Reto Farid 7: Masturbación - Las Bolas de Pablo

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9 oct 2022

Reto Farid 7: Masturbación

Farid se frotó las manos pareciendo muy emocionado.

 

—En segundos comienza el séptimo reto Farid —anunció con una gran sonrisa—. Hoy tenemos a mi compadre Bastián enfrentándose al grande y fuerte Bernardo. ¿Preparado, amigo?

 

Bastián miró al techo, mostraba un impresionante bulto en su pantalón, con su enorme polla tratando de estallar a través de la tela de mezclilla, pese a todo estaba muy nervioso porque de entre los hombres de su generación era el de testículos más frágiles. Hizo una mueca a Farid y se ajustó la entrepierna, el contorno de su polla y sus grandes bolas y jugosas eran muy evidentes.

 

Entre la multitud presente en la sala, surgió Bernardo, alto, rubio y engreído, era el hijo mayor del guapo detective Benjamín. El muchacho estaba sin camisa y pantalones.

 

—Y aquí tenemos al gallardo Benjamín —sonrió Farid—. Luces muy seguro, muchacho, y te has dado tu puesto para participar, en la séptima ronda veremos tu desempeño porque… —lamentablemente fue interrumpido con un brutal rodillazo en las pelotas por parte de Bernardo.

 

Farid tropezó hacia atrás y gruñó, doblándose y agarrando su entrepierna.

 

El resto de hombres en la sala se echaron a reír en lugar de socorrerlo.

 

—Bernardo —gimió Farid con voz retenida—. Eso fue completamente…

 

—Cállate, viejo. Solo quiero empezar.

 

Farid cerró los ojos sintiendo el dolor en sus pelotas. —Retadores —susurró—. Desnúdense, por favor.

 

Bastián vaciló por un momento.

 

Rápidamente, Bernardo se quitó lo que le quedaba de ropa interior. Bastián lo imitó abriendo su cinturón y resbaló sus jeans. Los hombres de distintas generaciones quedaron de pie, sonriendo con orgullo, dejando que todos vieran bien sus posesiones con las manos detrás de la espalda.

 

La polla de Bastián estaba dura como una roca, apuntando al techo, la de Bernardo lucía flácida y aún en estado de reposo era bastante grande. Los grandes testículos colgaban flojos en el saco escrotal indicando que ambos compartían un código genético similar.

 

—Por favor —dijo Farid, estaba erguido e intentaba parecer digno después de haber recibido el letal rodillazo revienta huevos. Señaló a un par de sillas de maderas que reposaban al fondo de la habitación—, ambos tomen asientos.

 

Bernardo sonrió y caminó al objetivo, su polla se balanceaba con cada paso.

 

—Siéntate, Bastián, por favor.

 

Bastián frunció el ceño. De mala gana, se sentó.

 

Rápidamente, Marcos y Pablo Chacón ataron las piernas de los participantes de su equipo a la silla.

 

Bernardo respiró agitadamente, sus testículos colgaban bajos en su escroto, mientras que Bastián mostraba a todos su polla dura como roca, con una pequeña gota de líquido preseminal resbalando por su falo.

 

Farid cuyo dolor de bolas comenzaba a desaparecer conectó un dispositivo a la virilidad de ambos hombres suspendiéndolo con un cable en la base del pene. Las bolas grandes de cada uno se colocaron entre dos placas de cristal conectadas entre sí.

 

—Es fácil —afirmó señalando un cilindro de vidrio que iba a contener el producto de los testículos de ambos en el interior—, las placas irán aprisionando sus testículos. La única forma de liberarse es masturbándose y liberando su semen dentro del cilindro.

 

Bastián miró a su amigo, con los ojos muy abiertos.

 

—¡Estás loco! ¡Vas a acabar con mis bolas! —le reclamó lleno de miedo.

 

Farid se encogió de hombros y le entregó tanto a Bastián como a Bernardo el cilindro de vidrio. Se quedó mirando la polla de ambos y la de Bastián continuaba liberando líquido preseminal.

 

Farid le sonrió a s compadre.

 

—¡Empecemos! —y presionó un botón que activaba todo la maquinaria.

 

Bastián se miró la entrepierna.

 

Bernardo se agarró el falo para empezar a masturbarlo. Cuando obtuvo s hermosa dureza, alto, grande y lleno de venas comenzó a masturbarse. Gimió silenciosamente.

 

El movimiento de las placas de vidrio aún no era perceptible, pero Bastián sintió que se estaban moviendo, amenazando con aplastar sus maravillosas y débiles pelotas para siempre.

 

Bernardo lo miró fijamente. Luego se dejó caer en su regazo. Su pene monumental estaba duro como una roca, húmedo y listo para expulsar su lava blanca.

 

Las placas de vidrio tocaban la piel de los testículos por ambos lados.

 

Pronto, Bastián comenzó a sentir dolor.

 

Bernardo se mordió el labio inferior mientras frotaba su polla con la mano derecha, sosteniendo el cilindro de vidrio con la izquierda. Pasaba su mano arriba y abajo de su polla, cerrando los ojos y respirando con dificultad.

 

En cuestión de segundos, disparó su primera ráfaga de leche.

 

Bastián comenzó a manipular su verga rápidamente, a veces se quedaba paralizado y gritando como una nena al sentir las placas de vidrio maltratar su hombría. En pocos minutos su esperma salpicó el cilindro de vidrio.

 

Sudor corría por la cara de Bernardo y sin embargo el fondo del cilindro estaba cubierto de semen. El joven gimió cuando otro chorro tras chorro de salsa blanca y pegajosa aterrizó en el fondo.

 

—¡Vamos, Bastián! ¡No te rindas! —era Marcos Chacón que lo estaba animando. Por un momento se quedó sorprendido con la mandíbula abierta—. ¡Oh, Dios mío!

 

Una inmensa y pegajosa cantidad de semen salió volando de la polla de Bastián.

 

—¡Sigue así, hermano!

 

De repente, la expresión facial de Bernardo cambió. Las placas de vidrio se habían movido y sus dos testículos estaban presionando contra el cristal. Las dos albóndigas carnosas estaban encajadas entre los dos platos. Bernardo miró con dolor el cilindro de cristal.

 

Al lado Bastián gimió y sacudió su polla de nuevo. Acariciaba su pene con movimientos de cariño, pasando su mano lentamente arriba y abajo del falo mojado en esperma Sus ojos se cerraron y jadeó emocionado.

 

El sonido de las placas de vidrio en movimiento fue ahogado por los gemidos de placer de Bernardo. Pero la presión sobre sus testículos perturbó su momento de éxtasis. Hizo una mueca de dolor y gimió.

 

—¡¡¡Aaaaaaaaah!!! —Bastián también gritó. Sus delicados testículos estaban atrapados entre las placas de vidrio, abultándose donde el vidrio no los obstaculizaba.

 

—¡Campeón, sigue adelante! —lo motivó Marcos Chacón.

 

Bernardo sacudió su polla febrilmente, gimiendo de placer. Apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza. Sus gemidos se hicieron más y más fuertes, convirtiéndose en gritos y gruñidos mientras sacudía su pene, las placas de vidrio crujieron sus huevos.

 

Después de lo que pareció una eternidad, el muchacho dejó escapar un gruñido gutural y su polla comenzó a brotar en semen una vez más.

 

Los ojos de Bastián se abrieron pareciendo confundido. Sostuvo el cilindro frente a su pene, justo a tiempo para atrapar un nuevo chorro de leche que cayó en el recipiente. Su jugo masculino dentro del cilindro era blanco, espeso y pegajoso.

 

Al lado Bernardo gimió, mirando sus bolas. Parecían decididamente a punto de estallar, presionados contra las placas de vidrio.

 

—Hijos de puta —sollozó comenzando a masturbarse otra vez. No había placer en sus gemidos ya que su pene parecía estar adolorido por las constantes sacudidas.

 

Bastián cambió de mano y comenzó a acariciar su polla con la izquierda. Hizo una mueca y gritó de dolor, acariciando su polla, con la cabeza echada hacia atrás y sus bolas bajo una fuerte presión. Las placas de vidrio se movieron sin piedad, comprimiendo sus testículos logrando que  gritara a todo pulmón desconcentrándose.

 

—¡No te rindas, Bastián!

 

Bastián gritó y gimió, retorciéndose en la silla, sacudiendo su enorme polla que estaba notablemente dispuesta a permanecer dura. Con un grito ensordecedor, disparó un nuevo arancel de semen. Su polla estalló con un flujo constante de la sustancia pegajosa y blanca que recorrió el cilindro de vidrio.

 

Las bolas de Bernardo estaban en estado de peligro, brillando intensamente, apretadas contra las placas de vidrio.

 

A simple vista se observaba que el recipiente de Bastián estaba más lleno que el de Bernardo.

 

Los ojos del muchacho se llenaron de lágrimas. Miró el cilindro de vidrio, ya no podía más. Gimió y gimió. Masturbaba su polla con el dedo índice y el pulgar. Su verga estaba magullada y dolorida, ya no era la hermosa herramienta de minutos previos. No iba a lograr los objetivos. Sus testículos perdían la forma con la presión de las placas de vidrio. Muchas lágrimas resbalaban por su rostro. Sus bolas parecían estar a punto de explotar. Dos cojones grandes, planos y rojos eran comprimidos entre las placas de vidrio.

 

—¡Mis huevos! —gimió, sacudiendo su polla con dos dedos de su mano derecha.

 

Sus testículos seguían siendo aplastados entre las dos placas de vidrio. Se veían horribles y malsanos.

 

—¡Detén esto, Farid! —se quejó Benjamín, el padre de Bernardo.

 

Farid con una sonrisa de satisfacción (y una erección dentro de su pantalón), lo ignoró.

 

Los ojos de Bernardo estaban cerrados con fuerza mientras gritaba.

 

Al lado con un potente rugido, Bastián descargó otro fajo de leche que humilló al pobre Bernardo. Un chorro espeso de semen corrió hacia el cilindro de vidrio.

 

Bernardo se quedó mirando el contenedor, con los ojos muy abiertos. A continuación sollozó y gimió.

 

De esa manera las placas de vidrio se detuvieron.

 

La expresión facial de Bernardo era de derrota, y en nada se asemejaba a su eterno carácter prepotente y orgulloso. Estaba completamente sudado. Todos los músculos de su cuerpo estaban contorsionados mientras miraba su pene rojo y dolorido, haciendo una mueca de dolor.

 

Con un movimiento repentino, las placas de vidrio regresaron a su lugar inicial, lo que permitió que las bolas de los dos hombres volvieran a su forma habitual. Se habían hinchado considerablemente.

 

Marcos Chacón se arrodilló frente a Bastián y le quitó el dispositivo. Desatando sus piernas y permitiendo que el pobre y victorioso ganador se deslizara al suelo y se acurrucara como un ovillo.

 

—¿A mi quién me desata? —protestó Bernardo con voz débil.

 

Farid intervino caminando hacia él.

 

—Cuando hablamos de este reto, dijimos que había un castigo para el perdedor —tomó entre sus manos el cilindro de vidrio que estaba lleno con el semen de Bastián.

 

—¿Q… q… qué, hijo de puta? —Bernardo se puso pálido. Su labio inferior se crispó y susurró—. ¡No voy a tomarme el semen de ese imbécil! Voy a vomitar.

 

Alexis que era el más experto en tortura dentro del grupo La experiencia se acercó por detrás de Bernardo y lo tomó del rostro obligándolo a separar la mandíbula.

 

—¡No, no, no! —protestó Bernardo sacudiéndose mientras Farid se acercaba con el jugo caliente de las bolas de Bastián.

 

Teniendo a la fuerza la mandíbula abierta, Bernardo fue obligado a beberse el semen caliente de Bastián. Quiso escupirlo y fue el momento en el que Alexis le cerró los labios y tapó sus fosas nasales. El muchacho con lágrimas en los ojos bebió la esencia masculina de Bastián sintiendo el líquido viscoso abrazarse a su garganta y dejarle un sabor metálico en la lengua.

 

Farid no fue tan malévolo, pues no obligó al joven a tragarse todo el contenido del cilindro, quedaba mucho del semen de Bastián en el recipiente. Al darse la media vuelta y celebrar su victoria, recibió una patada en las bolas que lo levantó del suelo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y quedaron abiertos como platos. El cilindro de vidrio escapó de su mano y se hizo añicos esparciendo el semen de Bastián en el suelo.

 

Farid se llevó las manos a los testículos y se cayó de rodillas acurrucándose después.

 

El padre de Bernardo, el atractivo Benjamín se llevó las manos a la cintura y lo miró de manera desafiante. Fue el artífice de la patada mole huevos a Farid.

 

—Te lo mereces por hijo de puta.

 


De esa manera el equipo La experiencia conseguía un punto más en el tablero, eran claramente los ganadores y solo restaba un último reto Farid.

2 comentarios:

  1. Bernardo probablemente es mi personaje favorito del blog, me dio un poco de lástima verlo perder, pero estaría mintiendo si dijera que no me prende leer como se le aplastaban los huevos entre las placas de vidrio, amo cuando personajes engreídos reciben su merecido y la imagen mental de ver sus grandes pelotas expandiéndose en el vidrio, todas rojas y con la pinta de estar apuntó de explotar (ya tenía miedo que si lo hicieran), espero verlo en más historias pronto

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    1. Muchas gracias por tu comentario, gracias a él puedo inspirarme en nuevas historias para Bernardo ;)

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