—¡Buenos dĆas, patrĆ³n! —saludĆ³ Miguel Salcedo cuando llegĆ³ al gimnasio para entrenar.
—Buenos dĆas, mi chico favorito. ¿CĆ³mo estĆ”s hoy? ¿CĆ³mo estĆ”s luego de tu primera semana de entrenamiento?
—Estoy bien, patrĆ³n.
—¿Has notado algĆŗn progreso?
—El cuerpo me duele mucho, eso significa que estoy entrenando duro, ¿no?
—Tu entrenador me ha dicho que has ganado unas cuantas prĆ”cticas de lucha. Me siento orgulloso. Quiero que hablemos de tu primer combate. Haz tu entrenamiento y luego ven a mi oficina.
—SĆ, patrĆ³n.
Los dos hombres se separaron y volvieron a encontrarse una hora despuĆ©s cuando Miguel se presentĆ³ sudando en el despacho.
—Creo que estĆ”s preparado para tu primer combate —anunciĆ³ el patrĆ³n viĆ©ndolo brillar en sudor.
—¡QuĆ© bien! —sonrĆo Miguel sintiĆ©ndose animado y preparado.
El patrĆ³n le entrego la fotografĆa de un hombre rubio. —Este es tu oponente, Pablo ChacĆ³n, es tan joven como tĆŗ y tiene menos masa muscular comparado contigo.
Miguel lo miro.
—Parece fĆ”cil, patrĆ³n. Estoy preparado para Ć©l, patrĆ³n —sonriĆ³ con confianza.
—Estoy seguro de que lo estĆ”s, pero, vas a perder.
—Yo… ¿quĆ©? —interrogĆ³ Miguel con cara de asombro— PatrĆ³n, puedo luchar contra Ć©l. ¡ConfĆa en mĆ!
—Oh, ya lo sĆ©, confĆo plenamente en ti. Tu cuerpo parece que va a aplastarlo y hacerlo gritar. Y lo demostrarĆ”s durante el combate, pero al final perderĆ”s.
—¿Por quĆ©? Soy mĆ”s fuerte que Ć©l —miro con desprecio la fotografĆa.
—SĆ© que eres fuerte —el patrĆ³n se levantĆ³ y clavĆ³ un fuerte puƱetazo en sus abdominales—. Y eres muy resistente.
Miguel doblĆ³ sus abdominales.
—¿Quieres ganar mucho dinero, verdad?
—No lo entiendo patrĆ³n —lo observĆ³ al rostro y afirmĆ³ con la cabeza—. SĆ, patrĆ³n. Pero son los ganadores lo que se llevan mĆ”s, ¿no?
—SĆ. Pero no el ganador de la pelea, el ganador de las apuestas. Mira… Te presentarĆ”s y te mostrarĆ”s como un duro luchador, te pasearĆ”s por el cuadrilĆ”tero y mostrarĆ”s tu poder. Luego los clientes harĆ”n todas sus apuestas. Esperemos que sea por ti. TambiĆ©n tengo influencias entre el pĆŗblico, ellos apostarĆ”n contra ti. Y cuando pierdas entonces ganaremos mucho dinero.
—¿CuĆ”nto?
—TambiĆ©n tendrĆ”s tu parte extra, no sĆ³lo 100 dĆ³lares. Dependiendo de lo bien que te luzcas y de lo que consigas hacer subir las apuestas durante tu presentaciĆ³n, pero estĆ”s dentro con el 10% mucha gente estĆ” involucrada detrĆ”s de los escenarios todos quieren su parte.
—Entonces... ¿cuĆ”nto es el 10%? ¿Esto es legal siquiera?
—Supongo que si te desempeƱas muy bien, tendrĆ”s una cifra para vivir cĆ³modamente unos seis meses.
—¿CuĆ”nto es la ganancia si gano?
—Nada, perderemos dinero cuando ganes y el pĆŗblico ganarĆ” el dinero. Esta pelea es un montaje nuestro. No se trata de ganar.
—Bien. PerderĆ© el combate.
—Cuando viniste aquĆ el primer dĆa, me dijiste que querĆas ganar dinero. Y esta es una muy buena oferta que te doy.
—Si, patrĆ³n… Le agradezco la oportunidad. SĆ³lo esperaba…
—Lo sĆ©. Es sĆ³lo un espectĆ”culo. Y si quieres te consigo una batalla competitiva para el prĆ³ximo fin de semana.
—SĆ. La quiero. SĆ³lo lo hacemos una vez, ¿no? Por el dinero?
—¡Claro! No puedes perder siempre. En otra pelea tendrĆ”s que ganar, porque las apuestas estarĆ”n en tu contra.
Miguel afirmĆ³ con la cabeza, entendiendo como se manejaba el negocio.
—¿Entonces todo son apuestas, patrĆ³n?
El hombre lo rodeĆ³ con el brazo.
—SĆ. En el mundo de la lucha podemos convertirte en una super estrella y puedes ganar dinero. No te lo tomes como algo personal si pierdes en tu primer combate. Estate orgulloso y da un buen espectĆ”culo. Mantente firme y no te rindas fĆ”cilmente.
La actitud de Miguel Salcedo cambiĆ³, lucĆa mĆ”s seguro y motivado, soƱando con ser la cara visible de la empresa.
—Vale, patrĆ³n. AsĆ serĆ”.
—Tengo un plan a largo plazo contigo. Quiero que todos vean en tu lucha debut, lo que eres. ¿Recuerdas el primer combate de entrenamiento que hiciste hace una semana, contra Fernando? No tuviste la victoria, pero no te rendiste.
Miguel Salcedo recordĆ³ su bochornosa lucha contra Felipe. —¿AsĆ que eso es lo que harĆ© en el prĆ³ximo combate?
—Exactamente. Ser duro, y no caer fĆ”cilmente, ya que cuanto mĆ”s tiempo puedas aguantar, mĆ”s se entretiene el publico y menos se enfadan cuando pierden su dinero. Incluso cuando tienes que perder, tienes que dar una buena pelea. ¿Lo puedes cumplir?
—SĆ, patrĆ³n. Puedes contar conmigo —Miguel afirmĆ³ con la cabeza. EchĆ³ un vistazo a la fotografĆa de su rival, era una situaciĆ³n difĆcil, pero le iba a abrir las puertas a mejores peleas en el futuro.
—Genial, ya lo sabĆa. Y en tu prĆ³ximo combate, ¡te convertimos en una estrella emergente! Y un consejo, chico, no folles antes de un combate.
—¿PatrĆ³n? —Miguel doblĆ³ una ceja.
—SĆ³lo confĆa en mĆ. Necesitas tu agresividad en el combate.
—Hmm. De acuerdo. Ya lo veo….
—Ahora quiero que me acompaƱes —dijo el patrĆ³n.
Abandonaron el despacho y se dirigieron a la parte trasera del gimnasio. Cruzaron una puerta y bajaron unas escaleras. Miguel observĆ³ una jaula de 7x7x7m en el centro de un escenario, rodeada por unas tribunas, se sorprendiĆ³ de encontrar algo tan grande en el sĆ³tano de la infraestructura. HabĆan dos encargados limpiando el espacio para las grandes peleas de esa noche.
—¿Todo preparado? —interrogĆ³ el patrĆ³n a sus trabajadores.
—Claro, patrĆ³n —respondiĆ³ uno de ellos que observĆ³ a Miguel—. ¿Es este tu nuevo luchador?
—SĆ, lo soy. Miguel Salcedo.
Luego de la presentaciĆ³n los dos hombres caminaron cerca del espacio de combate.
—Es una pelea en la jaula —indicĆ³ el patrĆ³n.
Miguel Salcedo se sorprendiĆ³. No era como se imaginaba su primera gran pelea, habĆa sangre seca en el centro del ring.
—Es una jaula enorme, patrĆ³n.
—SĆ, la intenciĆ³n era no limitar al luchador en sus movimientos. y estĆ” construida pensando en un 2 vs 2 o incluso 3 vs 3.
—¡No sabĆa que habĆa combates asĆ!
—¡Ah! Y una cosa, las peleas clandestinas son ilĆcitas, no se lo digas a nadie.
—Ya lo tienes patrĆ³n. No se lo dirĆ© a nadie.
—Y lo Ćŗltimo: no puedes rendirte en la jaula.
—No puedo.… ¿QuĆ©? Entonces, ¿cuĆ”nto tiempo dura?
—El ganador se decide por KO.
—Oh.
—Pero lo que vi en tu primer combate con Fernando. TĆŗ no eres de los que se rinden de cualquier manera.
Miguel se sintiĆ³ decepcionado de terminar su debut nockeado por el tipo que aparecĆa en la fotografĆa.
—¿Estoy en lo cierto, Miguel?
El muchacho afirmĆ³ lentamente con la cabeza.
—No te preocupes.
—No tengo miedo, patrĆ³n.
—AdemĆ”s tu rival, Pablo ChacĆ³n sabe que va a ganar. Va a ir con calma. Creo que la Ćŗnica razĆ³n por la que Pablo aceptĆ³ la pelea fue porque le dijeron que te vas a contener.
Miguel afirmĆ³ con la cabeza.
—Creo que te tiene miedo.
Al oĆr eso Miguel se sintiĆ³ mĆ”s tranquilo y volviĆ³ a asentir con la cabeza. Era mejor que Pablo ChacĆ³n le tuviera miedo porque Ć©l podĆa destrozarlo.
—Con tu cuerpo, Miguel, puedes tener a cualquier chica de las que estĆ”n aquĆ para que te cuide las pelotas despuĆ©s de la pelea. De la mejor manera posible.
—SĆ… seguro que puedo —Miguel esbozĆ³ una sonrisa.
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