BALLBUSTING HOIMBRE/HOMBRE
George ingresĆ³ a su celda despuĆ©s de una patĆ©tica estadĆa en los baƱos. TodavĆa continuaba en su extenso sufrir del primer dĆa de prisiĆ³n y sabĆa que su compaƱero de celda estaba decidido a hacerlo miserable. Cuando ingresĆ³ al pequeƱo compartimiento lo encontrĆ³ tendido en la parte superior de la litera. Una vez cerrada la reja el viejo guardia se fue por el pasillo silbando y perturbando a drede el sueƱo de otros reos.
George era alto y guapo, con cuerpo musculoso y cara atractiva. HabĆa sido acusado de cometer crĆmenes asociados a cuello blanco y en la realidad era culpable pero consideraba que no tenĆa que estar ahĆ en la prisiĆ³n de mĆ”xima seguridad.
Sin hacer mucho ruido y prĆ”cticamente moviĆ©ndose sigiloso se metiĆ³ en su cama.
Y a continuaciĆ³n las luces se apagaron quedando todo envuelto en la mĆ”s absoluta e inquietante penumbra.
MĆ”s allĆ” a lo lejos se distinguĆa el reflejo de una veladora que retenĆa las promesas religiosas de algunos presos.
George cerrĆ³ los ojos resignĆ”ndose a su desdichada suerte cuando sintiĆ³ que una masa pesada se movĆa en descenso al suelo, era AlĆ quien ya no vestĆa ropa interior. La oscuridad ocultaba como su enorme y carnosa polla se balanceaba frente a sus bolas colgantes.
George sabĆa que AlĆ estaba cegado del deseo sexual y estaba decidido a tratarlo como una puta si no se defendĆa.
—SerĆ” mejor que cooperes —indicĆ³ AlĆ envolviendo sus manos en el cuello de George—. Al principio te dolerĆ” pero ya vas a sentir lo rico que la vamos a pasar.
George no hizo mƔs que afirmar pero iba a ser un guerrero por defenderse.
—De acuerdo —murmurĆ³ y sintiĆ³ como AlĆ una vez mĆ”s en aquella fecha le quitaba la ropa interior, revelando un impresionante conjunto de genitales.
—Date la vuelta —indicĆ³ AlĆ, George le obedeciĆ³ para dejar el culo a su merced iba a atacar en el momento mĆ”s apropiado pero AlĆ agarrĆ³ su pene sacudiĆ©ndolo un par de veces hasta que estuvo duro.
George estaba preocupado. SintiĆ³ como AlĆ se acomodaba en la cama para colocarse encima de Ć©l. ApretĆ³ el puƱo sintiendo que se le crispaba.
Justo cuando AlĆ acomodaba su tiesa polla contra las nalgas de George y Ć©ste iba a contratacar con un golpe contundente una luz proveniente de linterna iluminĆ³ sus cuerpos.
—¿Que pasa, mariquitas? —fue una autoritaria voz—. ¿Que tenemos aquĆ un matrimonio? ¿Quien es el hombre y la mujer? ¿Jejeje?
Los cuerpos presentes saltaron y el oficial sobre la reja se riĆ³, llamando con un silbido a otros dos compaƱeros.
—Por esta noche vamos a separar a este matrimonio que quiere su luna de miel —dijo el policĆa abriendo los barrotes—. Traslanden al 109 al ala B78.
Enseguida dos oficiales penetraron a la celda y retuvieron entre sus brazos a AlĆ que apenas pudo saltar y colocarse los pantalones, fue sacado de ahĆ entre brazos en medio de gritos e improperios que se mezclaron con la risa de los otros reos vecinos.
El policĆa cerrĆ³ la celda quedĆ”ndose con George dentro que se acomodĆ³ el calzoncillo. Se miraron a la cara, era el mismo policĆa que lo habĆa salvado minutos antes en los baƱos.
—Gracias —murmurĆ³ George—. Ese tipo me la tiene jurada.
El joven oficial se riĆ³.
—¿Y quĆ© creĆas encontrar aquĆ? ¿Un par de amigos para tomar cafĆ© mientras hablan de los juegos del barcelona? La cĆ”rcel es mĆ”s que tu obsesiĆ³n por las estafas.
George tragĆ³ saliva.
—AlĆ es de los peores, no es gratis que estĆ©s aquĆ.
George levantĆ³ una ceja.
—¿A quĆ© se refiere?
El policĆa echĆ³ una sonrisa socarrona y desvĆo el tema.
—Tengo el suficiente dominio de esta zona para ofrecerte protecciĆ³n. De AlĆ y de quiĆ©n lo desees. ¿La necesitas?
Sin dudarlo un segundo George afirmĆ³ con la cabeza. El policĆa hizo una media sonrisa cĆnica.
—Te aseguro que no serĆ” gratuita.
—¿Y quĆ©?
El oficial pasĆ³ una mano por su entrepierna marcando la dureza de su miembro.
—Ahora hay oscuridad, nadie mĆ”s que tĆŗ y yo lo sabremos. Aprovecha este momento para ofrecerte mi protecciĆ³n y el escarmiento para AlĆ. Ya esta noche estarĆ” en otro pabellĆ³n pero si lo deseo lo puedo traer contigo ahora.
De manera sugestiva se acariciĆ³ el obsceno bulto.
George se quedĆ³ quieto sin hacer ni un gesto mientras el oficial lo miraba directo a los ojos. Su erecciĆ³n se notaba en su pantalĆ³n con la escasa iluminaciĆ³n de la linterna. SacĆ³ su verga y comenzĆ³ a masturbarse frente a George que lo miraba paralizado pensando en aquella semi humillaciĆ³n a cambio de protecciĆ³n. Sus ojos vagaron al oficial y al movimiento violento de su mano subiendo y bajando alrededor de su tronco. No tardĆ³ mucho en eyacular. E hizo un desastre en el rostro de George, dejĆ”ndole glaseado de la frente a la barbilla y de mejilla a mejilla. Su rostro quedĆ³ cruzado de hilos de esperma blancos y lechosos, tenĆa gotas que cubrio uno de sus ojos y su oreja. El atrevido policĆa comenzĆ³ a untar el semen en el rostro de George con la punta de su gruesa verga. No dejĆ³ un lugar sin cubrir.
George sentĆa los calientes chorros del custodio. Su semen estaba muy caliente y lo sentĆa escurrir por su barbilla.
Y ahĆ se quedĆ³, con el esperma enfriĆ”ndose en su rostro y el policĆa aĆŗn esperando respuesta.
De repente y sin previo aviso una bofetada azotĆ³ el rostro de George empujĆ”ndolo a la realidad.
—Te voy a demostrar todo el poder que tengo.
El oficial dijo eso guardĆ”ndose el baboso pene, se dio la vuelta y abandonĆ³ la celda dejando mĆ”s que atontado a George que aquella noche le costĆ³ muchĆsimo conciliar el sueƱo en medio de la conciencia que le pesaba y el olor a semen que se asomaba a su nariz.
Al dĆa siguiente comenzĆ³ a sentir como el tiempo transcurrĆa lento en la prisiĆ³n, durante el desayuno no entablĆ³ conversaciĆ³n con otros reclusos pero cada rostro definĆa un crimen peligroso diferente.
En su estadĆa en el patio George continuĆ³ contemplando el panorama, los grupos de hombres se clasificaban desde el mĆ”s dominante a los mĆ”s dĆ³ciles.
El corazĆ³n del nuevo reo empezĆ³ a latir de prisa cuando vio entrar en escena del patio a AlĆ que con mirada centelleante la tenĆa puesta sobre Ć©l.
ReconociĆ³ que iba en su contra.
ApretĆ³ un puƱo esperando el reto.
Pero AlĆ fue desviado cuando lo abordaron un grupo de hombres con fachas de peligro.
El patio se volviĆ³ un desorden de reos incitando a la pelea cuando AlĆ fue sostenido de los brazos y todos formaron un anillo en torno a ellos. George se acercĆ³ con cautela.
Uno de los presos golpeĆ³ a AlĆ en las bolas con una vara de madera haciĆ©ndolo gritar de dolor. Luego otro le dio una fuerte patada que estrellĆ³ sus gĆ³nadas contra su pelvis.
AlĆ gritĆ³ mientras sus huevos torturados palpitaban descontrolados casi subiendo a su garganta. GimiĆ³ y su respiraciĆ³n se acelerĆ³. Inmediatamente lo soltaron y se acurrucĆ³ en el suelo con las manos enterradas entre sus piernas. Sus atacantes se rieron y abandonaron el patio asĆ todo el grupo fue distanciĆ”ndose dejando al pobre hombre abandonado en el suelo.
George se agazapĆ³ en un asiento mirando al pobre AlĆ derrotado, asĆ fue como el joven policĆa apareciĆ³ ante sus ojos, iba caminando despacio con las manos detrĆ”s de la espalda, pasĆ³ por su lado y murmurĆ³:
—¿Ya ves la clase de seguridad que te puedo brindar?
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