Ballbusting con mi esposo (1/4): Error de comunicación - Las Bolas de Pablo

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11 may 2015

Ballbusting con mi esposo (1/4): Error de comunicación

Hoy presento esta corta serie, en dedicatoria a un matrimonio que lee este blog en una parte del mundo. 




CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE

Relación con:


   Días atrás Israel, Adam y Francisco ganaron un viaje para Alemania para una competencia de natación. Luego de un altercado entre Israel y Adam, el dentista resultó malherido.

   —tengo las bolas hinchadas —anunció minutos antes de salir a la competencia junto a sus compañeros.

   —¿es muy grave? —preguntó Francisco—. ¿Por qué no fuiste a la enfermería? ¿qué te pasó?

   Israel se sintió avergonzado y miró a Adam que tenía los ojos centelleantes y replicó:

   —tenemos que salir a la competencia nos llaman.

   —vayamos. Resistiré.

   Bajo sus nombres y descripciones los hombres salieron a la piscina, luciendo sus fornidos cuerpos. De amplio pecho, piernas tonificadas, brazos esculpidos por los dioses. Y voluminosos paquetes adaptados al bañador decorados con la bandera latina de su país.

   Israel caminaba con las piernas abiertas y el rostro congestionado resistiendo un punzante dolor.

   Adam fue el primero en subir con energía las escaleras, le siguió Francisco lleno de fuerzas y por último poco a poco Israel sintiendo sus testículos hinchados como pelotas de béisbol pegar contra sus muslos.

   Al final el trío llegó al trampolín, debían saltar al mismo tiempo y caer al agua. Se prepararon  para lograr su cometido, pero ocurrió un problema. Israel sintió un fuerte dolor en los testículos, se lamentó, perdió el equilibrio y cayó al agua.

   —cabrón —susurró con odio Adam

   —debemos intentarlo nosotros dos.

   —Estoy preparado.

   Los jóvenes de manera sincronizada saltaron a la piscina recibiendo moderados aplausos del público. Entre los dos debieron sacar a Israel que se ahogaba preso de un incontenible dolor.

...

   Media hora más tarde los nadadores se encontraron en la habitación.

   —por tu culpa nos eliminaron cabrón, ¡eres un bueno para nada!

   —¡si estoy así es por tu culpa envidioso!

   —¡y seguirás así! —escupió Adam, frustrado clavó el grueso pie desnudo en la entrepierna del rubio. Levantando los cojones y el pito con el impacto.

   Israel se sobresaltó abriendo los ojos y tocio desesperado, torció la boca y cayó al piso suplicando por sus inmensos testículos.

   —¡ya basta Adam! —lo defendió Francisco—. ¿Qué planeas deshuevarlo?

   —por su culpa nos eliminaron. Se lo merece por altanero.

...

   Pablo observaba aquella tarde el pecho desnudo de Alfredo, el fortachón lo miró con dulzura y lo besó en la boca, lo agarró del pecho y lo tiró contra la cama, le agarró de los muslos mirándolo lascivo.

   —espera Alfredo.

   Y de un solo golpe, el hombre introdujo la polla dentro de Pablo. Sin vaselina o lubricante, el dolor fue agudo para el muchacho pero Alfredo lo agarró con firmeza y gruñía pujando.

   —me dejarás invalido —opinó Pablo apretando los dientes.

   Alfredo no decía nada, jadeaba haciendo presión sobre Pablo, si su pareja resistía un golpe a las bolas, podía resistir la furia de su follada.

   Hércules sudaba, el sudor se arremolinaba en su pecho, sus nalgas se apretaban mientras penetraba a Pablo. Solos sus jadeos de toro se oían en la habitación.

   En algunos minutos se cansaría y retozaría sobre Pablo.

...

   Por la noche Simón y Claudia discutían en la camioneta.

   —¿estás segura que esa joven cuidará bien de papito? —preguntó Simón acerca de la custodia de su hijo Vicente.

   —lo cuidará hasta con los ojos cerrados —aseguró Claudia.

   —¿a donde iremos?

   —no te diré. Será una grata sorpresa.

   —fuiu —silbó Simón excitándose de sólo pensar en ir a un sitio especial y hacerle el amor rico a su esposa.

   No comentó palabras durante el trayecto. Hasta entrar a un conjunto residencial y detener el vehículo en una casa conocida.

   —esta es la casa de Alicia y Fernando. ¿Qué hacemos aquí?

   —bájate, es una sorpresa.

   —Claudia, explicame, no entiendo.

   Claudia no respondió nada y se bajaron de la camioneta, ella tocó la puerta, siendo recibidos por una carismática y alocada rubia.

   —hola. Al fin llegaron, ¿y dónde está Vicente?

   —lo dejamos con el cuidado de una niñera.

   —oh, lo hubieran traído, podía dormir con Andrea. Pasen adelante, cierren la puerta.

   Por último Simón le hizo una mueca significativa a su esposa y ella no dio explicación alguna.

   Fatigado pero adoptando una actitud alegre Simón saludó a Fernando Alcalde, el diputado marido de Alicia. Las esposas abandonaron la sala.

   «así que Claudia me trajo engañado para irse a chismorrear. Ya verá cuando lleguemos a casa» pensó Simón, miró a Fernando que parecía nervioso. Lo había entrevistado par de veces en televisión. Puso un tema de conversación—. ¿Y como va la política en el país y los asuntos internos?

   Fernando sonrió con un grave esfuerzo y entabló su aburrido tema.

...

   Claudia y Alicia se cambiaban de ropa en la habitación matrimonial.

   —¿estás segura de que Simón no se enfadará?

   —amiga, tengo miedo... No le dije que haríamos aquí.

   —no te preocupes, que yo tampoco le dije a Fernando.

   —¡que! Creo que no lo podré hacer.

   —no seas weona. Y ponte el corsé.

   —tengo miedo... mejor nos vamos, creo que no está bien.

...

   Fernando y Simón seguían charlando en la sala, cansados de aquel agotador día deseando sacar de los cabellos a sus esposas chismosas e irse a dormir.

   Mientras Simón hablaba de la situación económica del país, se quedó con la mirada fija y la boca abierta.

   —¿qué demonios es esto, Alicia? —explotó Fernando parándose del sofá, Simón lo imitó.

   Allí se acercaron ambas mujeres, calzando altas plataformas, ropa intima pegada a la curvilínea figura, el cabello suelto. Alicia tenía un látigo en mano y Claudia unas esposas.

   —¡¿pero que bicho te picó, Claudia?!

   —¡cúbrete pareces una ramera!

   —nos vamos de aquí, Fernando te está mirando.

   El miembro del parlamento se acercó furioso a su esposa y ella entró en acción apretando con la mano sus testículos. El soltó un desesperado grito.

—¡aquí mando yo, Fernando!

   Simón miraba confundido la escena, Claudia caminó como toda una modelo hasta él.

   —¿qué?... ¿qué haces?

   Ella lo besó en los labios, lo arrastró contra un pilar donde lo cruzó de brazos y le echó las esposas, luego le frotó la entrepierna despertando sus más extintas pasiones.

   —¿qué es esto Claudia?

   —¡hazlo ya, amiga! —dijo Alicia todavía doblegando a su marido.

   Claudia miró a Simón en los ojos, estaba nervioso. Se atrevió a darle un fuerte rodillazo en la entrepierna. Alicia contempló fascinada la escena memorizando en cámara lenta como la rodilla de su amiga chocaba en el pantalón levantando la polla del periodista al mismo tiempo que lo tensaba.

   Simón gesticuló una 'O' sin poder emitir un grito, el dolor explotó en sus bolas y se mantuvo concentrado en la cadera.

   —¡así se hace, amiga! En cuanto a ti nalgón sin oficio. Te dejaré sin cojones.

   Alicia mantuvo el duro control sobre los testículos de su marido, dobló la mano y Fernando lanzó un grito ahogado. Con el látigo le golpeó las piernas.

   Claudia comenzó a bajarle la cremallera del jeans a su marido.

   —¿qué?... ¿qué haces Claudia?

   —¡asi es, amiga, adelante!

   El pantalón bajó por los muslos hasta reposar en los tobillos. A Claudia se le hizo agua la boca, palpó el paquete de su amado esposo y lo desnudó frente a todos. Mostrando la anaconda gruesa y larga que tenía Simón por polla. Claudia le agarró las pesadas pelotas y se las haló como si fueran elásticas. Simón escapó un grito desesperado sus abdominales duros se mostraban tensos y el pecho agitado. Sus hermosas pelotas lo doblegaban. Claudia agarró con ambas mano cada testículo de aquel bestia de hombre. Simón parecía una gárgola salvaje, grande y fuerte, con un robusto pene y unas gónadas hermosas productoras de leche, mismas, que eran su más fuerte debilidad. Claudia estiró las bolas y Simón cruzó los ojos gritando.

   —en cuanto a ti, inútil —dijo Alicia soltando y empujando a su marido al piso.

   Fernando cayó con las piernas abiertas, los cojones le bailaron entre los muslos mientras su pene seguía rígido como hierro. La mujer levantó la pierna y la dejó caer sobre aquellos órganos frágiles.

POFF

   Fernando dobló la espalda, paralizó el rostro y se le humedecieron los ojos.

aaaaaaaaaaaa... —gimió débil temblando los labios.

   Por su parte Claudia pegó su cuerpo al de Simón, frotaba la vagina sobre su pene duro, desprevenidamente el duro pene mojó su panty con liquido preseminal. Pero la rodilla de la mujer se estrelló de nuevo en los cojones del marido.

   —AAARRRGGGGG CLAUDI...

   De nuevo la rótula chocó contra las bolas estrellándolas de manera violenta contra la pelvis. Simón tosía sin control.

   —me... cof, cof... quiero... cof, cof, cof ir, Claudia.

   La muchacha lo contempló con preocupación, giró la cabeza observando como Alicia doblegaba a su marido aplastando las bolas.

   —Alicia... me voy.

   —no me importa —negó la mujer, sujetando el látigo y pegándolo en el muslo de su esposo.

   Claudia agarró la llave que colgaba de su pecho y soltó a Simón, él cayó al piso agarrándose las entrepierna. Su esposa se dedico a vestirle con cuidado, recordando en su mente las palabras que dijo su amiga horas antes:

«amiga a todos los hombres les gusta que le maltraten las bolas... créeme a tu esposo con esa cara de santurro se volverá loco de placer cuando le pegues ahí. Le da pena decírtelo.»

   Claudia le coloco el calzoncillo a Simón, lo miró al rostro parecía que sufría.

   —me imagino que estás cansado. Yo manejaré a casa —dijo.

   Simón en medio de su asaltante dolor observó el rostro de Claudia, estaba seria, creyendo que estaba molesta cuando en realidad estaba preocupada.

   «está molesta porque no resistí un golpe a mis bolas —pensaba—. Le gusta el ballbusting, ¿por qué no me lo dijo? Quizas sintió vergüenza...No tengo más que apoyar su secreto fetiche.»

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