I
Sergio habĆa manipulado la tablet del escritorio de Adalberto y todo ello para tener una videoconferencia con el jefe del club RubĆ, sus miembros estaban sentados ante la pantalla del equipo mirĆ”ndole el rostro:
—Honestamente no tenĆa ganas de asistir esta noche a la empresa, no estoy de Ć”nimos con mi equipo a punto de ser eliminados de la categoria.
—Adalberto, en otras ocasiones te has interesado por la lucha millonaria —dijo Asad.
Alan y Nick estaban sumidos en el silencio por la reprochable derrota que habĆan tenido semanas atrĆ”s.
—SĆ me han interesado pero no en estas circunstancias de eliminaciĆ³n. Si perdemos hoy estaremos eliminados.
—¿Quien va a luchar hoy? —le preguntĆ³ Sergio.
—¿La verdad? Quien de ustedes quiera. No me interesa. Es mĆ”s si ganan el dinero quedenselo. No lo quiero.
Los miembros guardaron silencio observando la melĆ”ncolia del jefe. Fue AndrĆ©s quien hablĆ³:
—Adalberto, permĆteme luchar y recuperar el honor del club esta noche. Soy el mĆ”s nuevo y necesito entrar en acciĆ³n para que me vean. Quiero que los idiotas de Zafiro vean de quĆ© estoy hecho.
—¿EstĆ”s seguro que quieres participar? —interrogĆ³ Asad.
—DĆ©jalo tranquilo —dijo Adalberto—, si en las Ćŗltimas semanas los experimentados dieron una muestra bochornosa —Alan y Nick clavaron la mirada al suelo—, dejemos que alguien nuevo se muestre. Quiero ver de quĆ© estĆ”s hecho AndrĆ©s, destĆ”cate.
II
Desde la oficina del Club Zafiro sus integrantes sostenĆan una reuniĆ³n con CristĆ³bal, quien se mantenĆa optimista.
—Muchachones, hoy con una tercera victoria eliminamos a Rubi —decĆa—, los Ć”nimos en el club de las rubĆes estĆ”n acabados. ValerĆa, la chica que estĆ” en la recepciĆ³n me dijo que Adalberto estĆ” en depresiĆ³n y no ha venido a la empresa desde la derrota pasada.
—Me apunto para la lucha —dijo Salem—, Adalberto no se atreverĆ” a enviar otra vez a Nick, lo debe tener castigado. Hoy me enfrento y arracancarĆ© cabeza.
—Eh, no —negĆ³ CristĆ³bal sonriendo—. Hoy le darĆ© el honor de pelear al Ćŗltimo participante que nos regalĆ³ la Ćŗltima pelea millonaria, SaĆŗl serĆ”s tĆŗ, ese mes diste una pelea valerosa contra el turco Asad, lo derrotaste en menos de tres minutos.
—SĆ me siento capaz de eso y mĆ”s —afirmĆ³ SaĆŗl, un joven de tez blanca y cabellos claros. Sostenia su franela con orgullo—, me apunto a creer que el Ć”rabe querrĆ” hoy la revancha.
—No me importa la revancha. SĆ³lo quiero que eliminemos a las rubĆes y con un maletĆn lleno de dolares sobre este escritorio. ComprĆ© Champagne para que celebremos.
—¿DĆ³nde lo tienes? —quiso saber Diego abandonando su asiento.
—EstĆ” en la nevera —respondiĆ³ CristĆ³bal—, pero serĆ” para celebrar despuĆ©s de la batalla.
III
La sala Estrella era un iluminado estudio dentro del edificio de Gema Peleas, ahĆ cabian decenas de personas que ya estaban ahĆ esperando la pelea. El iluminado lugar tenĆa focos con potentes luces, grandes pantallas y la estructura necesaria para brindar eventos de altura. Poco a poco los retadores fueron llegando aguardando el inicio del combate. AndrĆ©s usaba un ajustado traje de malla que resaltaba robustas piernas y un gran trasero, su torso era fuerte y musculoso. SaĆŗl tenĆa el blanco y duro cuerpo semidesnudo; oculto sus genitales por un calzĆ³n blanco se sorprendiĆ³ al ver a su rival pero lo menospreciĆ³ con la mirada cargada de soberbia.
«Esta noche el Club Zafiro viene decidido a sellar su buena suerte llevandose el maletĆn en la lucha millonaria, sin embargo el Club RubĆ quiere dejar de ser la mopa con la que limpiaron el piso y gritar que todavĆa tiene dignidad. Ellos lucharan por el maletĆn con dinero y se esforzarĆ”n por hacer borrĆ³n y cuenta».
Mientras el comentarista hablaba SaĆŗl sonriĆ³ a AndrĆ©s con bravuconerĆa, mostrando que no tenĆa miedo de un simple novato en un club de perdedores. Mientras tanto, AndrĆ©s se preparaba para ganar a pesar de los nervios, esperaba que no le traicionaran.
Los hombres se movĆan en circulos sobre el ring, defendiendose a capa y espada.
AsĆ fue como SaĆŗl se apresurĆ³ a atacar a AndrĆ©s, tirĆ”ndolo al suelo. Pero el novato supo como defenderse y no dejarse dominar. Los dos hombres rodaban por la lona, cada uno maniobrando con fuertes agarraderas contra el otro, empujando, golpeando, bloqueando. Sus cuerpos sudorosos empapaban la lona y las cĆ”maras con HD transmitĆa para televisiĆ³n, internet y grabaciĆ³n en DVD. SaĆŗl consiguiĆ³ dominar a AndrĆ©s con una cerradura de cabeza, los suaves testĆculos del novato estaban a merced del muslo de SaĆŗl que no dudĆ³ ni un segundo en golpearlos y aplastarlos lo mas fuerte como pudo. Las gĆ³nadas fueron aplastadas como tantas veces le habĆa pasado en anteriores peleas callejeras.
AndrĆ©s lanzĆ³ un dĆ©bil quejido probablemente por la falta de aire en sus pulmones, la presiĆ³n en su cabeza o ese ataque despiadado a sus huevos. ¿Que podĆa hacer? AbandonĆ³ todo intento de defensa para sacar su cabeza del brazo de SaĆŗl y buscĆ³ a tientas la entrepierna de su oponente. TocĆ³ la enorme polla dura de SaĆŗl y resbalĆ³ la mano al escroto, sabĆa que estaba en problemas, le estaba faltando aire y Sergio desde el asiento contemplaba que el rostro de su compaƱero se volvĆa morado. Con toda su fuerza AndrĆ©s apretĆ³ las huevas de SaĆŗl.
¡CRUUUUNCHHH!
SaĆŗl soltĆ³ un terrible alarido que sorprendiĆ³ al referĆ que contemplaba la pelea. Su agarre sobre AndrĆ©s se aflojĆ³ soltandole la cabeza permitiendole respirar, aunque todavĆa el novato lo tenĆa agarrado de las pelotas.
AndrĆ©s se esforzĆ³ y con una rĆ”pida maniobra trasladĆ³ los testĆculos de SaĆŗl a la base del escroto, despuĆ©s, con un poderoso puƱetazo golpeĆ³ los cojones de SaĆŗl.
AndrĆ©s apretĆ³ los dientes, con la mirada decidida. Iba a fulminar aquel par de pomelos y recuperar el honor de su club ademĆ”s de ganarse varios dĆ³lares. VolviĆ³ a impactar su puƱo contras las bolas del miembro Zafiro y no prestĆ³ atenciĆ³n a la manera en que SaĆŗl aullaba.
PAFF, PAFFF, PAFF, PAFFFF
Era una lluvia de puƱetazo a los testĆculos hinchados de SaĆŗl.
SaĆŗl sacudiĆ³ la cabeza, delirante de dolor.
Finalmente AndrĆ©s realizĆ³ un profesional gancho sobre la mandĆbula a SaĆŗl y este saltĆ³ en el aire cayendo de bruces al piso. El Ć”rbitro empezĆ³ el mortal conteo.
A lo lejos Salem clavaba un puƱetazo a la mesa y CristĆ³bal apretaba sus finos labios.
«Y es asĆ como el Club RubĆ gana este encuentro especial arrebatando el maletĆn de dolares a Zafiro» proclamaba el comentarista. Los miembro del Club RubĆ saltaban con entusiasmo y se abrazaban entre sĆ. Todos subieron al ring para abrazar y felicitar al novato AndrĆ©s «Bonita muestra de entusiasmo y de gritar 'Hey, nosotros estamos aquĆ' les deseo mucho Ć©xito muchachos y entrenen muy duro para las prĆ³ximas semanas y nos sigan regalando mĆ”s de estos entretenidos combates. Hoy el Club RubĆ suma a uno de sus miembros al ranking de luchadores destacados de la temporada. Informamos a los fanĆ”ticos que semana a semana puede revisar las posiciones actualizadas en la parte superior de nuestra pĆ”gina web».
SaĆŗl se quedĆ³ un rato en el piso acariciando sus gĆ³nadas, mirĆ³ con total dolor como a AndrĆ©s lo galardonaban con el "CinturĆ³n de Honor menciĆ³n: DĆ³lar". Mismo que el muchacho colocĆ³ con orgullo en su cadera mientras saludaba al pĆŗblico.
Sergio como capitĆ”n recibiĆ³ de parte de los organizadores el preciado maletĆn, de nuevo la esperanza de seguir en la categorĆa naciĆ³ en Ć©l.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario