El documento secreto (4/6): atrapados - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

13 may 2018

El documento secreto (4/6): atrapados

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Paolo estaba con la vista fija en el trĆ”fico desde la ventana, sus brazos se mostraban cruzados delante de su pecho, no vestĆ­a camisa, solo tenĆ­a  un par de calzoncillos.


   Su miraba vagaba de un vehĆ­culo a otro que transitaba por la avenida.


   Se apretĆ³ el labio inferior. DirigiĆ³ una mirada de reojo a Armando que estaba tumbado en una butaca leyendo un libro. Con el paso de los dĆ­as se habĆ­an vuelto amantes y Rafael no se habĆ­a vuelto a aparecer en el edificio.


   «Si pudiera escapar» pensaba resignando al ladear la cabeza contra la pared.


   Armando cerrĆ³ el libro y abandonĆ³ el asiento, su cuerpo blanco estaba desnudo aunque la ropa interior ocultaba su erecta entrepierna.


   —¿En quĆ© piensas? —se acercĆ³ a Paolo tomĆ”ndolo desde la espalda y pasando sus brazos por encima de su hombro.


   —En que si pudiera recordar nuestra relacion quizĆ”s fueramos mĆ”s felices —declarĆ³ Paolo.


   —¿A caso asĆ­ no eres feliz? —interrogĆ³ Armando dĆ”ndole algunos besitos en el cuello.


   —Majo, por supuesto que asĆ­ soy feliz joder —corroborĆ³ Paolo dĆ”ndose la vuelta y regalando un beso pasional a los labios de Armando que fue conducido contra la pared y seducido por los labios de Paolo.

   Ambos tenĆ­an los ojos cerrados mientras se proporcionaban besos y caricias.


   Convertirse en el amante de Armando fue la Ćŗnica soluciĆ³n que encontrĆ³ Paolo para poder ser liberado de la habitaciĆ³n donde lo tenĆ­an. Durante los primeros dĆ­as tuvo que soportar la vigilancia y recelo del calvo pero supo actuar con soberana magistralidad su papel de amnesia.


   En ocasiones Armando se sentaba en las tardes con Ć©l y le relataba como reales historias que nunca existieron entre ambos.


   Cada  uno mentĆ­a para su beneficio, el primero porque sentĆ­a un amplio apetito sexual y el segundo querĆ­a hallar la manera de ganar confianza para escapar.


   Armando nunca salĆ­a del edificio pero se quedaba por horas utilizando la computadora que en pocas veces prestaba a Paolo que la usaba para trivialidades ya que sabĆ­a que lo espiaban.


   Los besos y caricias fueron interrumpidos cuando Paolo recibiĆ³ una patada en las bolas desde atrĆ”s.


   Paolo gritĆ³ de dolor al sentir que sus huevos fueron aplastados de sorpresa.


   —¿Que mierda es esto? —gritĆ³ Rafael que habĆ­a entrado silenciosamente al departamento.


   TenĆ­a los puƱos crispados y los ojos inyectados de sangre, Paolo habĆ­a caĆ­do al piso ambas manos agarraban sus testĆ­culos palpitantes, su bella cara hacĆ­a una mueca de dolor y casi tocaba con la frente sus rodillas. Armando se quedĆ³ paralizado contra la pared.


   —¿Estoy preguntando que quĆ© demomios en esto?


   —Los estoy ayudando a recor… —Armando fue silenciado cuando el dolor explotĆ³ en su ingle con una patada. Se doblĆ³, con las manos sobre sus rodillas, gimiendo de dolor.


   Antes de que pudiera reaccionar o defenderse, otra dura patada chocĆ³ contra la ingle de Armando y aplastĆ³ sus jugosas bolas.


   Armando aullĆ³ de dolor y cayĆ³ al suelo.


   —¿QuĆ© es esto? ¿Ahora son amantes? ¿Te has decidido a traicionar la organizaciĆ³n por este monsalvete?


   Rafael agarrĆ³ a Paolo de los cabello haciĆ©ndole levantar la cara que continuaba siendo una mueca de dolor. Lo hizo abandonar el suelo rĆ”pidamente y Paolo no ponĆ­a resistencia.


   Cuando tenĆ­a las piernas abiertas.


   Otra patada encontrĆ³ su objetivo y se estrellĆ³ contra la entrepierna haciendo crujir sus huevos con fuerza.


   Paolo gritĆ³ de dolor.


   Rafael se dirigiĆ³ a Armando.


   —¿Has traicionado a la organizaciĆ³n, eh? Pedazo de mierda.


   —¡No!


   —¡SĆ­ que lo has hecho!


   Rafael sacĆ³ de su cinto un revĆ³lver.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages