āVamos, seƱor oficial āreplicó HĆ©ctor cuando en medio de la avenida fue detenido por un policial al conducir con exceso de velocidadā. Le he dicho que necesito llegar temprano al hospital porque tengo guardia āseƱaló con la mano el asiento de conductor donde reposaba su bata blanca.
āDoctorcito, le he dicho que al no tener su licencia de conducir actualizada le corresponde una multa āafirmó el oficial Armando devolviĆ©ndole la tarjeta vencida un aƱo atrĆ”sā. Con esto le corresponde soberana multa.
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HƩctor en su deber como mƩdico |
āNo, de aquĆ usted se irĆ” con la multa. Usted salva vidas y yo cumplo con la ley, al menos que⦠āel policĆa frunció la boca como si pensara en algo.
āĀæAl menos que, oficial?
āQue usted y yo nos arreglemos internamente. VerĆ”, es de noche y tengo hambre. ĀæQue le parece si nos olvidamos de la multa y usted me da dinero para comprarme una cena? IncluĆmos el desayuno de la maƱana y el almuerzo tambiĆ©n.
Héctor lo observó ceñudo sintiendo una punzada de ira.
āĀ”Es usted un cerdo corrupto, oficial! āexplotóā. Ā”Un maldlto corrupto mĆ”s del montón! Ā”AdemĆ”s de los ladrones, policĆas como usted tambiĆ©n roban! Ā”Su dignidad quedó tras las rejas!
El oficial Armando lo agarró de la camisa y lo empujó de espalda contra el vehĆculo, sujetando su antebrazo a la mejilla del doctor. Con el rostro contraĆdo de rabia le dijo:
āĀæQuĆ© demonios has dicho? LlĆ”mame cerdo y corrupto de nuevo.
Entre los dos hubo un pesado silencio hasta que un escupitajo del doctor cayó en el ojo del policĆa. Sin previo aviso, el oficial respondió con un puƱetazo rĆ”pido y fuerte en la mandĆbula del muchacho, y luego se limpio la baba del ojo, sentĆa que le ardĆaāĀ”Maldito infeliz! ādijo pasando su mano con el escupitajo por el rostro del doctor.
āĀ”Cerdo corrupto! ārepitió el mĆ©dico agarrando al policĆa de la camisa de su uniforme y conduciendo su rodilla a la entrepierna del defensor de la ley, aplastando de lleno sus dos testĆculos.
āĀ”Uuurgh! āgritó el oficial Armando agarrĆ”ndose los huevos y cayendo de rodillas, gimiendoā. Ā”Aaaaargh, maldito hijo de puta!
HĆ©ctor agarro la placa del uniforme del policĆa y se la arrancó, sujetĆ”ndolo del cabello hizo que mirara la manera en que la escupĆa.
āCerdo corrupto ādijo una vez mĆ”s el mĆ©dico, observó como el oficial dolorido se frotaba los testĆculos y preguntóā. ĀæEstĆ”s bien ahĆ abajo policĆa? Si desea le hago una cita con el urólogo.
El policĆa apretando los dientes a travĆ©s del dolor, lanzó un fuerte puƱetazo en las bolas del mĆ©dico.
HĆ©ctor gimió cuando el dolor estalló en su hombrĆa y cayó de rodillas al frente del oficial, sujetĆ”ndose los huevos.
El policĆa agarró a HĆ©ctor colocando una mano detrĆ”s de su cuello y cerrando el puƱo, lo golpeó en el abdomen y luego en la cara. Lo tiró al suelo y se sentó sobre su pecho, dĆ”ndole bofetadas en la cara.
āTe enseƱarĆ© a respetar a la ley.
HĆ©ctor se defendió apuntando un nuevo certero escupitajo al ojo del policĆa Armando y luego el dio un rodillazo en la espalda para que se cayera de su pecho.
El policĆa cayó de frente a su lado, limpiĆ”ndose frenĆ©ticamente el ojo. Se fue levantando del suelo para quedar a cuatro patas, intentando ponerse de pie. Mientras lo hacĆa recibió una patada en las bolas desde atrĆ”s. El oficial rodó pocos centĆmetros por el pavimento quedando dolorido y quejĆ”ndose con pesar.
HĆ©ctor se acercó al oficial, pero recibió una patada en la pierna y cayó de bruces. El oficial saltó sobre Ć©l y le bajó el pantalón de un tirón como una forma de humillarlo y dejarlo en calzoncillos, con la inteción de llevĆ”rselo detenido por actos bochornosos en la vĆa pĆŗblica. Le envolvió el pantalón al rededor del cuello y apretó.
La cara del médico se puso roja, mÔs que avergonzado se sintió molesto de quedar medio desnudo delante de ese sÔdico. Levantó la mano y arañó la cara del guardia, sin embargo mÔs método de reacción tuvo Armando mordiendo su dedo. Héctor quiso gritar, pero la tela en su cuello fue retorcida.
El oficial Armando se echó a reĆr y simplemente lo liberó. HĆ©ctor quedó acongojado tosiendo.
āTendrĆ© que llevarlo detenido, doctor āexplicóā. Su actitud con la ley es aberrante. Los cargos a los que enfrentarĆ” serĆ”n terribles: manejo a alta velocidad, resistencia a la ley y agresión policial. Sin incluir su poca ropa en la calle y exposición pĆŗblica āpuso ante sus ojos las grises y brillantes esposas.
Héctor gruñó y sin mirarlo al rostro, preguntó:
āĀæEs todo lo que tienes que decir? ĀæHas terminado cerdo corrupto o se te ocurre mĆ”s?
āVete a la mierda, doctor. HarĆ© que te quiten la licencia.
āY yo harĆ© que te quedes sin bolas ādijo Hector y de un salto le apretó y haló de los huevos.
āĀ”AAAARGH! āgritó Armando dejando escapar de sus manos las esposas. De forma sorprendente el bulto en su pantalón se hizo mĆ”s grande. El mĆ©dico sintió el engrosamiento de su polla.
ā”¿Oh, asĆ que te gusta, eh?! āse rió y continuó apretando incrementando la presión sobre los testĆculos.
āĀ”Uuuuuuugh! ārugió Armando de forma gututal. Sus ojos estaban en blanco y una espesa baba escapó de sus labios de manera humillante.
āĀæHas acabado, zorra? āse burló HĆ©ctor dejando la punta de sus dedos blancos aferrados al par de gónadas en el pantalón.
El oficial Armando tenĆa las manos alrededor de las del mĆ©dico, tratando dĆ©bilmente de quitarlas. Le dolĆa cada centĆmetro del cuerpo y el apretón a sus huevos lo dejaba sin fuerzas. Varias lĆ”grimas empaparon su rostro. El dolor de sus testĆculos deformados en la palma de la mano fue tan potente que hizo que su mundo diera vueltas y se desmoronara cayendo al suelo como un costal de papas.
āĀ”Cerdo corrupto! āreclamó HĆ©ctor cuando el hombre cayó desmayado. Se arrodilló y palpó las gónadas, todavĆa estaban ahĆ, lo mĆ”s posible es que se hincharan en unas cuantas horas.
HĆ©ctor se puso de pie e inspeccionó la zona. Era una calle solitaria, seguramente la favorita del policĆa para hacer sus fechorĆas y sobornar a cuanta persona quisiera. El mĆ©dico suspiró y dirigió la mirada al semental desmayado.
āĀ”Cerdo corrupto! āvolvió a decir con decepción.
Tomó el pantalón colocĆ”ndoselo y se dirigió a su vehĆculo, lo puso en marcha mirando desde la ventanilla al policĆa en plena recuperación, simplemente se puso de costado acariciando con ambas manos sus bolas.
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