Día del padre - Las Bolas de Pablo

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18 jun 2022

Día del padre



Benjamín se fue a sentar en un banco, lo que hizo que su testículo derecho cayera entre sus muslos. El peso de la bola tirando de su escroto hizo que la gónada izquierda siguiera su ejemplo.
El movimiento logró que la tela de la diminuta tanga se deslizara a un lado, dejando que la monstruosa polla se soltara y se uniera a sus dos compañeros ovalados.

Allí también estaba su hijo Bernardo, junto a Rafael, Israel, Bastián y Farid. Estaban todos reunidos para conmemorar el día del padre.

—Muy bien —afirmó Bastián—. Será lo siguiente: Rafael contra Benjamín. Y Bernardo contra Israel.

—Que original —dijo Bernardo—. Si no lo dices no me iba a dar cuenta a como quedaría la competencia —observó ansioso de reventar las bolas de Israel ignorando la mirada de desaprobación que le devolvió Bastián.

Farid comunicó:

—El perdedor es el primer padre que se de por vencido o deje escapar un lote de semen. ¡Comencemos y, feliz día del padre! Como me emociona que hayan puesto a funcionar sus bolas y engendraran hijos. A partir de hoy sus huevos solo serán recuerdos.

Rafael se acercó a Benjamín

El detective tragó saliva. Le dirigió una mirada como si se tratase de un ladrón. Rafael simplemente se burló con el gesto.

Benjamín miró a su hijo. Bernardo estaba de pie junto a Israel.


El dentista e hijo mayor de Marcos Chacón lucía su atlético torso desnudo y un apretado calzoncillo soportaba su majestuosa polla. Bernardo se apoderó del impresionante bulto con su mano derecha, tratando de sentir la virilidad de Israel, sopesando sus huevos en su mano y apretando la punta de la polla de Israel.

Israel tragó saliva, abrió la boca para decir algo, pero Bernardo le bajó los calzoncillos, haciendo que la hermosa polla del rubio dentista saltara felizmente al aire libre.

—Fantástico —aprobó Bernardo con un brillo en los ojos—. Supongo que te sacaré una gran cantidad de leche, ¿eh?

Al otro lado, Rafael se arrodilló y cerró el puño. Benjamín lo miró, con una expresión temerosa en el rostro mientras sus enormes testículos colgaban tentadoramente bajo su gorda polla.

En la contraparte, Bernardo hizo crujir los nudillos y le guiñó un ojo a Israel, quien sonrió con ansiedad. Sus calzoncillos colgaban alrededor de sus tobillos y rápidamente los apartó de una patada.

—Hazlo, entonces, tonto —lo desafió el rubio—. Quiero saber de qué estás hecho, ¡holgazán!

La acción comenzó en simultáneo.

El puño de Rafael se estrelló contra las gigantescas pelotas de Benjamín y Bernardo agarró las bolas desnudas de Israel con la mano y apretó con fuerza.

Los dos y grandes papis sementales fueron tratados con una fuerza implacable.

Benjamín gimió de dolor cuando Rafael abusó de sus grandes y jugosas albóndigas con una andanada de golpes, alternando su puño izquierdo y el derecho. El escroto de Benjamín rebotaba salvajemente mientras Rafael enviaba sus puños hacia sus vulnerables testículos.

Rafael estaba concentrado en el escroto de Benjamín, golpeando sus gordas ciruelas con salvaje atención.

Benjamín luchaba por mantener las manos detrás de la espalda, contraía los abdominales, respiraba con dificultad y gemía de dolor.

Junto a ellos, Bernardo tenía las dos preciosas bolas de Israel atrapadas en las palmas de sus manos, concentrado en exprimir hasta la última muestra de vida de los testículos de Israel, las yemas de sus dedos se clavaban en la carne, moliéndolas y aplastándolas como uvas.

Israel apretó los dientes, gruñendo de dolor, gotas de sudor corrían por su rostro. Su rubio cabello comenzó a humedecerse. Por un momento solo hizo gemidos de angustia.

Bernardo miró hacia arriba, con expresión molesta en su rostro. Hizo girar las bolas de Israel en direcciones opuestas, haciendo que gritara como una chiquilla irritable.

Bernardo reaccionó completamente satisfecho con la reacción de Israel y sostuvo las grandes bolas en su palma izquierda, su pulgar presionó las gónadas hasta el fondo, haciendo que se hincharan obscenamente. Sin más preámbulos, cerró el puño y lo envió a las bolas crujiendo la virilidad de Israel, aplastando sus grandes testículos contra la palma de su mano y haciendo que Israel gimiera de dolor.

Rafael lanzó un gancho brutal a las bolas de Benjamín, haciendo que los ojos del apuesto detective se cerraran con fuerza mientras su boca se abría para dejar escapar un grito.

La gruesa polla de Benjamín comenzaba a levantarse lentamente frente a la cara de Rafael. Un abundante hilo de líquido preseminal se escapaba de la punta, bajando lentamente al suelo.

—Chúpalo, mariquita —se burló Benjamín con el rostro contraído de dolor.

Rafael se sintió ofendido y con un gancho fuerte y preciso embistió contra su cuerpo las gónadas, haciendo que el detective soltara un grito ahogado. Su polla dura como el hierro tembló y siguió subiendo, apuntando al techo y balanceándose de un lado a otro.

Mientras Rafael golpeaba la gruesa hueva derecha de Benjamín con un poderoso puñetazo, el detective gimió de dolor y miró a su hijo, con la desesperada esperanza de que pronto destruyera la vida sexual de Israel y así terminar con la competencia.

Tenía motivos para tener esperanzas, ya que Bernardo había pasado del apretón a las patadas. Se había quitado los zapatos y estaba parado frente a Israel, pateando su entrepierna vez tras vez.

Las bolas de Israel se veían seriamente hinchadas en cada momento que Bernardo las golpeaba, aplastándolas contra su cuerpo y haciéndolo gemir de dolor.

Bernardo se parecía a uno de sus primos, Lucas quien jugaba fútbol profesional, manteniendo sus ojos en las gónadas en todo momento y golpeándolas en un ángulo perfecto.

Israel chilló de dolor cuando sus testículos fueron brutalmente golpeados por las demoledoras patadas destruye esperma de Bernardo.

La polla de Benjamín estaba goteando líquido preseminal como un grifo abierto.

Bernardo aumentó la fuerza de sus patadas, levantando a Israel del suelo y haciéndolo gritar de dolor.

Rafael se detuvo mirando la enorme erección de Benjamín. Brillaba con líquido preseminal y se retorcía violentamente. Un chillido agudo de su padre hizo que cerrara el puño de nuevo y golpeara las doloridas e hinchadas albóndigas del detective con toda la fuerza que pudo reunir.

Benjamín gritó de dolor.

Bernardo pateó las frágiles huevas de Israel haciéndolo despegar los pies del suelo.

Rafael lanzó otro puñetazo al escroto de Benjamín balanceándolo salvajemente entre sus muslos. Su cuerpo se sacudió violentamente.

Era la parte final del reto.

Las bolas de Benjamín se acercaron a su cuerpo.

Israel cayó hacia atrás de culo al piso agarrándose las bolas.

Las bolas de Benjamín se contrajeron, preparándose para impulsar el primer chorro de semen… y disparó los primeros galones de leche fabricados por sus bolas extra grandes.

Israel se acurrucó en el suelo, agarrándose los doloridos testículos y gritando de dolor.

Benjamín también estaba gritando, pero seguía de pie, congelado como una estatua mientras su polla estallaba con una generosa cantidad de esperma blanco y cremoso. Su polla se contraía violentamente, sus enormes huevos se crispaban mientras bombeaban más de una docena de chorros de su esperma pegajosa.

Bernardo se dio cuenta de que había perdido y, enojado, pateó tanto las manos como las bolas de Israel tan fuerte como pudo.

Israel emitió un grito fuerte y se revolcó por el suelo.

Las rodillas de Benjamín temblaban y lentamente se hundió en el suelo, jadeando y gimiendo. Agarró sus gónadas con ambas manos y las apretó con fuerza. Las últimas gotas de semen corrieron lentamente por su grueso pene.

—¡Bien hecho, Israel! —observó Farid—. Eres el papá ganador.

Bernardo miró a su padre que estaba empapado de la cintura para abajo de esperma.

—Perdiste —murmuró.

Rafael se echó hacia atrás, cerró los ojos e inhaló profundamente, luego corrió hasta su padre para abrazarlo con cariño y gritar:

—¡Eres el puto amo, Israel! ¡Te quiero!

Israel gimió de dolor dejándose abrazar por su descendiente. —Creo que ese bastardo me partió las bolas —susurró y se echó a reír—. Ya creo que no podré celebrar esta noche el día del padre con tu mamá.

—Uy, viejo, no quiero saber tus intimidades —sonrió Rafael sin dejar de abrazarlo con afecto. Su cara tenía una satisfactoria emoción de orgullo.

Israel miró a Benjamín, que gemía de dolor y se mecía sosteniendo sus testículos maltratados.

Farid se colocó en el centro de las dos parejas, por un lado estaba Benjamín en el suelo meciéndose, Bernardo estaba a su lado de pie con rostro de pocos amigos y en el otro extremo se ubicaba a Israel agarrándose las bolas, pero con un sonriente y orgulloso Rafael que lo continuaba abrazando.

—Gracias por el espectáculo, amigos —dijo—. Estoy seguro de que ha sido un día memorable para todos ustedes. Quiero darles mis más sinceras palabras de agradecimiento y desearles un feliz día del padre.

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