ESCRITO POR: ZATN
CONTIENE BALLBUSTING F/M.
Este relato estĆ” basado en el personaje histórico Elisa de Tiro/Dido. En fuentes griegas y romanas, aparece como la fundadora y primera reina de Cartago, en el actual TĆŗnez. Era hija del rey de Tiro, MatĆ”n I. Elisa tenĆa dos hermanos: Pigmalión, que heredó el trono de Tiro, y la pequeƱa Ana.
Obviamente se han realizado alteraciones a la historia de este personaje, Incluyendo el necesario tema Balbusting.
Elisa de 19 aƱos, era la hija mayor del rey MatĆ”n I de Tiro, ciudad principal de los fenicios, la joven destacaba en el reino por su belleza y virtud, varios pretendientes aparecieron en el palacio en busca de su mano, pero el rey aun no decidĆa con quien casarla. Mientras tanto Elisa se pasaba el tiempo ayudando a los pobres y siendo una segunda madre para su pequeƱa hermana Ana de 10 aƱos.
Repentinamente sucedió el fallecimiento del rey y su hijo varón Pigmalión subió al trono. A diferencia del padre, Pigmalión de 25 aƱos, era ambicioso y sin escrĆŗpulos, de no ser el Ćŗnico varón del rey, este le hubiera dado el trono a algĆŗn otro hijo. Ahora Ć©ste prĆncipe ocupaba el trono y pronto verĆa su fortuna personal incrementarse con artimaƱas y conspiraciones ayudado por sus aliados polĆticos; La ambición de Pigmalión no tenĆa saciedad, y pronto puso su ojos en el sacerdote Siqueo.
Siqueo de 45 aƱos era el sacerdote del templo de Melkart en Tiro, era famoso por su riqueza, residĆa en la casa mĆ”s fastuosa del reino, rivalizando con el palacio real, y gracias a su fortuna personal habĆa mejorado el templo a su cuidado, convirtiĆ©ndole en el mĆ”s rico de la región... Pero era conocido que Siqueo poseĆa aun una fortuna mayor escondida en alguna parte secreta, y a esta querĆa acceder Pigmalión.
El rey tramó un plan involucrando a su hermana Elisa. Un dĆa hizo llamar a Siqueo a palacio y le propuso deposar a la princesa, Siqueo estaba feliz, Elisa era la mujer mĆ”s bella de la ciudad, y en secreto albergaba sentimientos por ella, pero Elisa no tenĆa deseos de desposarse con Ć©l, mas Pigmalión con su autoridad real y familiar la obligó a hacerlo.
Casada con quien no amaba, Elisa entró en depresión, pero pronto su esposo la colmó de regalos, joyas y muestras de real amor, logrando poco a poco entrar en el corazón de la princesa… Elisa llegó a quererlo en verdad.
Solo seis meses despuĆ©s, Pigmalión hizo ir a su hermana a palacio y habló en secreto con ella, le comentó que serĆa conveniente saber dónde se escondĆan las enormes riquezas de Siqueo por si Ć©ste fallecĆa de alguna enfermedad y ella quedase viuda, despuĆ©s de todo, siendo su esposa era su Ćŗnica heredera, al no tener hijos el sacerdote; Elisa de inmediato se dio cuenta de la argucia de Pigmalión, su matrimonio solo habĆa sido para saciar la ambición de su hermano y rey.
Previendo alguna traición de Pigmalión contra Siqueo, Elisa tomó medidas; En la intimidad, averiguó del enamorado Siqueo en dónde estaban escondidas sus riquezas, La princesa conociendo a su marido, uso los dedos para jugar con su glande y testĆculos, despertĆ”ndole incesantes jadeos... el sacerdote gobernado por la lujuria, sin dudar prometió a su esposa todas las joyas que quisiese de aquel gran tesoro oculto, la princesa sin ninguna ambición solo le agradeció la confianza y no pidió joya alguna.
El perverso Pigmalión acosaba dĆa tras dĆa a Elisa para que le dijese si obtuvo la información del sacerdote, la joven por fin se animó a confesarle la ubicación del tesoro.
"Bajo el altar del templo oculta el bienaventurado Siqueo aquellas vastas fortunas".
Elisa esperaba que su hermano cavase en aquel errado lugar y viéndose expuesto públicamente y sin tesoro alguno, por vergüenza renunciase a aquella descarada empresa.
Aquella noche los gritos de la servidumbre alertaron a Elisa, quien encontró a su esposo degollado, las lÔgrimas lavaron el rostro de la bella princesa, quien nunca esperó que su hermano llegase a tal crimen.
Pero no hubo tiempo para pesares, era seguro que Pigmalión irĆa por el tesoro que no estaba bajo el altar, Elisa dio aviso a hombres de confianza de Siqueo sobre la traición que Ć©ste habĆa sufrido, y junto a ellos se dirigió al jardĆn del templo, lugar real de en donde yacĆa el tesoro.
Con la incontable fortuna en su poder y la lealtad de los amigos de Siqueo, Elisa planeo huir de Tiro, preparó a su hermana Ana, las sirvientas y los hombres cercanos a Siqueo con sus familias, todos se dispusieron a tomar barcos...
...Pero a punto de dirigirse al puerto, fue requerida por los guardias de su hermano al palacio, no pudiendo negarse dio órdenes secretas de partir y adelantarse, mientras ella en un barco rezagado les alcanzarĆa luego, la penumbra les dio a los buques la cobertura necesaria para huir.
En palacio, Elisa se intrigo ante la orden de Pigmalión de verla en sus aposentos privados, nada mÔs llegar, su hermano la recibió con violencia, ultrajÔndola y exigiéndole la ubicación real del tesoro de Siqueo... Ante tal descaro Elisa reaccionó.
"Asesinaste a mi marido, bellaco!".
"Decidme donde estƔ oculto el tesoro o te arrepentirƔs!".
Elisa intento buscar una excusa.
"Siqueo me dijo que estaba en el altar, no os tengo mƔs que decir".
Pigmalión no le creyó y se alejó de ella, cuando el rey se comenzó a desvestir, Elisa quedo sin habla sabiendo la canallada que pretendĆa cometer, corrió hacia la puerta pero su hermano le cerró el paso... Gritó por ayuda, pero nadie atendió.
El rey, ahora usando solo su taparrabo le expuso su situación:
"He dado órdenes a los guardias de no acercarse, nadie te oirÔ, ahora dime la ubicación del tesoro o te violaré".
"ViolarƔs a tu hermana?, Sois un monstruo!".
"La verdad es que no soy tan malo, agradƩceme que no deseo tu muerte, ni deseo tu cuerpo a pesar de lo bella que sois, te veo como mi hermana, pero te violarƩ si es necesario, habla de una vez!".
Elisa se vio sin salida, permaneció callada y quieta mientras su hermano la tomaba del hombro y le comenzaba a retirar el vestido, fue entonces cuando la princesa dijo "NO!", y dio un rodillazo contra la entrepierna del rey.
“AAAARRGGGGGGGG!!!”. Pigmalión gritó, y mĆ”s aĆŗn cuando seguidamente su hermana volvió a golpear sus testĆculos con la rótula... La joven conocĆa la debilidad masculina, desde que una noche Siqueo le hablo de Ć©sta, y de cómo en su juventud padeció en dolor testicular por parte de un mujer de baja clase que fue amante suya... La dama al parecer recelosa por una traición amorosa, descargo su ira contra sus partes nobles; Aquella noche Elisa constató lo muy sensibles que era su esposo en aquella zona para las caricias, y sin duda lo serĆa igual para el dolor.
Aturdido por el dolor, el rey se dobló a la mitad, Pigmalión no pudo evitar que Elisa escapara, porque sin aliento no pudo alertar a los guardias a tiempo... Sólo tras un rato pudo insultar con las peores maldiciones a su hermana.
Elisa fue al puerto y abordó el Ćŗltimo barco de su grupo de exilio, abandonarĆa para siempre su natal Tiro... Ćfrica serĆa su destino.
Con astucia los marineros evadieron cualquier nave perseguidora enviada por el enfurecido Rey Pigmalión, y tras muchas semanas de navegación arribarĆan a tierras africanas.
Elisa y los suyos llegan a las costas de Ćfrica, allĆ vivĆa la tribu de los GĆ©tulos, una tribu de origen libios cuyo rey era Jarbas. El rey envĆa a su consejero Bómilcar a recibir a los extranjeros.
Impresionado por la belleza y finos modales de la princesa de Tiro, Jarbas da hospedaje a los viajeros y colma de regalos a Elisa.
Tras las muestras de afecto y protección, Jarbas escondĆa un intenso deseo sexual por la princesa.
DĆas despuĆ©s Elisa pidió una audiencia con el rey, le planteo un asunto vital para los que con ella habĆan dejado Tiro.
"Rey Jarbas pido vuestra hospitalidad, permĆtame un poco de su tierra para fundar una ciudad amiga".
El rey siempre fue receloso de sus dominios, querĆa ser amable con la bella extranjera, pero a la vez no querĆa que ella formase su propia ciudad y dejara de depender del soberano, despuĆ©s de todo, ansiaba que ella estuviera infinitamente agradecida con Ć©l y mantenerla siempre en su palacio. En una jugada audaz concedió en parte la solicitud de la princesa.
"Mi bella princesa te darƩ tanta tierra como puedas abarcar con una piel de buey".
Elisa no presentó reclamo alguno, fue lo bastante lista para saber que Jarbas no deseaba que ella fuese independiente, y aquello sucederĆa si fundaba una ciudad, con alegrĆa recibió la oferta del rey.
La princesa analizó su dilema y pudo tener una solución... de manera astuta logro que la piel de un buey abarcase mucho mĆ”s de lo que podrĆa pensarse... la hizo cortar finas tiras y asĆ consiguió circunscribir un extenso perĆmetro de entre 1 y 2 kilómetros, circundando una superficie de entre 10 y 25 hectĆ”reas... tierra mĆ”s que suficiente para fundar una fortaleza que fue llamada Byrsa, mĆ”s tarde se convirtió en ciudadela
La astuta estrategia no pasó desapercibida por el consejero Bómilcar, quien siempre conspiraba a favor de su seƱor el rey, un dĆa le expuso:
"Mi señor vas a permitir tal burla de parte de la princesa, debes negar ceder el terreno, no fue lo que usted le concedió, no de esa forma".
"Es una mujer muy astuta y eso me agrada, no le tengo rencor por cómo resolvió la limitación que yo mismo le impuse".
"Pero estĆ” seguro?. Casi es una burla a usted… AdemĆ”s es sabido que trae un tesoro consigo, con ello podrĆa edificar una ciudad en poco tiempo".
"Mi querido Bómilcar, no tengo ninguna queja, porque su tierra y la ciudad que funde y engrandezca, un dĆa volverĆ” a mĆ, entĆ©rate que es mi deseo convertirla en mi esposa". Sentenció Jarbas.
Elisa se convirtió en la soberana de la ciudadela, y los indĆgenas que comenzaron a poblar el Ć”rea le dieron el nombre de reina Dido… Como anticipó en consejero, con parte del tesoro de Siqueo la ciudadela creció con rapidez.
10 meses despuƩs.
En audiencia privada, Bómilcar informó a su rey del avance de los extranjeros.
"La ciudadela de Byrsa crece rĆ”pidamente mi seƱor, la habitan mĆ”s de 500 personas ahora, y tienen una reina… AdemĆ”s debo informar que ya terminaron de amurallarla".
Un sonriente Jarbas le expone: "Creo que es hora de desposar a la princesa de Tiro, ve con 300 de mis tropas, pon sitio a la fortaleza, y exponle los tƩrminos a la nueva reina de Byrsa".
Para el dĆa siguiente las tropas rodeaban la muralla de Byrsa, los varones de la fortaleza se armaron, defenderĆan su ciudadela a cualquier costo, Elisa subió a la muralla y se dirigió al lĆder de las tropas.
"Porque estas aqu�". Exigió Elisa desde lo alto; El jactancioso Bómilcar con plena autoridad y confianza de Jarbas fue bastante irrespetuoso:
"Mi seƱora, vengo en nombre de mi rey Jarbas, y Ʃste tiene una exigencia para usted".
"El rey Jarbas nos ha dignado con su hospitalidad y buenas costumbres, como puede exigirnos si somos aliados".
"Y quiere que sigan siƩndolo mi seƱora".
"Que exigencia tiene el rey?".
"Vuestra preciada mano, os convertirƔ en la reina de este maravilloso y extenso reino de los GƩtulos".
Elisa quedo estupefacta, ella no querĆa ser la esposa de Jarbas, pero como negarse... la sola presencia de aquella fuerza militar, denotaba las posibles consecuencias de contrariar los deseos y exigencias del rey.
"Os pido un dĆa y una noche para pensar en una respuesta para tu seƱor".
Tranquilamente Bómilcar podĆa darle el plazo, pero por maldad pura decidió contra ofertar.
"Tiene usted una hora mi seƱora, no aceptarƩ un mayor retraso en responder a mi seƱor".
Contra la pared, Elisa debió aceptar el plazo, de urgencia se reunió con los lĆderes de la ciudadela y su hermana Ana para quien Elisa era su admiración... Muchos le aconsejaron negar la propuesta matrimonial de Jarbas, pero Elisa era prudente, entendĆa lo que era gobernar, y el que tantos dependan de tus decisiones, Sabia bien que de negarse Byrsa serĆa conquistada.
Cinco minutos antes del plazo, Elisa regresó a la muralla.
"Dile a tu seƱor que para maƱana a primera hora, Elisa princesa de Tiro y reina de Byrsa irƔ a su palacio, entonces podrƔ anunciar el compromiso".
"Bien, y la felicito, porque en toda la región no podrÔ usted encontrar consorte mÔs poderoso y digno".
Bómilcar regresó al palacio dejando una pequeƱa guardia fuera de Byrsa, el grupo militar no sólo se asegurarĆa de ninguna escapada nocturna de la princesa de Tiro, (aunque aquello significarĆa la destrucción de la fortaleza), sino que ademĆ”s serĆan la escolta para maƱana cuando Elisa partiese hacĆa su futuro palacio.
Elisa se mantuvo pensativa el resto del dĆa, decidió charlar con un sacerdote nativo GĆ©tulo, y muy de noche tomó rumbo en solitario a las puertas de la fortaleza.
Era la una de la madrugada cuando una desconocida a caballo llegaba ante la guardia de soldados afuera de Byrsa. La princesa y ahora reina de Byrsa solicitaba ver en secreto al soberano… Justo al llegar a palacio, Bómilcar fue avisado e hizo pasar a la princesa de Tiro.
"Espero mi señora que no pretenda usted cambiar de opinión y buscar que el rey desista de desposarla".
"No te preocupes vil serpiente, solo deseo aplacar la lujuria del rey lo mƔs pronto posible, temo se desespere y la emprenda contra Byrsa".
"No juzgue mal al rey, no desea mal para la gente de la ciudadela, pero es que la desea a usted tanto que no podĆa arriesgarse a un rechazo de tan bella dama".
"Da aviso a Jarbas, dile que deseo verle en la alcoba real".
"En la alcoba real?, Asà que la señora viene a complacer a rey".
"Eres una vĆbora!, sólo espero que tu seƱor no se ponga de mal humor si se le despierta".
Bómilcar fue a la alcoba real, pero conociendo a su seƱor sabĆa que Ć©ste no estarĆa dormido, de seguro yacĆa con alguna concubina de su harem...
...Y asĆ era, Jarbas montaba por tercera vez a una bella mujer, la amante era cada noche diferente, y es que el rey tenĆa todo un harem para su disfrute; Jarbas casi dio un grito colĆ©rico, cuando tocaron a su puerta, la insistencia le hizo salir del interior de la mujer y sin ponerse prenda fue a abrir... sabĆa que debĆa ser urgente pues sus sirvientes conocĆan que estarĆa fornicando.
Al ver al consejero le preguntó el motivo, Bómilcar viendo a la amante colocarse algo, le susurró al rey:
"La reina Elisa ha venido y quiere verle, aquĆ en la alcoba real".
Jarbas sonrió, palpó sus pelotas y su pene dio un respingo... de inmediato se imaginó yacer con la bella y digna Elisa.
"Mujer vete!, tengo una invitada para este resto de noche". AsĆ de directo fue el rey.
Bómilcar le dio paso a la bella mujer que salĆa, y sonriendo a su seƱor le dijo:
"Espero el rey no se haya excedido con su compañera de noche, la reina Elisa también amerita atención".
"No te preocupes tengo brĆos para mĆ”s de una mujer... Pero me sorprende su visita, debe tener prisa en ser mĆa".
"Parece que la reina Elisa se quiere asegurar de que no le haga nada a su pueblo, por ello desea satisfacer vuestros apetitos lo mĆ”s pronto posible, incluso antes del compromiso, pero eso sĆ, ha pedido el mĆ”s absoluto secreto, pues de saberse que se ha entregado al rey sin desposarse, serĆa una vergüenza para la dama".
"Entiendo, mantén todo en secreto y has pasar a la reina, al parecer se me entregarÔ en cuerpo y alma, es una gran reina, asegurara el bienestar de su nación sacrificÔndose y complaciendo a quien serÔ su rey y marido".
Minutos despuĆ©s Elisa estaba frente al desnudo rey, quien no se molestó en vestirse, La princesa se ruborizo al ver los genitales de su futuro esposo. El escroto del monarca colgaba bastante, y Elisa no podĆa evitar verlos balancearse con cada paso del hombre.
Jarbas la saludó con un beso en la mejilla, y la princesa sonrió.
"A servir al seƱor de estas tierras". Elisa comenzó a retirar su vestido, hasta quedar completamente desnuda, Jarbas quedó boquiabierto ante la trigueƱa piel de su futura esposa, esos senos deliciosos y aquel manto de vello oscuro que cubrĆa su intimidad, enloquecĆan al rey.
El hombre la abrazó con ternura y comenzó a besar su cuello... Se sobresaltó un poco cuando Elisa le acarició la punta del pene... La joven de Tiro no era ninguna mojigata, despuĆ©s de todo ya habĆa tenido marido.
El delicado masaje a la punta, de inmediato genera la expulsión de gotas de Pre semen, a la vez que el falo aumenta en longitud, grosor y trama venosa. Jarbas la besa y Elisa responde al beso, mientras por abajo las manos de la princesa y reina acarician los testĆculos del rey. Un jadeo de satisfacción por parte del varón denota su infinita alegrĆa, Tras una profunda inspiración, le dice a la mujer que desea:
"Te adoro mi reina, y te harĆ© muy feliz ya verĆ”s”.
"Para mi es igual mi reina, no tenĆas mĆ”s opción que ser mĆa".
Elisa se queda mirƔndole fijamente a los ojos.
"En eso se equivoca gran rey".
Fue cuando los dedos de Elisa se cerraron alrededor de los testĆculos del monarca, Jarbas se mordió los labios sintiendo la presión cada vez mĆ”s y mĆ”s fuerte, sus ojos se cruzaron con los de Elisa, quien le veĆa con enfado.
“Que, que haces… suĆ©ltame…Ugh”. Jarbas intentó retirar la mano de la mujer, pero esta aplicó mĆ”s fuerza, haciĆ©ndole entender al rey que estaba en sus manos.
Jarbas ahogó un grito de dolor, y al verlo Elisa le dijo:
“Adelante rey, gritad, gritad a vuestra guardia, que pena serĆa para sus hombres escuchar a su rey gritar como una mujer, sin duda creerĆ”n que soy yo quien grita”.
“Que quieres…”.
Elisa no presto atención a Jarbas y continuó exponiendo: “Pero adelante, como ya dije, puede usted gritar…Y cuando entre la guardia, que cree el rey quĆ© pensarĆ”n al hallarle sometido de la virilidad por una mujer… que cree el rey?, responda!”
Jarbas apretaba los dientes, y comenzaba a sudar en su rostro, querĆa gritar, sus huevos estaban siendo deformados por los pequeƱos, delicados y aparentemente inofensivos dedos de Elisa.
Jarbas estaba sin salida, Elisa en eso tenĆa razón, no podĆa dejarse ver agarrado de los huevos y totalmente sometido por una mujer, su machismo no le permitĆa verse dĆ©bil ante sus propios sĆŗbditos.
“Que quieres”. Volvió a preguntar el adolorido monarca.
“Quiero que deje en paz a la ciudadela de Byrsa, a sus habitantes, y a mi persona… No serĆ© tu esposa”.
Jarbas tragó saliva y pudo decir: “Lo que quieras, os dejar en paz… Lo juro!”.
Elisa esperaba esa respuesta, pero no era suficiente “Eso no basta, una vez que suelte la hombrĆa del rey, este puede traicionar su palabra”.
“No… No lo harĆ©, lo juro”.
“No puedo creerle, pero le creerĆa si hace el juramento de la madre Getulia”.
“Como es que sabes de eso?...Uuyyyyy”. Elisa tiró de su escroto, y el debilitado rey casi desfalleció.
“Eso es lo que debe hacer si desea seguir siendo hombre… SĆ© que el rey tiene dos hijas y aĆŗn ningĆŗn varón, si no realiza el juramento os dejarĆ© sin poder preƱar a mujer alguna, no podrĆ” tener a su heredero”.
La idea de no poder tener mÔs hijos y sobre todo un varón que heredase su reino realmente atemorizó al monarca, Pero a pesar de estar a punto de ceder, se resistió a dejarse ordenar por la princesa de Tiro.
“Ough… Si… si no soy yo, otro prĆncipe os pedirĆ” en matrimonio, eres demasiado bella para no ser pretendida…. Ooohhh”.
“En eso se equivoca, llegue a amar a Siqueo y es mi deseo mantener mis votos de viudez… MarcharĆ© al exilio, y en el anonimato vivirĆ© con la memoria de mi difunto esposo, ese serĆ” mi futuro”.
“No hagas eso”. Jarbas sinceramente no querĆa perder a tan bella y digna mujer, la deseaba tanto!.. Pero Elisa tomó su decisión y apresuró al rey.
"Hazlo ya!, quiero oĆrte, por tus pelotas, y literalmente por ella, debes hacer el juramento Jarbas!, jura dejarnos en paz!".
El atormentado hombre vio lucidez por un instante y por fin se decidió a hacerlo.
"Hazlo!!". Elisa iba a tirar nuevamente de su saco escrotal, pero se detuvo al ver que el rey comenzarĆa a hablar.
Jarbas tomó aliento y con decisión expuso el juramento de la madre Getulia.
"Ju… Juro ante los dioses de tierra, cielo y mar, ante esta tierra sagrada baƱada por el ocĆ©ano y flanqueada por el desierto, que no descargarĆ© ira o mal intención ante los extranjeros que habitan ahora Byrsa, ni la ciudadela sentirĆ” rencor mĆo alguno... Que... Que mi linaje y la madre Getulia paguen si osare romper este sagrado pacto...".
El rey habĆa hecho el ineludible juramento y Elisa vio su misión cumplida... Desde el ultimĆ”tum de Bómilcar, la princesa se rompió la cabeza buscando una posible salida a su dilema, una idea surgió en ella y pidió el consejo de un anciano sacerdote GĆ©tulo, quien le habló del juramento, el cual plebeyos, nobles e incluso reyes estaban obligados a cumplir, para ellos era algo inculcado en su educación desde niƱos y lo mĆ”s respetado en la vida.
La dama abrió la mano que ya sentĆa adolorida de tanto apretar, Jarbas exhaló y se derrumbó sentado en el piso. Elisa le observó y comenzó a vestirse.
El hombre gemĆa sin parar, agarrĆ”ndose los huevos con desesperación. Se acostó en el piso y ubicó en posición fetal.
Ya vestida, Elisa dio un paso ante el rey.
"Mujerzuela!!!...". Fue lo Ćŗnico dicho por Jarbas a quien el aliento escaseaba.
"Insúlteme cuanto quiera gran rey, pero vuestra semilla real nunca yacerÔ en mi vientre, acéptelo rey Jarbas, Elisa de Tiro nunca serÔ suya...".
Jarbas gruñó sin decir nada. La mujer caminó hacia la puerta de la habitación y antes de abrirla expresó:
"Ahora me marcharƩ, nunca me volverƔ a ver en la vida, deseo de la manera mƔs sincera tengas una abundante descendencia y un digno heredero a tu corona".
Tras la ida de Elisa, Jarbas permaneció casi una hora sobando sus pelotas, Bómilcar tocó a la puerta al enterarse de la salida de la princesa, pero el rey apenas en pie, con nĆ”useas y avergonzado por cómo habĆa terminado todo, solo le ordenó marcharse... A nadie, ni siquiera a su consejero le contarĆa que fue sometido de las gónadas por una mujer.
Luego de superar el dolor, Jarbas pensó en todo lo ocurrido, jamĆ”s traicionarĆa el juramento de la madre Getulia, lo mĆ”s sagrado para Ć©l… AsĆ que Byrsa seguirĆa siendo independiente y no se meterĆa con Ć©sta... Lamentó la partida de Elisa, nunca llegó a odiarla, se comportó tan digna y valiente al actuar ella misma contra el rey, respetaba lo decidida que fue aquella princesa; Cómo le hubiera gustado convertir en su esposa a tan deseada mujer.
Tal como lo anunció, Elisa dejó la naciente ciudadela, entregando el gobierno a la pequeƱa Ana, quien por ahora estarĆa bajo la tutela de un concejo de nobles, cuando llegase a mayorĆa de edad, tomarĆa el rango de reina y se desposarĆa con un digno noble de la región.
El hijo de Ana serĆa el primer rey de Byrsa nacido en Ćfrica, y le continuarĆa todo un linaje de reyes, los cuales formarĆan alianzas con los descendiente de Jarbas… Ambos pueblos serĆan aliados por siglos.
En cuanto a la Elisa, se fue a vivir a un lugar lejano y aislado... Con una modesta riqueza, tomo la identidad de la viuda de un comerciante desconocido, viviendo feliz y tranquilamente, sin quedar mƔs rastro de ella en la historia.
FIN.
Gracias
Comentarios a zatniktiel@hotmail.com
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