—Te darĆ© tu parte del dinero cuando hayas cumplido la reuniĆ³n con tu galĆ”n —asegurĆ³ El PatrĆ³n con una sonrisa.
—No puedes ser asĆ —se riĆ³ Miguel Salcedo—. No tendrĆ© ninguna clase de sexo gay con ese tipo.
El PatrĆ³n le guiĆ±Ć³ el ojo.
—Ya has tenido sexo gay en las luchas.
Miguel Salcedo gruĆ±Ć³.
Y ahora estaba ahĆ, en la bonita casa de su contratante.
El hombre que era su fan pertenecĆa a una de las familias adineradas de la ciudad. Era un sujeto de estatura alta, atractivo y con el cabello negro y rizado. VestĆa de sencilla etiqueta que contrastaba con la vestimenta informal de Salcedo, su nombre era Enrique.
—¿Y bien? —hablĆ³ Miguel, mirĆ”ndolo—. Ya estoy aquĆ. ¿QuĆ© haremos?
Enrique tragĆ³ saliva y con la mirada fija en el rostro de Miguel le confesĆ³ suavemente.
—Me gustarĆa verte desnudo. Te he visto sin ropa en los combates, pero esta vez quiero que estĆ©s desnudo para mĆ.
Miguel afirmĆ³ moviendo la cabeza. Se quitĆ³ los zapatos y se desvistiĆ³ sin ningĆŗn problema, estaba al tanto de que despuĆ©s de todo iba a ganar una buena suma de dinero de forma muy fĆ”cil. Se quitĆ³ los bĆ³xers, revelando su pene semiduro y el par de testĆculos colgantes. Su vello pĆŗbico estaba cuidadosamente recortado, lo que hacĆa que su miembro luciera mĆ”s impresionante de lo que era. Su polla y sus testĆculos no se veĆan monstruosos, pero definitivamente estaban por encima del tamaƱo promedio.
—¿PodrĆa…? —interrogĆ³ Enrique moviendo las manos como si quisiera tocar la verga de su invitado.
—Es todo tuyo —sonriĆ³ Miguel flexionando los brazos.
Enrique caminĆ³ hacia el frente y se arrodillĆ³ frente al musculoso hombre. Miguel se mordiĆ³ el labio esperando que la boca de Enrique se abriera sobre su polla. Sin embargo lo que recibiĆ³ fue un apretĆ³n de testĆculos. ApretĆ³ los dientes, inhalando con fuerza cuando el dolor comenzĆ³ a irradiar desde sus bolas.
Su boca se abriĆ³ y dejĆ³ escapar un gemido doloroso.
—¡Mierda! —jadeĆ³, apoyĆ”ndose en el hombro de Enrique. GruĆ±Ć³, con los ojos cerrados, sintiendo la mano del millonario encerrarse entre sus huevos. El sudor comenzĆ³ a correr por su rostro.
Enrique por su parte lo estaba disfrutando, sentĆa la boca echa agua de tener entre sus manos los genitales de aquel poderoso hombre que tanto le gustaba. Miro el pene de Miguel que estaba duro como roca, con la punta hĆŗmeda y brillante. Dio un Ćŗltimo y fuerte apretĆ³n antes de liberar los jugosos Ć³rganos.
—Mis bolas —susurrĆ³ Miguel con voz apagada, agarrĆ”ndose sus dos ciruelas rojas e hinchadas. InhalĆ³ con fuerza. En contraste con su dolor, su erecta polla estaba goteando lĆquido preseminal.
—Eres un hombre muy fuerte y poderoso —afirmĆ³ Enrique—, ademĆ”s de atractivo.
Miguel afirmĆ³ con la cabeza. Sus ojos estaban hĆŗmedos y rojos.
Enrique sonriĆ³ y agarrĆ³ suavemente el escroto de Miguel.
Miguel Salcedo lo mirĆ³ con suspicacia.
Enrique se inclinĆ³ y besĆ³ las bolas de Miguel con los ojos cerrados.
—Gracias —susurrĆ³ Salcedo aliviado porque no le lastimĆ³ los doloridos testĆculos.
Enrique sonriĆ³ con un toque de simpatĆa. Luego agarrĆ³ las bolas y les dio un firme apretĆ³n.
Los ojos de Miguel se abrieron y dejĆ³ escapar un grito.
Enrique sonriĆ³.
—Eso duele, carajo —dijo Miguel un poco furioso.
—SerĆ”s bien recompensado —afirmĆ³ Enrique. AgarrĆ³ el pene de Miguel y comenzĆ³ a masturbarlo.
Salcedo gimiĆ³ de placer.
—Eres un tipo completamente estupendo —afirmĆ³ Enrique mirando con deleite la erecta polla.
Miguel jadeaba con la cabeza hacia atrƔs y los ojos cerrados.
—Me voy a correr —susurrĆ³ Miguel, jadeando. Se estaba poniendo de puntillas con una mueca de gozo—. ¡Mierda, Enrique! ¡Estoy cerca!
Enrique lo mirĆ³ completamente emocionado. Le masturbaba la polla con movimientos frenĆ©ticos, de un segundo al otro el pene de Miguel estallĆ³ en una fuente de esperma caliente que aterrizĆ³ en el suelo a medio metro de distancia.
Miguel gemĆa de placer, con la cabeza echada hacia atrĆ”s, la boca abierta y su pene disparando chorro tras chorro de semen. No importaba nada a su alrededor, estaba encerrado en el mundo de su propio placer, sintiendo como le frotaban su carne con ambas manos. Continuaba disparando galones de jugo blanco por doquier.
Cuando terminĆ³, abriĆ³ los ojos, sonriendo en un Ć©xtasis post orgĆ”smico, luciendo exhausto y feliz. Miro a Enrique descubriendo que estaba cubierto de semen.
—Vaya —se riĆ³.
Enrique lo observĆ³ y tambiĆ©n se echĆ³ a reĆr.
—Fue una corrida asombrosa —calificĆ³ Enrique. TenĆa semen en la cara y sobre su ropa—. Supongo que te mereces un descanso. EncarguĆ© una comida para ambos, querĆa que este primer encuentro fuera… especial.
—Lo es —afirmĆ³ Miguel con una sonrisa. Iba a ser especial cuando recibiera el dinero que le tenĆa El PatrĆ³n.
—Te entregarĆ© una toalla e iremos al comedor. Puedes sentarte desnudo allĆ.
—SerĆ” un placer.
Enrique se levantĆ³, tenĆa una fuerte erecciĆ³n que alzaba la costura de su pantalĆ³n. Se acercĆ³ a Miguel y le dio un beso suave en el cuello. Luego se alejĆ³ para buscar la toalla. Miguel suspirĆ³.
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