BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Manuel ingresĆ³ a casa de Luis cerrando la puerta de golpe. Los seƱores en la sala de estar giraron sus cabezas.
Marcos ChacĆ³n un hombre guapo y de estatura alta vestĆa de forma deportiva, dijo:
—Vas a tumbar la puerta, querido amigo.
—SĆ, pues, no querĆa llegar tarde y me pidieron que no lo hiciera en el mensaje que recibĆ —murmurĆ³—. Ya ven, no querĆa ser el Ćŗltimo y por lo menos ya veo que no lo soy.
—La realidad es que sĆ lo eres —indicĆ³ Farid levantĆ”ndose del asiento. Tenia ropa cĆ³moda que acentuaba su fuerte cuerpo a pesar de su horrible barba que lo avejentaba..
Junto a Ʃl Luis usaba jeans y camiseta sin mangas. Miraba fijamente la entrepierna del reciƩn llegado.
—No me quieras venir a fastidiar —negĆ³ Manuel—. AĆŗn no perdono que el otro dĆa ensuciaste mi baƱo con tu sucio semen.
—Eso no hubiera pasado si ustedes no echaran sobre mi bebida aquella viagra.
—Oh, por Dios, callate, hocicĆ³n.
Farid hubiera dado una sucia rĆ©plica sino hubiera sido por la dura patada a los genitales que le propinĆ³ Manuel.
—¡Estuve hasta tarde fregando tus mecos!
Farid dejĆ³ escapar un jadeo. Mientras sus ojos se ensancharon cuando el dolor se impuso en su cuerpo. Haciendo una mueca de dolor, se doblĆ³ y cayĆ³ de rodillas.
Marcos y Luis se levantaron de sus asientos.
—Hey, hombre, cĆ”lmate —gruĆ±Ć³ Marco agarrando del hombro a Manuel.
—¿EstĆ”s bien? —Luis se agachĆ³ al lado de Farid.
Su amigo emitiĆ³ un largo gemido.
—Farid, no le estaba haciendo nada a tus bolas —dijo Marcos —. Ni siquiera estĆ”bamos jugando.
Manuel estaba dividido entre el remordimiento y el desafĆo.
—Ah, sĆ, Farid, disculpame, no querĆa dejarte asĆ.
Marcos se riĆ³ y golpeĆ³ a su amigo en la nuca.
—Eso no suena como una disculpa sincera —dijo—. Tiene que ser verdaderamente sincera, mi amigo.
Manuel mirĆ³ al techo.
Luis ayudĆ³ a Farid a levantarse.
—Estoy bien, estoy bien —asegurĆ³ con la cara contorsionada agarrando su entrepierna.
Marcos insistiĆ³:
—DiscĆŗlpate ahora.
Manuel mirĆ³ a su amigo. Luego levantĆ³ su pierna apuntando otra fuerte patada a las gĆ³nadas de Farid.
En ese momento Farid reaccionĆ³ rĆ”pido echando hacia atras la cadera.
Luis y Marcos agarraron los brazos de Manuel.
—¡Este tonto necesita que se le enseƱe una lecciĆ³n! —objetĆ³ Luis con una sonrisa de lado a lado.
Farid se frotĆ³ las bolas llenas de dolor.
—¿Crees?
Marcos lo mirĆ³ fijamente.
—SĆ, ustedes tienen razĆ³n.
Marcos estirĆ³ la mano entre las piernas de Manuel, apretando su prominente bulto que tensaba la tela del pantalĆ³n.
Manuel dejĆ³ escapar un gruƱido molesto.
—¿Te duelen los huevitos? —se riĆ³ Marcos.
Los tres hombres se rieron.
—Oye quĆ© carajo, suĆ©ltenme —Manuel luchĆ³ contra su agarre.
—Aprende tu lecciĆ³n, no debes atacar asĆ a Farid —Luis empujĆ³ la pierna pisando el zapato para mantener la pierna de Manuel extendida.
Al ver lo que estaba haciendo, Marcos rĆ”pidamente siguiĆ³ su ejemplo.
Farid se riĆ³. Enseguida golpeĆ³ su rodilla contra la ingle indefensa de Manuel.
Este emitiĆ³ un gemido. Sus rodillas se unieron y se habrĆa doblado si no hubiera sido por sus amigos que lo mantuvieron erguido. Su rostro se contrajo de dolor y gimiĆ³.
Marcos y Luis se rieron.
Farid tenĆa una dĆ©bil sonrisa en el rostro.
Farid obedeciĆ³ y echĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ los huevos de Manuel con toda la fuerza que pudo reunir. El pie de Farid chocĆ³ con el paquete de Manuel con un ruido sordo, levantĆ”ndolo del suelo mientras gritaba de dolor.
Marcos y Luis no pudieron retenerlo mĆ”s y Manuel se estrellĆ³ contra el suelo, acurrucĆ”ndose en posiciĆ³n fetal y agarrando sus adoloridas bolas.
Los tres hombres lo miraron.
Marcos se inclinĆ³, rodando a Manuel sobre su espalda. AbriĆ³ el cinturĆ³n del entrenador y le bajĆ³ el pantalĆ³n.
La polla de Manuel estaba gorda y dura, e imposible de ocultar, a pesar de que Manuel lo intentĆ³.
Marcos agarrĆ³ a Manuel y lo tirĆ³ al sofĆ”, con las piernas colgando sobre el reposabrazos. Luego cerrĆ³ el puƱo alrededor del cuello del escroto de Manuel, levantĆ”ndolo por sus bolas.
Manuel gritĆ³ de dolor.
—ContinĆŗa —Marcos asintiĆ³ con la cabeza a Farid.
Farid se riĆ³ y apretĆ³ el puƱo. Lo enviĆ³ estrellĆ”ndose contra las bolas atrapadas de Manuel, aplastĆ”ndolas.
Manuel soltĆ³ un gemido de angustia.
Marcos asintiĆ³ con la cabeza a Farid, lo que lo impulsĆ³ a golpear las bolas de Manuel una vez mĆ”s, aplastando las dos pelotas carnosas como si fueran tortillas.
La polla de Manuel se contrajo mientras gritaba.
—Eso es todo —sonriĆ³ Marcos.
Manuel se retorcĆa.
Marcos lo levantĆ³ por las pelotas antes de girarlo y tirar sus brazos detrĆ”s de su espalda.
—Sigue —gruĆ±Ć³ sosteniendo a Manuel —. Rompe sus bolas.
Farid se riĆ³ y golpeĆ³ las bolas de Manuel tan fuerte como pudo.
Manuel gimiĆ³ en agonĆa.
—¿Quieres ayudarme, Luis? —preguntĆ³ Farid.
Luis se encogiĆ³ de hombros y golpeĆ³ su puƱo contra las bolas desnudas de Manuel con un golpe sonoro.
Manuel dejĆ³ escapar un chillido agudo.
Marcos le dio una palmada a las carnosas bolas de Manuel y sonriĆ³ ante los pequeƱos gemidos que hizo.
Luis apartĆ³ la mano de Marcos y golpeĆ³ su rodilla contra las bolas de Manuel.
El grito del deportista se convirtiĆ³ en un gemido cuando Luis siguiĆ³ presionando su rodilla hacia adelante.
Cuando lo dejaron libre Manuel se dejĆ³ caer en el sillĆ³n gimiendo, y recostĆ”ndose.
Marcos levantĆ³ sus bolas. Presemen goteaba sobre el pene de Manuel y cubrĆa sus bolas.
—Alguien deberĆa drenarle estas pelotas. Ja, ja, ja.
La cara de Manuel estaba enrojecida y su polla palpitaba, derramando lĆquido por su abertura.
—Parece que realmente necesita una mano —sonriĆ³ Luis emocionĆ”ndose.
Farid golpeĆ³ su puƱo contra las bolas de Manuel, se sentĆan suaves debajo de Ć©l.
Manuel gritĆ³, su polla se contrajo y disparĆ³ esperma espumoso que chorreĆ³ contra su estĆ³mago y algunos incluso llegaron a su cara.
—Puede que necesite uno mĆ”s. Parece que sus bolas estaban almacenando mucha leche —sonriĆ³ Marcos.
Farid se riĆ³ y abofeteĆ³ las bolas de Manuel.
—No sĆ©, ya parece bastante adolorido.
Marcos agarrĆ³ la gruesa polla de Manuel y apretĆ³ la sensible cabeza en forma de hongo con su pulgar, sacandando unas gotas de semen.
—SĆ. Hay mucho mĆ”s de donde vino eso.
Manuel gimiĆ³ atormentado.
El puƱo de Farid se encontrĆ³ con las gĆ³nadas de Manuel, llevĆ”ndolas a su cuerpo.
Manuel dejĆ³ escapar un rugido angustiado.
Farid frunciĆ³ el ceƱo y envolviĆ³ una mano alrededor de la polla de Manuel. GolpeĆ³ el puƱo contra sus bolas.
—Oh —gritĆ³ Manuel, mezclando el dolor y el placer ya que tambiĆ©n comenzaban a masturbarlo.
Luis y Marcos sujetaban a Manuel mientras Farid acariciaba su polla cada vez mƔs rƔpido mientras golpeaba las bolas una y otra vez y otra vez.
El sonido de sus nudillos chocando con las carnosas pelotas de Manuel hizo eco en la sala de estar.
La polla de Manuel palpitaba y se contraĆa en la mano de Farid. Los golpes de este aumentaron con toda la fuerza que pudo reunir.
Farid dejĆ³ escapar un gruƱido:
—Vamos, Manuel, derrama eso.
Finalmente, la polla de Manuel lanzĆ³ otra gruesa y jugosa carga de semen al aire.
Manuel gimiĆ³ de placer, seƱales mixtas hicieron que sus caderas se movieran hacia adelante.
Tanto Marcos como Luis retrocedieron un paso para evitar ser golpeados por cualquier sustancia masculina de Manuel.
Farid sonriĆ³ y acariciĆ³ la verga mĆ”s rĆ”pido, y continuĆ³ golpeando sus pelotas una vez mĆ”s aplastando hasta la Ćŗltima gota de semen que tuviera en sus tanques.
Finalmente, el orgasmo de Manuel se terminĆ³ y se acurrucĆ³ en posiciĆ³n fetal, gimiendo de agonĆa.
Farid soltĆ³ la polla de Manuel con reticencia, frotando un pulgar contra la hendidura enrojecida e hinchada por Ćŗltima vez y haciendo que su amigo jadeara de manera placentera.
Farid se secĆ³ la frente con el dorso de la mano. El esperma de Manuel goteaba por su barbilla. Se lamiĆ³ los labios y probĆ³.
—No estĆ” mal —determinĆ³.
Manuel gimiĆ³.
—Buen trabajo, buen trabajo —murmurĆ³ Marcos, palmeando el hombro de Farid—. Eso pasa por no pedir disculpas.
Los hombres pasaron el resto de la tarde conversando de las noticias del momento, ignorando a Manuel, que estaba cuidando sus bolas maltratadas y escurridas.
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