Bastian vs Farid (5/8): rendise - Las Bolas de Pablo

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18 dic 2019

Bastian vs Farid (5/8): rendise

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Bastian estaba sin camiseta pero vistiendo un pantalĆ³n corto. DespuĆ©s de un encuentro sexual bastante rudo, decidĆ³ dejar que sus genitales descansaran, asĆ­ que tampoco llevaba ropa interior, dejando que el cetro y sus joyas colgaran libremente entre sus muslos.

   Estaba sentado en su escritorio, hojeando una revista, cuando Farid entrĆ³ al despacho.

   —Hola —saludĆ³ Bastian alegremente, sonriendo a su amigo—. ¿Te dije ya que te ves mas joven sin esa poblada barba?

   Farid usaba jeans y camiseta. Se dirigiĆ³ a Bastian y le lanzĆ³ una mirada enojada.

   —¿QuĆ© pasa? —preguntĆ³ Bastian caminando hacia Ć©l.

   Farid gruĆ±Ć³ y se sentĆ³ en el sofĆ”. Bastian se colocĆ³ a su lado.

   —¿He hecho algo malo? —le preguntĆ³ lentamente, tratando de pensar en algo que podrĆ­a haberlo cabreado.

   —La respuesta estĆ” en la caja de tu escritorio.

   —¿QuĆ©?

   —SĆ­, Bastian, anda y revisa.

   IncrĆ©dulo y ceƱudo Bastian se levantĆ³ de la silla, apenas pudo llegar a la mesa, cuando Farid le pateĆ³ las huevas.


   Su bota entrĆ³ en contacto con las dos gĆ³nadas desprotegidas, aplastĆ”ndolas contra la pelvis.

Al principio, Bastian no sintiĆ³ nada. Luego, un par de segundos despuĆ©s, el dolor lo golpeĆ³. EscapĆ³ un chillido agonizante y agarrĆ³ sus testĆ­culos doblĆ”ndose de dolor.

   —CaĆ­ste en mi broma —se burlĆ³ Farid.

   Bastian gimiĆ³ de dolor.

   Farid metiĆ³ la mano en sus pantalones cortos por detrĆ”s y agarrĆ³ los palpitantes testĆ­culos en su mano.

   Bastian inhalĆ³ bruscamente, tratando de ignorar el dolor en la ingle y el estĆ³mago, tratando de prepararse para el dolor que estaba por venir.

   Farid se riĆ³ con las bolas dentro de la palma de su mano.

   —¿Te rindes?

   —¡NO HIJO DE PUTA!

   Farid lo mirĆ³ a los ojos. Luego apretĆ³ los huevos con fuerza. Sus dedos se clavaron en las carnosas gĆ³nadas, haciendo gritar a Bastian a todo pulmĆ³n.

   A Farid pareciĆ³ gustarle lo que escuchĆ³, retorciĆ³ las toronjas con sus manos, haciendo que la voz de Bastian se quebrara.

   —Por favor —gimiĆ³—. Por favor.

   Farid lo ignorĆ³. TirĆ³ con fuerza, causando que la visiĆ³n de su amigo se volviera borrosa.

   Se sentĆ­a como si estuviera tratando de arrancar esas dos preciosas joyas de la entrepierna de Bastian.

   —Ya... Farid... Esto me duele... —tartamudeaba Bastian, incapaz de formar una oraciĆ³n completa. Farid lo seguĆ­a lastimando de sus grandes huevos sintiendo como si nunca pudiera volver a usarlos—. Por favor deja...

   Farid amasĆ³ los testĆ­culos.

   —Joder —lloriqueĆ³ Bastian, tratando de apartar sus manos de las bolas.

   Finalmente, lo soltĆ³. Bastian se acurrucĆ³ en el suelo, sobando sus testĆ­culos agonizantes, mientras olas de dolor insoportable recorrĆ­an su cuerpo.

   Farid se levantĆ³ y lo mirĆ³. —Ya va siendo hora de que te rindas —dijo y fue a la piscina, pisando la entrepierna de Bastian en su salida.

   ChacĆ³n se lamentĆ³. El dolor lo estaba matando.

   Estuvo en el suelo durante mĆ”s de media hora. Tiempo de sobra para planificar una terrible venganza contra Farid que se hizo efectiva una semana despuĆ©s.

   Bastian se habĆ­a encerrado en la sala de juegos que habĆ­a inaugurado para la pronta visita de todos sus familiares para navidad, habĆ­a una mesa de billar, agarrĆ³ un taco y lo mirĆ³. Era sĆ³lido y pesado.

   SonriĆ³.

   Cuando Farid abriĆ³ la puerta lo encontrĆ³ con el palo en la mano.

   —¡Bastian! ¿QuĆ© estĆ”s hacien...?

   No lo dejĆ³ terminar, cuando lo golpeĆ³ con el extremo pesado del taco en la entrepierna, asegurĆ”ndose de apuntar al centro de su prominente bulto, atrapando sus dos bolas y su polla, con un ruido rotundo. Bastian vio como el taco se hundĆ­a en la entrepierna, cavando en el montĆ­culo, crujiendo sus dos cocos.

   Farid parpadeĆ³. Su boca se abriĆ³. MirĆ³ a su amigo con expresiĆ³n acusatoria.

   Y Bastian continuĆ³ con otro golpe, esta vez apuntando un poco mĆ”s a la izquierda, con la esperanza de que su testĆ­culo resultase muerto.

   A juzgar por el sonido quejumbroso que provenĆ­a de lo profundo de su garganta, Bastian tuvo Ć©xito. La parte superior del cuerpo de Farid se inclinĆ³ lentamente hacia adelante.

   AsĆ­ que el taco nuevamente golpeĆ³ su entrepierna por tercera vez, dejando que su testĆ­culo izquierdo descansara en paz pero fraumatizando la bola derecha.

   —¿Bastian? —susurrĆ³ Farid con voz aguda. Sus ojos estaban muy abiertos y sus labios temblaron. MovĆ­a las manos incontrolablemente.

   —¿SĆ­? ¿Te rindes?

   Farid gimiĆ³. Su cuerpo estaba arqueado hacia adelante. Se veĆ­a divertido, la forma en que parecĆ­a tratar de sacar su entrepierna de la zona de peligro llevando el culo hacia atrĆ”s.

   Bastian se burlĆ³ y dejĆ³ caer el palo al suelo. CambiĆ³ el peso corporal sobre el pie izquierdo y se preparĆ³ para patear las bolas de Farid con el derecho.

   —¿Bastian? —Farid gimiĆ³ de nuevo.

   —¿SĆ­? ¿Te rindes?

   —No...

   Bastian alzĆ³ las cejas. Con toda la fuerza que pudo reunir, pateĆ³ las bolas de Farid, levantĆ”ndolo del suelo unos centĆ­metros.

   Farid gritĆ³ de dolor. Se derrumbĆ³ en el piso, gimiendo y agarrando sus doloridas gĆ³nadas. Se retorcĆ­a, con los ojos cerrados.

   Bastian se riĆ³.

   —Yo siendo tĆŗ pensarĆ­a en rendirme.

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