La prision (2/5): la visita llega al baño - Las Bolas de Pablo

Lo más nuevo

17 may 2019

La prision (2/5): la visita llega al baño

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   George había terminado de tomar una ducha colectiva. Era horrible estar privado de la libertad. Se encontraba desnudo, excepto por un calzoncillo que no dejaba nada a la imaginación. Su cuerpo era musculoso, con una perfecta armonía: brazos y piernas fuertes, hombros anchos y cintura estrecha. Estaba solo meditando, no iba a ser fácil su estadía ahí. El resto de los presos ya se habían ido. Incluyendo Alí que le daba miradas asesinas y quien no le habló más durante el trayecto de la tarde pero estaba declarado que lo odiaba.


   Miró el gran reloj sobre la puerta. Era la noche, su primera noche en la prisión, cuánto se odiaba y miserable se sentía.


   Echó una mirada a su entrepierna. Su gran polla se había puesto dura como roca, tensando la tela de su calzoncillo. Parecía reclamarle por tenerla ahí encerrada sin acceso a la vagina caliente de una mujer. Empezó a sentir vergüenza de aquella furiosa erección.


   Reacomodó su polla y sus bolas dentro de su calzoncillo.


   Su pene seguia tieso como el hierro. La gorda cabeza con forma de hongo se asomó por la abertura de la pierna izquierda, distorsionando la tela y haciendo que su testículo derecho cayera por la abertura de la pierna.


   —Mierda —suspiró George, haciendo otro intento de apilar cada pieza de sus genitales dentro de su ropa interior de manera que pareciera recatada.


   Miró su entrepierna, con una expresión escéptica en su rostro.


   Escuchó pasos y pensó que debía ser un guardia que venía a regañarlo por haberse quedado en las duchas.


   Se giró lentamente.


   Era Alí.

   George tragó saliva sintiendo que esa noche iba a morir allí en los baños.



   Alí era un peligroso criminal que compartía celda con George y que en aquella tarde tuvieron un conflicto al negarse a aplicarle una felación.


   Sus ojos se posaron en la ropa interior de George y como estaba llena hasta el punto de explosión.


   Para colmo el tieso miembro salió del calzoncillo, haciendo que sus bolas cayeran por la abertura de la pierna.


   George dejó escapar un suspiro de exasperación.


   Alí se echó a reír, ante tal muestra tan patética.


   —¿Qué diablos es eso? ¿A caso te excitó bañarte en grupo? Sí, estoy seguro que nunca antes habías tenido tanto macho junto. Pero olvidalos a ellos, aquí estoy yo. No olvides que me debes una mamada, perra. Así que tú decides. Me lames la verga o te degollo aquí. ¿quieres que tu sangre se vaya por las tuberías?


   George automáticamente asintió, tratando de ensamblar sus partes y volver a meterlas en su ropa interior. Sí quería quedar con vida esa noche mientras buscaba aliados tenía que cooperar.


   Alí lo miró, con una expresión divertida en su rostro.


   —Si quieres hasta puedo sacarte la leche de los huevos perrita —se atrevió a decir.


   Alí estaba necesitado de sexo, era más de un año que su esposa no lo visitaba en la prisión... La muy puta lo había abandonado y estaba con otro hombre, sabía que los tenía que matar o contratar sicarios.


   George tragó saliva y su polla salió del calzón de nuevo.


   —¡Carajo! —susurró.


   Alí se arrodilló frente a su compañero de celda y le ayudo a despojarse de la ropa interior, George se sintió confundido y ansioso, ¿sería que iba a hacerle sexo oral?


   Alí apretó el puño, echó el brazo hacia atrás y envió sus nudillos contra las gónadas de George, aplastándolas.


   George dejó escapar un grito desgarrador. Sus manos fue hacia sus testículos, pero Alí actuo rápido y llevó las manos a su escroto.


   Se rió con risa maquiavélica y retorció las bolas de George, haciéndole echar la cabeza hacia atrás y gritar de dolor.


   La polla de George seguía dura como roca y palpitaba con la forma en que Alí amasaba las jugosas huevas con ambas manos, hundiendo los dedos en la delicada carne de los cojones de George.


   Alí continuó con un uppercut que aplastó por completo las papas gordas de George.


   El reo soltó un grito desgarrador y su polla estalló en un chorro de esperma cremoso.


   Alí se burló y aplastó las bolas de George con sus propias manos mientras el pene escupía docenas de chorros de semen salado que dejaron a Alí y George empapados.


   Después de más de un minuto, el orgasmo de George se calmó y los chorros se convirtieron en un goteo lento.


   Alí se limpió el esperma de George contra su cara y dijo fríamente:


   —Aún no hemos terminado.


   Los ojos de George se ensancharon.


   Alí se enderezó ordenándole que se diera la vuelta y abriera las piernas.


   George hizo una mueca.


   —No lo pienso hacer —dijo levantándose—, no seré tu puta.


   Alí se vio obligado a echar la pierna hacia atrás.


   —¿Qué estás...? ¡uuouououghghgh! —George soltó un grito de dolor. Su voz se quebró cuando el pie de Alí chocó con sus colgantes huevos.


   Alí se rió a carcajadas.


   George cayó de rodillas, agarrando sus dolorosas bolas y gritando.


   Alí no se contuvo y lanzó una patada muy dura y precisa entre los muslos de George desde atrás.


   El cuerpo de George fue levantado del suelo y chirrió como un cerdo, apretando sus huevos que se hinchaban rápidamente entre ambas manos mientras rodaba hacia un lado y se acurrucaba, con los ojos cerrados y el rostro contorsionado en agonía.


   La voz de George hizo eco en la sala, y Alí agarró el calzoncillo en el suelo y lo metió en la boca de George.


   George soltó un gruñido sordo.


   —Si no me la vas a chupar entonces te la voy a meter toda, puta.


   Agarro los tobillos de George y extendió sus piernas en forma de V.


   George dejó escapar un gemido, mirando a Alí que le sonrió, levantando su pie. Su polla se mantenia dura como roca, con la cabeza apoyada en sus abdominales musculosos. Sus bolas se veían de tono rojo brillante y severamente hinchadas.


   El pie de Alí descendió entre los muslos de George, aplastando sus testículos grandes e hinchados y provocando un grito en George.


   Sus ojos se abrieron de par en par, llenos de dolor, mientras miraba a Alí que le sonreía, bajando el pie una y otra vez.


   Sonriendo alegremente, Alí pisoteó los cojones como si estuviera tratando de aplastar unas cucarachas muy desagradables y sucias.


   El par de bolas se aplastaron bajo el pie de Alí, sobresaliendo obscenamente como si estuvieran tratando de salir de su suela.


   Alí se rió y torció su pie, triturando brutalmente las jugosas gónadas.


   George gruñía y gritaba, apretando los dientes, con el rostro atormentado en agonía.


   Alí alegremente, levantó el pie antes de bajarlo con fuerza y ​​aplastar las bolas de George.


   Una gran cantidad cremosa de esperma salpicó de las bolas de George, seguida de otra más grande, mientras Alí seguía presionando el pie en la entrepierna de George, exprimiendo cada gota de leche de sus bolas.


   Con el rostro cubierto por una gruesa capa de esperma pegajosa, George se quedó sin aliento, queriendo escupir su ropa interior. Parpadeó a través del jugo salado que cubría sus ojos del semen que se limpio Ali minutos antes.


   Sus abdominales, pecho, cara y cabellos, estaban cubiertos por una gran capa de esperma.


   Después que su polla había dejado de disparar, Alí retiró el pie, mirando hacia abajo a las hinchadas y drenadas bolas de George con una risita.


   Los ojos del reo se ensancharon.


   Alí le pisoteó los cojones haciendo que su cuerpo se sacudiera violentamente mientras gritaba.


   Alí no pudo aferrar los pies y se deslizo permitiéndole a George enderezarse, con la boca abierta y los ojos ardientes llenos de dolor.


   Alí abofeteó la cara de George.

   —Llegó tu hora, puta.



   Se abrió la cremallera del pantalón, después este resbaló por sus muslos así como lo hizo su ropa interior.


   Las gónadas de George estaban sentadas en el suelo embaldosado y el muchacho levantó la mirada desde los muslos a los grandes genitales del musculoso criminal.


   —Quiero que te la tragues toda, puta.


   George intentó echarse hacia atrás.


   Y fue el momento en el que la puerta se abrió y los hizo saltar. Un policía se quedó mirándoles.


   —¿Qué hacen aquí, mariquitas? —preguntó lleno de autoridad.


   Alí se cubrió los genitales.


   George tragó saliva.


   —¡FUERA DE AQUÍ, YA! DIRECTO A SUS CELDAS. Tengan ahí su visita conyugal, sinvergüenzas.


   Alí no tardó nada en abandonar el area y George inclinado y cojeando, siguió a su compañero, haciendo una mueca con cada paso, tratando de no resbalar en el piso pegajoso, cubierto de semen.


   —No quiero ir con él —susurró.


   —¡FUERA! —ordenó el policía.

   Geoge tuvo que salir sosteniendo sus dolorido cojones.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages