Guerreros (1/5): El inicio de Miguel Salcedo - Las Bolas de Pablo

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1 nov 2022

Guerreros (1/5): El inicio de Miguel Salcedo



Era una hermosa e iluminada oficina que contrastaba mucho con el gimnasio de lucha clandestina que se ubicaba en aquella infraestructura, al fondo una docena de fotografƭas resaltaba a los hombres mƔs fuertes de la empresa. El hombre ante el escritorio vestƭa un ceƱido, pero elegante traje, aquel espectacular espƩcimen del sexo masculino era de piel tostada y calvo, usaba su Smartphone cuando tocaron a la puerta.

 

—Adelante —dijo con voz profunda.

 

Era HernƔn, uno de sus empleados mƔs antiguos, que se desempeƱaba como entrenador y director del gimnasio.

 

—Hola, patrón —lo saludó—. Afuera lo solicita un muchacho, quiere hablar con usted.

 

—Que entre —afirmó aquel hombre conocido por todos como el patrón.

 

HernÔn afirmó y salió de la oficina, pocos segundos regresó haciendo pasar a un hombre con camiseta y jeans.

 


—Buenos dĆ­as, seƱor —saludó el joven en actitud de respeto.

 

El patrón continúo sentado en su escritorio mirando al joven de arriba abajo.

 

—LlĆ”mame patrón, joven. ĀæY tĆŗ quiĆ©n eres? —estudió las facciones del visitante pareciendole su cara de alguna manera familiar, sabiendo que nunca en su vida lo habĆ­a visto.

 

—Miguel, patrón. Miguel Salcedo.

 

AutomÔticamente el patrón hizo la conexión, la cara era bastante parecida a la de su hermano, pero unos 5 años menor.

 

—Oh, Āæeres pariente de Ricardo Salcedo?

 

—Es mi hermano, patrón. Ā”Ya lo conoce!

 

El patrón hizo memoria. Su forma de lucha estaba bien, pero era mucho mejor cuando proporcionaba placer al cuerpo. Sin menospreciar que su técnica de lucha era destacable hasta que se lesionó y abandonó.

 

—SĆ­, claro, era miembro de Guerreros.

 

—AsĆ­ es. Necesito un trabajo, patrón.

 

El patrón afirmó, concluyó que sin los ingresos de su hermano, la familia estaba en problemas de dinero; eso siempre lo afirmó Ricardo Salcedo..

 

—¿Sabes lo que hizo tu hermano aquĆ­?

 

—Era un luchador. Tuvo mucho dinero ganando combates. Ā”Yo tengo que hacer lo mismo!

 

El patrón caviló sin decir una palabra que Ricardo no necesariamente ganaba dinero ganando peleas, pero se alegraba de que Ricardo Salcedo se creara buena reputación dentro de su familia.

 

—¿Puedes luchar? —preguntó—. Te ves… QuĆ­tate la camiseta…

 

Miguel afirmó con la cabeza, sabía que el patrón tenía chantajeado a su hermano. Podía publicar un montón de vídeos muy vergonzosos de él si lo quisiera.

 

—Muchas veces luchĆ© contra mi hermano —afirmó Miguel quitĆ”ndose la camiseta.

 

—AsĆ­ que te enseñó a pelear.

 

El patrón admiró la parte superior del cuerpo de Miguel, era bastante fuerte. Una potente complexión, entrenada y fortificada en algún recinto.

 

—¿CuĆ”ntos aƱos tienes?

 

—30, patrón.

 

El patrón recordó que su hermano tenía un aspecto similar, con muy grandes genes.

 

—Puede que tenga un trabajo para ti, muchacho. Si demuestras tus habilidades en una ronda de lucha.

 

Miguel sonrió pareciendo aliviado.

 

—SĆ© que lo harĆ© –dijo—. Puedo demostrarle que soy el mejor —lanzó unos rĆ”pidos golpes al aire.

 

Su tƩcnica era rƔpida pero descuidada.

 

El patrón comenzó a usar la laptop para anotar sus datos personales en el registro de la empresa.

 

—Flexiona el brazo, Miguel.

 

El muchacho hizo lo que le pidieron.

 

—Si aceptas el trabajo, vendrĆ”s todos los dĆ­as, tendrĆ”s un entrenamiento personal y una suscripción al gimnasio para mantenerte en forma. Por supuesto que esto se descontarĆ” de tus ingresos.

 

—¿Me pagarĆ”n por ello?

 

—Para las peleas sĆ­ —afirmó el patrón. Sin embargo, pensó:

 

«La codicia tiene tu sello».

 

—Quiero pelear y demostrarle lo que tengo —afirmó Miguel.

 

—VĆ­stete chico, en breve iremo al cuadrilĆ”tero..

 

Miguel se volvió a poner rÔpidamente la camiseta.

 

El patrón revisó en la computadora los horarios de los luchadores disponibles en la empresa, quería escoger un oponente, y comprobar lo rÔpido que se desempeñaba Miguel Salcedo, pero sobre todo darle alguna oportunidad para mantenerlo motivado. Le dirigió al joven una mirada de arriba abajo, de forma hostil.

 

—¿QuĆ© observa, patrón?

 

—Para tu primera prueba, tienes que luchar contra lo que tengo aquĆ­. Quiero que lo des todo —el patrón ubicó alguien de la misma edad y tamaƱo, pero quizĆ”s mĆ”s pesado—, ven y observalo.

 

Miguel se acercó al computador y comprobó la foto de su rival, en todas parecía estar en modo furioso. Emitió unas palabras para demostrar que se sentía seguro, pero pensó que ojalÔ no lo hiciera quedar como un estúpido.

 

—¿Tienes vestimenta para luchar?

 

Miguel movió la cabeza de manera negativa.

 

—TendrĆ”s que luchar en ropa interior —se quedó observando lo incómodo que le harĆ­an poner esas palabras, pero sin duda alguna que el fĆ­sico de Miguel encantarĆ­a a los clientes mĆ”s "especiales" de la compaƱƭa.

 

Miguel se sonrojó.

 

—Miguel, no se puede pelear con jeans y camiseta. A caso, Āæafuera parece una tienda de ropa?

 

—Claro, no hay problema —respondió Miguel sacudiĆ©ndose rĆ”pidamente—. No es que tenga nada de quĆ© avergonzarme.

 

El patrón afirmó amigablemente la cabeza solo recordando lo muy bien constituida que Miguel tenía la parte superior del cuerpo.

 

Miguel se quitó el jeans, quedando en bóxers.

 

El patrón se fijó en su entrepierna. Su bulto parecía prometedor y sus muslos eran como robles.

 

Miguel se sintió un poco incómodo.

 


—Preparate, muchacho. No te preocupes, esto es solo un calentamiento, no saldrĆ”s lastimado. Pero da lo mejor de ti, Miguel, haz que tu hermano se sienta orgulloso.


 El próximo capĆ­tulo serĆ” publicado el 04 de noviembre

 Puedes consultar tambiĆ©n la lista de personajes de la empresa en el siguiente link o en el menĆŗ en la parte superior del blog.



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