CONTIENE;
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
El golpe de la puerta interrumpiĆ³ el profundo sueƱo del rey Franko, el rubio y guapo hombre arrugĆ³ el ceƱo e informĆ³ que en breve acudirĆa a abrir. SaliĆ³ de la cama cogiendo su tĆpica lĆ”mina de protecciĆ³n.
—Rey Franko abra tan pronto como pueda.
—Un momento, dije —indicĆ³ con petulancia el rey encendiendo la lĆ”mina y proyectĆ”ndola contra la puerta para ver tras ella, ahĆ estaba su nuevo jefe de seguridad tras la renuncia y desapariciĆ³n de Alexander acompaƱado de otros dos hombres, respiraban tranquilamente a pesar de la cara de preocupaciĆ³n que tenĆan. Iban vestidos con el uniforme negro militar. Franko cogiĆ³ la vaina de su espada y la guardĆ³ en el bolsillo del pantalĆ³n.
—¿QuĆ© sucede? —preguntĆ³ al abrir la puerta.
—Queremos saludarle rey y hacerle una respetuosa peticiĆ³n —decĆa el hombre de mayor rango.
—¿Una respetuosa peticiĆ³n a las 3:35 de la madrugada? Pueden esperar a que amanezca. Es una groserĆa de su parte.
—El palacio del rey ha sido tomado de una manera amistosa.
—¿QuĆ© demonios dices, Ulrich?
—El palacio ha sido tomado de forma amistosa por el gobierno de Badia, exigen su renuncia pacifica, sin derramamiento de sangre y que usted se entregue por las buenas.
—¿QuĆ© diantres dices, Urich? ¡EstĆ”s soberanamente loco!
Franko iba a dar un paso adelante cuando tuvo que retroceder al tener dos hojas de espada apuntando a su garganta.
—¿Que demonios les pasa? Soy su rey. Los puedo llevar a prisiĆ³n si me da la gana.
—SeƱor Tavala por el bien de su vida le pedimos la renuncia al trono.
Franko se echĆ³ a reĆr incrĆ©dulo de aquella pobre rebeliĆ³n militar. En el transcurso de aquella semana se habĆan dado mĆnimas concentraciones exigiendo la renuncia del rey, Rocco el presidente del parlamento habĆa pedido a Franko que no les diera importancia por tratarse de grupos pequeƱos de personas e incluso la fuerza polĆtica de oposiciĆ³n al rey informĆ³ no tener protagonismo en aquellas quejas.
—¿A quĆ© se debe esto, Ulrich? ¿Quien estĆ” detrĆ”s de tu alzamiento?
—SeƱor Tavalas, el palacio ha sido tomado por fuerzas militares que por el bien de nuestro pueblo exigimos su renuncia no queremos derramamiento de sangre como la Ćŗltima vez.
—No voy a renunciar.
Una nueva voz surgiĆ³ desde el pasillo:
—Vas a tener que hacerlo por tu vida.
Franko se puso pĆ”lido cuando sus ojos hicieron contacto con un enemigo invasor caminaba en su propio palacio, era AsdrĆŗbal Cruise el tirano rey de Badia y responsable de la primera toma bĆ©lica de Arkadia.
—No tienes escapatoria, Franko Tavalas —decĆa—. Tus hombres de seguridad te han traicionado, te han vendido a su mejor postor.
—LĆ”rgate de mi palacio.
—¿O sino quĆ©, Franko? —se reĆa AsdrĆŗbal situĆ”ndose con el grupo—. Responde, ¿sino quĆ©? EstĆ”s de manos cruzadas. Agradece que no tomo por la fuerza Arkadia y no mato a tu gente. Esta es una rebeliĆ³n desde adentro, un golpe de estado interno. Simplemente firma tu abandono del trono y Arkadia pasarĆ” a mi poder de manera pacĆfica, el nuevo rey serĆ” un sujeto arkadiano te lo prometo —dio una sonrisa cĆnica.
—TendrĆ”s que matarme porque no regalarĆ© mi ciudad. Mucha gente cree en mi y me apoya.
La polla de AsdrĆŗbal Cruise se endurecĆa de solo ver el temple de Franko, tenĆa carĆ”cter y era firme. Iba a ser muy divertido verlo humillado como prisionero de Badia.
—Franko Tavalas, eres un hombre inteligente, joven e inexperto todavĆa pero inteligente al fin. Renuncia al trono y deja Arkadia bajo mi poder serĆ” una transiciĆ³n feliz y nadie sabrĆ” que me pertenece salvo las altas esferas del poder.
—¡Que no lo harĆ©, tirano! —Franko escupiĆ³ a la cara de AsdrĆŗbal.
—¡SUJETENLO! —rugiĆ³ AsdrĆŗbal quitĆ”ndose con la mano el gran gargajo.
Inmediatamente los otros dos hombres agarraron al todavĆa rey de Arkadia de los brazos, AsdrĆŗbal ordenĆ³ que lo desnudasen de la cintura hacia abajo, gesto que fue obedecido por Ulrich.
—Es indigno que ustedes siendo arkadianos se dejen mandar por un tirano extranjero.
—El nuevo rey de Arkadia nos prometiĆ³ mejores cargos —dijo grosero Ulrich.
La traiciĆ³n se estaba gestando desde hace tiempo.
Franko sabĆa que iba a sufrir ante el cruel tirano de Badia, sus piernas se mantenĆan abiertas, sus testĆculos se movĆan vulnerables colgando entre sus muslos, y AsdrĆŗbal se dedicĆ³ a patearlos sintiĆ©ndose excitado con los gritos desesperado del joven rey.
La cara de Franko estaba crispada de dolor con pequeƱas gotas de sudor que adornaban su frente. Experimentaba el dolor mĆ”s fuerte que habĆa tenido en su vida desde su entrepierna. SentĆa una y otra vez que las piernas de AsdrĆŗbal aplanaban sus preciosas huevas seguidamente.
Al final cuando AsdrĆŗbal se cansĆ³ y los cojones del arkadiano estaban amoratados lo dejaron caer al suelo dĆ³nde Franko se quedĆ³ inmĆ³vil y agarrando su entrepierna.
—No le van a hacer ningĆŗn tipo de daƱo —ordenĆ³ AsdrĆŗbal—. Lo necesito mĆ”s vivo que muerto.
Dio media vuelta y se alejĆ³ del pasillo sin prestar atenciĆ³n a los gemidos agĆ³nicos del rey de Arkadia.
Cuando el sol apareciĆ³ sobre el firmamento iluminando las paredes de las casas de Arkadia los ciudadanos despertaron con una sorprendente e inesperada noticia que llenĆ³ los periodicos y el cotilleo de la televisiĆ³n mundial.
Franko Tavalas habĆa desaparecido de la naciĆ³n dejando un documento donde firmaba su renuncia al trono.
Rocco el presidente del parlamento apareciĆ³ en la televisiĆ³n argumentando lo sorprendido que estaba por la actitud del rey.
—Pero no quiero que teman honorables arcadianos —pedĆa el hombre ante el enfoque de la cĆ”mara—. Pronto tendremos un nuevo rey, que velarĆ” por su seguridad y protecciĆ³n querido pueblo. Un arkadiano que sepa como protegerlos y que lleve una investigaciĆ³n con respecto al paradero de Franko Tavalas. Necesito informarles que serĆ© un postulado al trono de Arkadia.
Cuando Rocco abandonĆ³ el canal de televisiĆ³n generando polemicas con su propuesta de ser rey subiĆ³ a una camioneta blindada dĆ³nde no se podĆa ver su interior, allĆ dentro estaba AsdrĆŗbal y el asistente de Rocco.
—Estoy seguro que cuentas con todo el apoyo del parlamento para ser nombrado rey de Arkadia —decĆa AsdrĆŗbal—. El pueblo te quiere y te ve como figura de apoyo de la familia Tavalas, no sospecharĆ”n nada.
—AsĆ serĆ” —corroborĆ³ Rocco—. No lo puedo creer, tantos aƱos de espera y de un plumĆ³n serĆ© el rey. Aunque hay mucho hermetismo en el ambiente y confusiĆ³n. La gente quiere respuestas.
—La sabremos dar. Tendremos a Franko escondido por un buen tiempo —AsdrĆŗbal se pasĆ³ seductoramente la lengua por el labio—. Ćl se la pasarĆ” muy bien en territorio badiano.
—SeƱor —hablĆ³ por primera vez el asistente de Rocco—, el rey de Nilo ha querido comunicarse con usted, Kadhar Maluff.
—Haz una reuniĆ³n con Ć©l.
—Estoy seguro de tu tacto —dijo AsdrĆŗbal. Rocco afirmĆ³ con la cabeza.
El asistente continuĆ³:
—Alexander, el ex capitĆ”n de seguridad de la naciĆ³n tambiĆ©n quiere reunirse con usted, quiere saber la situaciĆ³n y la renuncia de Franko, su paradero.
Rocco gruĆ±Ć³.
—Parece que ese tipo es una piedra en el zapato —comentĆ³ AsdrĆŗbal.
—SĆ, es Tavalista, nunca pude persuadirlo a pesar de haber sido mi pupilo.
—¿EstĆ”s seguro que no lo puedes persuadir?
—Tengo mi sospecha de que fue amante del rey pero no lo he podido confirmar.
—Quiero que te reunas con Ć©l lo mĆ”s pronto posible y lo elimines del mapa.
Rocco afirmĆ³ con la cabeza y se dirigiĆ³ a su asistente:
—Pauta una reuniĆ³n con Alexander para las prĆ³ximas 48 horas.
Mientras la camioneta rodaba por la calle de Arkadia donde millones de personas exigĆan una respuesta sobre el paradero de su rey en paralelo un tren intercontinental ponĆa rumbo a Badia con Franko Tavalas como rey en cautiverio.
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