-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—¡Hijo! —Javier abrazaba de manera fraterna a su hijo sin importarle que ambos lucieran semidesnudos y desprendiendo un fuerte olor a semen.
Padre e hijo continuaban en el laboratorio dónde prácticamente les extraían el semen para salvar a la humanidad. Ellos tenían sus fuertes cuerpos desnudos al aire con una ajustada ropa interior. El cuerpo de padre e hijo estaba adornado de fibrosos y fuertes músculos.
—Me duelen las bolas de tanta leche que me han sacado —comentó Hiram apoyando la cabeza en el hombro de su padre mientras lo abarcaba con sus brazos.
—Todo estará bien —lo calmaba Javier—. Por lo menos quiero que te sientas orgulloso que nuestro semen ayudará a millones de personas. Somos bendecidos.
—¿Bendecidos? A veces pienso que es asqueroso.
—Lo están convirtiendo en contenido medicinal: inyecciones, pastillas.
—Es asqueroso pensar en nuestra lefa transformada en pastilla —comentó Hiram separandose de su padre— e imaginar a una adorable anciana tragándola.
Su padre sonrió y le revolvió el cabello.
—Pero será una linda abuelita a la que nosotros le salvamos la vida. Además de otras maneras tus novias se han tomado el semen y sin estar procesado.
Hiram emitió una risa vaga mientras las mejillas se le tornaban rojas.
—Esta noche en lo que salga de aquí contactaré a tu hermano Marlon quiero que se haga un análisis para que nos pueda ayudar. La doctora dijo que los hombres de la familia son compatibles.
Hiram soltó un leve bufido no soportaba hablar de quien en realidad era su medio hermano y con quien no tenía una buena relación. Su padre lo reprendió con la mirada.
—También debo llamar a tu tío.
Hiram afirmó con la cabeza hasta que la puerta de la oficina se abrió apareciendo la bella doctora pelirroja, Javier había descubierto que su nombre era Helga.
—Lamento interrumpirlos tan pronto —se excusó—. Pero ya están comenzando a llegar los reporteros y me gustarían que estén en la rueda de prensa, ya saben no directamente pero sí entre la gente en el salón.
—Así será —afirmó Javier sonriéndole.
—La rueda de prensa comenzará en treinta minutos.
—Allí estaremos.
—Adios.
—¿Que onda tú con la doctora?
—No es nada —negó Javier que tras el divorcio con la madre de Hiram sólo había tenido varias aventuras amorosas—. Será mejor que vayas a bañarte y ponerte ropa limpia no querrás estar en la sala restregando a todos tu precioso olor a semen derramado.
Hiram rió.
—Espero que tú hagas igual no sea que te sientan pegajoso.
Padre e hijo tomaron destinos separados. Cada uno fue a una habitación que les había sido cedida de manera provisional donde tomaron una reconfortante ducha y después con ropa limpia asistieron a la rueda de prensa.
Helga fue la delegada para transmitir la noticia tan excelente que el país y el mundo debía conocer.
—Tenemos la cura contra el virus T657.
Con un sónoro aplauso los científicos hicieron resonar la sala.
La rueda de prensa transcurrió sin proporcionar el gran secreto de la cura contra la enfermedad únicamente informaron que estaba en el ADN de unos animales a lo que Javier sonrió recordando la teoría de la evolución, el ser humano venía del mono.
Concluída la ceremoni Helga le informó a los donantes que la jornada había terminado y que los esperaba al día siguiente para la dotación de nuevas muestras.
—Espero que descansen —dijo la mujer—. Pueden esta noche antes de dormir dedicar veinte minutos de entrenamiento físico así producirán testosterona.
—Lo tendré en cuenta —afirmó Hiram. Después agregó con picardía—. Y nada de tocarnos las partes, eso ahora se arroja sobre un tubo de ensayo.
Todos rieron. Y minutos más tarde abandonaban el laboratorio.
—¿Quieres quedarte en casa? —preguntó Javier—. Allá entrenarás con mis equipos.
—Está bien, me quedaré. Hey, ¿qué haces con el celular? Le avisarás a tu amante que tu querido hijo menor dormirá en el departamento.
—Sí que eres grosero —comunicó Javier—. Llamaré a tu hermano para que nos ayude con las muestras.
—¿Y si resulta que su semen no califica como donante? —se rió Hiram a lo que su padre le devolvió una mirada de reproche.
—Es mi hijo y es tu hermano.
—Medio hermano.
—Hermano al fin y al cabo.
El contacto con Marlon el hijo mayor fue un éxito indicandole el lugar donde lo esperaría a la mañana siguiente sin decirle el motivo.
Aquella noche fue tranquila padre e hijo tomaron la cena y tuvieron una corta jornada deportiva antes de ducharse y descansar plácidamente.
A la mañana siguiente el despertar fue confuso para lo agitado de las cosas. Cuando Javier se despertó a las 3:55 A.M. para ir a orinar descubrió en su celular múltiples llamadas sin contestar de Helga, la última había sido seis minutos antes. Él decidió devolver la llamada.
—Helga, tengo muchas llamadas perdidas tuyas, ¿ocurre algo?
—Oh, por Dios que bueno que has despertado. Estoy afuera del edificio donde vives y el vigilante no me quiere dejar entrar, estaba a punto de comunicarse a tu departamento. ¿Estás con Hiram?
—Sí, el debe estar durmiendo en su habitación.
—Tienen que escapar pronto.
—¿Qué? No entiendo.
—Es por seguridad. Vengan al vestíbulo del edificio lo más rápido que puedan.
—¿Qué sucede Helga? ¿Todo marcha bien?
—Javier, el laboratorio sufrió un sabotaje.
—¿Qué?
—Sí, fue durante la noche. Un grupo de hombres ingresaron ahí y asaltaron todo en el laboratorio, amordazaron a los guardias, asesinaron a algunos científicos que investigaban y robaron los datos, es decir, saben la fórmula para erradicar al virus y seguramento tienen los datos que ustedes nos aportaron. Saquearon por completo nuestro laboratorio. Por ello necesito que bajen y nos escondamos, es por nuestra seguridad principalmente la de ustedes.
—Lo haré —corroboró Jorge.
Terminó la conversación y se vistió lo más aprisa que pudo. Corriendo fue a la habitación de su hijo y le pidió que se despabilara porque tenían que salir. Adormecido Hiram no entendió nada pero hizo lo que le pedía su padre ya se enteraría con el transcurso de los minutos.
Cuando ambos abandonaron el departamento subieron al vehículo color verde de Helga quien les detalló los pormenores del destrozo al laboratorio.
Estuvieron por horas circulando varias calles de la ciudad.
—Esperaremos a que amanezca por completo para llevarlos a un buen sitio —argumentó Helga.
Javier no esperaría la salida del sol para hacer contacto con su hijo mayor y pedirle que no asistiera a la reunión estaba preocupado por él porque aportó al laboratorio sus datos de ubicación. Mordiéndose el labio veía que no le contestaba.
—Debe estar durmiendo —aseguró Helga cuando supo a quien llamaba—, pongamos direccion a su casa.
...
Marlon Betancourt era el hijo mayor de Javier, al graduarse de abogado como su padre y conseguir trabajo en un bufete quiso independizarse por completo, abandonó su casa materna y alquiló un pequeño departamento, pues si sabía que era para él, ¿para qué querer algo tan grande?
Fue por esa causa de vivir solo que resultó presa fácil de ser capturados por los hombres de Villareal labs, esta organización fue la responsable de crear el virus T657, su finalidad era diseñar una epidemia para después lucrarse con el medicamento pero otro laboratorio se adelantó a sus planes por lo tanto lo mejor resultaba eliminarlos. Al asaltar el laboratorio tras realizar la rueda de prensa dieron con los archivos informáticos de los hombres responsables de la cura. Cuando llegaron por la fuerza al departamento de Jorge vieron que había escapado con su hijo menor. Tras eso decidieron ir rápidamente tras la búsqueda de su otro hijo… Marlon.
En un principio ingresar al departamento del joven fue difícil pues resultaba una auténtica fortaleza, finalmente encontraron al muchacho tendido en la cama con un calzoncillo color blanco y las piernas abiertas. De manera rápida, sorpresiva y violenta lo sacaron de la cama.
—¡SAL DE AHÍ PEDAZO DE MIERDA! —le gritaron halándolo de la cama.
—¿QUÉ, QUÉ, QUÉ? —despertó asustado Marlon—. ¡OOOOOOHHHHH! —Marlon dejó escapar un gruñido gututal cuando con una patada le crujieron los huevos.
—¡Que no quede nada de ellos! —bramó un asaltante.
La cara de Marlon estaba contorsionada de dolor y jadeba pesadamente. Su dura polla se sacudió violentamente sobre sus testículos fauleados, se sentían como si estuvieran ardiendo.
—¿Cómo están esas grandes huevas que quieren salvar al mundo? —sonrió un hombre.
—Yo… no sé de qué… oh, me hablan.
Otro asaltante se rió entre dientes y señaló la entrepierna de Marlon.
—¿Tienes mucha leche ahí no? La necesitamos para saber si es verdad lo que alegan.
Finalmente un hombre tras Marlon lo obligó a levantar tomándolo del brazo, otro a su frente le volvió a patear las bolas.
Marlon dejó escapar un gemido de agonía cuando sus testículos, ya traumatizados, fueron aplastados por el patadón.
El hombre otra vez levantó la pierna hacia atrás y la estrelló contra las grandes y abultadas bolas de Marlon, apretándolas contra su pelvis.
Los testículos de Marlon expulsaron gruesos lotes de esperma. Su pene se sacudió violentamente sacando su jugo blanco y mojando su ropa interior.
El muchacho soltó una tos ardorosa. Se estremeció y cayó de costado, gimiendo.
Uno de sus captores se rió, mirando la entrepierna mojada de Marlon.
El muchacho estaba adolorido. Sus testículos lo estaban matando. Sus manos sujetaban sus bolas hinchadas que se estaban poniendo rojas.
Los carnosos testículos del salvador del mundo fueron terriblemente aplastados, y se oyó un grito de horror mientras un chorro blanco de esperma salió disparado de su polla, salpicando su apretada ropa interior.
Marlon estaba jadeando fuertemente mientras su esperma retenido empapaba su ropa.
Los hombres miraron los dibujados genitales del muchacho. Parecían enormes y listos para estallar en cualquier momento. Probablemente no durarían mucho más...
Los ojos de Marlon se abrieron de par en par parpadeando frenéticamente, sacudiendo la cabeza y gimiendo.
Nuevamente los testículos de Marlon recibieron una patada dada con toda la fuerza que le pudieron reunir.
¡CRRRRRRUNCH!
Marlon abrió los ojos de par en par. Su cuerpo se paralizó. Su polla disparó un chorro gigantesco de esperma que empapó por completo su calzón.
El joven empezó a vomitar.
Cuando se calmó sus ojos estaban muy abiertos y llenos de miedo.
De repente, alguien irrumpió en la habitación, causando una gran conmoción y violencia. Era su padre que entró propinando batazos a todos los hombres que se atravesaran en su paso.
De manera rápida y tenaz consiguió noquear a los hombres y al lograrlo tendió una mano a su hijo.
—Ven conmigo, es hora de irnos. Hay que escapar.
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