Erick Malverde emitiĆ³ un suspiro mientras estaba sentado en su escritorio en la estaciĆ³n de policĆa. Su Ćŗltima actividad al filo de la ley le habĆa dejado una gran secuela a su hombrĆa, estaba en la captura de un desdichado criminal y cuando estuvo al borde de capturarlo, el maleante se habĆa salido con la suya al derrotarlo con unos cuantos golpes bajos.
Jonathan Castillo lo habĆa dejado con las bolas grandes e hinchadas y logrĆ³ escapar del viejo edificio dejando sus crĆmenes impunes. ¡Cuanto lo odiaba el oficial Malverde! El error no solo lo habĆa dejado con las bolas dolidas si no que tambiĆ©n casi le costaba el trabajo y su limpia reputaciĆ³n oficial, desde entonces su jefe superior prefiriĆ³ limitarlo a las misiones de oficina, parecĆa una secretaria tecleando en el cerrado espacio.
Erick Malverde deslizĆ³ su dedo Ćndice por la tela del ajustado uniforme, palpando la gruesa y flĆ”cida salchicha que reposaba en su entrepierna. El dolor de bolas que todavĆa sentĆa desde dĆas atrĆ”s del combate con Castillo habĆa imposibilitado que su propia gruesa verga consiguiera una erecciĆ³n. ¡El dolor de huevos que salĆa de su entrepierna era bastante punzante!
VolviĆ³ a suspirar y consultĆ³ el reloj. Su turno habĆa terminado, tomarĆa una ducha en la estaciĆ³n de policĆas y se irĆa a casa o a un bar para pasar las penas.
Se dirigiĆ³ al vestuario donde comenzĆ³ a quitarse el uniforme, por lo general le gustaba andar desnudo y mostrar con orgullo (y un poco de socarronerĆa), sus grandes dotes viriles, pero desde que un informe oficial relataba la vergonzosa manera en la que Castillo lo derrotĆ³. Las bolas de Erick pasaron de ser centro de envidia para los oficiales a la zona de vergĆ¼enza y burla de Malverde.
Cuando iba a deslizar su ropa interior en el vestuario aparecieron sus compaƱeros Armando Quiroga y JosƩ Franco.
—¡Mira quiĆ©n tenemos aquĆ! —se burlĆ³ Armando, tenĆa la mala fama de ser un corrupto entre los oficiales—. Al hombre que Jonathan Castillo derrotĆ³ por sus huevos.
—Ja, ja, ja —se burlĆ³ JosĆ© Franco—. El informe arroja que te consiguieron llorando en el suelo, ¿es eso cierto, Erick? Encogido en el suelo llorando por tus bolas.
—¡CĆ”llate la boca, Franco! —ordenĆ³ Malverde haciendo frente a JosĆ©. Se detuvo a pocos centĆmetros de Ć©l. LucĆa grande, temible y poderoso.
—¿Y si no me callo, quĆ©? —JosĆ© dibujĆ³ una sonrisa retadora. LevantĆ³ la mano y apretĆ³ con fuerza el bulto de Malverde.
Erick soltĆ³ un fuerte grito, al mismo tiempo Armando Quiroga se echĆ³ a reĆr. Malverde hizo presiĆ³n sobre la muƱeca de JosĆ© y cuando este lo liberĆ³ se agarrĆ³ los huevos. JosĆ© sonriĆ³.
Al policĆa Armando se le puso la polla medio dura y empezĆ³ a acariciĆ”rsela por encima de su uniforme. JosĆ© tambiĆ©n estaba empalmado, y los grandes huevos de Erick guardados en su ropa interior comenzaron a dolerle al triple.
—Nosotros, como toda la estaciĆ³n estamos avergonzados —afirmĆ³ Armando Quiroga caminando cerca de Erick—. Jonathan Castillo en algĆŗn lugar debe estar escondido burlĆ”ndose de nosotros por tu culpa Malverde. Somos sus payasos. ¡Eres una vergĆ¼enza para la instituciĆ³n, Erick Malverde!
Armando bajĆ³ las manos y se apoderĆ³ de los gordos huevos de Erick.
Erick Malverde gruĆ±Ć³ muy fuerte con los ojos cerrados.
Armando sonriĆ³ y golpeĆ³ con la mano derecha las gĆ³nadas de Erick, lo que hizo que abriera los ojos de repente y lo mirara aterrorizado.
Armando le guiĆ±Ć³ un ojo y le dio una fuerte palmada en los huevos.
Erick chillĆ³.
JosĆ© Franco se riĆ³ entre dientes y siguiĆ³ acariciando su largo miembro.
Armando cerrĆ³ el puƱo y lanzĆ³ un puƱetazo a las abultadas pelotas de Erick.
Erick Malverde gritĆ³.
—¡Esto es por dejar a la instituciĆ³n como burla para Jonathan Castillo! —sonriĆ³ Armando y volviĆ³ a golpear los gordos huevos de Erick.
Erick gimiĆ³ de dolor.
Otro puƱetazo chocĆ³ en las maltratadas bolas de Erick
Malverde chillĆ³ e intentĆ³ escapar.
Armando volviĆ³ a golpear los jugosos limones de Erick.
Malverde lanzĆ³ un grito a todo pulmĆ³n.
Con una sonrisa triunfal, Armando asestĆ³ otro fuerte puƱetazo en la indefensa entrepierna de Erick y aplastĆ³ sus dos huevos contra la palma de su mano. Los gritos de Malverde se convirtieron en una tos seca. Sus ojos se humedecieron y perdiĆ³ la concentraciĆ³n. Pero rĆ”pidamente recuperĆ³ el control y le gritĆ³ a Armando: —¿QuĆ© crees que estĆ”s haciendo? TE VOY A CASTIGAR.
Armando dijo con voz muy inocente: —Pero te estamos dando una lecciĆ³n, te la mereces por arrogante.
Erick jadeĆ³.
JosĆ© siguiĆ³ acariciando su polla.
—Pero... no puedes... yo... —balbuceĆ³ Erick completamente dolorido.
Armando acariciĆ³ los turgentes huevos de Erick y tratĆ³ de calmarlo: —Tus pelotas estĆ”n deseando que las libere. ¿QuĆ© pasa con tu polla? ¿No puede pararse? ¡Ja, ja, ja!
JosĆ© abandonĆ³ su lugar y se posicionĆ³ detrĆ”s de Erick. Armando entendiĆ³ lo que quiso hacer pues le afirmĆ³ con la cabeza.
—¡No! —gritĆ³ Erick aterrorizado y JosĆ© lanzĆ³ una feroz patada a su entrepierna. Estrellando la bota contra las grandes ciruelas de Erick, aplastĆ”ndolas contra su musculoso cuerpo. Erick chillĆ³.
JosĆ© lanzĆ³ otra patada, golpeando de nuevo las dos pelotas, aplastĆ”ndolas contra el hueso pĆ©lvico. Erick tuvo arcadas y tosiĆ³.
DespuĆ©s de ver otra fuerte patada en las sensibles bolas, Armando se frotĆ³ su erecciĆ³n dentro del pantalĆ³n. Estaba claro que disfrutaba de la terrible experiencia de Erick Malverde.
Erick tenĆa la cara roja y respiraba con dificultad.
Armando volviĆ³ a apoderarse de los testĆculos, amasĆ”ndolos entre sus dedos, concentrĆ”ndose primero en el huevo izquierdo y luego en el derecho, sin dejar de mirar directamente a los ojos de Erick, que jadeaba y se mordĆa el labio inferior.
—En todos los departamentos de la policĆa nos burlamos de como el supuesto gran Erick Malverde fue derrotado por Jonathan Castillo —se burlĆ³ Armando—, nos reĆmos de cĆ³mo te dejĆ³ tumbando con las bolas rotas —hundiĆ³ sus dedos en la bola izquierda, enviando ondas de dolor a todo el cuerpo de Erick. Luego dedicĆ³ la misma atenciĆ³n a la bola derecha.
Erick volviĆ³ a gritar, esta vez mĆ”s fuerte.
Armando empezĆ³ a apretar las bolas palpitantes de Erick. Su propia polla estaba dura como una roca.
Erick jadeaba con los ojos cerrados.
Un oficial ingresĆ³ a los vestuarios, era de alto rango en la organizaciĆ³n, cuando Erick lo vio, hallĆ³ en Ć©l a su salvador.
—¡Comandante Torres, ayĆŗdeme por favor!
—¿QuĆ© ocurre aquĆ? —interrogĆ³ el hombre maduro a los dos policĆas que retrocedieron atemorizados.
—Le… le… le estĆ”bamos dando una lecciĆ³n a Erick por dejar la gloria de nuestra instituciĆ³n en el piso contra Jonathan Castillo.
—¿Ah, sĆ? —evaluĆ³ el comandante Torres. LanzĆ³ una dura mirada a Erick. Entonces sin previo aviso pateĆ³ las bolas del oficial sin ningĆŗn rastro de piedad. Aplastando ambos sensibles testĆculos con un ruido sordo y provocando en Erick Malverde nuevos espasmos de agonĆa.
Erick gritĆ³ mientras sus pelotas se convertĆan en papilla. Con los ojos abiertos como platillos cayĆ³ al suelo envuelto en dolor. Estaba gimiendo agarrĆ”ndose las pelotas
El comandante Torres se lamiĆ³ los labios. —Bien —dijo y sonriĆ³ a Armando—. A este idiota le gusta pavonearse en el vestuario mostrando sus grandes bolas, por ello, tipos como Jonathan pueden derrotarlo. Por culpa de Malverde estamos en las risas de la prensa al dejar que el criminal se escapara.
—SĆ —afirmĆ³ Armando.
—Ooooooooooh —gimiĆ³ Erick acunando sus testĆculos agonizantes una vez mĆ”s. Sus oĆdos se atormantaron con las risas de los tres oficiales mientras su mirada se quedaba perdida.
¡QuĆ© historia tan caliente! Gracias por continuar. Cuando el Comandante tambiĆ©n castigĆ³ los balones de Malverde, fue una gran sorpresa.
ResponderBorrar¿CuĆ”nto daƱo pueden soportar las grandes y peludas bolas de Malverde? ¿Han comenzado a romperse lentamente?
¿Puede dar una pista de lo que sucede a continuaciĆ³n?
Si el pene de Malverde estaba flĆ”cido por la pelea con Castillo, debe estar muy, muy flĆ”cido despuĆ©s de esta paliza de los otros oficiales. En los urinarios o en el vestuario del gimnasio, Malverde se avergonzarĆa de cĆ³mo su pene cuelga sin vida. Otros hombres definitivamente notarĆan y comentarĆan.
¿Malverde tiene novia o prometido? ¿QuizĆ”s Malverde pierde a su novia porque no puede actuar en la cama? EstĆ” enojada porque la polla grande y gruesa de Malverde siempre estĆ” flĆ”cida ahora y podrĆa dejarlo enviĆ”ndole un mensaje de texto.
DespuĆ©s de ser dejado, Malverde podrĆa emborracharse mucho en el bar, lo que solo harĆa que su pene se aflojara aĆŗn mĆ”s, pero tambiĆ©n podrĆa emborrachar a Malverde lo suficiente como para tomar algunas malas decisiones... Tal vez Malverde hace una apuesta sobre quiĆ©n tiene un pene mĆ”s grande en el bar: y pierde (porque todavĆa estĆ” cojo). Cuando pierde, los hombres de la barra llegan a abusar de las bolas de Malverde.
DespuĆ©s de tanto abuso, los grandes pasillos peludos de Malverde van a necesitar mĆ©dico pronto. Malverde aĆŗn podrĆa ser egoĆsta y pensar que no necesita un mĆ©dico, pero su comandante exige que Malverde vaya a ver a un mĆ©dico.
Sin embargo, el nombramiento es una trampa de la policĆa para castigar aĆŗn mĆ”s a Malverde. El Comandante cambia el papeleo de Malverde, y se le dice al mĆ©dico que le haga una circuncisiĆ³n apretada a Malverde. Malverde estĆ” drogado y no puede detener la operaciĆ³n. ¡Ahora Malverde tiene una polla flĆ”cida, que tambiĆ©n parece mĆ”s corta!
¿CuĆ”l serĆ” el destino de Malverde? ¿SobrevivirĆ”n sus bolas? ¿VolverĆ” a ponerse dura su enorme polla?
Necesito el pene de Malverde intacto para su participaciĆ³n en futuras historias con otros policĆas y criminales xD :D
BorrarEntiendo. No quisiera ver el potencial de Malverde, “cortado” (;
ResponderBorrarEspero con ansias la continuaciĆ³n de la historia de los balones maltratados de Malverde. Buena suerte escribiendo, y gracias!