-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Marcos Chacón estaba mirándose en el espejo mientras se vestía estaba seguro de lo que iba a hacer y decir. Sus dedos calzaban el pantalón entretanto recapacitaba que su matrimonio finalmente se había terminado. Ya estaba claro que su esposa tenía una relación con aquel estúpido profesor y que ella se había molestado con él por haberlo golpeado
—Como un idiota actuaste, Marcos —le había dicho cuando se enteró de la pelea—. ¿No entiendes que ya no te amo? Porque tú te lo buscaste.
¡Odio! Odio era lo que sentía de haber perdido a su esposa, ¡por una idiotez! Todavía la amaba. Se colocó la primera franela que consiguió de tono rojo y salió de la habitación de huéspedes donde dormía desde hace semanas.
En la sala estaban sus tres hijos sentados, Simón, el mayor del matrimonio, Pablo y Jenny la única hembra hija de Marcos. A los tres le dio un beso y ocupó un asiento.
—Esperemos que llegue su madre —habló el señor Chacón.
Mientras la señora llegaba Marcos consultó a Simón sobre los nietos, Vicente ya elegia sus ropas para vestirse y los gemelos sabian contar hasta el numero 8, a Pablo le preguntó por su matrimonio y a Jenny por su trabajo, la muchacha no hablaba de tener novio solo esperaba que siendo tan hermosa no resultara una solterona, aunque a veces veía actitudes sospechosas entre ella y su primo sólo que esperaba que sus dudas no fueran ciertas.
—Llegó mamá.
La señora Yenny bajaba las escaleras, tenía la cara seria por lo que se afirmaban las dudas de los hijos, algo en el matrimonio no andaba bien. Ella dio un beso a cada uno y se sentó al lado de Jenny.
—¿Qué es todo esto? —rompió el silencio Simón—. Desde hace un tiempo estamos observando que ustedes no se dirigen la palabra, Jenny nos cuenta que no están están durmiendo juntos y que hasta papá se prepara su desayuno. Ya queremos una explicación.
—La verdad —se adelantó el señor Marcos moviendo las manos—, si, hijos, el matrimonio parece estar irremediablemente roto y su madre y yo vamos a tramitar el divorcio.
Jenny contuvo el aliento y su hermano Pablo preguntó, aunque con la voz quebrada.
—¿Por qué? Nosotros no queremos eso. Siempre fueron un ejemplo de unión. ¿A esta edad un divorcio?
—¿QUÉ DICES, MARCOS? —rugió la señora Jenny sin importarle que su marido empezara a llorar, era un falso. De buena manera le hubiese arrojado un jarrón sobre sus bolas. Siempre sentándose de piernas abiertas como macho alfa—. FUISTE TÚ QUIEN SE COMPORTÓ ENGAÑANDOME CON UNA MUCHACHA QUE PUEDE SER TU HIJA. HA DE TENER LA EDAD DE JENNY O PABLO.
—¿Pero qué dices? —se limpiaba las lágrimas Marcos—. Yo nunca te he sido infiel, no tengo tiempo, mis hijos saben que del trabajo vengo para la casa.
Pablo afirmó con la cabeza y su hermana habló:
—Mamá, muchas veces he acompañado a papá de sol a sol.
—Ustedes se callan que no tienen por qué hablar.
—Por el contrario, Yenny, son nuestros hijos y merecen saberlo todo. Yo, muchachos, lo intenté todo con su madre, quise recuperar el matrimonio y ella se puso renuente perdió la cabeza con un profesor que trabaja con ella.
—Si lo hago es por tu culpa. Te pago con la misma moneda, idiota —hubiera querido gritar la señora Yenny pero se contuvo.
—¿Qué profesor es, mamá? —quiso saber Pablo.
—No es nadie, son inventos de tu padre —mintió la señora actuando como su marido—. Son inventos de su padre para justificarse. Él me engaño con esa joven que tú conoces Pablo.
—Es mentira. Hijos, tengo pruebas del engaño de su madre.
—¿Pruebas?
—¿DE QUÉ PRUEBAS HABLAS, MARCOS?
—De las fotos que me mandaste muy orgullosa con tu amante —Marcos Chacón sacó su celular del bolsillo y lo manipuló. Jamás las mostraría pero quería dar la estocada a Yenny—. Aquí están, ¿recuerdas esas sucias fotos que me mandaste por whatsapp?
—Quiero verlas —ordenó Simón, sus otros hermanos no se atrevieron.
—¡NO TE ATREVAS, MARCOS! —gritó la señora Yenny perdiendo la compostura agarró un adorno de vidrio sobre la mesa y lo arrojó a la entrepierna de su marido.
Marcos Chacón dejó escapar un grito de dolor cuando pesado objeto impactó contra sus bolas, pensó que sus bolas explotarían por la presión y se retorció en el mueble soltando su celular que fue inmediatamente agarrado por Simón que posó la mirada en la imagen.
Pablo abrió los ojos mirando a su padre y su hermana se llevó las manos a la boca. Enseguida ambos se acercaron a él para atenderlo.
—¡NO, SIMÓN, NO VEAS ESO! —la señora Yenny logró arrebatar el móvil de su hijo mayor sin embargo ya era tarde.
Simón se dejó caer en el mueble con cara de conmoción.
—¿Que viste, Simón? —quiso saber Pablo.
—¡NO, SIMÓN!
—A mamá con otro tipo en una cama.
…
En la casa de los Chacón se armó un escándalo finalmente Marcos había logrado salirse con la suya y resultar ante sus hijos como una víctima manchando la reputación de su esposa que actuaba en venganza.
Los tres hijos de la pareja estaba consternados y sin saber qué hacer o como actuar. Intentando calmar los ánimos y hablando por separados escucharon a sus padres aunque no existían pruebas que culparan a Marcos pero sí las que dejaban en duda las de la señora Yenny.
Aquella noche mientras Marcos Chacón dormía apaciblemente en su cama en la habitación de huéspedes la llave de la cerradura silenciosamente abrió el seguro, la señora Yenny había ingresado ahí para su venganza, tenía una mirada asesina en el rostro y acabaría con Marcos por la humillación cometida.
Tomó un brazo de su marido que no se había dado cuenta que lo estaban invadiendo y después amarró el otro brazo a la cabecera de la cama.
El pecho musculoso de Marcos subía y bajaba tranquilamente.
La señora Yenny tenía en una mano un pañuelo arrugado, seguidamente con la otra mano lanzó un puñetazo en las desprotegidas bolas de su todavía marido. Marcos quiso doblarse y soltar un aullido de dolor, pero en su boca ingresó el pañuelo amordazándolo y sus manos no pudieron sostener sus grandes huevos de gallina.
—Pagarás caro por lo que me hiciste hoy, infeliz —rugió Yenny— eso no se hace y menos ante los hijos, canalla.
Estaba claro que Marcos iba a ser fulminado.
La señora Yenny dibujó patrones aleatorios por los pectorales de su fuerte marido rozando ocasionalmente sus pezones. Provocando gemidos en Marcos. Al final se aburrió y quiso escuchar más de esos deliciosos gemidos, agarró los pezones y movió sus dedos índice alrededor. Marcos se retorcía de placer y humillación. No se sabía que quería pretender pero la señora Yenny se inclinó y lamió sensualmente un pezón. Marcos arqueó la espalda, necesitando más de esa lengua. Todavía amaba a su esposa. Gimió mientras maldecía mentalmente su débil mente al sentir que su pene se endurecía.
La señora Yenny se quedó mirando a Marcos estaba acostada encima de él, él tuvo miedo de su mirada era una mezcla de locura y perversidad.
La rodilla de la mujer chocó con las gónadas, haciéndolas crujir contra su pelvis, lo que provocó un sonido doloroso de Marcos. Yenny repitió la acción, esta vez con más fuerza. Marcos sintió que sus testículos trepaban en su escroto y le provocó náuseas.
En señal de clemencia gimió.
Yenny no le dio atención, simplemente movió sus manos sobre el esculpido torso de Marcos, encontrando sus pezones antes de apretarlos con dureza. Marcos cerró los ojos y jadeó.
—¿Sabes qué, Marcos? Mereces quedarte sin huevos por lo que me hiciste hoy. Te voy a moler las pelotas.
Se arrodilló en la cama frente al bulto de Marcos. Una y otra vez el puño se estrelló contra su entrepierna, Marcos quiso gritar de dolor tenía lágrimas saliéndole de los ojos.
—Por favor... ugh.. para —hubiera querido pedir a través de la mordaza.
Yenny le golpeó ligeramente los genitales pero aquel golpe le dolió. Marcos gimió. Yenny no perdió el tiempo en meter los dedos dentro del pantalón de dormir, entre la ropa interior agarrando los huevos del marido.
—Hoy te los voy a cortar —le susurró al oído—. Seré buena y te daré el último orgasmo de tu vida. Súplica como el hombre que eres.
Marcos trató de contener sus gemidos,
Las caricias de su esposa en el área genital comenzó a hacer efecto en su polla. Yenny le bajó la pantaloneta dispuesta a liberar al miembro. La mujer sonrió dejando que su dedo recorriera la erección antes de agarrarlo de las bolas, aplastándolas en su mano.
Marcos hizo un sonido de dolor, con los ojos cruzados.
La mujer retiró su mano de la entrepierna y se inclinó comenzando a chupar las bolas del marido, usando su lengua para empujarlas entre sus dientes y morder. Marcos hizo como si fuera a gritar. Las piernas le temblaban. Estaba a punto de desmayarse del dolor. La sensación era como si sus bolas se tensaran dolorosamente. Sabía que su orgasmo estaba cerca y también su esposa lo sabía, ya que se apoderó de la base de su pene y lo apretó. Apretó sus pelotas una última vez como quien aprieta un tubo de pasta dental.
Marcos gruñó y su pene entró en erupción de lava blanca. Gruesos chorros de semen salieron disparados de la enorme polla aterrizando en su abdomen, piernas y sabanas mientras sus bolas seguían siendo maltratadas.
Cuando cesó de apretar las gónadas dejó a Marcos descansar. Este se cubrió los genitales con sus piernas y se revolcó en su semen.
—Llegó la hora —anunció la mujer.
Marcos quiso gritar desesperado y asustado, Yenny tenía entre sus manos una inmensa y filosa tijera.
Marcos hizo mucho ruido y su esposa ganó terreno apartándole los muslos de su objetivo.
Marcos estaba desesperado.
El frío contacto de la tijera le pellizcó sobre su piel.
Las hojas se abrieron sobre su escroto.
Marcos estaba perdido… la mujer que amaba se vengaría cortandole los huevos.
Un golpe en la puerta quizás fue su salvación.
—¿Papá, estás bien? —era la voz de Pablo que aquella noche había preferido dormir en casa.
La señora Yenny y Marcos se miraron a los ojos. Ella siguio cerrando la tijera...
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