El conteo de Eladio y Lucas (2/2): El batido - Las Bolas de Pablo

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21 dic 2019

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El conteo de Eladio y Lucas (2/2): El batido

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   La semana pasada, los futbolistas Lucas y Eladio habĆ­an competido entre sĆ­ pateando los testĆ­culos de MoisĆ©s, Walter, Gastón, Jean, Dereck y Erick. Al final del juego propuesto, Lucas Chacón resultó ganador. Eladio, habĆ­a perdido por lo que iba a recibir un castigo.
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   El deportista estaba de pie en la sala, vestido con su atuendo de fĆŗtbol: pantalones cortos, camiseta con su nĆŗmero en la espalda, y tacos.

   ā€”ĀæDónde estĆ” mi equipo? —preguntó—. Gastón, Erick y Walter estuvieron conmigo la otra vez.

   ā€”Hoy no hay equipo —negó Bastian—. TendrĆ”s que llevarlo por tu cuenta.

   La puerta se abrió y Dereck, Jean y MoisĆ©s entraron en la habitación.

   ā€”Hola —Dereck Chacón, el hermano del medio de Horacio le sonrió a Eladio. Llevaba pantalon amarillo y camisa azul.
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   Eladio sonrió dĆ©bilmente.

   Jean se le acercó y le palmeó el hombro. Luego se pasó la mano por el pelo rubio y miró a MoisĆ©s. —¿Quieres decirle el plan?

   MoisĆ©s se encogió de hombros. —No estoy realmente interesado.

   Eladio sonrió.

   El hermano de MoisĆ©s, Walter, apareció en la puerta y el rostro de Eladio se iluminó.

   ā€”Hola, Walter, gracias por venir —le dijo sonriendo.
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   MoisĆ©s se encogió de hombros y se sentó en el sofĆ”.

   ā€”Yo sólo vengo a ver —declaró.

   ā€”AquĆ­ estĆ” el plan —dijo Walter—. Los tres vamos a patearte las bolas.

   Dereck y Jean asintieron y sonrieron.

   ā€”Dos patadas cada uno. Y cuando toques el suelo, te quitas una de tus ropas —explicó Walter—. Los zapatos y las medias no cuentan. Si estĆ”s desnudo despuĆ©s de esas seis patadas, te vamos a dar un pequeƱo batido.

   Dereck y Jean se rieron entre dientes.

   Walter sonrió. —Ah, y los zapatos y los calcetines no cuentan como ropa, por supuesto.

   Eladio se puso pĆ”lido. —Pero... eso deja solo cuatro prendas de vestir. ĀæY que es un batido?
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   Walter sonrió. —Correcto. AsĆ­ que mejor no vayas al suelo con demasiada frecuencia... Los batidos son de leche y ya estĆ”n listos... —se agarró la entrepierna y le guiñó un ojo a Eladio.

   Eladio abrió mucho los ojos preocupado.


   ā€”QuĆ­tate los zapatos y los calcetines, por favor —dijo Walter suavemente.

   Eladio gimió, pero obedeció.

   ā€”ĀæQuiĆ©n quiere ir primero? —Walter miró a Dereck y Jean.

   Dereck sonrió.

   Walter se rió. —Bueno. Dereck.

   El huevudo Chacón se paró frente a Eladio y sonrió. —Abre las piernas, amigo.

   Eladio parpadeó y separó los pies en posición vulnerable. TenĆ­a los muslos muy separados, miró a Dereck, haciendo una mueca.

   Dereck se echó a reĆ­r y miró la entrepierna de Eladio.

   ā€”Es hora de jugar fĆŗtbol —sonrió.
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   Levantó su pierna hacia atrĆ”s y lo lanzó contra la ingle del jugador. El empeine impactó con el bulto prominente en los endebles pantalones cortos de Eladio aplastando su contenido.

   Eladio dejó escapar un gemido miserable y se dobló, agarrĆ”ndose la entrepierna y haciendo una mueca de dolor.

   Dereck lo observó de cerca, esperando que se derrumbara al suelo.

   Como Eladio no lo hizo, Dereck pareció decepcionado. —Tu turno —le dijo a Jean.

   Su rubio primo asintió y se acercó a Eladio. Se ajustó el gran bulto en sus jeans y miró a Eladio que se agarraba la entrepierna, gimiendo de dolor.
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   ā€”Vamos —le dijo Jean.

   Eladio gimió y se enderezó. Se puso las manos detrĆ”s de la espalda y miró hacia el pie, tratando de no hacer una mueca o doblarse antes de que el Ć©ste golpeara el objetivo.

   Jean se tomó su tiempo, levantando el pie moviendo suavemente al paquete de Eladio que estaba sin calzoncillos dentro de sus pantalones cortos.

   Eladio hizo una mueca.

   ā€”Espera —sonrió Jean.

   Luego dio un paso atrĆ”s, y con un arranque rĆ”pido, pateó las gónadas de Eladio con fuerza. Sus dedos de los pies se hundieron en su blando paquete, el profesional del fĆŗtbol gimió e instantĆ”neamente cayó de rodillas, gimiendo de dolor.

   Jean sonrió con satisfacción.

   Walter se rio entre dientes. —Eladio —dijo suavemente—. Supongo que tendrĆ”s que perder esa camiseta tuya...

   Eladio gimió, agarrĆ”ndose la entrepierna. Le llevó bastante tiempo deshacerse de su camiseta. Debajo, llevaba otra blanca y ajustada. Sus abdominales bien definidos y su pecho musculoso estaban delineados en la tela blanca. Lentamente se levantó y se llevó las manos a la espalda. Estaba empezando a sudar mirando a Walter con miedo en los ojos.

   Walter sonrió. —Bueno. Ahora, voy por la camiseta... —echó la pierna hacia atrĆ”s y pateó las albóndigas de Eladio con fuerza. Su pie se estrelló contra la ingle con un ruido sordo, levantando al pobre jugador de sus pies. Su cuerpo golpeó el suelo comenzando a tener arcadas.

   Dereck y Jean vitorearon.

   ā€”Bueno —dijo Dereck, asintiendo lentamente, mirando a Eladio retorcerse en el suelo—. Mi turno de nuevo.

   Eladio tosió.

   ā€”Esa camiseta —dijo Dereck y seƱaló el pecho de Eladio.

   Eladio gimió.

   ā€”Ā”QuĆ­tate esa camiseta!
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   Eladio lo miró con lĆ”grimas en los ojos. Lentamente se puso de pie y se quitó la camisa blanca, revelando su pecho liso y musculoso con sus bellos abdominales.

   Walter silbó.

   MoisĆ©s, Dereck y Jean se rieron entre dientes.

   Eladio se veĆ­a miserable.

   ā€”Las manos detrĆ”s de la espalda —ordenó Dereck.

   Los ojos de Eladio se crisparon y su boca se abrió.

   ā€”No —negó Dereck bruscamente—. Manos a la espalda.

   Eladio dejó escapar un pequeƱo sollozo y asintió.

   Tan pronto como apartó las manos de su entrepierna, Dereck pateó sus preciosas joyas.

   Los ojos del jugador se hincharon y dejó escapar un gemido largo, miserable y ronco, luchó por mantenerse de pie. La parte superior de su cuerpo se movĆ­a hacia adelante y sus manos sostenĆ­an sus doloridas pelotitas tentativamente.

   ā€”Vamos, vamos, vamos —murmuró Dereck, esperando que Eladio se derrumbara.

   Pero Eladio no le hizo el favor. TenĆ­a los ojos cerrados. El sudor le corrĆ­a por la nariz. Pero se quedó de pie.

   ā€”Ā”Idiota! —murmuró Dereck dĆ”ndole el turno a Jean.

   Jean Chacón sonrió.

   ā€”Ā”Abre las piernas, Eladio!

   Eladio se mordió el labio inferior e hizo lo que le dijeron. Se llevó las manos a la espalda mirando a Jean, sus ojos suplicaban piedad.

   Jean sonrió. Luego levantó la pierna hacia atrĆ”s, esperó un momento y golpeó la entrepierna de Eladio, haciendo que el pobre hombre gritara con fuerza.

   Jean se echó a reĆ­r.

   Eladio retrocedió, perdió el equilibrio y aterrizó sobre su trasero. —”Mierda! Ā”Mis bolas! —gritó, haciendo que Jean se riera aĆŗn mĆ”s fuerte.

   Walter sonrió y miró a Eladio que rodaba por el suelo, agarrĆ”ndose las gónadas gritando obscenidades.

   ā€”Supongo que tendrĆ”s que quitarte los pantalones cortos —sonrió.

   Eladio gimió de dolor.

   ā€”AyĆŗdenlo —le dijo a Jean y Dereck.

   Los dos muchachos asintieron y se acercaron a Eladio. Tomaron sus pantalones cortos y los arrancaron brutalmente de su cuerpo dejĆ”ndolo al descubierto como dios lo trajo al mundo.

   ā€”Ahora tambiĆ©n voy a hacerte perder esos huevos —sonrió Walter.

   Eladio gimió. Miró al moreno con los ojos rojos y la cara hĆŗmeda de sudor. —Por favor...

   Walter sacudió la cabeza y le indicó que se pusiera de pie.

   Eladio tardó una eternidad en continuar.

   Walter le sonrió. —¿Listo para perder tus bolas?
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   Eladio hizo una mueca.

   ā€”EstĆ” bien —Walter se rió y metió su pie contra las bolas de Eladio. El golpe hizo que incluso Dereck y Jean se encogieran dolorosamente. 

   Los ojos de Eladio se hincharon y sus mejillas se llenaron de aire. Un sonido enfermizo e irritante escapó de sus labios y parpadeó un par de veces. Luego se puso de rodillas, agarrando sus gónadas, con la boca abierta en un grito silencioso.

   Walter se dio la vuelta e hizo una pose de victoria. Se inclinó ante un pĆŗblico imaginario y asintió, sonriendo. —Gracias a todos ustedes —y sonnrió.

   Dereck y Jean comenzaron a vitorear de manera salvaje.

   El hermano de Walter, MoisĆ©s, estaba sentado en el sofĆ”, sonriendo y sacudiendo la cabeza.
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   Walter se acercó a Eladio tendido en el suelo, sus manos agarraban sus maltratadas bolas mientras su cuerpo brillaba de sudor. Luego miró a Dereck y Jean.

   Los dos muchachos caminaron hacia Ć©l y se pararon en cĆ­rculo, rodeando a Eladio.

   Walter se desabrochó el pantalón y Dereck y Jean siguieron su ejemplo.

   Metieron la mano en sus calzoncillos y presentaron sus pollas gordas y duras.

   Jean tenĆ­a la mĆ”s grande, un pene impresionante, grueso y duro, con una gran cabeza en forma de hongo de color rosa que brillaba con presemen.

   Jean se lamió el dedo y se frotó la punta de la polla, sonriendo con orgullo.
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   La polla de Walter no era tan grande como la de Jean, pero tambiĆ©n tenĆ­a respetable altura. Sus toronjas negras y regordetas colgaban bajas en su saco.

   Dereck miró los miembros de Jean y Walter y sonrió. Su pene era el mĆ”s pequeƱo de los tres, pero de todos modos su contextura era impresionante.

   Los tres hombres estaban acariciando sus pollas, mirando la cara contorsionada por el dolor de Eladio.

   El jugador de fĆŗtbol tenĆ­a los labios cerrados y miraba los tres monstruosos miembros con los ojos bien abiertos.

   DespuĆ©s de un par de minutos, Jean gimió, —”Abre la boca!

   Eladio sacudió la cabeza, sus ojos denotaban asco y miedo.

   ā€”Hora de tu batido de leche —murmuró Walter.

   Eladio volvió a negar con la cabeza.

   Dereck le sonrió. Miró la entrepierna de Eladio, luego levantó el pie y pisoteó con fuerza sus testĆ­culos en el suelo, haciendo que Eladio gritara de dolor y abriera la boca.

   ā€”SĆ­ —gimió Jean. Agarró la nariz de Eladio con la mano, forzĆ”ndolo a respirar por la boca.

   Dereck clavó el talón en las gónadas carnosas del futbolista, haciendo que gimiera de dolor.

   SimultĆ”neamente, las tres pollas comenzaron a estallar con un jugoso y blanco semen, apuntando a la boca de Eladio. Una lluvia de chorros espesos y cremosos cayeron dentro de su boca, llenĆ”ndola hasta el borde.

   Jean, Dereck y Walter estaban gimiendo de placer mientras sus penes seguĆ­an enviando chorros de lava salada a la boca abierta. Que en segundos se llenó hasta su capacidad, ya inundada, gruesos hilos de semen comenzaron a correr por el costado de la cara de Eladio.

   ā€”Ā”Traga! —ordenó Jean.

   Dereck torció el pie.

   Eladio gritó y gorgoteó, tragando el enorme cóctel de esperma hasta que su boca estuvo vacĆ­a. Agotado y exhausto, Jean, Dereck y Walter lo miraron, acariciando sus flĆ”cidas pollas.

   Eladio gimió.

   Dereck dio un paso atrĆ”s, permitiendo que las gónadas de Eladio volvieran a su forma habitual.

   Walter sonrió y sacudió la cabeza. Metió su pene hĆŗmedo de esperma en sus jeans nuevamente.

   Los otros dos muchachos hicieron lo mismo. Aunque fue Dereck quien se limpió con la franela del futbolista.

   Vieron a Eladio acurrucarse en el suelo, agarrĆ”ndose los cocos, golpeado y humillado, gimiendo y sollozando.

   ā€”ĀæQuĆ© piensas? ĀæValió la pena? —sonrió Walter, volviĆ©ndose hacia Dereck y Jean.

   Jean respiraba con dificultad, radiante de felicidad post orgĆ”smica. —¿QuĆ© quieres decir?

   ā€”Nos patearon las nueces la semana pasada —explicó Walter.

   ā€”Claro —dijo Dereck rĆ”pidamente, sonriendo.

   Jean asintió con la cabeza.

   Walter se rió. —Creo que Eladio no lo ve asĆ­ ...
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   Eladio estaba sollozando de dolor, tratando de escupir los restos de semen que no habĆ­an llegado a su estómago.

   Jean se encogió de hombros.

   ā€”Walter —dijo MoisĆ©s, mirando su reloj.

   Walter se dio la vuelta y miró a su hermano.

   ā€”Tenemos que irnos —dijo MoisĆ©s caminando hacia la puerta.

   Walter lo siguió despuĆ©s de despedirse de todos.

   Dereck y Jean se fueron poco despuĆ©s, dejando a Eladio tirado en el suelo.
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   Bastian se arrodilló junto a Ć©l. —Perdiste, Āæeh? Y te dieron un ponche navideƱo.

   Eladio lo miró con lĆ”grimas en los ojos. Su cara estaba manchada de semen. —PerdĆ­ —susurró.

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