-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Desde que la seƱora Yenny descubriĆ³ la relaciĆ³n de amantes que mantenĆa el seƱor Marcos ChacĆ³n con una mujer joven el matrimonio habĆa tomado distancia, ya no tenĆan conversaciĆ³n y dormĆan en habitaciones distintas llegando a despertar dudas internas en sus hijos con relaciĆ³n a que algo por primera vez no andaba bien entre sus padres.
La seƱora Yenny sĆ³lo sabĆa que iba a pagar con la misma moneda a su marido para que sintiera la decepciĆ³n por la que ella atravesaba. TodavĆa lo amaba y era un buen hombre pero la burla que le habĆa hecho la decepcionĆ³. En ocasiones quiso reconquistarla y ella reaccionaba insultĆ”ndolo aumentando la distancia en el matrimonio.
La madre de Pablo ChacĆ³n era profesora universitaria de literatura se desempeƱaba como rectora para la carrera de letras, en su adorado trabajo se desenvolvĆa perfectamente entre estudiantes y profesores tras largos aƱos de experiencia. En especial habĆa un profesor que era galante con ella y Ć©l resultĆ³ ser el seleccionado perfecto para la venganza que querĆa ejecutar contra su marido.
Gustavo era el nuevo profesor de Lengua hispĆ”nica de la universidad, se incorporĆ³ a la casa de estudios en el semestre anterior. Desde el primer momento se percatĆ³ de lo atractiva que era la profesora Yenny Bosch. De manera simpĆ”tica le coqueteaba, ella se diĆ³ cuenta desde un primer encuentro y actuĆ³ seria sin embargo Ć©l continuĆ³ con su afĆ”n despuĆ©s de todo no le faltarĆa el respeto y se escudarĆa entre bromas.
Sorprendido resultĆ³ cuando de un momento a otro la profesora empezĆ³ a corresponder a sus galanteos sonriĆ©ndole, guiƱƔndole el ojo o jugando con sus cabellos rubios mientras charlaban o criticaban a un estudiante.
En poco tiempo ella lo contactĆ³ para reuniones supuestamente tenĆan que reprogramar el tiempo o consultar dudas sobre calificaciones de estudiantes. Reuniones en las que ella se dejĆ³ tocar la mano o permitiĆ³ que le colocase su mano sobre su hombro.
—EstĆ”s casada y tienes hijos ya mayores —la tuteaba el profesor Gustavo despuĆ©s que ella le exigiĆ³ que lo hiciera—. ¿Y tu esposo?
—Mi marido no importa estamos separados —sentenciĆ³ Yenny—. Mis hijos estĆ”n bien cada uno direccionando su vida y yo apoyĆ”ndolos.
MirĆ³ al hombre y finalmente lo besĆ³ en los labios. AhĆ empezĆ³ su venganza encerrada en su oficina.
La relaciĆ³n no se sabĆa a dĆ³nde iba, porque finalmente Gustavo deseaba era escalar burocrĆ”ticamente en la universidad y Yenny reĆrse de su marido cada uno con secretos fines se dejaban llevar por medio de besos y caricias.
En poco tiempo el deseo carnal tambiĆ©n se hizo presente y faltando a dar una clase Gustavo se escapĆ³ con su jefa a su departamento, Ć©l era divorciado y con una pequeƱa hija.
Dentro de la habitaciĆ³n Gustavo besaba a Yenny protegiĆ©ndola con sus brazos. Yenny sabĆa que ese hombre no besaba como su marido y quizĆ”s no la llevarĆa al Ć©xtasis como Marcos pero valĆa la pena experimentar asĆ que pegĆ³ su cuerpo al suyo registrando la dureza de la entrepierna. ¿Como serĆa su pene? Seguramente no tendrĆa aquellas bolas y fabricante de mucha leche como su marido y eso era lo que le encantaba.
Yenny por su parte y sin sentir el menor peso de consciencia metiĆ³ la mano en el slip del profesor y jugueteĆ³ con su verga, primero de un modo delicado. Al percibir como la lengua hacĆa cĆrculos sobre sus prominentes senos, infringiĆ³ mĆ”s fuerza a su muƱeca y comenzĆ³ a masturbarlo.
Sin duda alguna sus genitales no son como los de Marcos pero no le importa despuƩs de todo.
Anhelante por penetrarla, Gustavo la empujo suavemente sobre la cama y, una vez tendidos sobre ella, continuĆ³ lamiendo la aureola de sus pezones, endurecidos por el toque de la lengua. Sus dedos palparon la vagina de Yenny que gimiĆ³ brotando algunos fluĆdos.
Posteriormente Gustavo se agachĆ³ y hundiĆ³ la cabeza entre sus muslos con la Ćŗnica intensiĆ³n de aspirar el perfume de su coƱo. Un libidĆ³so aroma invade sus papilas olfativas, la humedad de su boca se uniĆ³ al sexo de la bella seƱora. Frotando su lengua sobre su clĆtoris, cada lametada se correspondia por un placentero quejido.
—Quiero chuparla, Gustavo —detallĆ³ la mujer.
El profesor dispuesto a acceder a sus caprichos, para tenerla contenta y mejor desempeƱo laboral aceptĆ³. Y se acoplaron rĆ”pidamente en un improvisado sesenta y nueve.
Los labios con los que mĆ”s de 100 veces Yenny habĆa explicado los elementos de la comunicaciĆ³n probaba con precisiĆ³n el falo de su amante llenĆ”ndolo de Ć©xtasis y casi llenĆ”ndole la boca de semen.
Succionaba su glande como si se tratara de una bola de helado, lamiendo cada milĆmetro de la verga como si no hubiera otra cosa mejor en el mundo. Paseaba la lengua por las venas del tronco, al tiempo que jugueteaba con el mediano escroto. Tragaba hasta el fondo reteniĆ©ndola unos segundos dentro de su boca, dejando que el capullo rozara su campanilla.
Gustavo tenĆa al clĆtoris atrapado entre sus labios lamiĆ©ndolo muy despacio. Con la cabeza pegada a su entrepierna, sitĆŗo las manos de forma que pudieran agarrar la parte exterior de los muslos y aumentĆ³ de forma gradual la velocidad de movimientos de la lengua, de izquierda a derecha produciendo un mayor frotamiento contra su botĆ³n de placer. Yenny incapaz de soportar tanto gozo, se sacĆ³ el pene de la boca y gimiĆ³ entre jadeos.
—¡FĆ³llame! —pidiĆ³ de imprevisto.
Gustavo se saliĆ³ de entre sus piernas, se recostĆ³ sobre el respaldo de la cama y la invitĆ³ a sentarse sobre su punzante masculinidad. Yenny estaba tan hĆŗmeda que el pene resbala sin dificultad a su interior, apoyĆ³ las manos en el hombro del amante y empezĆ³ a cabalgarlo de un modo tan salvaje como sensual.
Las paredes de su sexo se plegaban en torno a la polla y al ritmo de su incesante galopar, mĆ”s pronto que tarde su cuerpo se hundira en el mĆ”ximo placer. Gustavo apartĆ³ sus manos de los hombros y silenciosamente, le pidio que detenga su trotar sobre su pelvis. Cuando Yenny obedeciĆ³ Ć©l la abrazĆ³ regalĆ”ndole lujuriosos besos.
Sin dejar de mantener unidos los labios, se fueron incorporando poco a poco. Una vez de rodillas sobre la cama, Gustavo va tras de ellas y mordisqueĆ³ sus hombros de un modo sensual.
Posteriormente la acomodĆ³ sobre la cama y subiendo sus rodillas al hombro se preparĆ³ para penetrarla otra vez.
El guevo de Gustavo entraba y salĆa sin dificultad. AccelerĆ³ el ritmo de sus caderas, como si con cada envite pudiera introducir una porciĆ³n mĆ”s de Ć©l en el interior de la profesora, como si con cada golpe de caderas su cuerpo se fusionara con el de ella.
Yenny contorsionĆ³ el cuerpo producto del orgasmo y al mismo tiempo una incontenible carga de esperma la lleno en su interior.
Complacido y extenuado Gustavo se echo sobre la cama. Con ganas de descansar Yenny se pego a su cuerpo, colocando la cabeza sobre su pecho, no es grande como el de su marido pero no importa. Falta la estocada final.
Yenny despuĆ©s se inclinĆ³ en direcciĆ³n al suelo donde reposaba su ropa. RegresĆ³ a la cama con el celular en mano.
—Quiero memorar esto.
—¿Memorar? ¿Para quĆ©? ¡Ten cuidado!
—Obvio que sĆ.
Yenny de ChacĆ³n estirĆ³ el brazo tomando una foto con su amante.
En aquel tiempo Marcos ChacĆ³n estaba en su trabajo, era vicepresidente en una constructora. Terminaba una llamada telefĆ³nica con unos clientes a larga distancia y al descolgar el aparato sostuvo su celular. TenĆa una conversaciĆ³n de su esposa, ¿serĆa que finalmente lo perdonarĆa el tonto desliz que tuvo con una muchacha? ¿Ya entenderĆa su esposa que la amaba sĆ³lo a ella?
Y lo que sus ojos vieron le causĆ³ impresiĆ³n. Su boca se abriĆ³ en una faz de incredulidad. Su mujer le habĆa escrito un mensaje donde se leĆa:
Lo que es igual no es trampa.
AcompaƱado de dos fotografĆas en la que ella posaba claramente desnuda acompaƱada de otro tipo.
Marcos dejĆ³ su celular en la mesa y empezĆ³ a caminar en su oficina. Iba de un lado al otro, preocupado, derrotado y humillado. ¿CĆ³mo Yenny teniendo tantos aƱos a su lado se atrevĆa a hacerle eso? No estaba bien, no en una mujer. ¡La odiaba, la odiaba mucho!
No podĆa regresar al trabajo, no iba a concentrarse, tenĆa una mezcla de sentimientos. QuerĆa matar al desgraciado que salĆa sonriente a su lado.
Ya no tenĆa poder de concentraciĆ³n. CogiĆ³ la chaqueta y abandonĆ³ la oficina de un portazo.
LlegĆ³ a casa echo una furia, pateaba cosas y golpeaba la pared, por suerte sus hijos estaban en el trabajo y Lucas fuera de paĆs.
Cuando llegĆ³ su esposa una hora despuĆ©s todavĆa en Ć©l reinaba el malhumor.
—¿CĆ³mo pudiste atreverte y hacerme algo asĆ? —preguntaba.
—Porque tĆŗ lo hiciste tambiĆ©n. ¿QuĆ© se siente, Marcos ChacĆ³n?
La mirada furiosa de Yenny se posĆ³ en el rostro de aquel hombre, cuya faz tenĆa mezcla de ira, dolor y decepciĆ³n.
—No te puedes comparar conmigo. Distamos mucho el uno del otro. A ti no te ha faltado nada como esposa. A nuestros hijos nada les faltĆ³. TĆŗ y yo teniamos una relaciĆ³n sĆ³lida.
—Nunca las conseguistes. ¡Eran tontas ideas de tu cabeza insegura!
—Hasta que te pesquĆ© con esa putita.
—Ella no significa nada delante de ti.
—Que lindo que no signifique nada para ti porque para mi Gustavo significa todo lo grato.
—AsĆ que Gustavo se llama ese hijo de puta. Lo voy a matar. Y tĆŗ, tĆŗ eres una puta sucia.
—No me digas asĆ que el primer traidor fuiste tĆŗ. ¡Desgraciado!
—Puta —Marcos ChacĆ³n se quitĆ³ la franela azul para quedar con su sensual torso desnudo—. ¿Dime? Que tiene ese Gustavo que no tenga yo? —decĆa dandose golpes de pecho—. ¿En quĆ© es mejor que yo? Debe ser un cretino.
—Es mejor que tĆŗ en muchos aspectos, Marcos ChacĆ³n.
—Eres una gran puta. Me das asco.
Yenny de ChacĆ³n captĆ³ la mirada rabiosa de su marido, nunca antes lo habĆa visto tan fuera de sus casillas. Ćl se acercĆ³ a ella con las manos abiertas y mirada asesina, Yenny temblorosa le advirtiĆ³ que se alejara pero el hombre no la escuchĆ³ y la tomĆ³ fuertemente del brazo comenzando a zarandearla.
—Me das asco, Yenny, gran perra, puta, traidora.
—¡SuĆ©ltame! AquĆ el traidor fuiste tĆŗ, yo te paguĆ© igual y me divierto, me gustĆ³ hacerlo.
—Eres una puta.
—¡QUE ME SUELTES!
ExtraƱamente Yenny solo esperaba que la lanzara al mueble y se abriera el pantalĆ³n para follarla pero no Marcos continuaba apretando sus brazos fuertemente haciĆ©ndole daƱo.
—¡ME ESTĆS HACIENDO DAĆO, CORNUDO! SUĆLTAME. GUSTAVO TE VA A JODER.
Pero Marcos ciego de la ira continuĆ³ apretando sus brazos, zarandeandola y diciendo insulto tras otro. Ella no tuvo mĆ”s opciĆ³n, teniendolo de piernas abiertas clavĆ³ un sĆ³lido rodillazo en la entrepierna del marido.
De forma devastadora el golpe habĆa sido efectivo, de inmediato Marcos aflojĆ³ el agarre y sus rodillas se doblaron, cayendo estrepitosamente frente a ella con un grito femenino.
Yenny se acariciĆ³ los brazos que estaban marcados. ContemplĆ³ el rostro de su esposo, la hermosa cara estaba arrugada por el dolor, y de su boca abierta salĆa saliva.
—Te lo tienes merecito por traidor. Y espero que nunca mĆ”s se te vuelva a parar en tu miserable vida.
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