—, recriminĆ”ndose por lo que acababa de hacer.

Enrique ya esperaba que su amigo se auto recriminara, y le ayudĆ³.

—No te sientas mal, Arturo, es la naturaleza del ser humano tener diversos gustos, no luches contra sus propios instintos, no hay nada de malo en ellos.

Enrique se acercĆ³ a Arturo, Ć©ste que ahora estaba de rodillas, levantĆ³ la vista para encontrarse con aquel interior transparente conteniendo la virilidad ya en reposo de Enrique…De nuevo sus mejillas se colorearon.

El visitante se inclinĆ³ un poco y tomĆ³ al Arturo de los hombros…Sin mediar palabra le hundiĆ³ un puntapiĆ© en el bulto de la pantaloneta.

—AAAHHHH!!—GritĆ³ Arturo y cayĆ³ tendido boca abajo, envuelto en un mar de sufrimiento… Sus bolas fueron proyectadas contra la base del pene, deformĆ”ndose en algĆŗn grado.

Ver sufrir a Arturo excitaba a Enrique, al parecer el sadismo se sumaba al placer de ser golpeado en los testĆ­culos…Sus gustos privados eran diversos.

—Hoy lo dejaremos en el sexo oral, pero la prĆ³xima semana te iniciarĆ© en otras experiencias mĆ”s gozosas para ti…Apenas comenzamos en los placeres del sexo gay…Ah! y eso sĆ­, espero un buen baƱo en el jacuzzi, adiĆ³s Arturo.

Arturo seguĆ­a retorciĆ©ndose del dolor en el suelo, se cogĆ­a los huevos con desesperaciĆ³n, era la primera vez que sentĆ­a tanto dolor, pero su pene estaba erecto, en su mente estaba fija la imagen de aquel interior transparente.

 

FIN.

 

***

 

 

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