El jugador estrella - Las Bolas de Pablo

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5 dic 2019

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El jugador estrella

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
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   Eladio miró fijamente a los tres futbolista que habĆ­an entrado al Ć”rea del vestuario. El destacado deportista vestĆ­a con camiseta verde, pantalones cortos y su zapato deportivo. Estaba preparĆ”ndose para el partido amistoso internacional cuando los jóvenes de la selección rival llegaron a visitarlo. Por la actitud pendenciera que demostraba parecĆ­a ansiosos por pelear.

   ā€”ĀæQue estĆ”n tratando de hacer? —preguntó Eladio—. ĀæQuieren intimidarme?

   ā€”No —dijo rĆ”pidamente otro futbolista—. Por supuesto que no. Solo queremos asegurar nuestra victoria.

   Los ojos de Eladio se entrecerraron. Luego asintió y sonrió. —¿SĆ­? Para ganar sólo es cuestión de actitud y disciplina. Pero con disciplina o sin ella el mundo entero sabe que no tienen ninguna posibilidad de ganar porque les falta...

   Fue interrumpido por un poderoso golpe en su abultada huevera.


   Uno de sus rivales sonrió.

   Eladio parpadeó. Luego gimió y agarró su entrepierna.

   ā€”Oooooh —el otro juhador se rió—. Y Ć©ste es el principio del fin.

   Eladio apretó sus labios y trató de ignorar el dolor. Pero uno de sus contrincante lo sujetó por la espalda inmovilizando sus brazos, estaba tan pegado a Ć©l que sentĆ­a una asquerosa erección sobre sus glĆŗteos.

   ā€”Jodanse —gimió Eladio roncamente.

   Un futbolista echó la pierna hacia atrĆ”s y apuntó un poderoso golpe entre sus muslos. Haciendo que gritara fuertemente:
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   ā€”Ā”Hijos de puta! —se quejó el atractivo futbolista mientras intentaba escapar de los fuertes brazos que lo sujetaban.

   Diego, el segundo de los jugadores rivales levantó la rodilla, golpeando a Eladio en el estómago que enseguida jadeó por aire.

   ā€”Ā”Hijo de puta!

   Eladio estaba debilitado entretanto seguĆ­a sintiendo la gran serpiente carnosa del jugador rival que lo tenĆ­a agarrado.

   ā€”Jodelo —dijo Ć©ste colocando su barbilla en el hombro de Eladio.

   Diego levantó la rodilla golpeando justo en el bulto de Eladio, aplanando sus dos delicados testĆ­culos.

   Eladio chilló.

   ā€”Hoy perderĆ”s, cabrón —susurró Diego volviendo a levantar la rodilla.

   Eladio gimió de dolor. Sus ojos se llenaron de lĆ”grimas.

   Diego volvió a alzar la rodilla, golpeando a Eladio en sus preciosos testĆ­culos .

   ā€”Ā”EstĆ”s muerto, huevón! —gruñó el primer jugador de fĆŗtbol retomando su participación.

   Eladio estaba sufriendo mucho. QuerĆ­a agarrarse y frotar sus huevos.

   El jugador de fĆŗtbol le bajó el pantalón corto. Eladio llevaba boxers que ocultaban su formidable equipo genital o simplemente era lo feroz del ataque que habĆ­a encogido miserablemente sus proporciones de carne.

   Diego pateó el costado de Eladio, haciĆ©ndole sentir mĆ”s  dolor del que tenĆ­a.

   GemĆ­a. 

   Como Ćŗltimo recurso empezó a gritar pidiendo ayuda 

   Inmediatamente, el primer atacante saltó sobre Ć©l, apretando el puƱo y lanzando un poderoso golpe al paquete de Eladio.

   El futbolista estrella gritó lleno de sorpresa y de dolor.

   Su rival siguió con otro golpe.

   El sonido del puƱetazo golpeando el suave paquete de los genitales de Eladio resonó en la habitación.
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   Paf, paf.

   Eladio gimió.

   Paf, paf, paf, paf.

   El pobre futbolista empezó terner arcadas

   Paf, paf, paf, paf.

   Eladio estaba cerca de vomitar. Todo el color habĆ­a abandonado su rostro. Estaba sudando profusamente y sus ojos estaban llenos de lĆ”grimas.

   Finalmente, su enemigo  tuvo piedad. Y cesó su ataque despiadado

   Eladio tosió.

   Cuando creia que todo estaba en paz y podrĆ­a descansar para vengarse en el partido sus pensamientos fueron interrumpidos por una poderosa patada de Diego a sus colgantes balones.

   El zapato de deportivo de Diego chocó con las enormes ciruelas de Eladio dentro de sus boxers estampandolas contra su pelvis.

   Eladio parpadeó. Luego, muy lentamente, cruzó los ojos. Sus cejas se alzaron y sus pĆ”rpados se torcieron.

   La patada de Diego habĆ­a dado justo en el blanco.

   La boca de Eladio se abrió y dejó escapar un gemido largo, suave y miserable.

   El jugador que estaba erecto y lo sostenĆ­a aflojó su agarre. Eladio cayó de rodillas y rodó a un lado.

   Diego lo miró, divirtiĆ©ndose junto a sus otros dos amigos.

   ā€”Hoy van a perder.

   Observó a Eladio un par de segundos.

   Eladio gemĆ­a miserablemente.

   ā€”Y me voy a asegurar de eso. Esto apenas comienza —dijo Diego, poniĆ©ndose en cuclillas junto a Eladio. Bajó los boxers del afamado futbolista hacia abajo, exponiendo su trasero desnudo y su semidura polla con las bolas de gran tamaƱo que la adornaban. Ellas cayeron al descubierto. Golpeó los testĆ­culos de Eladio y se rió entre dientes.

   Diego se enderezó y se paró junto a sus compaƱeros, elevĆ”ndose sobre el muchacho futbolista  muy derrotado, sonreĆ­a con aire de suficiencia.

   Eladio gimió, rendido a su suerte. TenĆ­a los ojos cerrados, y su rostro reflejaba el autĆ©ntico dolor.

   ā€”Ā”Miranos, idiota! —dijo Diego con calma.

   Eladio gimió.

   ā€”Ā”MĆ­ranos! —le repitió mĆ”s fuerte.

   Eladio abrió los ojos. Estaban llenos de lĆ”grimas.

   ā€”Hoy el triunfo es para nuestra selección —sonrió Diego. Al igual que sus compaƱeros los tres flexionaban sus biceps. Luego buscaron dentro de sus pantalones cortos y sacaron sus penes y bolas.

   ā€”ĀæVes Ć©stas bolas, Eladio?

   Eladio lo miró con humillación y vergüenza

   Un jugador empujó los grandes orbes de Eladio con su pie, haciendo que se estremeciera y gimiera.

   ā€”ĀæVes estas Ʊemas? —sonrió Diego—. Son las que nos llevarĆ”n a la victoria mientras tĆŗ te quedas chillando como niƱita.

   Diego dio un paso hacia Eladio, dejando que sus testĆ­culos colgaran sobre su cara hasta que casi le tocaron la frente.

   ā€”Ā”BĆ©salos! —dijo Diego en voz baja.

   Eladio parpadeó. —¿QuĆ©? EstĆ”s loco

   ā€”Ā”BĆ©salos! —repitió Diego bruscamente.

   ā€”No....

   ā€”Voy a arrancarte las pelotas si no haces lo que te digo —dijo Diego, sonriendo cruelmente.

   Eladio tragó saliva. Frunció los labios y levantó la cabeza hasta que su boca tocó el suave escroto de Diego.

   ā€”SĆ­ —sonrió Diego. Agarró sus huevos y los frotó sobre la boca de Eladio, tambiĆ©n sobre su barbilla. Eladio gimió y volvió la cabeza.

   Diego se rió entre dientes. —¿Cómo se siente estar tan cerca de unos testĆ­culos de macho?

   Eladio miró al suelo.

   Diego se encogió de hombros y volvió a meter sus genitales en su ropa interior. —No importa, estĆŗpido. Ā”Hoy lo mĆ”s importante que hemos logrado fue llevarte a la incapacidad!
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   Diego giró sobre sus talones siendo secundado por sus compinches. Cuando estuvo a punto de salir miró a Eladio, que yacĆ­a en el suelo, acurrucado, amasando sus maltratados testĆ­culos.

   ā€”Adiós, estĆŗpido —sonrió y le guiñó un ojo al hombre sĆŗper derrotado.

   La cabeza de Eladio se hundió en el suelo, le dolĆ­an muchĆ­simo las bolas y asĆ­ le iba a ser imposible correr.

   Esa tarde la admirada selección nacional tuvo su gran derrota cuando su mejor jugador no pudo participar en el encuentro

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