Rivales 3 (1/5): Eternos enemigos - Las Bolas de Pablo

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4 may 2019

Rivales 3 (1/5): Eternos enemigos


CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   —¿Por que no borro esa sonrisa idiota de tu cara y te parto las bolas de una patada, Israel? —comentĆ³ Adam con evidente entusiasmo.


   La sonrisa de Israel se desvaneciĆ³


   —¡Vete a la mierda, princesa! ¡AquĆ­ el que manda soy yo, no lo olvides! —respondiĆ³ Israel sin ninguna preocupaciĆ³n frente al resto de participantes del equipo de nataciĆ³n que los miraba.


   —Quiero hacer una apuesta —indicĆ³ Adam sentado desde un banco tenĆ­a un apretado short que dibujaba sus grandes testĆ­culos sin ninguna vergĆ¼enza. Estaba fastidiado del trato burlista de Israel—. Hagamos un juego de roshambo y quien pierda deberĆ” hacer todo lo que el ganador le ordene.

   Entre los espectadores comenzĆ³ una diatriba de apoyos parciales.



   Israel se sintiĆ³ envalentonado por el gran apoyo de la mayorĆ­a. Y dejĆ³ de estar de brazos cruzados y se quitĆ³ la licra color gris que contenĆ­a el contorno de su deliciosa polla.

   Adam lo siguiĆ³.



   Ambos vestĆ­an calzoncillos que describĆ­an claramente sus genitales. Adam parecĆ­a relajado mientras ajustaba su pesado paquete mientras su compaƱero de nataciĆ³n acomodaba ansiosamente sus amadas bolas en su ropa interior azul.


   —¡Bien, Israel, a ver si puedo hacerte vomitar esta vez! —Adam bromeĆ³ con confianza.


   —¡De ninguna manera! —Israel frunciĆ³ el ceƱo y golpeĆ³ su bulto.


   —¡Ya veremos! —se riĆ³ Adam.


   —Ahora abre las piernas, princesa, que voy a patear tu vagina!


   Israel parecĆ­a ansioso por aprovechar la primera patada con todas sus fuerzas. El empeine de su pie chocĆ³ perfectamente contra las dos bolas de Adam, aplastĆ”ndolas en su pelvis y haciendo que gruƱiera de dolor.


   Adam se doblĆ³, apretando sus dolorosas huevas.


   —No eres tan rudo ahora, ¿eh? —Israel se riĆ³, adoptando una pose de victoria mientras sus fanĆ”ticos aplaudĆ­an salvajemente.


   Adam hizo una mueca de dolor con una mano en su rodilla mientras frotaba sus bolas. RespirĆ³ hondo varias veces, pero pronto estuvo listo para vengarse. ForzĆ³ una sonrisa mientras acariciaba su paquete.


   Israel frunciĆ³ el ceƱo y acomodĆ³ cuidadosamente su ajustado calzoncillo azul. Su gruesa y flĆ”cida polla se colocĆ³ ligeramente hacia la derecha, dejando sus amadas bolas que sobresalĆ­an precariamente entre sus muslos.


   Adam se acercĆ³ a Ć©l despreocupadamente y luego, casualmente, golpeĆ³ su espinilla entre las piernas de su compaƱero de nataciĆ³n. Fue un golpe menos que perfecto pero lo suficiente como para hacer un daƱo malsano en la protuberancia de Israel.


   Ć‰l gruĆ±Ć³ profundamente y se doblĆ³. LevantĆ³ la vista hacia Adam y negĆ³ con la cabeza desafiante mientras recuperaba gradualmente la compostura.


   —¡Pateas como una princesa! —murmurĆ³ burlonamente—. Digno de ti.


    Adam se riĆ³ despreocupado y separĆ³ las piernas.


   Israel disparĆ³ otra poderosa patada en la ingle de su rival, aplastando sus gĆ³nadas y haciendo que gritara de dolor.


   Las siguientes rondas continuaron e Israel parecĆ­a tener la ventaja. Cada ataque era mĆ”s preciso y poderoso que el Ćŗltimo, dejando a Adam aullando y gimiendo.


   Mientras tanto, Adam tenia una mala precisiĆ³n. Su trabajo de pies era extraƱamente descuidado; con una serie de patadas a medias que sacudieron las pelotas de Israel, pero que carecĆ­an de la potencia para dejarlo fuera de acciĆ³n.


   Las mejillas de Adam se inflaron cuando el pie de Israel casi llevĆ³ sus testĆ­culos hasta su garganta. El gran nadador se tambaleĆ³ cĆ³micamente y parecĆ­a listo para colapsar en cualquier momento.


   —¿Te estĆ”n molestando tus dĆ©biles bolas, amigo? —se riĆ³ Israel con arrogancia.


   Para consternaciĆ³n de Israel, la expresiĆ³n de dolor se desvaneciĆ³ del rostro de Adam, reemplazada por una expresiĆ³n mĆ”s seria y determinada. Se puso de pie y chasqueĆ³ los nudillos.


   Balanceando su pierna hacia atrĆ”s, Adam moviĆ³ su pie entre las piernas de Israel preparĆ”ndose para apuntar. Su pie descalzo golpeĆ³ con fuerza enfermiza, aplastando la protuberancia de las gĆ³nadas. ChacĆ³n se quedĆ³ boquiabierto mientras hacĆ­a un grito sofocado. Se tambaleĆ³ hacia atrĆ”s y se aferrĆ³ desesperadamente a su torturadora hombrĆ­a.


   Adam le guiĆ±Ć³ un ojo a su poca fanaticada.


   —¡Uuuugh! ¡CARAJO! —rugiĆ³ Israel.


   Estaba encorvado y haciendo muecas de dolor. Con cuidado deslizĆ³ las manos en sus calzoncillos y gimiĆ³ mientras le daba un masaje a sus doloridas gĆ³nadas. Con un gruƱido determinado, se levantĆ³ lentamente hasta alcanzar su altura mĆ”xima para enfrentarse a su rival. Fue alimentado por la rabia y parecĆ­a decidido a vengar la agonĆ­a en su ingle.


   Segundos despuĆ©s, lanzĆ³ una patada colosal a la entrepierna de Adam. El cuerpo de Adam casi se levantĆ³ del suelo cuando el pie de Israel golpeĆ³ como un martillo, chocando contra los Ć³rganos sexuales del nadador. Esta vez el grito de Adam fue genuino cuando sus manos se aferraron a sus gĆ³nadas destrozadas.


   —Un grito digno de una seƱorita de sociedad —se riĆ³ Israel—. ¡De rodillas ahora, pelele! —y seƱalĆ³ al suelo.


   —¡De ninguna manera!— Adam jadeĆ³ —¡Puedo seguir!


   Adam apretĆ³ los dientes. Israel frunciĆ³ el ceƱo y se mostrĆ³ decididamente nervioso cuando extendiĆ³ las piernas para exponer sus vulnerables Ć³rganos sexuales para recibir mĆ”s castigos. MordiĆ©ndose el labio, mirĆ³ su bulto.


   —¡Adelante, hombre! —gruĆ±Ć³ apuntando los pulgares a su bulto—. Estos testĆ­culos son invencibles.


   —Ya veremos —Adam se riĆ³. Lentamente retrocediĆ³ tres pasos y luego corriĆ³ hacia adelante y le dio una patada perfecta y desgarradora al orgullo y alegrĆ­a de Israel. Los dedos de los pies descalzos penetraron profundamente en el atractivo bulto entre las piernas del guapo rubio.


   Los labios de Israel se contrajeron y sus ojos se volvieron hacia adentro. GimiĆ³ miserablemente y se inclinĆ³ hacia adelante cuando una oleada de dolor inundĆ³ sus entraƱas.


   —¡Vamos, semental! ¡Bolas de acero! —gritĆ³ Patricio, uno de los amigos de Israel alentĆ”ndolo.


   Israel gimiĆ³, sus ojos estaban hĆŗmedos de lĆ”grimas. GimiĆ³ miserablemente, mientras su cuerpo se balanceaba sobre sus piernas temblorosas. Se tambaleĆ³ hacia delante, se doblĆ³ y gimiĆ³ de dolor. Finalmente, logrĆ³ elevar su poderoso cuerpo y volverse hacia Adam, que parecĆ­a pĆ”lido pero con determinaciĆ³n decidido a continuar.


   —¡Abrelas ahora, hijo de puta! —con orgullo dijo Israel.


   Dio unos pasos hacia atrĆ”s y decidiĆ³ probar una tĆ”ctica diferente. Cargando hacia adelante, introdujo su rodilla con toda su fuerza en la huevera abultada de Adam, levantando el cuerpo de su oponente del suelo.


   —¡Ugh! ¡Joder! —Adam gruĆ±Ć³ de dolor cuando sus robustas bolas fueron aplastadas por el hueso de la rodilla de Israel. AterrizĆ³ pesadamente sobre sus pies, gimiendo de dolor antes de tambalearse en la esquina. Con una mano en la pared, deslizĆ³ la otra dentro de sus calzoncillos y tosiĆ³ profundamente.


   —¡Princesa! ¿No puedes soportar el dolor en tu vagina?, ¿eh?


   ParecĆ­a haber olvidado el dolor en sus propias bolas mientras se burlaba de su eterno rival.


   —¡Tus insignificantes testĆ­culos no son rivales para las bolas de acero de Israel! —gritĆ³ una chica del equipo de nataciĆ³n.


   Israel levantĆ³ los brazos y flexionĆ³ los mĆŗsculos para los presentes. Luego agarrĆ³ su paquete dolorido y lo pesĆ³ en sus manos.


   —Estas son las bolas de un hombre de verdad —se jactĆ³.


   Israel deslizĆ³ los dedos por los costados de sus calzoncillos y los bajĆ³ por los muslos. Su gruesa polla saltĆ³ sobre un gran conjunto de bolas ligeramente enrojecidas. Los colgĆ³ con orgullo frente a la gente sin ninguna gota de pudor.


   —¡Nadie le gana a estos cojones duros!


   —Oye, ¿ya terminaste?


   Israel se quedĆ³ paralizado al sentir un ominoso golpecito en el hombro.


   —¡Pon tus cerezas de nuevo en la canasta, Israel! —se riĆ³ Adam.


   Israel parecĆ­a aturdido por la rĆ”pida recuperaciĆ³n de Adam. Se quedĆ³ estupefacto por un rato con las manos en las caderas, mientras que sus genitales desnudos se balanceaban pesadamente entre sus muslos. Con un suspiro de abatimiento, levantĆ³ sus calzoncillos y con cuidado arreglĆ³ su dolorosa entrepierna. Hizo un gesto de dolor cuando sus delicadas bolas fueron comprimidas por la tela y con cuidado abriĆ³ sus piernas una vez mĆ”s.


   Adam mirĆ³ la entrepierna de Israel y lo agarrĆ³ por los hombros.


   —Ahora tengo un pequeƱo enigma para ti, Israel. ¿QuĆ© es pequeƱo, plano y sin semillas?


   Adam respirĆ³ hondo y luego golpeĆ³ su rodilla contra el blanco, golpeando los dos testĆ­culos gordos de Israel contra su pelvis.


   Israel rugiĆ³ de dolor mientras Adam mantuvo su rodilla hundida profundamente en sus gĆ³nadas. EchĆ³ la cabeza hacia atrĆ”s con un aullido agonizante mientras se levantaba de puntillas, todo su cuerpo se posaba precariamente en el hueso de la rodilla de su oponente. Lentamente, Adam retirĆ³ su pierna y el cuerpo de Israel se doblĆ³ hasta que su cara se inclinĆ³ hacia adelante contra el duro y musculoso pecho de Adam.


   —¡Mis bolas! —jadeĆ³ Israel cuando sus dedos alcanzaron sus testĆ­culos torturados.


   —¡Correcto! ¡PequeƱo, plano y sin semillas! —Adam se riĆ³ y revolviĆ³ el cabello de Israel— Ahora, ponte de rodillas.


   Israel tosiĆ³ profundamente con una mano sobre su estĆ³mago mientras que la otra agarrĆ³ sus bolas. Luego, con un gemido miserable, sus piernas colapsaron cuando cayĆ³ de rodillas a los pies de Adam.


   Los ojos de Israel se cerraron y su boca se abriĆ³ en un grito silencioso mientras pateaba patĆ©ticamente con el dolor de sus bolas destrozadas. Sus poderosos mĆŗsculos se movieron inĆŗtilmente mientras su cuerpo se balanceaba de un lado a otro. ParecĆ­a a punto de desmayarse. Con un gemido lamentable, su hermoso rostro se inclinĆ³ hacia delante contra la entrepierna abultada de Adam.


   —¡SĆ­! ¡Chupa mis bolas, tonto! —se riĆ³ Adam guiƱando un ojo a sus fans.


   AgarrĆ³ la cabeza de Israel y metiĆ³ su boca y nariz profundamente en su entrepierna sudorosa. Con una burla sexy, moviĆ³ sus caderas, empujando sus pesadas bolas repetidamente contra el rostro de Israel.


   Patricio agarrĆ³ su bulto con empatĆ­a. Su polla estaba dura como roca mientras observaba a su amigo siendo dominado por su eterno rival.


   —¡LevĆ”ntate, Israel! —alguien dijo—. ¡Eres fuerte!


   —¡Fuerte mi culo! —se riĆ³ Adam.


   Israel se meciĆ³ hacia adelante hasta que sus labios besaron el suelo. Estaba jadeando y sollozando mientras pateaba su herida virilidad.


   —¡Mis bolas me duelen tanto! —jadeĆ³ dĆ©bilmente.


   Le tomĆ³ varios minutos y mucho aliento por parte de sus amigo para que valientemente volviera a ponerse de pie. TodavĆ­a estaba encorvado, sosteniendo sus palpitantes bolas con una mano y sosteniendo su estĆ³mago con la otra.


   Adam estaba listo, encorvado por el dolor, pero se mantuvo confiado con las piernas abiertas.


   —¿Te sientes enfermo, amigo? ¡Debe apestar tener pelotas tan dĆ©biles!


   —¡Vete a la mierda, Adam!


   Israel se enfureciĆ³ y atacĆ³ imprudentemente a su oponente. Su pie volĆ³ hacia arriba en direcciĆ³n a la ingle de Adam, golpeando con un ruido sordo.


   Adam abriĆ³ la boca en un grito silencioso mientras buscaba a tientas sus testĆ­culos destrozados. Su rostro palideciĆ³ y gimiĆ³ dĆ©bilmente. Por primera vez se veĆ­a en serios problemas mientras jadeaba para respirar y buscaba desesperadamente entre sus piernas.


   Israel rugiĆ³ triunfante, levantando sus brazos en el aire.


   —¡Mierda! ¡Me rompiste las pelotas! —gruĆ±Ć³ Adam con horror. TosiĆ³ profundamente cuando se doblĆ³, su rostro revelĆ³ el intenso dolor hasta que finalmente se dejĆ³ caer de rodillas y se colocĆ³ en.posiciĆ³n fetal. Sus manos se aferraron entre sus muslos mientras se retorcĆ­a miserablemente en el suelo.


   —Yo gano —gritĆ³ Israel triunfante.


   La sonrisa de victoria de Israel se desvaneciĆ³ cuando una rĆ©plica de dolor punzante surgiĆ³ de sus torturadas bolas. Se doblĆ³ lentamente, agarrĆ”ndose el estĆ³mago. TosiĆ³ profundamente y luego dio un largo y miserable gemido antes de doblarse lentamente hasta que sus manos tocaron el suelo.


   Patricio abandonĆ³ su asiento para acercarse a los dos atletas lisiados. Adam parecĆ­a estar fuera de combate; acurrucado con los ojos cerrados, pero Israel tampoco estaba en gran forma. Se colocĆ³ a cuatro patas, mirando a su alrededor con ganas de vomitar.


   Los ojos de Adam finalmente se abrieron un poco cuando mirĆ³ a su oponente. Sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa cuando vio la condiciĆ³n lamentable de Israel. ObservĆ³ a su rival bajarse el traje de baƱo hasta la mitad de los muslos y examinar con ternura sus gĆ³nadas destrozadas. Su rostro estaba rojo y contorsionado del dolor.


   —¡Mis putas bolas! —gimiĆ³ Israel para sĆ­ mismo mientras acariciaba con cariƱo a sus tiernos testĆ­culos.


   —Hey, Israel —gruĆ±Ć³ Adam dĆ©bilmente—. Tus miserables huevos te duelen, ¿eh?


   Israel le devolviĆ³ la mirada enojado— ¡Te acabo de vencer, idiota!


   —¿Lo hiciste? —la voz de Adam parecĆ­a confiable.


   Israel con un esfuerzo gigantesco, lentamente se puso de pie, pero permaneciĆ³ encorvado con una mano en sus abdominales.


   Adam suspirĆ³ con exagerado alivio.


   La mandĆ­bula de Israel se abriĆ³ de par en par con incredulidad cuando su compaƱero de nataciĆ³n se levantĆ³ lentamente y se puso de pie con ambas manos en las rodillas.


    Ambos deportistas estaban encogidos de dolor.


   —¡Bien Israel, abre las piernas! —jadeĆ³ Adam.


   Israel temblĆ³ retrocediendo y protegiĆ©ndose la ingle con ambas manos.


   Adam negĆ³ con la cabeza lentamente.


   Israel gimiĆ³ mientras tomaba lentamente posiciĆ³n. JadeĆ³ cuando Adam se acercĆ³ y apoyĆ³ las manos en sus musculosos hombros. Lentamente, Adam levantĆ³ la rodilla contra sus poderosos muslos hasta que su rĆ³tula golpeĆ³ sus huevos.


   —¡MIERDA! ¡Por favor, no mis bolas! —Israel se apartĆ³ dominado por el terror.


   Durante unos segundos, los deportistas estuvieron cara a cara mientras Adam consideraba su prĆ³ximo movimiento. Israel gimiĆ³ y luego suspirĆ³ profundamente hasta que su compaƱero de nataciĆ³n bajĆ³ lentamente su amenazadora rodilla.


   ¡BAM!


   Con un ruido fuerte, la rodilla de Adam volviĆ³ a subir a los objetos de valor de Israel, aplastando sus frĆ”giles bolas contra su pelvis Ć³sea.


   Los ojos de Israel se cruzaron y dejĆ³ escapar un grito estrangulado. Sus manos bajaron hacia sus bolas destrozadas y su mandĆ­bula se abriĆ³ de par en par.


  Adam cruzĆ³ los brazos y lo mirĆ³ con una sonrisa de complicidad.


   —¡TĆ³malo como un hombre! —se burlĆ³.


   Israel sollozĆ³: todo su cuerpo se estremeciĆ³ y con un gemido lamentable se desplomĆ³ en el suelo, agarrando sus bolas destrozadas y tosiendo con voz ronca. Una mano masajeaba su musculoso estomago mientras agitaban oleadas de dolor en sus tripas.


   Adam levantĆ³ sus manos triunfantes mientras se deleitaba con otra victoria sobre su engreĆ­do rival.


Israel fue consumido por la agonĆ­a, su cuerpo musculoso se retorcĆ­a de dolor mientras buscaba a tientas sus testĆ­culos aplastados.


   —¡SĆ­! ¡Vamos, vomita! —Adam lo alentĆ³ con entusiasmo.


   Adam apenas pudo contener su alegrĆ­a cuando vio a Israel retorcerse y levantarse en el suelo. Sin embargo, la nĆ”usea del rubio se desvaneciĆ³ lentamente y pronto cayĆ³ sobre su espalda con los ojos cerrados y las manos apretando las bolas.


   —El ganador es Adam —anunciĆ³ un hombre o mujer desde la multitud.


   Israel gimiĆ³ miserablemente mientras acariciaba sus bolas derrotadas y observaba a Adam celebrar su victoria. SentĆ­a que sus pelotas habĆ­an sido atropelladas por un autobĆŗs. Se mordiĆ³ el labio mientras trataba de pensar en la clase de humillaciones que le iba a imponer Adam con su derrota. Necesitaba una venganza que no causara mĆ”s estragos en sus lamentables genitales.

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