CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
POSIBLE SPAM DE HISTORIAS EN 2020
Las fiestas navideñas continuaban y los miembros del proyecto estaban compartiendo su último día antes de irse de vacaciones por las celebraciones de fin de año.
Walter estaba de pie al lado del bonito árbol de navidad. Tomaba un poco de vino y hacía fila tras Moisés e Ignacio quienes iban a golpear a Erick que había ofrecido sus bolas para ser pateadas.
El guapo y robusto Erick estaba sin camisa ofreciendo a la vista sus hermosos pectorales. Un gorrito de navidad ocultaba su cabello revuelto. Tenía las manos detrás de la cabeza y sonreía a Ignacio que se preparaba para el primer golpe.
El rubio Ignacio rápidamente pateó las pelotas de Erick sintiendo como su empreine tenía contacto con los grandes órganos del fortachón.
Erick que siempre se deleitaba con ser pateado en los cojones emitió un grito ahogado.
Desde el fondo de la habitación se escuchó la divertida risa de Camilo y Farid quienes ya estaban borrachos.
—¿Te gusta mucho, cierto? —preguntó Moisés—. Te las voy a subir a la garganta y te pondré a escupir semen.
Moisés envió una fuerte patada a la muy abultada entrepierna de Erick. Éste soltó un lastímero chillido mientras cerraba por instinto las piernas y retrocedió doblado de dolor.
—Pues no —negó Ignacio tragando de su bebida—. No lo hemos hecho caer. ¿Hermano?
Walter colocó su vaso vacío en la repisa donde descansaban unos coloridos adornos navideños de papá Noé. Se frotó las manos (que era lo que menos iba a usar) y caminó hacia Erick.
Erick cerró y abrió los ojos terminando de procesar el dolor. Walter le dirigió una sonrisa traviesa y le pateó los testículos con la punta del pie. Logrando el impactó más doloroso hasta el momento.
—¡ARRGGG! —gritó Erick. Cerró los ojos, abrió la boca y arrugó la cara. Retrocedió agarrándose la entrepierna pero finalmente cayó de rodillas pero no aguantó mucho y se quedó revolcándose en el suelo quejándose por el dolor de bolas. Walter, Ignacio y Moisés se rieron felicitandose el uno con el otro.
Lenin y Jean Chacón estaban conversando sobre algún tema de ninguna trascendencia hasta que el celular de Jean vibró con una llamada entrante, el guapo rubio Chacón se distrajo poniendo conversación con la persona que lo comunicaba. Lenin a su lado escuchó con especial atención.
—Sí, así que te estaré esperando aquí para fin de año —decía—. Desde el 24 llegaron varios familiares. En enero te devuelvo con tu madre... sí... sí... así será. Te esperaré.
Culminó la conversación y Lenin se le quedó mirando con una ceja doblada.
—No sabía que tuvieses un hijo.
—Sí —afirmó Jean tomando su trago—. Tengo dos. Éste es el mayor, va a entrar el otro año a la universidad, la otra es una nena.
Lenin alzó las cejas, era apasionado por los hombres y en especial de los Chacón, le encantaba Bastian, Román y él, Jean.
—Tu hijo debe parecer tu hermano menor.
—Pues sí; a veces nos lo preguntan. Fui muy precoz con mi sexualidad lo tuve joven, pero es ahora que nos estamos acercando más.
—Vaya. Pensé que los Chacón eran buenos padres.
—Algunos.
Lenin se rió.
—Me parece que Pablo tiene buena relación con su padre, veo que se llevan muy bien; y Bastian es excelente con el hijo que le conozco.
—No lo discuto. Yo fui padre muy joven... en fin. Poco a poco voy con mi muchacho.
Lenin afirmó con la cabeza y tomó de su bebida.
—Creí que eras gay, Jean.
Jean soltó una risa y negó con la cabeza.
—Simplemente me gusta el sexo —aseguró—. Coño, polla, culo, me gusta pasarla bien. Siempre y cuando sea yo el activo.
A Lenin le brillaron los ojos, se mordió el labio inferior y se jugó su mejor carta.
—Quiero tener sexo contigo ahora.
Jean sonrió de manera encantadora, mostrando algunos de sus dientes torcidos.
—Vayamos a la alcoba entonces.
Cada uno se levantó del asiento luciendo una dura erección en su pantalón. Lenin iba emocionado y Jean feliz de sólo pasarla bien, cuando caminana cerca de Camilo pasó por su lado le regaló un puñetazo entre las piernas que lo obligó a sacar con fuerza el aire de los pulmones y rodar por la pared para sentarse a masajear sus cojones.
Camilo chilló mientras caía a un lado. Quejándose.
Jean se rió y dijo.
—Que pases feliz navidad, chaval.
Por otro lado Bastian y Horacio tenían una conversación que iba a tornarse familiar.
—Y regresaremos en la víspera del cumpleaños de Pablo, ¿cierto?
—Sí, el 4 de enero inicia la temporada 2020.
—Bueno. Tendré el tiempo suficiente para estar con mi esposa.
—¿La amas mucho, verdad?
—Sí.
—Ya tienen tres años de matrimonio. ¿Por qué no han tenido un hijo?
La mirada de Horacio se volvió triste y vacía.
—No lo sé y siempre lo hemos intentado. Desde novios y eso fue hace mucho tiempo ya. Creo que tenemos problemas de fertilidad, no sé si ella o yo.
—Oh, no, no, no, sobrino. Ningún hombre Chacón es infértil eso te lo puedo asegurar. Ninguno de nosotros aporta semillas de mala calidad.
—¿Cómo lo sabes?
Bastian lo miró con reproche, como si le hubiesen insultado.
—Mi tesis universitaria giró sobre nuestra genética familiar, en el pasado uno de tus tatarabuelos fue sometido a experimentos de laboratorio. Por eso nuestras bolas grandes alteró un gen. Pensé que tu padre te lo había dicho. Bueno, antes de graduarme como hombre de ciencia hice un estudio de nuestra calidad espermática dónde me ayudaron para esa fecha mis hermanos y primos y ninguno absolutamente ninguno dio resultado de infertilidad. Mañana nos sentaremos con tus tios y les pediré que te cuenten esa anécdota.
Horacio observó a su tío y afirmó con la cabeza.
—Así que mi querido sobrino tu esposa debe ser la del problema. Pero no te preocupes aquí estoy para ayudarlos, la ciencia ha avanzado mucho —emitió una risa mordaz—. Incluso podrías buscarte otra mujer y darle un retoño.
Ahora fue Horacio quien se sintió ofendido y le lanzó una palmada en las bolas a su tío.
—¡Ay!
Se sobresaltó y sobó sus gónadas con el rostro doblado.
—Igualmente no sabrías si las nuevas generaciones Chacón tienen problemas de fertilidad.
—Pero que cabrón más insistente. En 2020 les aplicaré una prueba de lefa para que observes que nunca me equivoco —Bastian miró al suelo y se puso pensativo—. Cuando daba clases en la Universidad había una estudiante que era una lumbrera... como me hubiese encantado que viniese y les aplicara la prueba. Sería un científica sagaz.
—¿Y por qué no la llamas?
—Está atravesando un grave conflicto personal... uf... la pobre Verónica, ojalá se recuperase pronto.
Horacio lo observó y afirmó con la cabeza.
En la cocina Pablo Chacón se servía una nueva copa de su bebida alcohólica. Cuando fue sorprendido por alguien desde atrás que lo abrazó arregostándole una erección. Cuando giró la cabeza reconoció la cara de su primo Jaime Lizárraga Chacón.
Entre él y Pablo había una larga data de relación amorosa y prohibida desde la juventud.
Cuando lo hubo soltado Jaime retrocedió sonriendo. Vestía un ajustado pantalón que ponía a relieve la cabeza de su duro pene y una camisa.
—¿Qué haces, Jaime? ¿Te has vuelto loco?
—Loco de atracción por ti.
—La última vez que nos vimos aquí te deje claro que entre los dos no iba a ver ningún tipo de relación más que la estrictamente familiar.
—¿Es cierto, Pablo? Cuando estuvimos juntos no parecía que te acordaras lo primo que somos.
—Jaime, estoy enamorado de mi esposo.
—¡Bah! Ese negrito es un tontorrón. Nada que ver conmigo o contigo. Es un idiota. Pero tiene un culo que me está volviendo loco.
—En más de una ocasión te he pillado mirándole los biceps y el culo.
—¿Y que quieres que haga? Nada me gustaría más que partirle el culo con mi trozo. Y a ti también y te encantaría.
Pablo puso los ojos en blanco. Con Jaime vivió muchos momentos de placer sexual pero lo mejor era dejarlo en el pasado. En ese momento alguien se sonó la garganta en la puerta de la cocina.
—¿Todo bien, Pablo?
Era David.
Pablo Chacón afirmó con la cabeza y sin embargo Jaime sonrió con aires de picardía.
—Amigo, David. ¿Sabes? Los muchachos del proyecto me contaron que semanas atrás estuvo Eddy. Con quien ustedes hicieron y vivieron un trío. ¿Qué te pareció esa experiencia?
David ingresó a la cocina tomando su ron.
—Me gustó. Fue una temporada llena de momentos divertidos y nos fortificó a Pablo y a mí.
Jaime afirmó con la cabeza y respondió.
—A mi me fascinaria vivir un trío con ustedes.
David se echó a reír. Ya Pablo le había explicado sus relaciones con Jaime. Entonces miró a Pablo que se encogió de hombros.
David le guiñó un ojo a Jaime y se mojó los labios.
—Vamos a darnos un beso de tres.
—¿Qué?
—¡Así me gusta, David!
Jaime fue el primero en acercarse, lo secundó Pablo cuyo pene comenzaba a crecer y David los esperó emocionado. ¿Por que no vivir un nuevo trío?
Los labios de los tres se acercaron en un húmedo beso, sus lenguas también entraron en contacto. Cerraron los ojos dejando que fluyeran sus otros sentidos.
Pero David rompió el hechizo apretando los grandes testículos de Jaime que se levantó de puntillas en el piso. Los apretó con fuerza obligándolo a sacar un grito arqueando la espalda y cristalizando sus ojos. Torció la mano, haciendo que Jaime gritara en tono alto. Le estiró las bolas hasta soltarlo y fue directo al piso con las manos metidas entre sus piernas, su pene empezaba a volverse tieso.
—El precio de estar con nosotros serán tus bolas —dijo David—. Lo tomas o lo dejas, eunuco.
Pablo sonrió excitado.
Al guapo y fuerte Jaime le salía un hilo de baba de su boca.
—¡Mis bolas —murmuró con voz queda.
—Estoy caliente —anunció Pablo acercándose a su esposo y frotando la erección de su ingle.
David se mordió el labio y le pidió que subieran lo más pronto posible a su habitación. Por nada del mundo Jaime pudo recuperarse y se quedó ahí amasando sus testículos por cerca de media hora.
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