CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Eladio mirĆ³ fijamente a los tres futbolista que habĆan entrado al Ć”rea del vestuario. El destacado deportista vestĆa con camiseta verde, pantalones cortos y su zapato deportivo. Estaba preparĆ”ndose para el partido amistoso internacional cuando los jĆ³venes de la selecciĆ³n rival llegaron a visitarlo. Por la actitud pendenciera que demostraba parecĆa ansiosos por pelear.
—¿Que estĆ”n tratando de hacer? —preguntĆ³ Eladio—. ¿Quieren intimidarme?
—No —dijo rĆ”pidamente otro futbolista—. Por supuesto que no. Solo queremos asegurar nuestra victoria.
Los ojos de Eladio se entrecerraron. Luego asintiĆ³ y sonriĆ³. —¿SĆ? Para ganar sĆ³lo es cuestiĆ³n de actitud y disciplina. Pero con disciplina o sin ella el mundo entero sabe que no tienen ninguna posibilidad de ganar porque les falta...
Fue interrumpido por un poderoso golpe en su abultada huevera.
Uno de sus rivales sonriĆ³.
Eladio parpadeĆ³. Luego gimiĆ³ y agarrĆ³ su entrepierna.
—Oooooh —el otro juhador se riĆ³—. Y Ć©ste es el principio del fin.
Eladio apretĆ³ sus labios y tratĆ³ de ignorar el dolor. Pero uno de sus contrincante lo sujetĆ³ por la espalda inmovilizando sus brazos, estaba tan pegado a Ć©l que sentĆa una asquerosa erecciĆ³n sobre sus glĆŗteos.
—Jodanse —gimiĆ³ Eladio roncamente.
Un futbolista echĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y apuntĆ³ un poderoso golpe entre sus muslos. Haciendo que gritara fuertemente:
—¡Hijos de puta! —se quejĆ³ el atractivo futbolista mientras intentaba escapar de los fuertes brazos que lo sujetaban.
Diego, el segundo de los jugadores rivales levantĆ³ la rodilla, golpeando a Eladio en el estĆ³mago que enseguida jadeĆ³ por aire.
—¡Hijo de puta!
Eladio estaba debilitado entretanto seguĆa sintiendo la gran serpiente carnosa del jugador rival que lo tenĆa agarrado.
—Jodelo —dijo Ć©ste colocando su barbilla en el hombro de Eladio.
Diego levantĆ³ la rodilla golpeando justo en el bulto de Eladio, aplanando sus dos delicados testĆculos.
Eladio chillĆ³.
—Hoy perderĆ”s, cabrĆ³n —susurrĆ³ Diego volviendo a levantar la rodilla.
Eladio gimiĆ³ de dolor. Sus ojos se llenaron de lĆ”grimas.
Diego volviĆ³ a alzar la rodilla, golpeando a Eladio en sus preciosos testĆculos .
—¡EstĆ”s muerto, huevĆ³n! —gruĆ±Ć³ el primer jugador de fĆŗtbol retomando su participaciĆ³n.
Eladio estaba sufriendo mucho. QuerĆa agarrarse y frotar sus huevos.
El jugador de fĆŗtbol le bajĆ³ el pantalĆ³n corto. Eladio llevaba boxers que ocultaban su formidable equipo genital o simplemente era lo feroz del ataque que habĆa encogido miserablemente sus proporciones de carne.
Diego pateĆ³ el costado de Eladio, haciĆ©ndole sentir mĆ”s dolor del que tenĆa.
GemĆa.
Como Ćŗltimo recurso empezĆ³ a gritar pidiendo ayuda
Inmediatamente, el primer atacante saltĆ³ sobre Ć©l, apretando el puƱo y lanzando un poderoso golpe al paquete de Eladio.
El futbolista estrella gritĆ³ lleno de sorpresa y de dolor.
Su rival siguiĆ³ con otro golpe.
El sonido del puƱetazo golpeando el suave paquete de los genitales de Eladio resonĆ³ en la habitaciĆ³n.
Paf, paf.
Eladio gimiĆ³.
Paf, paf, paf, paf.
El pobre futbolista empezĆ³ terner arcadas
Paf, paf, paf, paf.
Eladio estaba cerca de vomitar. Todo el color habĆa abandonado su rostro. Estaba sudando profusamente y sus ojos estaban llenos de lĆ”grimas.
Finalmente, su enemigo tuvo piedad. Y cesĆ³ su ataque despiadado
Eladio tosiĆ³.
Cuando creia que todo estaba en paz y podrĆa descansar para vengarse en el partido sus pensamientos fueron interrumpidos por una poderosa patada de Diego a sus colgantes balones.
El zapato de deportivo de Diego chocĆ³ con las enormes ciruelas de Eladio dentro de sus boxers estampandolas contra su pelvis.
Eladio parpadeĆ³. Luego, muy lentamente, cruzĆ³ los ojos. Sus cejas se alzaron y sus pĆ”rpados se torcieron.
La patada de Diego habĆa dado justo en el blanco.
La boca de Eladio se abriĆ³ y dejĆ³ escapar un gemido largo, suave y miserable.
El jugador que estaba erecto y lo sostenĆa aflojĆ³ su agarre. Eladio cayĆ³ de rodillas y rodĆ³ a un lado.
Diego lo mirĆ³, divirtiĆ©ndose junto a sus otros dos amigos.
—Hoy van a perder.
ObservĆ³ a Eladio un par de segundos.
Eladio gemĆa miserablemente.
—Y me voy a asegurar de eso. Esto apenas comienza —dijo Diego, poniĆ©ndose en cuclillas junto a Eladio. BajĆ³ los boxers del afamado futbolista hacia abajo, exponiendo su trasero desnudo y su semidura polla con las bolas de gran tamaƱo que la adornaban. Ellas cayeron al descubierto. GolpeĆ³ los testĆculos de Eladio y se riĆ³ entre dientes.
Diego se enderezĆ³ y se parĆ³ junto a sus compaƱeros, elevĆ”ndose sobre el muchacho futbolista muy derrotado, sonreĆa con aire de suficiencia.
Eladio gimiĆ³, rendido a su suerte. TenĆa los ojos cerrados, y su rostro reflejaba el autĆ©ntico dolor.
—¡Miranos, idiota! —dijo Diego con calma.
Eladio gimiĆ³.
—¡MĆranos! —le repitiĆ³ mĆ”s fuerte.
Eladio abriĆ³ los ojos. Estaban llenos de lĆ”grimas.
—Hoy el triunfo es para nuestra selecciĆ³n —sonriĆ³ Diego. Al igual que sus compaƱeros los tres flexionaban sus biceps. Luego buscaron dentro de sus pantalones cortos y sacaron sus penes y bolas.
—¿Ves Ć©stas bolas, Eladio?
Eladio lo mirĆ³ con humillaciĆ³n y vergĆ¼enza
Un jugador empujĆ³ los grandes orbes de Eladio con su pie, haciendo que se estremeciera y gimiera.
—¿Ves estas Ʊemas? —sonriĆ³ Diego—. Son las que nos llevarĆ”n a la victoria mientras tĆŗ te quedas chillando como niƱita.
Diego dio un paso hacia Eladio, dejando que sus testĆculos colgaran sobre su cara hasta que casi le tocaron la frente.
—¡BĆ©salos! —dijo Diego en voz baja.
Eladio parpadeĆ³. —¿QuĆ©? EstĆ”s loco
—¡BĆ©salos! —repitiĆ³ Diego bruscamente.
—No....
—Voy a arrancarte las pelotas si no haces lo que te digo —dijo Diego, sonriendo cruelmente.
Eladio tragĆ³ saliva. FrunciĆ³ los labios y levantĆ³ la cabeza hasta que su boca tocĆ³ el suave escroto de Diego.
—SĆ —sonriĆ³ Diego. AgarrĆ³ sus huevos y los frotĆ³ sobre la boca de Eladio, tambiĆ©n sobre su barbilla. Eladio gimiĆ³ y volviĆ³ la cabeza.
Diego se riĆ³ entre dientes. —¿CĆ³mo se siente estar tan cerca de unos testĆculos de macho?
Eladio mirĆ³ al suelo.
Diego se encogiĆ³ de hombros y volviĆ³ a meter sus genitales en su ropa interior. —No importa, estĆŗpido. ¡Hoy lo mĆ”s importante que hemos logrado fue llevarte a la incapacidad!
Diego girĆ³ sobre sus talones siendo secundado por sus compinches. Cuando estuvo a punto de salir mirĆ³ a Eladio, que yacĆa en el suelo, acurrucado, amasando sus maltratados testĆculos.
—AdiĆ³s, estĆŗpido —sonriĆ³ y le guiĆ±Ć³ un ojo al hombre sĆŗper derrotado.
La cabeza de Eladio se hundiĆ³ en el suelo, le dolĆan muchĆsimo las bolas y asĆ le iba a ser imposible correr.
Esa tarde la admirada selecciĆ³n nacional tuvo su gran derrota cuando su mejor jugador no pudo participar en el encuentro
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