CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Lucas seguĆa de viaje conociendo a sus hermanos, en esa semana habĆa logrado dar con el paradero de dos muchachos hijos de Gaspar Chacón y que tambiĆ©n eran hijos de la misma madre pero no reconocidos por su progenitor hasta ese instante no querĆan tener ningĆŗn tipo de contacto con Ć©l y uno de ellos se contentaban de su enfermedad.
Se trataba de Héctor y Sergio, éste último era mÔs alto que Héctor pero menos grueso
—Me siento muy bien de conocerlos —declaró Lucas que habĆa llegado hasta su casa—, siempre quise tener hermanos y ahora tengo muchos. AllĆ” en casa de Gaspar todas son mujeres en su mayorĆa. Hay un niƱo y estĆ” ahĆ pocas veces. Que bien tener hermanos y que sepan parte de la desgracia de compartir los genes de Gaspar.
—SĆ, es una completa maldición ser hijo de ese tipo —comentó HĆ©ctor el mĆ”s rencoroso—. Aunque no me aborrezco sólo lo odio a Ć©l por abandonarnos y haber utilizado a nuestra madre. Ahora que se va a morir tiene peso en la consciencia. Lo odio.
—Yo no me siento desgraciado —comentó Sergio que siempre era amable.
—Cuando hablaba de Gaspar y sus genes me refiero a nuestras bolas —indicó Lucas separando sus extremidades y mostrando como sus testĆculos se marcaban en su ropa como a sus hermanos. HĆ©ctor subió una ceja y Sergio se rió—. ¿Ya sabĆan lo de nuestros cocos?
—No, ¿quĆ©?
—Es decir —dijo Sergio—. Sabemos que nuestras bolas son grandes pero desconocemos que se debe a Gaspar, ¿hay problema con eso?
—No, es algo anormal para las demĆ”s personas por lo grandes pero absolutamente normal en nosotros. Mi tĆo Marcos me explicó que se debe a un error en nuestro ADN, en el código o algo asĆ y todos los hombres de la familia Chacón nos caracterizamos por tener testĆculos asĆ de grandes.
HƩctor y Sergio se rieron.
—Condenado Gaspar como nos vino a joder —comentó HĆ©ctor amasando sus pelotas— con par de gümaros grandes y dolorosos.
—A veces son divertidos —murmuró Sergio—, fabricamos leche a chorros. Debemos ser fĆ©rtiles.
—Y las chicas se sorprenden con nuestro tamaƱo de bolas.
Todos rieron.
Sin haber dicho algo antes Héctor abandonó su asiento y ocupó un puesto al lado de Lucas, éste lo miró con expresión de duda y se sobresaltó cuando Héctor colocó la mano en su entrepierna.
Lucas se dobló, haciendo una mueca de dolor.
Sergio dirigió a Héctor una mirada de diversión.
—SĆ, son muy grandes —determinó HĆ©ctor sin dejar de apretar y comprobar con sus dedos—. No se trata de un calcetĆn o algo asĆ.
—¡AAAAAAAHHHHHGG! —finalmente Lucas fue soltado de los huevos y enseguida se inclinó hacia adelante amasando sus gónadas.
Sergio tomó partido y se alzó abriéndose el pantalón.
—Mira las mĆas.
El muchacho prÔcticamente se desnudó. El pantalón cayó entre sus piernas rebelando una polla larga y flÔcida colgando entre sus muslos junto con sus gordas bolas afeitadas.
Lucas arrugaba el ceƱo ante el dolor pero sonreĆa.
—Igual son enclenques —calificó HĆ©ctor levantĆ”ndose.
Llevó la pierna hacia atrÔs y aplastó con el pie los huevos de Sergio tan fuerte como pudo. Su empeine chocó tan violentamente que hizo rebotar las bolas provocando un grito agónico de su hermano.
Una y otra vez, HĆ©ctor pateó los testĆculos de Sergio con toda la fuerza que pudo reunir, aplastĆ”ndolos con su empeine, su espinilla, su tobillo y la punta del zapato deportivo.
Sergio gruƱĆa y gemĆa, su rostro se retorcĆa de dolor.
Sin resistir por mƔs segundos Sergio que ya estaba sin aliento dio un paso a un lado, jadeando, con las manos sobre las huevas.
Mientras golpeaba a su hermano, HĆ©ctor no se dio cuenta que Lucas se habĆa escabullido detrĆ”s de Ć©l y sólo supo que su hermano futbolista habĆa apretado el puƱo y lo subió como un mazo contra su entrepierna.
Los ojos de HĆ©ctor se abrieron de par en par y su boca de dejó caer para dejar escapar un ronquido gutural. Sintió el agudo y ardiente dolor en sus bolas, una clase de dolor que nunca habĆa sentido antes, cortando sus nervios y haciendo que quisiera arrancarse los grandes testĆculos. No pudo estar mĆ”s de pie y cayó al suelo.
Lucas también se quedó echado en el piso agarrÔndose las bolas con una mano. Riendo dijo:
—En definitiva ustedes sĆ son mis hermanos.
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