Herman@s de Lucas(2/5): Las órdenes de Daniela - Las Bolas de Pablo

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7 mar 2018

Herman@s de Lucas(2/5): Las órdenes de Daniela

CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
-CONTACTO INCESTO (sin relacion sexual directa).

   Lejos de agradar a sus hermanos Lucas se sintió incómodo ante las miradas recelosas y de envidia de varios de ellos, lo consideraban tonto y mimado más allá de admirarlo por ser el futbolista de la selección nacional de su país y que pronto iría al mundial de Rusia 2018, aunado a eso aunque no tenía buena relación con su padre era el único que tenía su apellido.


   —Fue un acto de rebeldía de un tio que logro hacer que Gaspar me reconociera —explicó una tarde a varios de ellos.

   Allí estaban reunidos buena parte de ellos, hasta el momento Gaspar había conocido a 12 de sus hijos, cuatro varones y 8 hembras, en casa solo se quedaban Lucas y tres chicas. A Gaspar le habían diagnosticado una enfermedad mortal y por ello la conciencia le había dictado reunir a sus hijos jamás reconocidos.

   —Tienes suerte —arrojó con celos en la voz Daniela, tenía 23 años y era la mayor entre las chicas. De tez blanca y cabellos negros con leve parecido a Gaspar—, conoces al hermano de Gaspar, te adopta prácticamente como su hijo y te da todo lo que le pides. Todos nosotros también tenemos derecho a conocer a Carlos Chacón.

   —Marcos Chacón —corrigió Lucas rascándosela cabeza—. No es suerte simplemente cuando conocí a mi tio estaba atravesando un mal momento y él fue quien me ayudó, es una muy buena persona.

   —Pues yo también quiero el apellido Chacón —protestó Daniela y varias de las hermanas afirnaron con la cabeza. En realidad era una arpía que aparentaba ser una mojigata por dinero—. No es justo que de los doce hermanos el Chacón seas tú.

   —No es mi culpa, chicas. Cuando llegue Gaspar podemos hablar con él seriamente y preguntar que planea hacer.

   —¡Tiene que reconocernos ante la ley! —vociferó Emperatriz de 17 años—. Tú no puedes ser el único con el apellido y los beneficios.

   —No tengo ningún beneficio por ser tan hijo de Gaspar como ustedes —dijo Lucas sintiéndose verdaderamente incómodo—. Él y yo tampoco tenemos excelente relación solo hay un trato cordial, chicas.

   —No se puede tener tanta suerte en el mundo —siguió Emperatriz—. ¡Es que tampoco Héctor y Sergio tienen el apellido!

   Lucas volvió a doblar los labios sintiendose abatido eran las mismas discusiones de día a día. Ellas se referían a dos muchachos hijos de la misma madre a los que Gaspar nunca les otorgó su apellido. Lucas no los conocía aún pues solo aparecieron en casa para discutir con Gaspar y asegurar que no querían nada de él.

   —¿Puedes hacer algo, Lucas? —preguntó Daniela—. Ven aquí —queriendo ser amigable el hermano menor se acercó a ella— Necesito comprobar esto —con eso, le dio una patada a Lucas en las bolas, haciéndolo doblar y agarrar su entrepierna, gimiendo de dolor.

   Daniela lo miró, una sonrisa despectiva se dibujó en su rostro. Su otra hermana se sorprendió.

   —Es gracioso, ¿eh? —se reía Daniela—. Se te ven grandes los cocos. Aquel día que se aparecieron los otros hermanos Héctor le clavó un puño en los testículos a Gaspar y le dijo «de tu parte solo hemos hederado un par de huevos grandes, amorfos y débiles».

   Lucas dejó escapar un gemido ronco.

   —¿Son grandes? Parece que sí —insistió Daniela—. A Gaspar y a ti se les marca a través del pantalón pero, ¿son amorfos? Parecen perfectamente ovalados. ¿O quedarán amorfos con esto? —de nuevo le dio una patada en la entrepierna a Lucas. Su pie se conectó con las manos del medio hermano y se las clavó en sus preciosos testículos, provocando un gemido agonizante.

   —Todos los hombres reaccionan igual. Pero la de Gaspar y tú se ven cómicas. Aquel dia papá se revolcó de dolor gracias a Héctor, Sergio se veía más calmado y le reclamó a Héctor por atreverse a hacer aquello y Héctor también le pegó, un rodillazo creo. Pero no pude apreciar su reacción porque estaba atendiendo a Gaspar.

   Emperatriz se compadeció de Lucas:

   —Oye, Daniela, déjalo quieto él no se merece esto.

   —Cállate —Daniela la interrumpió con una sonrisa malvada.

   Emperatriz se mordió el labio inferior. Le disparó a su hermano una mirada de disculpa y se alejó del salón.

   —Quítate la ropa —ordenó Daniela—. Tengo curiosidad quiero ver ese par de huevos grandes y amorfos que heredan de Gaspar.

   Lucas parpadeó.

   —Pero…

   —Te dije que te quites la ropa —Daniela repitió con firmeza.

   Lucas levantó sus manos.

   —Pero somos herma…

   Daniela suspiró y pateó las pelotas de Lucas tan fuerte como pudo. Su pie se estrelló con el bulto prominente del varon, golpeándolos contra su cuerpo y haciendo que gritara de dolor.

   —¡Quiero ver esas bolas, nene!

   Lucas soltó un gemido y se quitó el short.

   —No tengo todo el día, más rápido, rey —exigió sin prestar atención a la erección del jugador de fútbol.

   Lucas hizo una mueca y se quitó los calzoncillos, ahuecando sus genitales con ambas manos.

   Daniela sonrió:

   —¡Vamos, Luquitas, no seas tímido, muéstrame lo que tienes!

   De mala gana, Lucas puso sus manos detrás de la espalda, revelando un par de testículos de gran tamaño y una majestuosa polla dura como una roca.

   Daniela se rió entre dientes.

   —Que pena que seas mi hermano, oh sí…

   Lucas abrió la boca para decir algo, pero Daniela propulsó una patada dura en sus pelotas desnudas, aplastándolas contra su pelvis, haciéndolo desplomarse en el suelo mientras gritaba de dolor.

   —Basta, por favor.

   Daniela se reclinó en el sofá, estirando las piernas tenía una sonrisa pícara en el rostro.

   —No digas que no te gusta esto si tienes el pito parado como un militar.

   Lucas la miró haciendo una mueca de dolor.

   —Admítelo, estás disfrutando esto. Estás pasando el mejor momento de tu vida.

   Lucas dejó escapar un gemido.

   —Levántate para poder patear tus bolas un poco más.

   Lucas hizo una mueca, frotándose los genitales doloridos.

   —Levántate y abre las piernas.

   Lucas tragó saliva.

   —¿Qué pasa si no lo hago? —maculló.

   Daniela estalló en una risotada, se inclinó hacia adelante, mirando a Lucas a los ojos.

   Lucas la miró fijamente. Se mordió el labio inferior.

   Daniela esperó pacientemente.

   Lucas no se movió.

   Sin romper el contacto visual, Daniela comenzó un conteo decisivo.

   —Cinco.

   Lucas cerró los ojos.

   —Tres…

   Los ojos de Lucas se abrieron y rápidamente se levantó separando las piernas.

   Daniela volvió a carcajearse.

   Lucas miró hacia abajo. Su polla estaba dura como una roca, la punta brillaba con líquido preseminal.

   De improviso el pie de Daniela conectó con sus bolas vulnerables aplastándolas contra su cuerpo.

   Lucas dejó escapar un gemido miserable.

   Daniela siguió con otra patada dura, crujiendo las bolas del medio hermano otra vez.

   Una tercera, cuarta y quinta patada siguieron, haciendo que Lucas gimiera y gimiera de dolor.

   En la décima patada, el cuerpo del muchacho temblaba y sudor le corría por la cara. Su rostro era una máscara de dolor con los ojos cerrados.

   Daniela se reía. Sus ojos estaban fijos en la erección de Lucas. Levantó el pie derecho y suavemente tocó la punta mojada del miembro genital.

   El varón inhaló bruscamente, su polla filtraba líquido preseminal. Sus ojos se abrieron justo a tiempo para ver el pie de Daniela estrellándose contra sus bolas doloridas, haciéndolo gemir de agonía.

   Daniela levantó ambos pies y atrapó la polla de Lucas entre ellos, moviendo hacia adelante y hacia atrás, acariciando suavemente aquella verga.

   Lucas dejó escapar un gemido.

   Con una sonrisa, Daniela pateó las pelotas tan fuerte como pudo, provocando un agudo chillido de los labios de Lucas.

   Luego continuó sacudiendo el pene con ambos pies hasta que Lucas gimió de placer. Tan pronto como un sonido lujurioso escapó de sus finos labios, Daniela lo pateó en los huevos.

   Así continuó por un buen tiempo: acariciando la dura polla de Lucas con los pies descalzos antes de arruinar el placer con una patada dura precisa en las bolas.

   Lucas logró mantener resistencia nunca sería tan débil como su padre. Sus bolas estaban hinchadas y rojas, y su polla temblaba de excitación, un flujo constante de líquido preseminal goteaba al piso. Sus ojos estaban cerrados mientras jadeaba y gemía.

   Daniela pasó el dedo gordo del pie sobre la cabeza mojada de la polla de Lucas antes de machacar sus huevos con una patada bien precisa.

   Lucas emitió un gemido ronco, su pene tembló violentamente mientras se acercaba cada vez más al clímax.

   Los pies ariciaron la polla, mastubandola.

   La respiración de Lucas se aceleró y sus ojos se abrieron de par en par.

   —Ohhhhhhhhh

   Daniela comenzó a sacudir la polla de Lucas con ambos pies.

   Los ojos de Lucas se colocaron en blanco.

   Así fue como el pene estalló con un enorme chorro de semen cremoso que chocó en el pecho de Daniela haciendo una gran mancha pegajosa en su camisa negra.

   Daniela se quejó antes de golpear con el pie la entrepierna de Lucas, aplastando los testículos contraídos contra su pelvis.

   Lucas dejó escapar un chillido.

   Su polla continuó disparando, su semen empapó el pie de la muchacha que seguía con una patada tras otra.

   Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el orgasmo de Lucas se detuvo y colapsó en el suelo, acurrucándose en posición fetal agarrándose la entrepierna, jadeando y gimiendo.

   Daniela se reclinó en el sofá mirando hacia abajo detallando la pasta cremosa en su camisa.

   —Mira lo que has hecho. Ahora tendré que cambiarme, idiota.

   Lucas abrió los ojos, haciendo una mueca de dolor. Había una gran salpicadura en el pecho de Daniela. Sus pies también estaban empapados de semen.

   Daniela miraba con disgusto.

   —Iré a mi habitación, por ahora me aseguraré que el resto de chicas no vengan y te consigan ahí tirado como un perro. Después de todo creo que te consideraré mi hermano favorito, tienes dinero, fama y mucha leche digo, mucha suerte, Lucas Chacón, Chacón que apellido más bonito.

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