Erick el caucĆ”sico y atractivo mejor amigo de Pablo Chacón sonrió tĆmidamente y bajó la mirada hacia su entrepierna. El gordo bulto que se formaba en su pantalón deportivo estaba a pocos minutos de ser reventado por su rubio amigo. Erick levantó la mirada hacia Pablo y se encogió de hombros.
āEstĆ” bien
ādijoā. Es lo que me merezco por perder una puesta conmigo.
āĀæPerder? āPablo se echó a reĆrā. A leguas se sabĆa que el partido entre esos dos grandes: Inglaterra y Italia iba a resultar en empate, tĆŗ opinabas que iban a ganar los italianos. Lo escogiste por la pura intención de que te reventara las bolas.
Erick negó
con la cabeza y contuvo la risa para reprimir lo que era una verdad.
āEso es
falso, Pablo āmintióā. PensĆ© que alguno de los dos harĆa un gol y porqueā¦
Pablo lo
interrumpió clavando su pie derecho en la entrepierna y pisando muy fuerte su
par de testĆculos.
Erick se
quedó boquiabierto, luego gimió e hizo una mueca.
āYa comenzaste
a erectarte āsonrió Pablo.
āNo, no
ānegó Erick como pudo. Estaba doblado acunando sus bolas, mientras que una gran
carpa de circo le estaba levantando el pantalón mÔs arriba de sus maltrechas
bolas.
āAparta esas
manos, cariƱo āPablo se echó a reĆrā. Una apuesta es una apuesta.
Erick gimió.
āSabes que
en el fondo, te gusta āafirmó Pablo con una sonrisa. Echó su pierna hacia atrĆ”s
para despuƩs chocar la punta del pie contra la entrepierna de Erick, aplastando
sus testĆculos contra su pelvis y haciendo que gritara a todo pulmón.
Pablo no
perdió mÔs tiempo y lanzó otra fuerte patada en las bolas de Erick.
Su amigo
tosió y se dobló.
Pablo se paró detrÔs de Erick y pateó las gónadas con fuerza desde atrÔs. El empeine de su zapato conectó con el frÔgil bulto en la ingle de Erick, lo que hizo que el joven gritara de dolor.
Erick gimió
de dolor sopesando entre los dedos las lastimadas gónadas.
Pablo sonrió
y se dio la vuelta, mirando a su amigo. Levantó la pierna, golpeando al joven
justo en la ingle con su espinilla.
La boca de
Erick se abrió y soltó una tos ronca.
Pablo sonrió
y agarró a Erick por los hombros.
La mirada
que le devolvió su amigo era de temor.
Pablo se rió
entre dientes y le dio un rodillazo a Erick, aferrƔndose a su hombro y
embistiendo los testĆculos del perdedor de la apuesta contra su cuerpo.
Erick gimió.
Sus ojos perdieron el foco y se derrumbó en el suelo retorciéndose.
Pablo se quedó mirando a su amigo, cuyas manos estaban agarrando su entrepierna y su rostro tocando el suelo.
āĀæTan rĆ”pido
te cansas? Pareces a mi tĆo BastiĆ”n con las bolas de cristal ja, ja, ja.
Erick le
dirigió una mirada triste y gruñó.
Pablo sonrió
y levantó a Erick, sosteniendo sus manos.
āNo hemos
terminado, Erick āindicó Pablo.
Su amigo iba
a decir algo, pero el rubio echó la pierna hacia atrÔs y la dejó estrellar en
su entrepierna. El empeine conectó con el bulto y le aplastó los testĆculos.
Erick dejó
escapar un chillido agudo y se quedó paralizado.
Pablo dio un
par de pasos hacia atrƔs. Luego, con una carrera, le dio una poderosa patada a
las gónadas de su amigo.
Erick gritó
a todo pulmón cuando el dolor lo impactó. Sus delicadas esferas carnosas fueron
aplastadas contra su pelvis. Cayó al suelo, con los ojos cerrados y la boca
abierta.
Pablo lo
observó, canturreando una canción:
Erick tragó
saliva y miró hacia arriba. Con voz ronca, susurró: āMe duelen las pelotas.
Pablo se
burló.
Erick
lentamente se levantó del suelo. Agarrando sus bolas.
āAbre las
piernas.
Erick
suspiró y le lanzó a Pablo una nueva mirada suplicante.
El rubio no
se conmovió.
Erick hizo
una mueca y abrió las piernas. Puso sus manos en la cadera y miró a su amigo
con expresión de dolor.
Pablo sonrió
y dio un paso atrÔs. Luego pateó las bolas de Erick con fuerza. El empeine de
su zapato se estrelló contra las bolas del hombre y las estrelló contra su
pelvis.
Los ojos de Erick se agrandaron. Abrió la boca y levantó las cejas. Lentamente, sus rodillas se encontraron y cayó al suelo. Sus manos alcanzaron su ingle mientras dejaba escapar un gemido agonizante. Se derrumbó de costado sosteniendo su ingle.
Pablo se
echó a reĆr.
āCreo que
nunca mƔs volverƔs a hacer una apuesta conmigo.
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