Farid estaba sentado en el sofĆ” de la sala mirando caminar de un lado al otro a Alejandro, un amigo del hijo de Bastian que se encargaba de golpear testĆculos todas las veces que fueran necesarias. En realidad el joven estaba intranquilo en su vaivĆ©n.
—Hey, Farid —dijo Alejandro alegremente, acercĆ”ndose al barbudo hijo de Ć”rabes—. ¿CĆ³mo estĆ”n las cosas?
Farid abriĆ³ los ojos con expresiĆ³n de terror y sus manos cubrieron su entrepierna.
Alejandro se echĆ³ a reĆr. —¡CĆ”lmate, amigo! —sonriĆ³ y caminĆ³ hacia el escritorio, sentĆ”ndose al lado de Bastian.
Farid gruĆ±Ć³ algo en lengua extranjera y volviĆ³ a centrarse en su celular.
—Hombre, ese tipo se la vive muy nervioso —observĆ³ Alejandro.
—¿De veras? —Bastian no le prestĆ³ atenciĆ³n, estaba haciendo una transferencia bancaria a uno de sus hijos.
Alejandro lo mirĆ³ y se encogiĆ³ de hombros.
Cuando el cientĆfico de la familia ChacĆ³n hubo terminado, saliĆ³ de la oficina y buscĆ³ una cerveza en la cocina, abriĆ³ el refrigerador, mirando la congelada botella y al cerrar la puerta y girar su bronceado cuerpo…
AllĆ estaba, con una sonrisa traviesa, Alejandro.
—Hola —susurrĆ³. Sus ojos recorrieron el cuerpo del padre de su amigo deteniĆ©ndose en la entrepierna.
Llevaba pantalĆ³n corto que prĆ”cticamente no ofrecĆan ninguna protecciĆ³n a los genitales.
—Alejandro, he… —tartamudeĆ³ Bastian, tenĆa la cerveza en la mano derecha y el destapador en la izquierda. Con cautela levantĆ³ la rodilla, tratando de proteger su entrepierna con el muslo.
Alejandro se echĆ³ a reĆr y dio un paso hacia el hombre.
Bastian escapĆ³ un grito tembloroso y retrocediĆ³ contra el refrigerador. Ese momento fue todo lo que necesitĆ³ Alejandro para que con una patada rĆ”pida y precisa, golpeara las ciruelas del cientĆfico embistiĆ©ndolas en su cuerpo. Los dos testĆculos hicieron contacto con la punta del pie, siendo comprimidos, y enviando ondas de choque frenĆ©tico al cerebro.
Bastian observĆ³ a Alejandro, parpadeando.
La sonrisa de Alejandro se ensanchĆ³.
—¡Mis huevos!
Le temblaban las manos, sosteniendo la botella y el destapador. Mientras tanto, los testĆculos recibieron otra paliza. El pie calzado de Alejandro se alzĆ³ entre los muslos en una patada atronadora, golpeando las bolas con su empeine y enviando nuevas oleadas de dolor al sistema nervioso del cuarentĆ³n.
Bastian gimiĆ³ patĆ©ticamente. —Mis cocos —susurrĆ³ con voz aguda.
Alejandro resoplĆ³ de risa mientras Bastian trataba de permanecer de pie, balanceando la cerveza y el destapador.
Bastian uniĆ³ las rodillas y se deslizĆ³ al suelo. Se doblĆ³ aullando de agonĆa. Afortunadamente, Alejandro tomĆ³ la cerveza y el destapador para que el desdichado ChacĆ³n pudiera agarrar sus preciosas y traumatizadas bolas. Las acunĆ³ en sus manos, balanceĆ”ndose de un lado a otro mientras gritaba.
A travĆ©s de los ojos llenos de lĆ”grimas, vio a Farid en la entrada de la cocina, Alejandro lo saludĆ³ con un gesto alegre.
Bastian metiĆ³ la mano dentro de su ropa interior y acariciĆ³ sus jodidos testĆculos.
Alejandro se habĆa sentado y lo miraba, sin hacer ningĆŗn esfuerzo por ocultar su diversiĆ³n.
—¿Quieres que te traiga un poco de hielo? —preguntĆ³, tomando un sorbo de la robada cerveza.
—No —respondiĆ³ Bastian con voz ronca.
Alejandro se rio entre dientes.
Bastian le devolviĆ³ una mirada enojada.
Alejandro tomĆ³ otro trago de cerveza, guiƱƔndole un ojo al cientĆfico.
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