El documento secreto (3/6): la confusion - Las Bolas de Pablo

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25 mar 2018

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El documento secreto (3/6): la confusion

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Paolo entornó los ojos en dirección a la puerta cuando esta fue abierta dejando pasar al sujeto blanco y calvo, Ć©l penetró a la habitación dónde el cautivo seguĆ­a amarrado.
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   ā€”Hola —lo saludó el visitante con voz tranquila mirĆ”ndole a la cara.


   ā€”Hola —respondió Paolo despuĆ©s de un momento.


   ā€”ĀæCómo te sientes?


   ā€”Adolorido. ĀæPor quĆ© me tienen asĆ­? ĀæQuĆ© hice?


   ā€”Es por el documento que estĆ” en tu poder y que todavĆ­a no hemos encontrado.


   ā€”No sĆ© de quĆ© documento me estĆ”s hablando.


   ā€”El documento que te entregaron en el aeropuerto.


   ā€”No sĆ© de quĆ© me hablas.


   ā€”ĀæNo lo recuerdas?


   Paolo dudó por cortos segundos hasta negar con la cabeza.


   ā€”ĀæTampoco recuerdas tu nombre? —el entrevistado negó con la cabeza otra vez—. Es Paolo y te criaste en EspaƱa a pesar de ser italiano… ĀæRecuerdas algo de tu pasado?


   Paolo clavó la vista en sus ojos y respondió con mucho miedo.


   ā€”No recuerdo nada de mi.


   ā€”No te preocupes. Te ayudaremos a recuperar la memoria.


   ā€”ĀæDesde cuando estoy asĆ­? ĀæEs por el documento del que me hablas? —fue el turno de Armando en afirmar con la cabeza—. ĀæQuĆ© contiene ese documento?


   Armando vaciló pero encontró rĆ”pidamente las palabras.


   ā€”Es información confidencial que nos ayudarĆ”. Trabajamos para el gobierno.


   Paolo abrió la boca sorprendido.


   ā€”ĀæPor quĆ© me tienen amarrado? Quiero orinar.


   ā€”Porque… no queremos que te escapes.


   ā€”No lo harĆ©. ĀæSiempre he colaborado con ustedes o no? ĀæPorque la desconfianza?


   ā€”Porque……… no recuerdas nada. Te estamos protegiendo.


   ā€”Me golpearon… ĀæAsi me protegen?


   ā€”Rafael pierde los estribos con frecuencia.


   ā€”Quiero orinar.


   Armando escapó un suspiro y se acercó a la cama mirandole por breves segundos. Finalmente retrocedió y salió de la habitación.


   Paolo creĆ­a que lo iban a liberar.


   Armando ingresó a la alcoba sosteniendo un orinal.


   ā€”ĀæCómo harĆ©? SuĆ©ltame.


   ā€”Te ayudarĆ©, Paolo.


   ā€””¿QuĆ©?!


   Armando se acercó a Paolo y le abrió la cremallera, metió la mano en el pantalón extrayendo una enorme y flĆ”ccida polla por encima de unos testĆ­culos gordos e hinchados que habĆ­an sufrido maltratos en las Ćŗltimas horas.
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   Armando colocó al pene en dirección al contenedor y se apartó contemplando la escena.
   ā€”Por favor dĆ©jame solo mientras lo hago.


   ā€”Oh, sĆ­.


   Armando dio la vuelta y se apartó escuchando desde el pasillo el fuerte ruido del pis. Sintió que se le hizo agua la boca cuando tocaba aquella polla sino fuera por la hinchazón los testĆ­culos de Paolo debĆ­an ser grandes. Sus bolas debĆ­an llenarse hasta los topes con leche acumulada. Ā”Si tan solo encontrara una manera de probarlo! No era justo que un tipo como Ć©l estuviera en su departamento y no le pudiera hacer nada.


   Cuando terminó Paolo avisó que ya podĆ­a entrar y Armando asĆ­ lo hizo retirando la cubeta. Ingresó al baƱo para botar el contenido amarillo y volvió a la habitación guardando con sumo cuidado el bonito pene de Paolo en su pantalón.


   ā€”Tengo hambre.


   ā€”Lo supuse —sonrió con simpatĆ­a Armando—. Ya la cena estĆ” lista vine a ver cómo estabas y traerla.


   ā€”Por favor quiero comer.


   Armando afirmó y salió de la habitación. Fue a la cocina y sirvió la nutritiva comida antes de ingresar a la habitación guardó en la parte trasera de su jeans una pistola era mejor protegerse y no dejarse confiar. Acudió de nuevo a la habitación y acomodó la almohada para que la cabeza del cautivo quedara levantada.


   ā€”Que tengas buen provecho —deseó Armando.


   ā€”SerĆ­a mejor si pudiera comer solo.


   Armando soltó un resoplido y negó con la cabeza estaba dando de comer directamente a la boca de Paolo.


   Armando se le quedaba mirando parecĆ­a un tierno chiquillo al fondo le causaba simpatĆ­a y un amplio deseo de tenerlo para siempre ahĆ­ preso.


   ā€”ĀæTe gusta la comida? —Paolo le afirmó—. La preparĆ© yo.


   ā€”Cocinas muy bien.


   ā€”Siempre te ha gustado como cocino.


   ā€”ĀæEh? ĀæQuĆ© dices?


   ā€”Joder, Āæno recuerdas absolutamente nada? Siempre te ha gustado como cocino.


   ā€”CuĆ©ntame, por favor.


   ā€”Termina de comer, tĆ­o.


   Cuando las chistorras se terminaron en el plato Armando salió de la habitación con la vajilla en pocos minutos regresó a la habitación y se sentó a un lado de Paolo.


   ā€”Es una lastima que no puedas recordar nada —Armando minuciosamente evaluaba su rostro—. HarĆ© todo lo posible para que recuerdes. Por los dos.


   ā€”No entiendo.


   ā€”Paolo tĆŗ y yo por todos estos aƱos hemos sido pareja.


   ā€”ĀæPareja? ĀæTĆŗ y yo? ĀæTe refieres que somos…?


   ā€”SĆ­ —afirmó con alegrĆ­a Armando detallando el confuso rostro de Paolo—. Hemos sido pareja por muchos aƱos. ĀæEso despeja tu mente en algo?


   ā€”No, no, no recuerdo nada por mĆ”s que lo intente.


   Armando desvió la mirada a los finos labios de Paolo y sintió mĆ”s capricho por Ć©l. Se inclinó ante su rostro casi compartiendo el mismo aire. Armando continuaba clavĆ”ndole la mirada mientras Paolo tenĆ­a los ojos cerrados dispuesto a besarlo y Armando no desperdició la ocasión asĆ­ lo hizo uniendo su boca con la de Ć©l en un lento y deseado beso.


   Cuando se separaron Armando lucĆ­a contento en contraste a Paolo que parecĆ­a sorprendido.


   ā€”No recuerdo nada —concluyó.


   ā€”Ya lo harĆ”s poco a poco —determinó Armando—. No quiero que borres nuestros recuerdos para siempre.


   Paolo sonrió tristemente.


   ā€”Armando… ĀæpodrĆ­as soltarme? Siento entumecido los brazos por favor. TodavĆ­a no entiendo por quĆ© me amarran.


   ā€”Porque… al no recordar nada podrĆ­as reaccionar violento.


   ā€”No lo harĆ© y menos si me has dicho que entre tĆŗ y yo hay amor.


   Armando se mordió el labio inferior dudando al mirar a Paolo. Finalmente se decidió e inclinĆ”ndose sobre Ć©l le desató los brazos. Al ser liberado Paolo bufó acariciĆ”ndose las muƱecas, se sentó en la cama moviendo las manos.


   ā€”Me sentĆ­a incómodo.


   Armando sonrió aunque sus nervios afloraban.


   Paolo lo miró y tocando su cara lo besó en la boca. Armando llevó las manos a la cintura de Paolo y Ć©ste tanteó con sus manos el pecho del calvo y siguió bajando.


   Hubo un aullido ahogado que se convirtió en un grito angustiado cuando Paolo aplastó los huevos de Armando con su mano sin romper el beso que le daba.


   Paolo retorció el par de gónadas haciendo que Armando soltara un gemido angustiado.


   Inmediatamente Armando se separó de Paolo y le soltaron de las bolas comenzado a gemir y agarrando dolorosamente su entrepierna.


   Paolo lo contempló nervioso pero enseguida Armando le devolvió la mirada y una sonrisa.

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