EL NUEVO SEGUNDÓN 2/17: TIM DRAKE - Las Bolas de Pablo

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11 jul 2020

EL NUEVO SEGUNDÓN 2/17: TIM DRAKE

   Escrito por: FerchoMX

   Banda, espero les esté yendo genial y no como a mí, últimamente mi vida es un infierno, pero no siempre fue así, hubo un tiempo en el que fui muy feliz, las cosas marchaban chido, hasta que Damian llegó y jodió todo. ¡Cierto! no les he dicho mi nombre, soy Tim Drake, tengo 16 años y soy Robin.

  Nada me da más orgullo que ser Robin, lo digo en serio, ser Robin significa todo para mí, es un sueño hecho realidad, desde que era muy pequeño y mi predecesor Jason me salvó del Guasón, me obsesioné con el asunto. A pesar de que coincidimos por poco tiempo, Jason se portó conmigo como si fuera mi hermano, aún hoy, a siete años de su partida, yo lo extraño y mucho. Su muerte devastó a la familia, sobre todo a Batman, nos costó mucho reponernos de esa pérdida, pero al final lo logramos y honor a quien honor merece, fui yo el que levantó a esta familia desde los escombros.

   Yo tenía nueve años cuando Jason fue asesinado, acababa casi de perder a mis padres en un accidente aéreo provocado por el Guasón. Bruce me echó de la mansión, pero no tuve problema alguno, yo también soy rico, soy el dueño y principal accionista del Grupo Drake, un conglomerado importante de compañías.

   Entrené por mi cuenta con los mejores maestros que encontré, viajé por todo el mundo, procuré que mi entrenamiento fuera lo más rígido, agresivo y estricto posible, Jason solía decirme que al ser niño rico mis entrenadores temían lastimarme y mi formación era deficiente. Tengo memoria fotográfica y una inteligencia privilegiada que aproveché para dominar ocho idiomas y convertirme en un genio de la tecnología, Bárbara ayudó a programar La Atalaya, Jason creó Oráculo, ellos dos son excelentes programadores y hackers, pero yo estoy en otro nivel, cuando se trata de sistemas y programación, soy el mejor de la familia.

   A los 12 años volví con la firme resolución de convertirme en Robin, intenté acercarme a Batman, pero Bruce permanecía terco en su decisión de no tener un compañero. Yo sabía que él necesitaba volver a empezar, contar con alguien a su lado que lo ayudara, alguien por quien ver y que suavizara su carácter. La verdad es que tengo complejo de santo, si veo que algo está mal, quiero arreglarlo, si alguna persona necesita ayuda, le ayudo, sin importarme nada.


   Tomé la iniciativa y me lancé a luchar contra el crimen por mi cuenta, tuve algunos éxitos, pero sucedió que un día las cosas no salieron bien, fallé y estuve en peligro de muerte, Batman me salvó, eventualmente lo logré, llevo casi cuatro años siendo Robin. Para ser justos, aún me queda mucho tiempo por delante considerando que mis predecesores portaron el manto hasta casi los veinte años, pero como dije, todo cambió cuando él llegó.

   Conocí a Damian hace unos meses en un evento de caridad organizado en la mansión Wayne. Por obvias razones a Bruce no le gusta que la gente ronde por nuestro hogar, tras años de no ser anfitrión de esta clase de fiestas, considerando su posición, para guardar las apariencias, la celebración se llevó a cabo aquí. Fui asignado como el encargado de la seguridad, memoricé cada nombre y rostro de los 268 invitados. Estuve en la puerta recibiendo a todos personalmente. Era un evento de gala tipo “Masquerade”, ya saben, todos tenían la cara cubierta con máscaras. Yo elegí un “look” juvenil con un traje rojo, porque amo ese color, solo mis tenis eran blancos.

   Todo iba de maravilla hasta que aparecieron los hermanos Karlsson, hijos de un corporativo europeo de prestigio que se encontraban de visita en la ciudad, no los conocía personalmente, uno tenía veinticinco años y el otro diez, eran hijos del mismo padre pero diferente madre. Les di la bienvenida en su lengua natal, el sueco, pero se portaron muy cortantes en sus respuestas, el mayor de los dos sin embargo, me abrazó de una forma muy sincera y afectuosa, les permití el acceso. Media hora después llegaron a la puerta otros hermanos Karlsson, entenderán que esto no era lógico, les pedí retirarse la máscara, sus rostros coincidían, hablé con ellos en sueco y me respondieron amablemente en ese idioma. ¡La cagué banda! Bruce me asignó la seguridad del evento y la cagué de la manera más estúpida posible, dejé entrar a dos extraños a la fiesta en la mansión.



   Por suerte recordaba cómo lucían las máscaras de estos dos extraños, eran arlequines con sombrero, lo primero que vino a mi mente fue “el Guasón”, dejé entrar a secuaces de ese payaso, ¡Bruce me va a matar! Antes de proceder a revisar cada habitación de la mansión, fui al barandal del segundo piso en el gran salón para poder tener una vista panorámica de toda la fiesta. Entonces lo vi, el niño se acercó lentamente a Bruce y se paró frente a él, lo observó durante varios segundos, lo barrió de arriba abajo, mi padre estaba de pie coqueteando y bebiendo con una dama, era parte de su coartada de socialité, se encontraba distraído, confiado en que yo me encargaría de todo y él podría seguir pretendiendo.

    De pronto el niño le lanzó una tremenda patada en los huevos, la verdad hasta a mí me dolió de solo verlo, instintivamente fruncí mi cara, cerré las piernas y me llevé las manos a la entrepierna, aunque había un cuarteto tocando de fondo, el sonido del golpe se alcanzó a escuchar por todo el salón, Bruce no llevaba protección alguna, él resiste este tipo de golpes, pero hay que reconocer que fue brutal, todos voltearon. Desconozco si el impacto fue lo suficientemente fuerte para tirarlo o si se tiró para no demostrar su fortaleza real y así mantener su coartada, pero soltó su bebida, la copa se rompió y el hombre de 1.90 y 105 kilos cayó de rodillas ante el niño, quien además se dio el lujo de darle una veloz patada giratoria en el mentón que lo dejó tendido. Batman hubiera podido bloquear ese movimiento fácilmente, pero Bruce se supone que no sabe pelear, así que la recibió directamente y fue demoledor, debió aturdirlo un poco. Es oficial ¡Bruce me va a matar banda!


    Damian se escabulló entre la gente, ¡por Dios! qué hábil es, si yo no fuera tan ágil de mente y no hubiera estado en una posición privilegiada para observarlo todo, él habría escapado. Notó que lo perseguía y se metió en el cuarto de entrenamiento, un gimnasio insonorizado instalado por Jason hace muchos años para entrenar sin tener que bajar a la baticueva, ¿cómo sabía este niño de este lugar? ¿fue coincidencia que entrara a esta habitación? al entrar, él ya me esperaba, me miró de arriba abajo con cara de desprecio y me dijo:

   –¿Así que tú eres Robin? esperaba algo mejor.

   Es cierto, mi complexión es delgada, Jason era delgado, yo lo soy aún más y aunque esbelto, no soy tan alto, mido 1.75, pero ¡con un demonio aún no acabo de crecer! Damian, debía tener aproximadamente 1.40 de estatura.

   El niño comenzó a atacarme, su potencia y técnica eran perfectos, lo sorprendí con una patada frontal que lo lanzó varios metros lejos de mí y le saco el aire. Su postura era impresionante, claramente estaba entrenado, al ser más pequeño se mantenía ligeramente inclinado hacia atrás con el hombro cubriendo su mentón, cada vez que yo atacaba, él aprovechaba para contraatacar y encontrarme con la guardia baja, pero no lo conseguía, yo no le daba oportunidad de hacerme daño. Aproveché cuando se aproximó a mí tratando de golpearme en las bolas, lo sujeté de un brazo, lo aprisioné y apliqué un suplex que lo dejaría bocabajo sometido ante mí.

   Pero el niño era ágil y se me escapó recién tocando el piso, dejándome a gatas, se colocó detrás de mí y hundió su pie en mi entrepierna, con una poderosa patada me aplastó los testículos, grité de dolor, sujeté mis bolas para protegerlas y quedé en posición fetal. Sacó ventaja de este hecho al aplicarme exitosamente un jack de brazo, palmeé con el pie, pero él lo ignoró y continuó hasta luxarme el codo, grité con verdadero dolor y fue entonces que escuché por primera vez su odiosa risa “jajaja jaja”.

   El niño me soltó y dejó la habitación huyendo. Subió las escaleras, llegó al tercer piso, rompió una ventana, salió por ella y trepó hasta el techo. A pesar del dolor en el brazo lo perseguí. Con dos piernas, una mano y mucho equilibrio, logré escalar y darle alcance en el tejado de la mansión, o mejor dicho, él se quedó esperando a que yo llegara. De la nada me arrojó varios trozos grandes de vidrio que obtuvo de la ventana que quebró, esquivé los más importantes que iban hacia mi cabeza, pero uno me cortó profundamente mi brazo dañado y otro se me clavó en una pierna provocándome una hemorragia, nuevamente escuché su risa “jajaja jaja”. ¡Qué pedo! ¿qué le pasa a este mocoso? si yo no hubiera esquivado los vidrios que lanzó hacia mi cráneo, me habría matado ¡está loco!

La mansión Wayne
   Fue entonces que me harté y saqué de mi bolsillo un dispositivo del tamaño de una moneda y presioné el interruptor, una poderosa descarga eléctrica recorrió todo el cuerpo de este demonio. Cuando hice el suplex rasgué su camisa y le coloqué bajo la axila en el músculo dorsal ancho un dispositivo para electrocutar a voluntad. El niño se sacudió temblando y cayó al piso, por extraño que parezca se carcajeó como si estuviera feliz, o tal vez la electricidad le hizo perder el control sobre sus reacciones. Intentó ponerse en pie, pero no lo dejé, volví a presionar el botón, el maldito se sacudió y nuevamente rio.

   –No eerees tan maaaloo después de todo “jaaajaaajaaa jaaajaaa”. Tieenees juguetes ¡queeeé diveeertidoooo! –me dijo retorciéndose.

   Quiso quitarse el dispositivo, así que incrementé la potencia al máximo para evitar que lo hiciera, pero resistió la electricidad y con mucho dolor se lo arrancó, la tolerancia de este niño era sobre humana ¡no tendría que haber podido retirarlo!

   –Bueno, luego jugamos, me voy –dijo y se dispuso a correr, pero unos amarres sujetaron sus pies haciéndolo tropezar y rodar por el techo de dos aguas hasta caer, otra cuerda lo sujetó y quedó colgando totalmente amarrado, fue Bruce quien lo capturó.


   Bruce encerró a Damian en una habitación del tercer piso, lo dejó bien amarrado y amordazado en una silla, llamó a Katy quien se encontraba en la fiesta para que vigilara al niño, a mí ni me volteó a ver, estaba triplemente molesto conmigo, primero, dejé entrar extraños a la mansión, segundo, la humillación de que le partieran la cara frente a todos, tercero, fallé en capturar al intruso y tuvo que intervenir él mismo, pero ¿qué podía hacer? ese mocoso me tomó por sorpresa, uno no espera que un morrito haga todo lo que él hace, no pude haber anticipado su fuerza real, siendo honestos, Damian me hizo quedar en ridículo durante nuestro primer encuentro. Alfred curó mis heridas y me proporcionó atención médica.

   –Yo debería ser el nuevo Robin, él es débil –fue lo primero que dijo cuando el evento terminó y Bruce le quitó la mordaza.

   –¿Quién eres tú y cómo sabes eso? –le preguntó Bruce.

   –Soy tu hijo, me llamo Damian –respondió– tú eres mi padre.

   Todos nos quedamos estupefactos. Bruce tomó un cabello del niño, trajo un algodón especial y extrajo muestras de saliva, también le sacó sangre con una jeringa. Bajó a la baticueva y realizó varios análisis, los resultados fueron incontrovertibles, ese niño era su hijo biológico.

   –¿Quién es tu madre? ¿cómo llegaste aquí?  –cuestionó Bruce.

   –Talia al Ghul es mi madre –respondió el niño– escapamos de la Liga de Asesinos.

   –¿Tú y ella?

   –No te voy a decir “jajaja jaja”. Fui creado en un laboratorio, modificado genéticamente por madre.

   –¿Qué hacías en la Liga de Asesinos? –preguntó Bruce.

   –Pues asesinar “jajaja jaja”, obviamente –respondió Damian– desde que aprendí a caminar fui entrenado para matar.

   –¿A cuántas personas has asesinado? –preguntó Bruce.

   –Creo que ochenta, no llevo la cuenta, pero más o menos –respondió el niño– no pasa de ochenta, o tal vez si.

   Vi como a Bruce le temblaron las piernas y dio un paso atrás encogiéndose de hombros, las revelaciones que daba este niño eran algo perturbadoras, estoy seguro de que se le rompió el corazón, pensativo salió de la habitación. Alfred le llevó comida al nuevo “amo” y lo alimentó en la boca cual si fuera un bebé, el mayordomo era el más animado a recibirlo con los brazos abiertos.

   Al amanecer llegaron Dick y Bárbara y se encerraron con Kate y Bruce en el despacho, mientras Steff y yo nos quedamos en el jardín platicando, mi elfa es hermosa, alta y rubia, por el momento vive con mis hermanos en Blüdhaven, pero pronto irá a Jump City con los Jóvenes Titanes, les hablaré de ella más adelante, lo prometo. Por ahora me quiero enfocar en mi dolor de cabeza, la piedra en mi zapato: Damian Wayne.

   Cuando le preguntaron por qué llegó a la mansión, el mocoso afirmó que descubrió que Batman era su padre, que estaba cansado de asesinar y que quería usar sus habilidades para convertirse en un héroe, en Robin, dijo que sobre todo, buscaba una familia. Por supuesto yo no creí en esta historia, pero fui el único. Había un plan detrás, estaba seguro, yo lo iba a descubrir.

   –¿Y la otra persona? la que llegó contigo ¿quién es? –le pregunté frente a todos.

   –Él traicionó a la Liga de Asesinos para ayudarme a escapar, su nombre no te lo voy a decir “jajaja jaja” –respondió.

   –Si tu intención era encontrar una familia ¿por qué en el techo antes de huir me dijiste “luego jugamos, me voy”? ¿a dónde ibas?

   –No lo sé, no tengo a donde ir, solo no pensaba quedarme, planeaba presentarme y ya, iba a ir y venir –dijo Damian– no pensé que me capturarían.

   –¿Por qué me lanzaste vidrios a la cabeza? querías matarme.

   –Quería divertirme, eres Robin, esperaba que no murieras, yo no sé qué más hacer, todos mis movimientos son mecánicos, son para matar, no conozco otra forma de pelear o combatir que no sea a muerte, lo hice sin pensar, perdóname Drake, lo siento mucho –dijo queriendo llorar.

   –¡Basta ya Tim! –Bruce habló con voz firme– Damian ha pasado por muchas cosas, debes tener más empatía, es solo un niño. Esperaba mucho más de ti, especialmente de ti.

   Damian se quedó a vivir en la mansión, de inmediato se relacionó con Alfred y Katy, quienes lo consentían mucho, era muy claro que lo consideraban un Wayne y como tal lo trataban. En cuanto a mí ¿saben que fue lo que hizo ese hijo de su… madre? quemó mi colección de historietas, hizo una fogata en el jardín con ellas, yo tenía muchos primeros números de primeras ediciones de la edad de oro y de plata, algunos autografiados, nadie se lo impidió, ¡nadie!, ese día lloré de rodillas frente a la fogata mientras gritaba.

   –¡DAAAMIAAAAAN!
   
   El niño solo se reía “jajaja jaja”, “jajaja jaja”, “jajaja jaja”. Le dijo a Bruce y Katy que no sabía que eran importantes, que desconocía lo que eran las historietas, que quiso ver si al tener tantos colores, el fuego prendería multicolor ¿pueden creer la reverenda mamada que se inventó ese mocoso del infierno? ¿pueden creer banda, que le creyeron?

   Otro día rompió mis consolas de videojuegos y todas mis figuras de acción coleccionables que guardaba en sus cajitas, impolutas, perfectas, algunas autografiadas, tenía otras exhibidas en una vitrina. Las sacó y jugó con ellas para destruirlas, las arrastró por el suelo, las pisó, las arrojó desde el tercer piso, las echó al agua, las metió en cloro, les amarró cuetes, las desarmó para crear sus propias quimeras, hizo todo lo que se le ocurrió para dejarlas inservibles. Dijo que no sabía cómo jugar, que en la Liga de Asesinos nunca tuvo juguetes y que pensó que así era como se usaban, se lamentó por no tener un hermano mayor que le enseñara. ¡Le volvieron a creer banda! hasta me regañaron, ¡a mí! por enojarme y no ser atento con él.

   Decepcionado, esa noche lloré, realmente lloré de coraje, en la oscuridad, bajo mi cobija, recostado en mi cama, coloqué la almohada sobre mi cara y grité con todas mis fuerzas, al quitar la almohada de mi cabeza, ahí estaba él, parado a mi lado mirándome fijamente. Me sacó un perro susto, yo había cerrado mi puerta, eso quiere decir que podía abrir cerraduras, no lo escuché entrar, era furtivo. Este niño da miedo, lo admito banda, da miedo.

 –¿Por qué no quieres ser mi amigo? –me preguntó el niño.

   –Quiero ser tu amigo, pero no me trago el cuento que le dices a los demás –le respondí tratando de recuperar la compostura– Si me dijeras la verdad, podría confiar en ti.

   –Conste, tú así lo quisiste Drake –me dijo y dejó la habitación.

   ¿Qué se supone que fue eso? ¿una amenaza? ¿ahora lo entienden? ¿pueden ver por qué mi vida era un infierno? ¡lo quería fuera de mi vida! pero no lo podía sacar, él era un Wayne. Todos los días Damian comentaba con Bruce lo mismo, “quiero ser Robin”, “debería ser Robin”, “soy mejor que Drake”, “padre, déjame ser Robin” “ponme a prueba y verás que soy mejor que él (yo)”, “padre, quiero ser Robin”.

   Lo que más me molestaba es que agarró la costumbre de estarme pegando en la entrepierna, constantemente trataba de sorprenderme y lo lograba, en la mayoría de las ocasiones alcanzaba a bloquear sus intentos, pero era capaz de crear trampas elaboradas para hacerme caer, me había golpeado con un galón de agua, un martillo, una sandía, con todo tipo de balones. Tenía una cuenta de videos cortos en redes sociales con muchos seguidores, ganó notoriedad al revelarse que es hijo de Bruce Wayne, en ella subía todas las veces que lograba golpearme exitosamente en las bolas, la gente se reía de mis reacciones, me había vuelto viral, Tim Drake ahora era famoso por ser el chico cuyo hermanastro menor le pegaba en los huevos todo el rato. 

   Si me reconocían en la calle, me pedían selfie, solicitaban que me agarrara las bolas y pusiera cara de que me acaban de pegar, yo solo me agarraba con una mano, con la otra hacía un ademán de aprobación con el pulgar, mientras ponía mi cara de pendejo. Luke, mi mejor amigo, se cagaba de risa cuando eso sucedía. Él y sobre todo su padre Lucius Fox, son las mentes detrás de nuestra tecnología, yo no podría hacer muchas cosas sin mi bro. Él fue el único que entendió mi dolor cuando le conté sobre el destino final de mis cómics y figuras de acción.

   Las ediciones que hacía la gente con los videos de Damian eran lo peor, cuando recibía un golpe en los testículos, ponían un fondo negro con música chistosa que decía “Directed by Robert B. Weide” y últimamente, cortaban mi reacción después de cada impacto, justo cuando gritaba y me agarraba las bolas, para poner a un grupo de africanos cargando un ataúd mientras bailaban con música electrónica. Era el hazmerreír de Gótica y del mundo. Había quienes comentaban que todo era montaje, que lo hacíamos por las vistas, que de seguro traía protección, JA JA JA ¡bueno fuera!


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