HabĆan pasado ya algunos dĆas del encuentro de Carlos con la banda de Isma. Carlos acudĆa a las clases soportando las risas de algunos de sus compaƱeros.
Después de la lección de historia acudió al gym de la facultad para sudar un poco y aliviar el estrés. Al terminar se dirigió los vestuarios, se dio una ducha reparadora y comenzó a vestirse.
Unicamente le dio tiempo de ponerse unos ajustados bóxer cuando Isma y Alex entraron de imprevisto en los vestuarios
—Pero si estĆ” aquĆ la nueva perra de la facultad —se burló Isma, mientras Alex se reĆa.
—No quiero problemas, troncos, dejadme en paz —contestó el moreno, dĆ”ndose la vuelta y mirĆ”ndolos directamente a los ojos.
—Eres mi perra, y echaba de menos divertirme contigo.
—Vete a la mierda —respondió Carlos mientras empujaba a ambos e intentaba escapar a toda prisa.
Saltó por encima de los bancos y se dirigió a la puerta a tanta velocidad que ni cuenta se dio cuando la puta apareció en su caminó y le plantó una certera patada en los huevos.
—Aaaaah, maricón... —se quejó el joven desplomĆ”ndose en el suelo y sujetando su hombrĆa a travĆ©s del bóxer.
—No has aprendido nada todavĆa. Resistirte solo lo hace mĆ”s divertido —le espetó el rubio mientras Alex lo levantaba a la fuerza del suelo y lo sujetaba por los brazos.
—Dejadme en paz —balbuceaba el joven sintiendo como le pesaban los huevos.
—¿Ves a mi puta? Se le estĆ” haciendo la boca agua. Se ha portado muy bien, y me ha pedido como premio, jugar contigo —respondió el lĆder con tono burlón y una sonrisa de superioridad.
Isma le hizo a su sumiso un gesto y su esclavo tuvo claro quƩ hacer.
La puta se acercó a un semidesnudo Carlos, con respiración entrecortada y trató de besarlo pero este se resistió. El marica lo agarró por los hombros y le clavó la rotula en la abultada entrepierna haciéndolo bramar.
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Alex |
—Quiero tu lefa de nuevo —le surruró la puta al oĆdo mientras comenzaba a sobarle el paquete.
Carlos intentaba resistirse, pero entre sus huevos palpitando y la buena estimulación que le estaban haciendo, no tardó en tener la polla dura, apuntando en diagonal, creando una buena caseta de campaña en el bóxer.
—Si es que es un maricón, yo creo que le mola que lo ostien —apuntó de nuevo Alex seƱalando su erección. Este secretamente, tambiĆ©n estaba con un tremendo empinamiento acomodado entre las nalgas del desdichado muchacho.
—Aaaaaah, ¡hijo... de... puta! —bramó de nuevo el joven cuando Isma le lanzó una potente patada directa a los cojones. No se aguantaba en pie, dejaba caer su peso muerto sobre Alex, apoyando la cabeza en su hombro—. Ya basta, por... favor —suplicó el joven.
De nada sirvieron sus súplicas. La puta se arrodilló y tiró del bóxer hacia abajo, liberando una polla gorda y dura. Se relamió y mientras le apretaba los grandes huevos con las manos, se metió ese trozo de carne en la boca.
—Aaaah —se quejaba el moreno en una mezcla de placer y dolor. Esa puta sabĆa muy bien como llevar al extremo a un hombre.
La puta chupaba y jugueteaba con su lengua en el glande del muchacho, mientras ejercĆa una presión soberana en sus bolas. Carlos luchaba por resistir aquella tortura con toques de placer, y de pronto la puerta se abrió de golpe
—Hey, chavales, alguien se acerca —avisó Eloy al resto.
—Una pena que nos interrumpan —dijo Isma levantando a la puta bruscamente.
Le subieron el bóxer, dejando al chico con ganas de descargar sus enormes bolas. Justo en el momento en que le dio la orden a Alex para que lo soltara, le propino una potente patada en los cojones que lo hizo aullar de dolor y desplomarse directamente al suelo. Quedó ausente, revolcÔndose concentrado en recuperar el aliento y mantener su respiración entrecortada.
—Esto no acaba aquĆ, perra —espetó el lĆder mientras abandonada el lugar con sus secuaces.
—ja, ja, ja, ja, ja, ja, lo has reventado, mĆralo, no puede ni moverse —se burló Alex mientras se acomodaba la entrepierna y abandonaba las duchas junto a su banda.
Carlos se resumĆa a un pobre muchacho en bóxer, tirado en el suelo, en posición fetal y con la polla todavĆa dura. Al cabo de unos minutos, dos chavales de primer curso entraron en los vestuarios a enrollarse.
—AquĆ no nos verĆ” nadie —le dijo uno al otro—.
—Eso espero, no quiero que nadie se entere de lo mĆo —contestó su ligue.
Al adentrarse al interior de los vestuarios y cerrar la puerta desde dentro, se encontraron con el guapo joven y el esplendor de su cuerpo semidesnudo tirado en el suelo. Uno de ellos se acercó a él y le dio la vuelta.
—EstĆ”s bien, tronco? —preguntó el chico al apuesto desdichado, emitiendo una sonrisa maliciosa y fijĆ”ndose en su paquete duro.
Carlos estaba tan dolorido que solo pudo emitir algĆŗn que otro gemido.
—A este cabrón ya lo han vuelto a reventar—se mofó su amigo.
—EstĆ” tan bueno. ¿QuĆ© es lo que se te antoja? —respondió el que se habĆa interesado por Carlos, volviendo al encuentro con su ligue.
—¿QuĆ© propones?
—Quiero dominar a ese macho y que me meta todo ese trozo de carne, al fin y al cabo es una pena desaprovechar esta oportunidad, ¿has visto como estĆ”?
—Pero si estĆ” hecho mierda, mĆralo, no puede ni ponerse en pie —se burló entre risas el primero seƱalando al joven que se encontraba a cuatro patas, intentando reincorporarse.
Desde donde estaban, podĆan ver su culo perfecto y unas hinchadas bolas asomando entre sus piernas, sujetas por su apretado bóxer.
—Mientras se mantenga empalmado como estĆ”, no necesita hacer nada. AdemĆ”s a este cualquier dĆa le rompen las bolas, no vamos a tener otra oportunidad como la de hoy —respondió el muchacho que se habĆa acercado a Ć©l en principio, corriendo hacia Carlos y clavĆ”ndole el empeine del pie entre las piernas semiabiertas.
—Aaaaaah— El joven volvió al suelo de nuevo, despuĆ©s de un alarido de sorpresa y dolor—. ¡Ay, Dios, cabrones! ¡¡¡Mis huevos!! ¡Ay, ay! —se quejaba el apuesto joven.
—Vamos, sujetale los brazos — le indicó el que le habĆa pateado, a su amigo.
—Dejadme en paz, cabrones, por favor—suplicaba Carlos
—Vamos a ordeƱarte y a sacarte el veneno de esas bolas, chaval —contestó riendo al joven, poniĆ©ndose de rodillas junto a Ć©l y bajĆ”ndole el bóxer.
—Pero si ya estĆ” todo cachondo — se sorprendió el que le sujetaba los brazos.
—Te lo he dicho, que este cabrón tiene tantas ganas como nosotros.
El que estaba a su frente comenzó a pajear al muchacho que solo pensaba en correrse cuanto antes para que lo dejaran en paz. Cada vez que le rozaban los huevos, sentĆa un dolor inmenso.
—Ahora voy a sentarme en este mĆ”stil, y te vas a correr en mi, ¿vale, semental?
—Por favor no, basta —susurró el joven.
—Que te calles, que lo estĆ”s deseando —respondió el que lo tenĆa sujeto por los brazos, que habĆa cambiado de postura, ahora lo sujetaba con sus rodillas mientras se sentaba en sus brazos y dejaba reposar su hermosa polla sobre la cara del muchacho.
—TĆŗ tambiĆ©n vas cachondo —se rió el que masturbaba, seƱalando su erección reposando en el rostro de su presa. Se bajó los pantalones y se sentó sobre la polla dura de Carlos.
—Oooh —gimió el joven cuando aquel marica se sentaba sobre Ć©l sin poder evitar sentir placer.
—Como me estĆ” rompiendo el culo este cabrón, ¡me encanta este macho! —gemĆa el marica mientras cabalgaba sentado sobre Carlos.
El que lo tenĆa sujeto por los brazos con sus rodillas, con la polla fuera, comenzó a pajearse dĆ”ndole de vez en cuando algĆŗn pollazo en la cara.
Carlos no podĆa mĆ”s, le pesaban las pelotas, las sentĆa palpitar y estaba a punto de correrse. El chico que estaba sobre Ć©l comenzó a eyacular sobre el fibrado torso del desdichado joven.
—Oh Dios, me corro. Que gustazo chaval.
—Ooooooh —gritó Carlos mientras soltaba una descomunal corrida en el interior de aquel maricón, su cuerpo se tensó y lo llenó de leche.
—AhĆ te va guapito de cara, aaaaah —dijo el que lo sujetaba corriĆ©ndose tambiĆ©n, dejando los restos de leche sobre el rostro del moreno.
El chico se sentĆa humillado, dolorido y avergonzado. El que lo tenĆa sujeto de los brazos se levantó y se puso delante suyo, se agachó y aprisionó los huevos hinchados del joven.
—Ouch, aaaah, aaaah, para tĆo, por favor, suĆ©ltame las pelotas —se quejó Carlos.
—EscĆŗchame bien, puto cabrón, como cuentes una sola palabra de esto te dejo sin bolas —amenazó el estudiante cediendo de su fuerte agarre y soltĆ”ndolo, dejando que se doblara para sobarse los huevos.
—Pero no ves que estĆ” hecho una mierda, este cabrón no podrĆa reconocernos en ningĆŗn lado. VĆ”monos de aquĆ —espetó el reciĆ©n follado a su amigo dejando tirado en el suelo a Carlos, con el bóxer por los tobillos y con el cuerpo y la cara llenos de lefa.
Carlos esperó unos minutos para recuperarse un poco y se arrastró como pudo hasta una cabina individual, por si acaso recibĆa una nueva visita, donde permaneció al menos 30 minutos mĆ”s doblado sobĆ”ndose los cojones. Le habĆan dado una buena paliza y los huevos los tenĆa super hinchados.
Mientras tanto, a kilometros de distancia, Isma y los suyos se encontraban en su guarida, un edificio abandonado en la calle paralela donde los maricones de la ciudad practicaban cruising sado.
—¿Que os parece si vamos a vacilar a los maricones de la calle de enfrente un rato? —propuso Isma sentado en un viejo sofĆ” de charol, sin camiseta y con un desgastado jeans
—De puta madre, terminamos esta priva y por mi podemos ir— Contestó Eloy dando una calada a un porro de hierva
—Imposible para mĆ, chavales, he quedado con Andrea en 30 minutos —se excusó Alex.
—¿Con Andrea? CreĆa que a esa paba solo le molaban otras pabas —se interesó Isma frunciendo el ceƱo.
—Que va, eso es lo que te ha dicho a ti porque no le molas, pero a esta no le puede decir que no —bromeó Alex agarrĆ”ndose sus 20cm de rabo. Se despidió de sus amigos y se fue.
Isma quedó pensativo, con un tono de enfado en su semblante serio
—¿Te pasa algo, tronco? Te has quedado ausente —intervino Eloy.
—Nada, venga levantate y vĆ”monos.
—¿Vamos donde los maricones?
—No, tenemos un plan mejor. Te cuento por el camino.
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