Guerreros (5/5): El inicio de Miguel Salcedo - Las Bolas de Pablo

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16 nov 2022

Guerreros (5/5): El inicio de Miguel Salcedo



Estaban a pocos minutos para el debut de Miguel Salcedo en Guerreros. Se encontraban en el despacho cuando el patrĆ³n le entregĆ³ una bolsa, Ć©l echĆ³ un vistazo dentro y consiguiĆ³ una trusa de color negro. 

 

—¡Gracias, patrĆ³n!

 

El patrĆ³n sonriĆ³, sabĆ­a que le iba a quedar un poco ajustado y realzar muy bien su entrepierna.

 

—No se lo pongas muy fĆ”cil a ese cabrĆ³n de Pablo ChacĆ³n, eh. Haz que nos sintamos orgullosos.

 

Miguel Salcedo sonriĆ³ y negĆ³ con la cabeza diciendo: —Lo difĆ­cil serĆ” no ganar.

 

—No te lo tomes personal, son sĆ³lo negocios.

 

—SĆ­, patrĆ³n.

 

—Ahora colĆ³cate la vestimenta y cuadrilĆ”tero.

 

Miguel Salcedo afirmĆ³, saliĆ³ de la oficina y se cambiĆ³ la ropa empujĆ”ndose la ajustada trusa. Se miro al espejo y le gustĆ³ como se le veĆ­a. —Soy un puto sexy.

 

El patrĆ³n ingresĆ³ oyendo las palabras de Miguel, al verlo lo recorriĆ³ de arriba a abajo y afirmĆ³:

 

—Definitivamente. Me alegro de que la trusa te quede muy bien.

 

Miguel asintiĆ³ con la cabeza. Se sentĆ­a ansioso. El hecho de que tuviera que perder ante el pĆŗblico le destrozaba el Ć”nimo.

 

—SaldrĆ”s durante 2 minutos. MostrĆ”ndote ante el pĆŗblico. Haz un buen espectĆ”culo, dependiendo de eso serĆ”n tus apuestas. Usa la jaula para lucirte.

 

Miguel Salcedo entendiĆ³ la peticiĆ³n. Necesitaba que apostaran por Ć©l.

 

—¿Utilizar la jaula cĆ³mo, patrĆ³n?

 

—Haz algunas poses sexys, ya tendrĆ”s un momento de descanso. QuizĆ”s en ese tiempo consigas a una persona para ligar, pero asegĆŗrate de no hacer enfadar a ningĆŗn marido celoso.

 

Miguel sonriĆ³.

 

—SĆ­, puedes coquetear con el pĆŗblico, y no sĆ³lo a las mujeres.

 

Miguel levantĆ³ una ceja.

 

—En el pĆŗblico puede que tambiĆ©n consigas a unos cuantos ricachones... Dales una buena exhibiciĆ³n de tus mĆŗsculos, eso aumentarĆ” las apuestas y tus ganancias. Dales la ilusiĆ³n de que pueden tener una oportunidad contigo. Todo esto es un juego y un negocio.

 

—Lo entiendo. Quiero el dinero y tambiĆ©n las peleas.

 

El patrĆ³n lo miro de arriba abajo.

 

—Lo harĆ”s muy bien —desde afuera se escuchĆ³ la presentaciĆ³n de Miguel Salcedo—. Tienes que salir.

 

—SĆ­, patrĆ³n —le dirigiĆ³ una sonrisa coqueta y saliĆ³ trotando.

 

—No tienes nada que ocultar, ¡siĆ©ntete orgulloso de ti! —gritĆ³ el patrĆ³n detrĆ”s de Ć©l. SaliĆ³ del vestuario para disfrutar del debut del luchador.

 

Al entrar a la gran cĆ”mara subterrĆ”nea, una luz iluminĆ³ el rostro de Miguel Salcedo. Al mismo tiempo el patrĆ³n lo observaba sabiendo que su futuro en la empresa le harĆ­a ganar mucho dinero.

 

HabĆ­an focos dirigidos hacia Miguel y otros en direcciĆ³n a la jaula, asĆ­ como mĆ”quinas de humo soplando por la puerta donde entrĆ³. Miguel trotĆ³ hacia la gran jaula, sonriendo y flexionando los mĆŗsculos, saludando tambiĆ©n al pĆŗblico. Le soplo un beso a una seƱora que se inclinaba sobre la barandilla que casi se cae encima de Ć©l. Miguel disfrutaba actuar como un presumido. SiguiĆ³ trotando, rebotando sobre las puntas de los pies.

 

DirigiĆ³ una mirada al patrĆ³n desde la barandilla, este le seƱalĆ³ a un hombre y le hizo un guiƱo indicĆ”ndole que tenĆ­a mucho dinero.

 

Miguel miro al tipo, que lo observaba de arriba abajo con los ojos casi salidos. ReprimiĆ³ una sonrisa de satisfacciĆ³n y en su lugar lo saludĆ³ y le guiĆ±Ć³ un ojo. Luego ingresĆ³ dentro de la jaula y dio una vuelta con los brazos alzados. Hizo una pose de doble bĆ­ceps. El pĆŗblico lo ovacionaba, sintiĆ³ tristeza de que lo vieran perder.

 


Luego fue la entrada de Pablo ChacĆ³n, saltĆ³ sobre una pared de la jaula, trepando para demostrar su fuerza y agilidad. TenĆ­a un aspecto serio, pero cuando su mirada se cruzĆ³ con la de Miguel le sacĆ³ la lengua por una fracciĆ³n de segundos. VestĆ­a un calzoncillo azul que definĆ­a una inmensa polla y un par de bolas colgantes y carnosas.

 

De un momento a otro el anunciador declarĆ³ que la pelea comenzaba.

 

Miguel se acercĆ³ a Pablo de inmediato, pretendiendo dar un duro golpe a su cara, pero fallando en su objetivo. En su lugar recibiĆ³ un puƱetazo en el costado.

 

Miguel arrugĆ³ el rostro.

 

Pablo continĆŗo con unos cuantos puƱetazos. Miguel apartĆ³ su puƱo, agarrando su cuerpo y estrellando a su rival contra la pared de la jaula.

 

—Aargh —gruĆ±Ć³ Pablo sintiendo el dolor en su espalda. No bajĆ³ la guardia y volviĆ³ a golpear los costados de Miguel, tambiĆ©n intentĆ³ pegar en su cabeza.

 

Miguel recibiĆ³ los golpes, no habĆ­a mucha fuerza en Pablo. DecidiĆ³ atacar con un rodillazo en el costado.

 

—Aargh —volviĆ³ a gruƱir Pablo. AcercĆ³ su rostro al oĆ­do de Miguel y le susurrĆ³—. ¡Tienes que perder coƱo! —y se dejĆ³ caer contra la pared. Quedando a la altura de la abultada entrepierna de Miguel lo atacĆ³ con un sĆ³lido gancho en las bolas.

 

Miguel chillĆ³ tambaleĆ”ndose hacia atrĆ”s agarrĆ”ndose los huevos.

 

El pĆŗblico aplaudiĆ³ con fuerza, aprobando la forma injusta de pelear en Pablo ChacĆ³n. El rubio se levantĆ³ con los brazos en alza recibiendo la ovaciĆ³n de la audiencia mientras Miguel continuaba dolorido, recibiĆ³ una patada en las piernas que lo tumbĆ³ de culo.

 

Pablo lo agarrĆ³ de los tobillos pretendiendo darle un pisotĆ³n en la entrepierna. Sin embargo, Miguel detuvo su pie y protegiĆ³ sus pelotas de todo el impacto, consiguiĆ³ liberar su pie y estrellĆ³ el talĆ³n en el estĆ³mago de Pablo.

 

El rubio retrocediĆ³ dolorido.

 

Miguel se puso de pie, tenĆ­a cara de enfado y arremetiĆ³ contra Pablo, clavĆ”ndole un hombro en el abdomen, estampĆ”ndolo contra la pared de la jaula.

 

—¡Aaaaaarg! —gritĆ³ Pablo.

 

Miguel lo tomĆ³ del cuello y le hizo que lo mirara.

 

—Si vuelves a tocar mis bolas, te mato, pendejo.

 

El sonido de la campana anunciĆ³ que la ronda habĆ­a terminado.

 

Miguel se dirigiĆ³ a su esquina en el cuadrilĆ”tero, estaba sudado y respiraba con dificultad. Fue alcanzado por el patrĆ³n.

 

—¿QuĆ© ha sido eso al final? —preguntĆ³. EchĆ³ un vistazo a Pablo que se sujetaba la espalda con dolor.

 

—¡Lo has visto! ¡El hijo de puta me ha dado en los huevos!

 

—¡Claro que lo hizo! Eso es lo que le gusta de las peleas en jaula! No hay reglas. AquĆ­ hay sangre y dolor de verdad.

 

—No habĆ­as dicho nada de eso.

 

—¡Es obvio que lo sepas! Igualmente al pĆŗblico le encanta esta mierda. Todo el mundo entiende que un tipo golpeado ahĆ­ abajo no puede mostrar todo su potencial en una pelea, recuerda que debes perder.

 

Miguel puso cara de descontento.

 

—No me he apuntado a Guerreros para que me pegue en los huevos ese hijo de puta.

 

El patrĆ³n le masajeĆ³ el cuello.

 

—SĆ© que un golpe en las bolas no le gusta a nadie. SĆ³lo piensa en que una de las putas entre el pĆŗblico aparecerĆ” para lamerte los huevos despuĆ©s del combate —le guiĆ±Ć³ un ojo. Miguel suspirĆ³. SintiĆ³ que la trusa se le ponĆ­a tensa de imaginar que alguien le chupaba los genitales—. Con tu cuerpo, puedes tener a cualquier chica de las que estĆ”n aquĆ­ para que te cuide las pelotas despuĆ©s del combate. De la mejor manera posible.

 

—SĆ­… seguro que puedo.

 

—Vuelve a luchar y… tolera al dolor.

 

La campana volviĆ³ a sonar, marcando el inicio del segundo tiempo.

 

Miguel se dirigiĆ³ al centro de la jaula.

 

Pablo camino hacia el ring, agarrƔndose la entrepierna.

 

Miguel lo miro mal dando vueltas a su alrededor. Pensaba que tenĆ­a que tomarse el combate con calma, pero estaba deseoso de estampar la cara de ese rubio orgulloso contra la jaula.

 

—¿Que sucede, Salcedo? —susurrĆ³ Pablo—. ¿Te han dicho que te portes bien? —insertĆ³ un puƱetazo en sus abdominales.

 

Miguel tropezĆ³ hacia atrĆ”s

 

Pablo comenzĆ³ con una lluvia de puƱetazos que llevĆ³ a Miguel contra la pared de la jaula. La mayor parte de los golpes se centraban contra sus abdominales.

 

Miguel gruĆ±Ć³, en realidad actuaba como si se estuviera quedando sin aliento. Lo que nunca se esperĆ³ fue un certero rodillazo en los huevos.

 

—¡AAAAGH! —se doblĆ³ sujetĆ”ndose los huevos.

 

TeniĆ©ndolo doblado y con la guardia baja, Pablo lo golpeĆ³ en la cabeza con un rĆ”pido puƱetazo de izquierda.

 

Miguel cayĆ³ completamente dolorido.

 

Pablo se montĆ³ sobre su pecho, asegurando sus brazos. ComenzĆ³ con golpes de izquierda y derecha.

 

Miguel gruĆ±Ć³ y sacudiĆ³ la cadera con fuerza. No se la iba a dejar tan fĆ”cil a Pablo. RetorciĆ©ndose consiguiĆ³ hacerlo caer.

 

De inmediato ambos se pusieron de pie.

 

—Los hombres grandes caen muy pronto —dijo Pablo.

 

—Eres una mierda.

 

Pablo le dio una patada que lo tumbĆ³ de culo. Seguido estampĆ³ otro golpe en sus abdominales.

 

—UUGH —Miguel se sacudiĆ³ como reacciĆ³n

 

Pablo continĆŗo golpeĆ”ndolo con patadas hasta que la ronda terminĆ³.

 

SintiĆ©ndose dolorido y mareado, Miguel se arrastrĆ³ hasta su rincĆ³n, allĆ­ lo esperaba el patrĆ³n.

 

—¿EstĆ”s bien, chico? —se veĆ­a ligeramente preocupado.

 

—Estoy bien —afirmĆ³ Miguel. Le dolĆ­an los huevos y los abdominales.

 

—Muy bien.

 

¿Quieres decir que estoy perdiendo muy bien?

 

—Ya tienes muchos seguidores, eso no importa. Es sĆ³lo un combate. Lo que importa es una multitud estable de aficionados que paguen bien —seƱalĆ³ al hombre guapo que estaba a su lado cuando Miguel entrĆ³ al cuadrilĆ”tero—. ¿Sabes quiĆ©n es?

 

—Ni idea de quiĆ©n es.

 

—Es el hijo de un empresario. Ese tipo tiene mĆ”s dinero del que tĆŗ y yo podrĆ­amos gastar en una vida. Y parece que le gustas.

 

—Que bien por Ć©l.

 

—Puede que para ti tambiĆ©n… Aguanta una ronda mĆ”s.

 

—Claro. No hay problema.

 

El patrĆ³n le dio una palmadita en la espalda.

 

La campana sonĆ³ para la ronda 3.

 

El patrĆ³n volviĆ³ a la tribuna al lado del hombre guapo.

 

Pablo comenzĆ³ atacando primero con un golpe al estĆ³mago de Miguel, Salcedo retrocediĆ³ sintiendo arcadas de dolor.

 

Pablo se lanzĆ³ sobre Ć©l y lo agarrĆ³ de las bolas.

 

Miguel se retorciĆ³, intentando escapar. El dolor en sus testĆ­culos era tan intenso que apenas podĆ­a respirar.

 

Pablo se echĆ³ a reĆ­r incrementando la presiĆ³n en los huevos de Miguel. Se colocĆ³ detrĆ”s de Ć©l y con su mano libre envolviĆ³ su cuello, arregostando tambiĆ©n su polla erecta a su culo.

 

—AAARGGHHHH NOO —gritĆ³ Miguel sintiendo verdadero dolor—. ¡¡¡Para AAARRGHHH!!! ¡¡Mis pelotas!!!

 

Pablo le bajĆ³ la parte trasera de la trusa dejando su trasero a la vista.

 

—¡¡¡¿Te rindes grandullĆ³n?!!!

 

—¡Arrrghh!!! ¿quĆ© estĆ”s haciendo????

 

—¡Firmando mi victoria! —anunciĆ³ Pablo con su polla gruesa muy erecta.

 

—Te voy a… matar, hijo de puta…

 

Pablo le susurrĆ³ al oĆ­do.

 

—Coopera. SĆ© un buen chico y deja que te meta la polla, si no, rĆ­ndete —Pablo continuaba arregostando la polla contra las nalgas de Miguel y cercenando sus testĆ­culos con la mano, clavando la punta de sus dedos en los frĆ”giles Ć³rganos.

 

Y asĆ­ se mantuvieron hasta que el contador llegĆ³ a cero. Hasta que sonĆ³ la campana con el fin de la pelea, Pablo le dio un Ćŗltimo tirĆ³n a los huevos que lo dejĆ³ tumbado, gimiendo.

 

—En la prĆ³xima ronda, te voy a violar —afirmĆ³ Pablo antes de alejarse.

 


—¡LevĆ”ntate chico! ¡ven aquĆ­! —lo llamaba el patrĆ³n—. ¡SĆ© fuerte!

 

Miguel se fue cojeando hasta el rincĆ³n subiĆ©ndose la trusa.

 

El patrĆ³n le colocĆ³ una bolsa con cubitos de hielo en la entrepierna.

 

—Que se mantengan frescos —dijo—. ¿CĆ³mo lo llevas?

 

—Me duele mucho… Mis huevos no vales 500 dĆ³lares.

 

—Estoy de acuerdo. Pablo es una zorrita tramposa, todos lo sabemos.

 

—SĆ­…

 

—La pregunta es ahora, ¿eres capaz de noquearlo… en tu estado?

 

Se quedĆ³ mirando a Miguel de arriba a abajo.

 

—Eh… ¿eh? ¿Ahora quieres que gane?

 

—¿Puedes?

 

—Yo… ¿Tal vez?

 

—¿Solo, tal vez? Si pierdes te violarĆ” delante de todos.

 

—¡¡QuĆ©!! ¡No! ¡Ć‰l no puede!

 

—Entonces lucha… No te preocupes por el dinero. Tu nuevo fanĆ”tico guapo lo cubrirĆ”.

 

—Espera, Pablo no puede violarme ¿verdad?

 

—No si lo noqueas antes, pero en combates anteriores se ha follado a otros. No dejes que te folle. AdemĆ”s tu nuevo fanĆ”tico no quiere que te toquen el culo…

 

—¡Nunca me hablaste de violaciĆ³n! —dijo Miguel enfadado.

 

—¡No me lo preguntaste! ¡Utiliza tu rabia para ganar!

 

La campana anunciĆ³ una nueva ronda. Lo dos guerreros regresaron al centro de la jaula. Miguel miro a Pablo. El rubio se agarrĆ³ de nuevo la entrepierna.

 

—¿Preparada, perra? —le dijo.

 

Miguel le mostrĆ³ el dedo medio.

 

—Me gusta cuando mi presa trata de resistirse y se pone en guardia.

 

—Yo no soy tu presa, pendejo.

 

Pablo empezĆ³ a lanzar varios puƱetazos al cuerpo, varios de ellos fueron bloqueados por Miguel que contraatacĆ³ con un rodillazo al pecho.

 

Pablo gimiĆ³ de dolor retrocediendo, Miguel se preparĆ³ para atacar con otro golpe y en su lugar recibiĆ³ un puƱetazo en la entrepierna. GritĆ³ de dolor, retrocediendo a trompicones

 

Pablo saltĆ³ sobre Ć©l clavando su hombro en el abdomen para tumbarlo.

 

Miguel tropezĆ³ y cayĆ³ con Pablo encima de Ć©l, gruĆ±Ć³ expulsando aire.

 

Miguel lo golpeĆ³ en un lado de la cabeza con el codo, ya desesperado

 

Pablo no se rindiĆ³ y continĆŗo con un rodillazo en los huevos.

 

¡¡¡AAAUUUUGH!!!

 

Pablo mantuvo la rodilla presionada en la entrepierna.

 

Miguel se retorciĆ³, con las pelotas deformadas por la rĆ³tula.

 

—Tu culo es mĆ­o, Salcedo.

 

—No… para…

 

Pablo aterrizĆ³ con sus dos rodillas en los abdominales de Miguel.

 

—UUGH

 

—SĆ­, grita mĆ”s fuerte chico, ¿quieres decirme algo?

 

La saliva saliĆ³ de la boca de Miguel.

 

Pablo moviĆ³ sus rodillas hacia delante y atrĆ”s sobre los abdominales. Miguel sintiĆ³ arcadas tratando de respirar.

 

—¡Noquea a ese hijo de puta! —gritĆ³ el hombre guapo al lado del patrĆ³n.

 

Miguel estaba con la cara roja.

 

—¿Problemas para respirar, grandullĆ³n?

 

Miguel estaba angustiado, se le salĆ­a la baba, su resistencia se iba a cero. Pablo lo agarrĆ³ de los huevos, apretĆ”ndoselos. 

 

—¡Es el momento de la gran final! —anunciĆ³ Pablo.

 

Miguel gemĆ­a de dolor, las lĆ”grimas resbalaban por su cara. La trusa no ofrecĆ­a ninguna protecciĆ³n para sus grandes pelotas.

 

Pablo le arrancĆ³ el speedo, desgarrĆ”ndolo en parte dejando su entrepierna al descubierto. Por un momento la audiencia quedĆ³ en silencio.

 

El reloj anunciaba el Ćŗltimo minuto de la ronda.

 

Miguel ni siquiera pudo notar la humillaciĆ³n, el dolor en su cuerpo era muy abrumador. Pablo lo soltĆ³ de los huevos, pero le regalĆ³ al pĆŗblico una buena vista de la entrepierna de Miguel.

 

Pablo tambiĆ©n se sacĆ³ la polla y la apuntĆ³ al trasero de Miguel, que enseguida empezĆ³ a resistirse.

 

Salcedo sintiĆ³ la verga presionando su trasero. SintiĆ³ que el odio nacĆ­a en su interior.

 

El pene de Pablo chocĆ³ contra el culo.

 

Miguel temblando de dolor y rabia apretĆ³ los glĆŗteos con fuerza.

 

Pablo apretĆ³ los labios empujando su polla. RĆ”pidamente cerrĆ³ el puƱo y golpeĆ³ a Miguel en las bolas.

 

¡¡¡AAAGGGHHH!!!

 

Pablo presionĆ³ todo su cuerpo sobre Miguel que se quedĆ³ flĆ”cido dejando que su culo se abriera.

 

Fue salvado por el sonido de la campana.

 

—¡QuĆ© suerte tienes, cabrĆ³n! —dijo Pablo, furioso de la ira—. ¡Joder!

 

Miguel tardĆ³ medio minuto en poder moverse de nuevo. Se arrastrĆ³ hasta la esquina.

 

—LevĆ”ntate, chico.

 

Cuando Miguel llegĆ³, el patrĆ³n le colocĆ³ la bolsa con cubitos de hielo en la entrepierna. El joven se estremeciĆ³ sintiendo el frĆ­o en sus dolidas bolas.

 

—PatrĆ³n… tienes que parar esto… por favor…

 

—Aplasta a ese tipo en la siguiente ronda.

 

—No puedo ganarle… me duele demasiado…

 

—Eres el Ćŗnico que puede detenerlo.

 

—¿Me das una trusa nueva? —preguntĆ³ Miguel. HabĆ­a quedado desnudo despuĆ©s de la ronda.

 

—No hay mĆ”s. Esto es parte de la lucha. Escucha, Miguel, no puedes rendirte. Eres bueno, has mejorado muchĆ­simo.

 

Miguel afirmĆ³ con la cabeza, una renovaciĆ³n de poder crecĆ­a en Ć©l.

 

—Chico, tienes que dar golpes rĆ”pidos y precisos, deja de jugar con Ć©l.

 

—SĆ­, patrĆ³n.

 

La campana sonĆ³ y Miguel regresĆ³ al centro de la jaula. SentĆ­a la cabeza nublada, como si todos los sonidos estuvieran apagados.

 

Pablo entrĆ³.

 

Miguel dio una embestida hacia delante, esquivando a duras penas un puƱetazo en la mandĆ­bula, pero conectando un puƱo en la barbilla de Pablo que retrocediĆ³ violentamente y tambaleĆ”ndose.

 

Miguel se sentĆ­a furioso, era su oportunidad, su momento para ganar, ansiaba ser el alfa de la empresa. La cara de la compaƱƭa. La pelea, con Pablo tambaleĆ”ndose, le devolviĆ³ un cumplido pateĆ”ndole los huevos, tras el grito de Pablo y al verlo doblarse lo agarrĆ³ del cuello y empujĆ³ su cabeza contra la jaula

 

La audiencia estaba en silencio, esperando, disfrutando.

 

Miguel volviĆ³ a golpear la cabeza de Pablo contra la jaula.

 

CLANC

 

El rubio desenfocĆ³ la mirada y cayĆ³ desmayado en la lona.

 

El pĆŗblico rugiĆ³ en algarabĆ­a, otros abucheaban a Miguel.

 

El ganador en su debut, sonriĆ³ a la multitud.

 

El patrĆ³n aplaudĆ­a y a su lado estaba el hombre guapo sonriendo de oreja a oreja.

 

El locutor anunciĆ³ oficialmente la victoria de Miguel Salcedo.

 

 

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