La prision (3/5): Una propuesta de seguridad - Las Bolas de Pablo

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30 may 2019

La prision (3/5): Una propuesta de seguridad

CONTIENE:
BALLBUSTING HOIMBRE/HOMBRE

   George ingresĆ³ a su celda despuĆ©s de una patĆ©tica estadĆ­a en los baƱos. TodavĆ­a continuaba en su extenso sufrir del primer dĆ­a de prisiĆ³n y sabĆ­a que su compaƱero de celda estaba decidido a hacerlo miserable. Cuando ingresĆ³ al pequeƱo compartimiento lo encontrĆ³ tendido en la parte superior de la litera. Una vez cerrada la reja el viejo guardia se fue por el pasillo silbando y perturbando a drede el sueƱo de otros reos.


   George era alto y guapo, con cuerpo musculoso y cara atractiva. HabĆ­a sido acusado de cometer crĆ­menes asociados a cuello blanco y en la realidad era culpable pero consideraba que no tenĆ­a que estar ahĆ­ en la prisiĆ³n de mĆ”xima seguridad.


   Sin hacer mucho ruido y prĆ”cticamente moviĆ©ndose sigiloso se metiĆ³ en su cama.


   Y a continuaciĆ³n las luces se apagaron quedando todo envuelto en la mĆ”s absoluta e inquietante penumbra.


   MĆ”s allĆ” a lo lejos se distinguĆ­a el reflejo de una veladora que retenĆ­a las promesas religiosas de algunos presos.


   George cerrĆ³ los ojos resignĆ”ndose a su desdichada suerte cuando sintiĆ³ que una masa pesada se movĆ­a en descenso al suelo, era AlĆ­ quien ya no vestĆ­a ropa interior. La oscuridad ocultaba como su enorme y carnosa polla se balanceaba frente a sus bolas colgantes.


   George sabĆ­a que AlĆ­ estaba cegado del deseo sexual y estaba decidido a tratarlo como una puta si no se defendĆ­a.


   —SerĆ” mejor que cooperes —indicĆ³ AlĆ­ envolviendo sus manos en el cuello de George—. Al principio te dolerĆ” pero ya vas a sentir lo rico que la vamos a pasar.


   George no hizo mĆ”s que afirmar pero iba a ser un guerrero por defenderse.


   —De acuerdo —murmurĆ³ y sintiĆ³ como AlĆ­ una vez mĆ”s en aquella fecha le quitaba la ropa interior, revelando un impresionante conjunto de genitales.


   —Date la vuelta —indicĆ³ AlĆ­, George le obedeciĆ³ para dejar el culo a su merced iba a atacar en el momento mĆ”s apropiado pero AlĆ­ agarrĆ³ su pene sacudiĆ©ndolo un par de veces hasta que estuvo duro.


   George estaba preocupado. SintiĆ³ como AlĆ­ se acomodaba en la cama para colocarse encima de Ć©l. ApretĆ³ el puƱo sintiendo que se le crispaba.


   Justo cuando AlĆ­ acomodaba su tiesa polla contra las nalgas de George y Ć©ste iba a contratacar con un golpe contundente una luz proveniente de linterna iluminĆ³ sus cuerpos.


   —¿Que pasa, mariquitas? —fue una autoritaria voz—. ¿Que tenemos aquĆ­ un matrimonio? ¿Quien es el hombre y la mujer? ¿Jejeje?


   Los cuerpos presentes saltaron y el oficial sobre la reja se riĆ³, llamando con un silbido a otros dos compaƱeros.


   —Por esta noche vamos a separar a este matrimonio que quiere su luna de miel —dijo el policĆ­a abriendo los barrotes—. Traslanden al 109 al ala B78.


   Enseguida dos oficiales penetraron a la celda y retuvieron entre sus brazos a AlĆ­ que apenas pudo saltar y colocarse los pantalones, fue sacado de ahĆ­ entre brazos en medio de gritos e improperios que se mezclaron con la risa de los otros reos vecinos.


   El policĆ­a cerrĆ³ la celda quedĆ”ndose con George dentro que se acomodĆ³ el calzoncillo. Se miraron a la cara, era el mismo policĆ­a que lo habĆ­a salvado minutos antes en los baƱos.


   —Gracias —murmurĆ³ George—. Ese tipo me la tiene jurada.


   El joven oficial se riĆ³.


   —¿Y quĆ© creĆ­as encontrar aquĆ­? ¿Un par de amigos para tomar cafĆ© mientras hablan de los juegos del barcelona? La cĆ”rcel es mĆ”s que tu obsesiĆ³n por las estafas.


   George tragĆ³ saliva.


   —AlĆ­ es de los peores, no es gratis que estĆ©s aquĆ­.


   George levantĆ³ una ceja.


   —¿A quĆ© se refiere?


   El policĆ­a echĆ³ una sonrisa socarrona y desvĆ­o el tema.


   —Tengo el suficiente dominio de esta zona para ofrecerte protecciĆ³n. De AlĆ­ y de quiĆ©n lo desees. ¿La necesitas?


   Sin dudarlo un segundo George afirmĆ³ con la cabeza. El policĆ­a hizo una media sonrisa cĆ­nica.


   —Te aseguro que no serĆ” gratuita.


   —¿Y quĆ©?


   El oficial pasĆ³ una mano por su entrepierna marcando la dureza de su miembro.


   —Ahora hay oscuridad, nadie mĆ”s que tĆŗ y yo lo sabremos. Aprovecha este momento para ofrecerte mi protecciĆ³n y el escarmiento para AlĆ­. Ya esta noche estarĆ” en otro pabellĆ³n pero si lo deseo lo puedo traer contigo ahora.


   De manera sugestiva se acariciĆ³ el obsceno bulto.


   George se quedĆ³ quieto sin hacer ni un gesto mientras el oficial lo miraba directo a los ojos. Su erecciĆ³n se notaba en su pantalĆ³n con la escasa iluminaciĆ³n de la linterna. SacĆ³ su verga y comenzĆ³ a masturbarse frente a George que lo miraba paralizado pensando en aquella semi humillaciĆ³n a cambio de protecciĆ³n. Sus ojos vagaron al oficial y al movimiento violento de su mano subiendo y bajando alrededor de su tronco. No tardĆ³ mucho en eyacular. E hizo un desastre en el rostro de George, dejĆ”ndole glaseado de la frente a la barbilla y de mejilla a mejilla. Su rostro quedĆ³ cruzado de hilos de esperma blancos y lechosos, tenĆ­a gotas que cubrio uno de sus ojos y su oreja. El atrevido policĆ­a comenzĆ³ a untar el semen en el rostro de George con la punta de su gruesa verga. No dejĆ³ un lugar sin cubrir.


   George sentĆ­a los calientes chorros del custodio. Su semen estaba muy caliente y lo sentĆ­a escurrir por su barbilla.


   Y ahĆ­ se quedĆ³, con el esperma enfriĆ”ndose en su rostro y el policĆ­a aĆŗn esperando respuesta.


   De repente y sin previo aviso una bofetada azotĆ³ el rostro de George empujĆ”ndolo a la realidad.


   —Te voy a demostrar todo el poder que tengo.


   El oficial dijo eso guardĆ”ndose el baboso pene, se dio la vuelta y abandonĆ³ la celda dejando mĆ”s que atontado a George que aquella noche le costĆ³ muchĆ­simo conciliar el sueƱo en medio de la conciencia que le pesaba y el olor a semen que se asomaba a su nariz.


   Al dĆ­a siguiente comenzĆ³ a sentir como el tiempo transcurrĆ­a lento en la prisiĆ³n, durante el desayuno no entablĆ³ conversaciĆ³n con otros reclusos pero cada rostro definĆ­a un crimen peligroso diferente.


   En su estadĆ­a en el patio George continuĆ³ contemplando el panorama, los grupos de hombres se clasificaban desde el mĆ”s dominante a los mĆ”s dĆ³ciles.


   El corazĆ³n del nuevo reo empezĆ³ a latir de prisa cuando vio entrar en escena del patio a AlĆ­ que con mirada centelleante la tenĆ­a puesta sobre Ć©l.


   ReconociĆ³ que iba en su contra.


   ApretĆ³ un puƱo esperando el reto.


   Pero AlĆ­ fue desviado cuando lo abordaron un grupo de hombres con fachas de peligro.


   El patio se volviĆ³ un desorden de reos incitando a la pelea cuando AlĆ­ fue sostenido de los brazos y todos formaron un anillo en torno a ellos. George se acercĆ³ con cautela.


   Uno de los presos golpeĆ³ a AlĆ­ en las bolas con una vara de madera haciĆ©ndolo gritar de dolor. Luego otro le dio una fuerte patada que estrellĆ³ sus gĆ³nadas contra su pelvis.


   AlĆ­ gritĆ³ mientras sus huevos torturados palpitaban descontrolados casi subiendo a su garganta. GimiĆ³ y su respiraciĆ³n se acelerĆ³. Inmediatamente lo soltaron y se acurrucĆ³ en el suelo con las manos enterradas entre sus piernas. Sus atacantes se rieron y abandonaron el patio asĆ­ todo el grupo fue distanciĆ”ndose dejando al pobre hombre abandonado en el suelo.


   George se agazapĆ³ en un asiento mirando al pobre AlĆ­ derrotado, asĆ­ fue como el joven policĆ­a apareciĆ³ ante sus ojos, iba caminando despacio con las manos detrĆ”s de la espalda, pasĆ³ por su lado y murmurĆ³:


   —¿Ya ves la clase de seguridad que te puedo brindar?

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