CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Karina era mĆ”s temerosa, un poco acostumbrada a los objetos de lujo gracias a su familia y por temor a ellos tenĆa miedo de explicarles que no le gustaban los hombres como pensaban, ademas de que su familia era un tanto tradicional. En cuanto a Maribel siempre fue de carĆ”cter recio, independiente y sincera. No era mujer de andar gritando a cuatro vientos su homosexualidad pero era franca en contarlo a quien le preguntara. Cuando Karina decidió casarse fue un golpe rudo para ella pero se sintió feliz cuando la muchacha la llamó para trabajar en el rancho de aquel bruto sin nombre.
Después que Jorge golpeó a Karina y posteriormente Maribel le reventara las pelotas ambas se fueron a vivir juntas.
—No te preocupes —decĆa Maribel—. Abriremos un local y atenderemos animales como lo hacĆa antes. Es lo que actualmente hace un amigo en la ciudad y le va muy bien, Rodrigo lo conoces.
—SĆ pero si llega Jorge y me quiere llevar. ¿QuĆ© harĆ©?
—Absolutamente nada —respondió Maribel cogiĆ©ndole de la mano—. Le dirĆ”s que es un bruto y que no volverĆ”s a sus anchas para que te maltrate. Igualmente aquĆ estarĆ© yo para defenderte de ese culiao.
—¿Y mi familia, quĆ© pensaran de que viva contigo?
—Tienes que ser fuerte y hablar con ellos. Te apoyarĆ©. Ya eres toda una mujer, y de lo mĆ”s linda encima. Debes hablar con la verdad y asumir esto —en la cara de Karina se dibujó un semblante de miedo. Maribel se detuvo y lanzó un profundo suspiro—. Sino, puedes decir que como estoy sola me quieres acompaƱar por un tiempo. Pero debes tener siempre presente que la mentira de amigas no nos va a durar toda la vida.
—Llevas aƱos repitiendo lo mismo. Y esperĆ”ndote te casaste.
—No es fĆ”cil, Maribel.
Maribel dio una sonrisa pese a su malhumor abrazó a su pareja y le dio un cariñoso beso.
—La próxima semana te acompaƱo para que empiece el proceso de divorcio con aquel bruto. Tienes que estar preparada porque arderĆ” troya.
—Me da miedo.
—Mientras estĆ©s conmigo, todo estarĆ” bien —la asió entre sus brazos Maribel.
...
Entretanto Jorge iba en su camioneta de regreso a la finca habĆa salido para hacer una publicación en el periódico solicitando los servicios de un veterinario. Los Ćŗltimos dĆas habĆan sido largos por el abandono de su esposa, aquello le ponĆa de malhumor, la latente amenaza de la ingeniera le preocupaba, aunque contaba con el apoyo de su tĆo y no deseaba que la mujer se rebelara y contara que la habĆa violado, ¡pero es que estaba buena la condenada! Tanto, que lo harĆa unas veinte veces mĆ”s.
—Esa perra me apretó las bolas —habló en monólogo y soltó una risa—, no lo voy a negar, me gustó, tiene carĆ”cter esa potra mismos que tendrĆ© que bajĆ”rselo. Me tocarĆ” darle otro escarmiento.
Iba tan ocupado en su soliloquio que no se percató del vehĆculo que le seguĆa, hasta que aquel carro lo adelantó y se detuvo en la carretera bloqueando el paso.
—¿Pero quĆ© mierda? —se preguntó Jorge viendo como dos hombres bajaban del vehĆculo para aproximarse a Ć©l. RĆ”pidamente buscó en la guantera su revolver. ¡El idiota de Humberto seguramente lo sacó al limpiar el carro!
—Sal de ahĆ, cabrón —ordenó uno de los hombres.
Jorge se refugió temeroso en el vehĆculo estaba bajo seguro. Pero aconteció algo que lo aterró, uno de los maleantes sacó un arma y disparó al aire.
—Si no sales te llenaremos la camioneta de plomo.
—AsĆ que este es Jorge Noguera —uno de los malhechores le clavó un puƱetazo en el rostro—. Julio sostenlo.
El aludido lo agarró desde la espalda agarrando sus brazos.
—Esto es para que aprendas a respetar a las personas, maldito.
Una dura patada a la entrepierna hizo chocar la punta del zapato contra los huevos para aplastarlos en la pelvis. Jorge soltó un bramido que sólo presagiaba la paliza que iba a recibir:
Jorge gimió y arqueó la espalda ante la explosión del golpe, incapaz de defenderse debido a sus brazos sujetados por otro hombre.
"maldita sea, me duelen las bolas... que golpe tan duro... "pensó.
"maldita sea, me duelen las bolas... que golpe tan duro... "pensó.
Con aquella violenta patada Jorge habĆa empezado a llorar, su agonĆa y desesperación hacĆa que se mostrara como una presa queriendo ser liberada.
—¿Te gusta abusar de tu poder, eh? —preguntó el maleante—. Con esta reunión de hoy aprenderĆ”s lo que es la injusticia.
El hombre dirigió la mano a la entrepierna del vaquero y enroscó los dedos en las grandes bolas. Jorge se resistió en agonĆa palpitante sintiendo que sus testĆculos blandos se deformaron grotescamente ante el agarre de aquellos dedos intrusos. Al golpeador le tembló el puƱo por la fuerza con la que apretaba. Lo que provocó que Jorge gritara mĆ”s fuerte que nunca. Uno de sus testĆculos parecĆa de gelatina a punto de ser fulminado. El hombre gruñó por el esfuerzo al utilizar sus poderosas manos fuertemente cerradas sobre el par de gónadas, pero a pesar de toda fuerza esas orbes parecĆan que se negaban a quebrarse.
Como si se tratase de un dejavu dentro del pantalón de Jorge una gruesa capa de esperma muy espesa salió de su pene enorme. El semen estaba blanco puro y muy grueso, ya que estaba sin diluir por otros fluidos seminales... esperma puro y triturado directamente de las pelotas.
El asaltante siguió a apretando con las manos, tratando de pulverizar las bolas de Jorge, pero es que las poderosas y frĆ”giles bolas eran duras ante los inĆŗtiles esfuerzos del golpeador. Ćste tuvo que afincar la yema de los dedos en las bolas arrebatando mĆ”s leche como si apretara una barra de pasta dental. Sus testĆculos estaban full de semen. Pero continuaba sufriendo con aquel duro agarre provocando mĆ”s dolor a las bolas abusadas y ya medio distorsionadas.
—Con eso no lograras nada —comentó el hombre que sostenĆa al sudoroso y fatigado Jorge—, cambia de tĆ”ctica.
Los cojones de Jorge fueron soltados y sintió un fugaz alivio que murió cuando nuevamente sus bolas fueron agarradas y estiradas. Arrugando el ceƱo y mostrando los dientes sintió como sus cojones eran estirados cuatro centĆmetros debajo de su entrepierna, el maleante seguĆa atado a su labor jalando y jalando con todas sus fuerzas, Jorge lanzó un grito sonoro, desenfocando los ojos
Poco a poco, las grandes bolas se estiraron mĆ”s y mĆ”s de la entrepierna ya sudorosa del vaquero - 10 centĆmetro, 12 centĆmetro, 14, 16 - los enormes huevos se debatĆan en medio de la ruptura. El asaltante era implacable, decidido a tirar los testĆculos mĆ”s abajo, y finalmente logró estirar las enormes bolas a su lĆmite absoluto, un total de 16 centĆmetro y medio de la entrepierna. La piel del escroto estaba tensa pero para desgracia del dueƱo sus bolas seguĆan intactas sin imagen de romper.
Pero el asaltante seguĆa insistiendo jalando las bolas de Jorge lejos de la entrepierna aumentando su desgraciado dolor.
—AAAAAAAAAAARRRRRRRRRGGGGGGGG —eran los gritos del sudoroso macho.
Soltó sus cojones y miró como Jorge respiraba ya un poco aliviado del abuso a su ingle pero seguĆa siendo sujetado por el otro hombre. El asaltante aplastó los testĆculos con un rudo rodillazo deleitĆ”ndose con el frugal grito de agonĆa del hombre prepotente. Luego golpeó con el puƱo haciendo un uppercut en las bolas de Jorge, pegando una de las grandes pelotas entre el puƱo y la pelvis casi haciĆ©ndola plana con el contacto. Las bolas de Jorge se estaban poniendo blandas, como si su escroto fuera un saco de harina granulada, pero los dos grandes testĆculos seguĆan enteros. Se aplanaban mĆ”s y mĆ”s con cada golpe, sin embargo, perdĆan su figura a cada rudo golpe y volvĆan a ovalarse.
—Vamos a quitarle la ropa y violarlo.
—¡NO! —gritó Jorge asustado, intentó hacer resistencia pero le fue robado el cinturón y el pegado jeans, le desnudaron la entrepierna despuĆ©s de ser humillado con una risa por la mancha de semen en su ropa interior.
El asaltante se arrodilló para examinar los genitales del hombre. Los huevos de Jorge estaban hinchados y tan grandes que llenaron el enorme escroto por completo.
La mano del asaltante agarró el tronco de la polla del vaquero, y al estar semidura terminó por erectarla. El hombre estaba estresado, el sol de mediodĆa lo hacĆa delirar encima aquel dolor de cojones, lo tenĆan muerto, pero sucedió algo que lo hizo abrir la boca sorprendido, lo estaban empezando a masturbar. Gemidos y gruƱidos escaparon de la boca de Jorge cuando sintió el orgasmo a punto.
Y una colosal cuerda de semen salió disparada de la verga de Jorge, surcó el aire y se estampó en el piso formando un inmenso charco blanco y grueso que se evaporarĆa con el sol. Jorge seguĆa siendo masturbado y su orgasmo se extendió por mĆ”s de un minuto.
—Viene un carro, cabróm —anunció el hombre que sostenĆa al vaquero.
—¡Pucha! —exclamó el asaltante y como si su mano fuera un martillo clavó los nudillos en las bolas de Jorge, el vaquero lanzó un grito gutural y con los ojos volteados cayó al suelo.
Los dos muchachos corrieron a su vehĆculo y aceleraron tan rĆ”pido que dejaron las llantas marcadas en el asfalto, ya mĆ”s alejados iniciaron una llamada.
—La golpiza ya estĆ” hecha, seƱora. Nos veremos en un momento para la Ćŗltima parte del pago. Un carro de su finca venĆa en camino pero pudimos escapar...... sĆ, golpes donde usted dijo...... sĆ.
Del otro lado de la linea Evelyn terminaba de recibir aquella llamada, se recostó en su sillón y rió complacida.
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