ESCRITA POR: ZATN
CONTIENE: SEXO HETEROSEXUAL y BALLBUSTING F/M.
Fernando sacaba su tarjeta de crĆ©dito para cancelar la deliciosa cena que habĆan degustado en aquel fino restaurante, y con una amplia sonrisa invitaba a Ćrsula a continuar la velada.
La mujer de 55 aƱos estaba impresionada con lo caballeroso que era ese apuesto hombre, menor que ella, Y es que Fernando a sus 40 aƱos era un hombre con un fĆsico envidiable y para Ćrsula, era una tentaciĆ³n difĆcil de resistir.
Por su parte Fernando estaba teniendo la velada que esperaba para obtener un beneficio laboral, pues la dama con quien planeaba intimar esta noche, era su jefaā¦ y estaba pendiente un ascenso en la compaƱĆaā¦ se asegurarĆa de ser el escogido para subir a ese nuevo puesto.
Ambos ingresaban media hora despuĆ©s a una amplia habitaciĆ³n de hotel, Fernando notĆ³ en los Ćŗltimos minutos cierta inseguridad en la mirada de la mujer madura, Ćrsula se quedĆ³ sentada en el borde de la cama con la mirada clavada al suelo.
āQue tienes querida?ā.
Luego de unos segundos, la mujer le mira a los ojos y se levanta, tomando su bolso.
āNo puedoā¦ no puedo estar contigoā.
āPorque no mi amor?ā.
Ćrsula se sentĆa como una adolescente insegura: āNo puedo serle infiel a mi esposo, Ć©l no se lo mereceā.
Fernando sabĆa que Ćrsula era casada, pero eso no le importĆ³ al insinuĆ”rsele, y cuando ella respondiĆ³ a sus acercamientos, sabĆa que se le entregarĆa. Pero ahora al parecer la mujer tenĆa remordimientos con la inminente infidelidad conyugal y no desea seguir con la noche, ĀæNo llegarĆan al sexo?.
Los planes de Fernando de hacer suya a la jefa y asĆ obtener su ascenso, estaban cayendo a un precipicioā¦
ā¦Pero Fernando no se darĆa por vencido tan fĆ”cil, y tenĆa los atributos masculinos para convencer a la mujer.
āEspera mujer, no pretenderĆ”s dejarme asĆ...hemos llegado muy lejosā.
āPerdĆ³name Fernando, pero no puedoā.
El hombre comenzĆ³ a quitarse la camisa, demostrando sus fornidos y amplios pectorales.
Ćrsula no dio un paso mĆ”s y quedĆ³ boquiabierta al ver la musculatura de Fernando, sabĆa que era un hombre atlĆ©tico, pero no le habĆa visto sin ropa; El varĆ³n continuĆ³ desvistiĆ©ndose, sus pantalones desaparecieron rĆ”pidamente, y la jefa abriĆ³ los ojos ante el abultado calzoncillo del macho.
Era demasiado prominente lo que observaba, Fernando guardaba cosas sumamente grandes allĆ entre las piernas.
Le habĆan contado que Fernando era un hombre muy bien dotado, y anhelaba sentir esos dotes en su interiorā¦ Pero y su esposo?, el hecho de serle infiel?... los pensamientos de fidelidad a su marido comenzaban a debilitarse en la cabeza de Ćrsulaā¦ Y al mismo tiempo se fortalecĆa el interĆ©s fĆsico hacia Fernando, ese macho de 40 aƱos, musculoso, prepotente y viril.
El hombre no tardĆ³ en quitar su interior mostrando un pene semirerecto de mĆ”s de 18 centĆmetrosā¦ faltaba para que alcanzase sus 23 cm mĆ”ximosā¦pronto esos centĆmetros conocerĆan la vagina de Ćrsula; MĆ”s abajo, la mujer detallĆ³ las pelotas de su subalterno, dos testĆculos peludos del gran tamaƱo le colgaban entre las piernas.
āFerā¦ Fernandoā¦.eres muyā¦ muy huevĆ³nā.
āSabĆa que eso te gustarĆa cariƱoā.
El hombre bien dotado de testĆculos estaba muy consiente de cĆ³mo ese atractivo influĆa en sus parejas. Desde ya estaba ansioso de que Ćrsula le acariciara las bolasā¦ Siempre disfrutaba eso en una relaciĆ³n sexual, anhelaba que una mujer se los sobara y consintiera de mil formasā¦ su Exesposa llamada Marcela, siempre sitiĆ³ gusto por darle unas maravillosas jornadas de caricias gonadales.
La mujer retrocediĆ³ ante la cercanĆa del varĆ³n, quien tomĆ”ndola de los hombros la hizo sentar en la cama.
El pene semierecto apuntaba al rostro de la mujer, que apenada desviaba la vista.
āPorque no me atiendes un poco aquĆ abajoā.
Ćrsula desviĆ³ la cara, recibiendo un beso del glande de Fernando en su mejilla.
La mujer estaba demasiado tentada pero se resistĆa a la tentaciĆ³n.
āTu marido no tiene una como la mĆa verdad?ā.
āNo hables asĆ de Ć©l por favorā
āSĆ³lo digo la verdadā¦ vamos querida, chĆŗpamelaā.
āNo!, ni a mi marido se la he chupadoā.
āA no?, pero ahora tienes ante ti una verga de verdad, y la vas a chupar mi amor... te gustarĆ”!, estoy seguroā.
Fernando empujaba su verga contra la boca de Ćrsula, quien movĆa el rostro tratando de que no tocaran sus labios. āPor favor, no me obliguesā¦ā.
āJamĆ”s obligare a una mujer a hacer algo que no quiereā.
El pene ahora mĆ”s grande y venoso de Fernando buscaba sin cesar los labios de la jefa, hasta que los alcanzaron, la mujer se negĆ³ a abrirlos, pero los suaves empujes del glande, la volvieron dĆ©bil, lentamente abriĆ³ los labios y plantĆ³ un suave beso en la roja punta del pene.
La sonrisa de Fernando se hizo mayor cuando Ćrsula se rindiĆ³, y comenzĆ³ a besar el glande por todos lados, sus labios quedaron humectados con una gota de lĆquido preseminal que emergiĆ³ de la uretra masculina.
Ćrsula se lamiĆ³ los labios, degustando el salado fluido viril, entonces ya excitada, planto un fuerte beso al glande y lo succionĆ³.
āAsĆ cariƱo!ā¦asĆ haces feliz a un hombreā¦ahora chĆŗpalo mĆ”sā¦hazlo como si fuera un caramelo, intĆ©ntaloā.
Se abriĆ³ la boca de la mujer, y el glande entro en contacto con su lengua, degustĆ”ndolo y saboreĆ”ndolo.
La madura mujer pronto le tomĆ³ gusto a la prĆ”ctica oral, usaba con habilidad la lengua, se dejaba llevar por la pasiĆ³n y querĆa disfrutar de un dotado y venoso miembro viril que nunca tuvo en su vida sexual.
Fernando jadeaba de felicidad ante los ricos estĆmulos a su glande, y luego a su tronco peneano.
āAhora chĆŗpame las bolasā¦ā. HabĆa llegado la hora de que sus pelotas recibieran una justa caricia.
Ćrsula obedeciĆ³ sin protestar, de inmediato los lengĆ¼etazos refrescaban con saliva las colgantes gĆ³nadas del empleado.
āOh Fernando las tienes muy grandesā¦y que peludas estĆ”nā.
āTe fascinan verdad?ā.
āLas adoro!, eres un toroā¦un toro bien huevĆ³n!ā.
āY asĆ como las tengo grandes, las tengo repletasā¦te voy a llenar toda de leche, Ćrsulaā.
āEso me asusta un poco cariƱoā¦ y admito que tambiĆ©n temo cuando llegue el momento en que me metas este garroteā.
Con las manos acaricio el miembro viril, restregando el lĆquido lubricante en toda su extensiĆ³n.
āNo te preocupesā¦tendrĆ© cuidado al principio para que solo goces queridaā¦luego si tu quieres, te parto en dos!ā.
āSi!ā¦quiero que me partas en dos esta nocheā¦ā.
La situaciĆ³n estaba ya lista para la penetrada, y Fernando alejĆ³ de sus excitadĆsimos genitales a la golosa mujerā¦ ColocĆ³ a Ćrsula acostada en la cama y se dispuso a metĆ©rsela.
āAhhh!ā, ExclamĆ³ Ćrsula cuando el grueso pene la penetraba, la carne masculina se deslizaba con dificultad dentro de una vagina que nunca habĆa tenido algo tan grande adentro.
āResĆstela cariƱoā. DecĆa Fernando mientras se acostaba sobre ella.
āDame con todo!ā. ExigiĆ³ la caliente Ćrsula, y Fernando obedeciĆ³.
āAAAHHHHHH!!!!ā, GritĆ³ Ćrsula jadeante cuando Fernando fue rudo y se la clavĆ³ hasta los huevos.
Entonces comenzĆ³ el movimiento de cadera, Fernando le darĆa una buena probada de sus genitales a la jefa, la querĆa impresionar para lograr tenerla 100% en sus manos.
La mujer gemĆa y gritaba ante cada embestida del toro sobre ella, Fernando no cesaba en besar los senos de la mujer, asĆ como el cuello, mordidas iban por todos lados, mientras Ćrsula enterraba sus uƱas en la musculosa espalda del varĆ³n. Los aruƱos fascinaban a Fernando quien reaccionaba contrayendo sus duras nalgas, y aplicando mĆ”s potencia a la penetrada.
El pene del macho no paraba de entrar y salir del excesivamente hĆŗmedo coƱo de la madura mujer.
Y llegĆ³ el momento del orgasmo de ambos!, la mujer sintiĆ³ el placer justo un segundo antes de estallar Fernando en leche pura, los intensos chorros de esperma hirviente aumentaban mĆ”s la sensaciĆ³n de placer de la orgĆ”smica jefa.
Por fin se detuvieron los chorros, y Fernando saco su miembro; Enseguida se hizo a un lado en la camaā¦estaba gustoso y ella pletĆ³rica.
Unos cortos minutos pasaron, y ahora mĆ”s repuesta, Ćrsula le agradeciĆ³ a Fernando.
Ćrsula veĆa el pene de Fernando de nuevo en pie de lucha, el hombre la acomodĆ³ boca abajo, le separaba las piernas, y la mujer sintiĆ³ como era pinchada por la retaguardiaā¦ su coƱo se dilatĆ³ de nuevo con el engrosado miembro del varĆ³n.
Los embates de Fernando ahora con mƔs intensidad, la pusieron a jadear como perra en celo, se aferraba a la almohada disfrutando el ser cogida de una forma bestial.
Tras un buen rato, de nuevo era inundada de espeso espermaā¦
Pero la noche aun no acababa y el caliente varĆ³n la montĆ³ una vez mĆ”s, el pene invadĆa de nuevo el coƱo de Ćrsula, quien flexionaba la espalda de un nuevo orgasmoā¦ El semental sobre ella continuaba dando toda su potencia a pesar del paso de los minutos, casi enloqueciendo a su jefa del gusto.
āOh Fernando me vas a volver locaā¦para por favor!ā.
āEn verdad quieres que pare?ā.
La exhausta mujer ni lo pensĆ³, de inmediato contestĆ³:
āClaro que no!ā¦dame todo tu ser, papacito!!!ā.
Y por tercera vez Fernando liberaba el contenido de sus grandes pelotas en el coƱo de la dama. Ćrsula ya no tenĆa palabras para describir lo maravillosa que se sentĆa.
El semen continuaba entrando en la vagina de la mujer, que gemĆa al sentir como era llenada.
Ćrsula jadeĆ³ por Ćŗltima vez, abrazĆ”ndose a Fernando mientras le decĆa:
āFernando, no te dejarĆ© ir de mi ladoā¦.quĆ©date siempre conmigoā.
Y asĆ terminĆ³ la jornada sexual, Ćrsula exhausta de hacer el amor, y un agitado Fernando sonrienteā¦la jefa ha caĆdo en sus redes como esperaba, de ahora en adelante serĆ”n amantesā¦ Es seguro ya que Ć©l ganarĆ” el ascenso.
Ahora sĆ³lo habĆa un problemaā¦ocultar la relaciĆ³n a Marcela su Exesposa, pues de enterarse no le irĆa nada bien.
Marcela le habĆa dejado claro que no se metiera con la jefaā¦ ahora mientras fumaba un cigarrillo, la mente del agotado Fernando rememoraba aquella situaciĆ³nā¦
SĆ³lo hace 3 meses, Fernando habĆa ingresado a trabajar en una Aseguradora en donde Ćrsula era la gerente, no fue sorpresivo para el encontrarse a Marcela, su exesposa. Quien llevaba ya un aƱo empleada en el mismo sitio; PensĆ³ que las cosas serĆan profesionales entre los dos, o por lo menos el tiempo habrĆa hecho su trabajo de hacer olvidar las penas, y podrĆan terminar siendo por lo menos amigosā¦Pero su divorcio con Marcela habĆa sido conflictivo y desde hacĆa dos aƱos que no se veĆan las cosas no habĆan mejorado.
Fernando le habĆa sido infiel a su esposa, y Ć©sta de inmediato le pidiĆ³ el divorcio. El nuevo ambiente laboral fue tenso desde el principio, y a pesar de los intentos del hombre por limar asperezas, el enfado de su Ex hacia Ć©l no habĆa disminuido con el tiempo. Es mĆ”s, el volver a verlo le abriĆ³ viejas heridas, y a todo momento ella le lanzaba indirectas por su tendencia a la infidelidad.
Ćrsula la jefa de ambos, en mĆ”s de una ocasiĆ³n debiĆ³ llamarles la atenciĆ³n sobre mantener sus asuntos personales fuera de la oficina, pero al final pareciĆ³ emerger una soluciĆ³n.
Uno de los dos debĆa irse de la Aseguradora, desde la primera discusiĆ³n en la oficina, Marcela le habĆa dicho a su Ex, que debĆa buscar otro empleo, pues algĆŗn dĆa terminarĆan matĆ”ndose en la oficina... (Aunque no literalmente), pero Fernando no estaba para perder un buen empleo como ese, y con un gran futuro por delante. En fin, se dio la posibilidad de un ascenso, y como los Exesposos tenĆan el mismo rango en la empresa, aplicaba para los dos.
Marcela propuso un acuerdo, ambos lucharĆan por el ascenso, y quien lo obtuviese tendrĆa mĆ”s futuro en la compaƱĆa, por otro lado, al derrotado no le gustarĆa ser el subalterno de su Expareja, asĆ que para evitarse incomodidades el perdedor debĆa renunciar.
Era muy injusto con el perdedor, pero era la soluciĆ³n!, ya no serĆa una renuncia para alejarse de su Expareja, sino que serĆa el producto de un acuerdo, era el castigo por fallar en obtener el ascenso. Fernando no querĆa dejar a su Exmujer sin trabajo, pero ella fue la de la idea, y por Ć©l estaba bien.
No se sentirĆa mal por dejar a Marcela desempleada, era una excelente profesional y era seguro que encontrarĆa empleo rĆ”pido, pero al igual de lo que pensaba Fernando, su prĆ³ximo trabajo no serĆa tan bueno, y es que el de la Aseguradora era un trabajo de primer nivel.
AsĆ que aceptĆ³ la oferta de Marcela. El ganador subirĆa su nivel de vida, y el perdedor se buscarĆa otro trabajo.
Para obtener el ascenso ambos saben que deben ganar el favor de la gerente Ćrsula, y lo lograrĆ”n aumentando la productividadā¦ AsĆ que se podĆa ver a los Exesposos trabajando horas extras en la oficina.
Fernando sabĆa que estaba en desventaja con su exmujer, ella llevaba mĆ”s tiempo en la compaƱĆa, y eso pesaba, pero no se darĆa por vencido, demostrarĆa que podĆa reportar mĆ”s ventas en la empresa que su Ex, y al final eso pesaba mĆ”s, despuĆ©s de todo estamos en una era de Capitalismo salvaje.
Pero pronto Fernando notĆ³ una desventaja en si mismoā¦ era hombre!, y un hombre con un gran apetito sexualā¦El usar su tiempo libre trabajando de mĆ”s, afectaba su vida Ćntima. Ćl, un hombre acostumbrado a intimar con mujeres a diario, un varĆ³n con varias amantes a las que con una llamada estaban dispuesta a recibirle en su cama, veĆa este excesivo trabajo como una tortura.
Sus grandes pelotas le tentaban demasiado a tener sexo, y su pene rebelde no deja de erectarse cada dĆa, debĆa tener su raciĆ³n de sexo con alguna amante. No soportĆ³ mĆ”s de cinco dĆas con esas extensas jornadas de horas extras, le urgĆa tener sexoā¦ y pronto!...Y asĆ lo hizo!.
A continuaciĆ³n las renovadas relaciones Ćntimas con sus amantes, le dejaron menos tiempo para horas extrasā¦AsĆ que su rendimiento extra horario fue mĆ”s bajo comparado con el de Marcela.
Su Exmujer no tenĆa pareja en el momento, y aĆŗn si la tuviera, nunca fue una mujer de gran apetito sexual, para ella uno o dos encuentros en la semana no estaban mal, y si debĆa hacer sacrificios por su trabajo, los harĆa.
Fernando perderĆ” el ascenso contra Marcela, su hĆper sexualidad es su enemiga en estos momentosā¦ Pero uno de esos dĆas vio pasar a Ćrsula rumbo al sanitario, la mujer iba urgida de hacer pipĆ, algo que se notaba al ver sus piernas algo entrecruzadasā¦ el imaginar cĆ³mo serĆa ver orinar a su jefa, le dio una gran ideaā¦
ā¦su apetito sexual lo tiene en problemas, pero ese mismo apetito lo puede ayudar a ganar.
Ese dĆa decidiĆ³ seducir a Ćrsula, estaba seguro de hacerla caer en tentaciĆ³n y acostarse con Ć©l, en mĆ”s de una ocasiĆ³n la sorprendiĆ³ viĆ©ndole la entrepierna, de seguro se impresionaba con el bulto en los pantalones de su nuevo empleado; No serĆa difĆcil el seducirla, y si le daba una buena revolcada en la cama, ella le corresponderĆa dĆ”ndole el ascenso.
No era jugarle limpio a Marcela, pero querĆa ganarā¦ usarĆa sus grandes genitales con su madura jefa, con el pene la harĆa gritar un buen rato, y la convencerĆan de todo lo que Ć©l quisiese!
Pero uno de esos dĆas cuando si se quedĆ³ a trabajar extra, se encontrĆ³ a Marcela esperĆ”ndole fuera del baƱo de hombres, al parecer su Ex querĆa hablar algo con Ć©l.
Fernando le dijo que no tenĆa mucho tiempo para charlar, pues hoy no trabajarĆa hasta muy tarde; La verdad tenĆa planeado salir con Ćrsula, ya habĆa logrado que la madura jefa le aceptase el ir a comer, y si bien aĆŗn era pronto para intimar con ella, no veĆa lejana la fecha cuando la gerente le aceptase llegar mĆ”s lejos.
Repentinamente Marcela se le acercĆ³ a centĆmetros, por un instante Fernando creyĆ³ que lo querĆa besar, pero ella buscaba otra cosaā¦ Sin darse cuenta la mujer le agarrĆ³ los testĆculos! La mano derecha de su Ex se aferrĆ³ perfectamente a los grandes huevos de su Exmarido, conocĆa bien el tamaƱo de esas gĆ³nadas, y sus uƱas arrugaron el pantalĆ³n del hombre.
āQueā¦ Āæque haces Marcela?, suĆ©ltameā¦ā.
La mujer tenĆa un firme agarre a sus bolas, pero no apretaba.
āCĆ”llate Fernando!, y escucha bienā¦ā.
āSuā¦suĆ©ltamelos Marcela, queā¦que quieres?ā.
La mujer aplicĆ³ un poco de presiĆ³n sin excederse, al tiempo que levantaba la mano captora, haciendo que su Exesposo se colocara de puntillas buscando evitar el dolor.
āVeo que sigues teniĆ©ndolos tan grandes y pesados como siempreā¦ā
āLibĆ©rame Marcelaā¦ā. ExpresĆ³ en tono lastimero el hombre, quien sabĆa que su Exmujer lo tenĆa a su completa merced.
āQue te calles demonios!ā¦o quieres que te los apriete?ā. VolviĆ³ a aplicar una leve presiĆ³n.
āOk, ok, cĆ”lmateā.
āNo soy estĆŗpida, y ya te he visto andar detrĆ”s de Ćrsula, mĆ”s te vale no buscar nada con ella!ā.
āPero, yo noā¦ā.
āCĆ”llate!, no me quieras hacer trampa!, mantĆ©n tu PipĆ alejado de ellaā¦Ćrsula es una mujer manipulable, y a mĆ no me vas a hacer esa jugarreta!, no harĆ”s que ella te dĆ© el ascenso en la camaā.
āMarcelitaā¦yo nuncaā¦ ā.
āA mĆ no me engaƱas!, tu eres bien perro, y estos dosā¦ā. La mujer una vez mĆ”s aumentĆ³ un poco la presiĆ³n sobre sus pelotas, haciendo soltar un leve quejido a Fernando.
āā¦Y estos dos te vuelven mĆ”s perro!ā¦ estos dos te dicen que metas el PipĆ en todos lados. AsĆ que estĆ”s advertido, si me entero que te acostaste con Ćrsula para tener el ascenso, estos dos lo van a pagar bien caro!ā.
La mujer una vez mĆ”s apretĆ³ levemente las bolas de su Ex. āAAAyyyyy, Por favorā¦suelta, sueltaā.
Marcela soltĆ³ a su Exmarido, alejĆ”ndose de Ć©l unos pasos, mientras Fernando se doblaba un poco y acunaba sus huevas.
āQue te pasa Marcela, has perdido la razĆ³n?ā.
āTe lo vuelvo a advertir Fernando, mantĆ©n el PipĆ en los calzoncillos y todo estarĆ” bien, porque si tu PipĆ te da el ascenso, esos dos que te cuelganā¦ pagarĆ”n el precio!... Y bien sabes Fernando lo que te va a dolerā¦Y a ti mĆ”s que a otros hombres!, asĆ que te recuerdo el dicho, Soldado avisadoā¦no muere en guerraā.
Fernando conocĆa perfectamente a que se referĆa su Exmujerā¦con el tamaƱo de sus huevas, el sentirĆa mĆ”s dolor que la mayorĆa de los varones; Y paradĆ³jicamente el mismo Fernando le habĆa contado de su mayor sensibilidad al dolor...
ā¦Durante su Ć©poca de novios, y mientras Marcela le daba una buena caricia a sus bolas, la mujer se preguntĆ³ si ese gran tamaƱo de huevos le hacĆan mĆ”s delicado a la hora de recibir algĆŗn traumaā¦ Fernando le confirmarĆa que eso era correctoā¦ Algo que despuĆ©s pagarĆa caro, pues serĆa la misma Marcela quien le golpearĆa en tales Ć”reas dĆ©biles, sabiendo bien el extremo dolor que le causarĆaā¦Por supuesto todo para vengarse por traicionarla con otra.
Marcela se retiraba cuando Fernando le replicĆ³.
āHas cambiado Marcela, ahora eres mĆ”s agresiva, la que conocĆ no era capaz de amenazarme asĆā.
āPues asĆ soy desde que me rompieron el corazĆ³n!, Ya no soy la Marcela sentimental, esa que se dejaba engaƱar, No seƱor!ā¦esa tonta ya no volverĆ”ā¦ā.
Tras la marcha de su Ex, Fernando se sintiĆ³ culpable por el cambio de actitud en su anterior esposaā¦ Y todo iniciĆ³ aquella tarde cuando Marcela llegĆ³ inesperadamente temprano del trabajo, y sorprendĆa a Fernando en su cama sobre una amante, dĆ”ndole bien duro.
āFernando!!!!!ā. El hombre viĆ©ndose sorprendido sacĆ³ repentinamente su enorme pene del coƱo de la amante, salpicando con el brusco movimiento toda la cama con parte del contenido de la vagina femeninaā¦. Que no era mĆ”s que una mezcla de abundantes fluidos vaginales y semen de previas y copiosas eyaculadas del macho.
El rostro de Marcela evidenciaba ira, pero a la vez decepciĆ³n, nunca sospechĆ³ la infidelidad de su esposo, y sĆ³lo una fortuita llegada la enteraba de todo.
āFuera de mi casa, puta!!!ā. Le gritĆ³ a la mujer sobre su cama, quien con la sabana cubrĆa su desnudez.
āMarcela, puedo explicĆ”rteloā¦ā. Intentaba decir el desnudo Fernando ante una situaciĆ³n que no tenĆa justificaciĆ³nā¦ El pene del macho, ahora de pie, seguĆa goteando esa mezcla mujer/hombre, manchando a continuaciĆ³n la alfombra.
Marcela aguantĆ³ las lĆ”grimas y dejĆ³ el cuarto rumbo a la cocinaā¦ mientras balbuceaba: āā¦Miserable traidorā¦ā.
Fernando corrĆa a ponerse los calzoncillos, mientras animaba a la intrusa mujer a vestirse rĆ”pido y abandonar la casa; La amante muda de la pena, salĆa del hogar en menos de 2 minutos, apenas a medio vestir.
El infiel esposo arrepentido, ingresaba a la cocina viendo a su mujer sentada, cabizbaja sollozando.
Parado justo ante ella, y aĆŗn en ropa interior, el marido no sabĆa que decirle.
āPerdĆ³n Marcelaā¦ā. Pudo por fin articular Fernando, quien tratando de calmar a su sollozante esposa le tocĆ³ la cabezaā¦a lo que Marcela respondiĆ³ con un manotazo alejando el brazo del hombre.
āDĆ©jame!, no me toques!!!!ā.
āCariƱoā¦hablemosā¦ā.
La mirada de odio en los ojos de Marcela lo hicieron sentir muy mal, pero el hombre volviĆ³ a intentar llegar a ella, querĆa consolarla, y que le perdonase.
āMarcelitaā¦hablemos mi amorā. Marcela no querĆa hablar, y su mirada estaba fija en la ropa interior de Fernando, especĆficamente en el gran bulto que siempre formaban sus dotadas glĆ”ndulas sexuales.
āHabla con esto!!!ā. Marcela hundiĆ³ su puƱo derecho en los grandes testĆculos de su esposo. Las grandes esferas viriles se deformaron al impacto de los huesudos nudillos de la mujer.
āAAAAAHHHHHHHHH!!!!ā. GritĆ³ Fernando al techoā¦
ā¦Retrocediendo y cayendo al piso de inmediato. El dolor en sus pelotas a medio vaciar, le debilitĆ³ al mĆ”ximoā¦ Mientras una electricidad le recorrĆa el cuerpo, cada mĆŗsculo de su fuerte cuerpo se tensĆ³ā¦ Y las manos agarraban sus bolas, en el mĆ”s puro reflejo de protecciĆ³n.
Su esposa se levantĆ³ y pasĆ³ sobre Ć©l para salir de la cocina... irĆa por una maleta, empacarĆa algo de ropa y le esperaba como destino la casa de su madre.
āUuggggg!ā. ExclamĆ³ del dolor Fernando, lo que alcanzĆ³ a escuchar su esposa, quien al voltear expresĆ³.
āJĆ³dete!, me alegro que te duelan mucho los huevones!ā. Marcela habĆa golpeado sus partes nobles con la obvia intenciĆ³n de desquite, querĆa hacer sufrir a su infiel esposo, y estaba bien enterada de lo demasiado doloroso que serĆa para su marido un ataque en sus voluminosas gĆ³nadas.
Incluso despuĆ©s de terminar la maleta, la mujer se asomĆ³ en la cocina antes de marcharse, mostrĆ³ una sonrisa al percatarse que Fernando seguĆa en el suelo sobĆ”ndose las bolas. SĆ³lo hasta el dĆa siguiente el marido se sobrepondrĆa del todo de aquel horrible dolor testicular.
Ese golpe bajo, fue el primer acto de agresiĆ³n que le conociĆ³ a la que siempre habĆa sido una amorosa Marcelaā¦Pero ahora tras el divorcio, era una mujer con gran rencor, y en gran proporciĆ³n dirigido contra Ć©l.
Sin desearlo, Fernando habĆa convertido a su Exmujer en una persona malgeniada y desconfiada.
Justo con su cigarrillo, terminaba el incĆ³modo recuerdo, y Fernando volvĆa al momento actual.
El sĆ³lo rememorar el dolor que sufriĆ³ en las bolas de parte de su āAmorosaā esposa, le hizo arrugar el rostroā¦ Pero imaginar lo que podrĆa ser una nueva agresiĆ³n testicular, de una ahora āMuy agresivaā Marcela, le hizo erizar la piel.
Fernando de inmediato decide que es vital para su entrepierna, recordarle a Ćrsula el mantener en secreto lo sucedido.
āQuerida Ćrsula debemos mantener este acercamiento que tuvimos en secreto, mira que Marcela fue mi Ex, y si supiera que intimĆ© contigo, seguro serĆa mĆ”s incĆ³moda la relaciĆ³n laboral con ellaā.
āNo te preocupes, el silencio me interesa demasiado, sabes que soy casadaā¦ Ā”Oh pero que hice!, como pude traicionar a Gerardo!ā.
De ambas partes el secreto era mĆ”s que bien recibido, pero Fernando querĆa continuar la intimidad con Ćrsula, pues una vez obtenido el ascenso, esperaba sacar mĆ”s beneficios laborales de su jefa, AsĆ que nada de arrepentimientos de la mujer por serle infiel a su esposo.
El varĆ³n besĆ³ a la jefa en los labios, mientras tomĆ”ndole de una mano, la obligaba a tocarle el pene y los testĆculos.
āSiĆ©ntelos mi amor, cada vez que tu quieras estos te cumplirĆ”n en la camaā¦ sĆ³lo siĆ©ntelos queridaā.
Recalcaba que con la palma abierta acariciara sus grandes y peludas bolas.
āOh que grandes Fernando!, que hombre eres!...quiero estar contigo, quiero que se repita este encuentro mil vecesā¦ā.
Ćrsula estaba completamente bajo su control.
ContinuarĆ”ā¦
Gracias
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