Herman@s de Lucas (3/5): Hector y Sergio - Las Bolas de Pablo

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30 mar 2018

Herman@s de Lucas (3/5): Hector y Sergio

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Lucas seguĆ­a de viaje conociendo a sus hermanos, en esa semana habĆ­a logrado dar con el paradero de dos muchachos hijos de Gaspar ChacĆ³n y que tambiĆ©n eran hijos de la misma madre pero no reconocidos por su progenitor hasta ese instante no querĆ­an tener ningĆŗn tipo de contacto con Ć©l y uno de ellos se contentaban de su enfermedad.


   Se trataba de HĆ©ctor y Sergio, Ć©ste Ćŗltimo era mĆ”s alto que HĆ©ctor pero menos grueso



   —Me siento muy bien de conocerlos —declarĆ³ Lucas que habĆ­a llegado hasta su casa—, siempre quise tener hermanos y ahora tengo muchos. AllĆ” en casa de Gaspar todas son mujeres en su mayorĆ­a. Hay un niƱo y estĆ” ahĆ­ pocas veces. Que bien tener hermanos y que sepan parte de la desgracia de compartir los genes de Gaspar.



   —SĆ­, es una completa maldiciĆ³n ser hijo de ese tipo —comentĆ³ HĆ©ctor el mĆ”s rencoroso—. Aunque no me aborrezco sĆ³lo lo odio a Ć©l por abandonarnos y haber utilizado a nuestra madre. Ahora que se va a morir tiene peso en la consciencia. Lo odio.



   —Yo no me siento desgraciado —comentĆ³ Sergio que siempre era amable.



   —Cuando hablaba de Gaspar y sus genes me refiero a nuestras bolas —indicĆ³ Lucas separando sus extremidades y mostrando como sus testĆ­culos se marcaban en su ropa como a sus hermanos. HĆ©ctor subiĆ³ una ceja y Sergio se riĆ³—. ¿Ya sabĆ­an lo de nuestros cocos?



   —No, ¿quĆ©?



   —Es decir —dijo Sergio—. Sabemos que nuestras bolas son grandes pero desconocemos que se debe a Gaspar, ¿hay problema con eso?



   —No, es algo anormal para las demĆ”s personas por lo grandes pero absolutamente normal en nosotros. Mi tĆ­o Marcos me explicĆ³ que se debe a un error en nuestro ADN, en el cĆ³digo o algo asĆ­ y todos los hombres de la familia ChacĆ³n nos caracterizamos por tener testĆ­culos asĆ­ de grandes.



   HĆ©ctor y Sergio se rieron.

Hector


   —Condenado Gaspar como nos vino a joder —comentĆ³ HĆ©ctor amasando sus pelotas— con par de gĆ¼maros grandes y dolorosos.



   —A veces son divertidos —murmurĆ³ Sergio—, fabricamos leche a chorros. Debemos ser fĆ©rtiles.



   —Y las chicas se sorprenden con nuestro tamaƱo de bolas.



   Todos rieron.



   Sin haber dicho algo antes HĆ©ctor abandonĆ³ su asiento y ocupĆ³ un puesto al lado de Lucas, Ć©ste lo mirĆ³ con expresiĆ³n de duda y se sobresaltĆ³ cuando HĆ©ctor colocĆ³ la mano en su entrepierna.

   Lucas se doblĆ³, haciendo una mueca de dolor.


   Sergio dirigiĆ³ a HĆ©ctor una mirada de diversiĆ³n.



   —SĆ­, son muy grandes —determinĆ³ HĆ©ctor sin dejar de apretar y comprobar con sus dedos—. No se trata de un calcetĆ­n o algo asĆ­.



   —¡AAAAAAAHHHHHGG! —finalmente Lucas fue soltado de los huevos y enseguida se inclinĆ³ hacia adelante amasando sus gĆ³nadas.

Sergio


   Sergio tomĆ³ partido y se alzĆ³ abriĆ©ndose el pantalĆ³n.



   —Mira las mĆ­as.



   El muchacho prĆ”cticamente se desnudĆ³. El pantalĆ³n cayĆ³ entre sus piernas rebelando una polla larga y flĆ”cida colgando entre sus muslos junto con sus gordas bolas afeitadas.



   Lucas arrugaba el ceƱo ante el dolor pero sonreĆ­a.



   —Igual son enclenques —calificĆ³ HĆ©ctor levantĆ”ndose.



   LlevĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y aplastĆ³ con el pie los huevos de Sergio tan fuerte como pudo. Su empeine chocĆ³ tan violentamente que hizo rebotar las bolas provocando un grito agĆ³nico de su hermano.



   Una y otra vez, HĆ©ctor pateĆ³ los testĆ­culos de Sergio con toda la fuerza que pudo reunir, aplastĆ”ndolos con su empeine, su espinilla, su tobillo y la punta del zapato deportivo.



   Sergio gruƱƭa y gemĆ­a, su rostro se retorcĆ­a de dolor.



   Sin resistir por mĆ”s segundos Sergio que ya estaba sin aliento dio un paso a un lado, jadeando, con las manos sobre las huevas.



   Mientras golpeaba a su hermano, HĆ©ctor no se dio cuenta que Lucas se habĆ­a escabullido detrĆ”s de Ć©l y sĆ³lo supo que su hermano futbolista habĆ­a apretado el puƱo y lo subiĆ³ como un mazo contra su entrepierna.



   Los ojos de HĆ©ctor se abrieron de par en par y su boca de dejĆ³ caer para dejar escapar un ronquido gutural. SintiĆ³ el agudo y ardiente dolor en sus bolas, una clase de dolor que nunca habĆ­a sentido antes, cortando sus nervios y haciendo que quisiera arrancarse los grandes testĆ­culos. No pudo estar mĆ”s de pie y cayĆ³ al suelo.



   Lucas tambiĆ©n se quedĆ³ echado en el piso agarrĆ”ndose las bolas con una mano. Riendo dijo:



   —En definitiva ustedes sĆ­ son mis hermanos.

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