Era una de las peleas más esperadas de la noche, el club Rubí versus Diamante. Los adversarios aseguraban que sería una de las peleas del recuerdo y era la ultima función de la noche.
Yago era el oponente del club Diamante, su primer paso en aquella empresa fue en el club Rubí hasta que migró a fundar su propia marca de lucha libre que resultó un fracaso y volvió a Gema siendo adquirido por el club Diamante. Era un joven fornido, guapo y con el cuerpo lleno de duros músculos que aseguraban que podía resistir cualquier ataque. Tenía un trasero muy grande y carnoso.
Pepe formaba parte del club Rubí, era mucho mayor que Yago y tenía brazos grandes y fuertes. Su piel era blanca y una barba de pocos días se adornaba en su rostro. De hecho había entrado al ring flexionando sus brazos y mostrándolos al público.
Cuando la pelea comenzó, Yago agarró a Pepe por las piernas y lo levantó.
Pepe, tambaleándose, pudo hacer poco más que gemir y ver cómo su oponente lo preparaba en un agarre.
¡Pepe gritó de dolor, pero se negó a rendirse ante las preguntas del referí!
Finalmente, Yago lo soltó. En su frustración, metió el pie en el costado de Pepe.
El hombre del club Rubí recibió el golpe con un gruñido y un gemido. ¡Sentía las piernas como si acabaran de ser aplastados por un elefante!
¡Yago subió a las cuerdas y saltó al aire!
¡Pepe, boca abajo, solo podía quedarse allí mientras su oponente aterrizaba!
¡PUM!
Pepe gritó de dolor cuando Yago dejó caer todo su peso sobre su espalda!
Yago sonrió y se levantó alzando los brazos en una pose de doble bíceps, rebotando sus pectorales rápidamente. Pero no iba a perder el tiempo pavoneándose, su labor era ganar los tres puntos y recuperar el honor de su club. Se tendió sobre el cuerpo de su enemigo, cubierto de sudor, y envolvió su brazo alrededor de su cuello, obligando a Pepe a levantarse!
¡Apretó el puño y presionó la garganta del hombre!
Al darse cuenta de que no podía escapar de la llave, Pepe se ahogó.
El agarre de Yago se aflojó por una fracción de segundo. Pepe jadeó por oxigeno antes de que su garganta fuera apretada una vez más por el musculoso brazo del luchador Diamante.
Era hora de terminar esta batalla, ¡decidió Yago!
¡Levantó a Pepe en un aplastante abrazo de oso!
¡Pepe abrió mucho los brazos y las piernas y gritó de dolor mientras su oponente aplicaba la presión de sus brazos!
—¡ESTÁS ACABADO, PEPE! —gruñó Yago gruñó.
—¿Te rindes? —intervino el referí.
—No... —gruñó Pepe con la respiración entrecortada. Reposó la cara en un hombro del luchador y no aguantó el dolor—. ¡ESTÁS... ESTÁS ROMPIENDO MI ESPALDA! —lloró.
¡Aquella súplica solo sirvió para hacer que Yago lo exprimiera más!
—¡¡AUUUUUGGHHH!! —Pepe gritó de dolor como nunca antes lo hizo.
Al darse cuenta de que todo había terminado, aplicó tres palmadas consecutivas en un brazo de su rival.
—¡ME RINDO! ¡¡ME RINDO!!
—¡Yago ES VICTORIOSO! —retumbó en el teatro la voz de Simón Chacón—. Y se gana esta noche tres puntos para el club Diamante.
El macho dejó caer a su enemigo sobre la lona. ¡Se paró sobre el cuerpo magullado de Pepe y levantó los brazos mostrando los músculos de su doble bíceps!
Luces y efectos pirotécnicos decoraban el lugar.
Pepe yacía jadeante y dolorido debajo del cuerpo del grandioso Yago. Incluso el gran vencedor colocó el pie sobre su pecho.
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