CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Raquel entablaba conversaciĆ³n telefĆ³nica con Israel, fueron ex esposos y en la actualidad despuĆ©s de muchos aƱos volvieron a recuperar la relaciĆ³n. La mujer estaba embarazada del tercer hijo del dentista y Ć©ste hecho fue el punto para que decidieran dar una nueva oportunidad a su amor.
—EstarĆ© de vuelta el fin de semana —explicaba Israel por videollamada—, el jueves saldrĆ© para allĆ”. Te extraƱo y quiero tenerte, tocarte, sentirte —Raquel se echĆ³ a reĆr—. Necesito que se vengan a vivir conmigo.
—Isra —dijo en tono suplicante la mujer—, tenemos que hablar del tema a profundidad.
—¿QuĆ© tan a profundidad, mi cielo? No voy a estar viajando semanalmente para tener familia los fines de semana. Es mĆ”s, ya es un hecho que Rafael estudiarĆ” en la capital estĆ” decidido a mudarse.
—Israel, pero estĆ” mi familia, mi restaurante.
—Tu familia no me quiere, y no acepta que hayamos vuelto. Puedes venirte y atender tu restaurante desde la distancia, aquĆ estaremos muy bien. EstĆ” la familia de mi padre y nos ayudarĆ”n, en especial a los niƱos que los quieren mucho.
Raquel dio un suspiro.
—No lo sĆ©, Israel, lo hablaremos el fin de semana. Tengo miedo.
—No tienes nada que perder, amor. Puedes abrir una sucursal de restaurante en la ciudad, mi padre es arquitecto y sabe siempre de lugares disponibles, mi hermano SimĆ³n tiene un restaurante serĆ” de ayuda.
—Lo hablaremos cuando estĆ©s aquĆ —la mujer mirĆ³ por la ventana de la sala al sentir que un vehĆculo se estacionaba en el frente de su casa—, Israel, Ramiro ya ha llegado te llamarĆ© luego.
—Ćse desgraciado. No sĆ© por quĆ© tenĆas que citarlo sin yo estar allĆ”. Me llamas de inmediato si pasa algo.
—EstĆ” bien.
Ramiro fue el novio de Raquel durante un largo tiempo y en un largo viaje que tuvo que hacer por trabajo fue el momento preciso para que la mujer recuperara la relaciĆ³n con su ex marido. Ahora Ć©l estaba de vuelta y se encontraba confuso por la actitud de distanciamiento que la mujer habĆa tomado. Era un hombre grande, de contextura gruesa y cabellos negros. Quiso saludarla con un beso en los labios y ella girĆ³ la cara.
—No entiendo tu actitud —negĆ³ Ramiro cuando ocupĆ³ el sofĆ”—, te pareces a Oriana, no eres una jovencita de 15 aƱos.
Raquel afirmĆ³ con la cabeza.
—¿Entonces quĆ© pasa? ¿Por quĆ© cuando te marco al celular estĆ”s tan esquiva conmigo? Si puedes ni contestas y tampoco me devuelves la llamada. Merezco una explicaciĆ³n y que no te vayas por las ramas.
—Estoy embarazada —respondiĆ³ la atractiva mujer sin saber cĆ³mo empezar y aquello fue lo primero que se le ocurriĆ³.
—¿Embarazada? ¿Si estĆ”s al tanto que muchas veces lo discutimos y yo no querĆa mĆ”s hijos? Me hice la vasectomĆa cuando me divorcie.
—Es que no es tuyo.
—¿Ah sĆ? —el hombre alzĆ³ una ceja. De echo estaba al tanto de lo que ocurrĆa con la mujer, un vecino le contĆ³ de los acontecimientos en aquella casa las Ćŗltimas semanas—. Quieres decir que me engaƱaste con alguien.
—No te engaƱe —se mantuvo erguida Raquel pero recordando aquel dĆa de la madre—. Israel es el papĆ” de mis hijos y siempre tendrĆ© una conexiĆ³n fuerte con Ć©l.
—¡¿Es que me estĆ”s engaƱando con el pelotudo de Israel?! —Ramiro se levantĆ³ del asiento confirmando el chisme que le dijeron—. Te atreves a volver con Ć©se holgazĆ”n que tanto daƱo te hizo, que te engaĆ±Ć³ con tu propia prima. ¡Que asco! Y vuelves con Ć©se tipo, encima engaƱƔndome y te aprovechaste de mi ausencia como una puta. Porque eso es lo que eres, ¡UNA PUTA!
Raquel tambiƩn se puso de pie.
—Ubicate, Ramiro. ¡EstĆ”s en mi casa!
—¡ERES UNA PUTA, RAQUEL! ENGAĆĆNDOME CON AQUEL DESGRACIADO.
—Largate de mi casa, Ramiro. Simplemente deseaba conversar contigo como una persona decente. Lo nuestro no se pudo y decidĆ volver con el padre de mis hijos y recuperar mi familia.
—¿DESPUĆS DE TANTOS AĆOS? ¡CUĆNTAS VECES ME HABRĆS ENGAĆADO REVOLCĆNDOTE CON ĆL!
—¡Baja la voz, Ramiro!
—¡PUTA! —Ramiro la tomĆ³ con fuerza de los brazos clavando sus dedos en su piel, ella comenzĆ³ a decirle que le hacĆa daƱo—. TE DI MUCHOS AĆOS DE MI VIDA Y EN UN SĆLO INSTANTE ME TRAICIONAS CON ĆSE MARICOTAS, ERES UNA VAGABUNDA DESVERGONZADA.
—¡QUE ME SUELTES, RAMIRO!
Oyendo aquel escĆ”ndalo desde su habitaciĆ³n Rafael ChacĆ³n dejĆ³ de usar el celular y confundido y en estado de alarma bajĆ³ corriendo las escaleras consiguiendo al ex novio de su madre zarandeĆ”ndola de los brazos con extrema violencia y diciĆ©ndole vulgaridades. Y Ć©l como hijo defensor decidiĆ³ actuar.
Ramiro estaba demasiado furioso para percatarse del ruido de Rafael al bajar las escaleras. Estaba muy enojado con Raquel y su errĆ³nea decisiĆ³n por volver con Israel. Se sentĆa burlado como hombre.
—¡QUE NO ESTĆS OYENDO A MI MADRE PARA QUE LA SUELTES, HUEVĆN!
Rafael era un joven alto y fuerte para su edad, le faltaban meses para cumplir 18 y tenĆa toneladas de mĆŗsculos desarrollados en su cuerpo gracias a su bendecida genĆ©tica paterna. No ejerciĆ³ mucha fuerza al sujetar a Ramiro de un hombro hacerle dar la vuelta y estamparle un puƱetazo en la cara.
Raquel dio un grito horrorizada y Ramiro enseguida cayĆ³ de culo a un mueble con la comisura del labio roto.
—¡Ahora ven y zarandeame a mi, idiota! ¡Mi madre tiene quien la defienda. Nunca te olvides de eso.
—Rafael, por favor, calma —dijo Raquel interponiĆ©ndose entre su hijo y el aturdido ex novio—. Ramiro, serĆ” mejor que te vayas.
—¿Tu tambiĆ©n me vas a pagar asĆ, Rafael? Fui como un padre para ti.
—Lo hacĆas por ser novio de mi madre —respondiĆ³ Rafael, sin recordarse del buen trato que tenĆa con aquel hombre—. Y ya yo tengo papĆ”, nunca me hizo falta otro —agregĆ³ con orgullo o de puro desagradecido desde la Ć³ptica que se tomara como postura.
—Ya veo que la traiciĆ³n se lleva en la sangre —dijo Ramiro poniĆ©ndose de pie—. Me da vergĆ¼enza, tanta mediocridad.
—¡Por lo menos mis puƱos sirvieron para bajarte los humos —se rio Rafael con aire de grandeza juvenil—. ¿Quieres otro?
—QuĆ©date tranquilo, hijo.
—Cuando Israel te engaƱe con otra mujer quiero estar ahĆ para verte sufrir, puta.
—¡Respeta a mi madre! Lavate la boca antes de hablar de ella y de papĆ”.
—¡Una mansa paloma tu papi!
—Ya lĆ”rgate, Ramiro.
Raquel fue hasta la puerta de su casa y la abriĆ³ para que el hombre se retirara.
—¡Esto no se va a quedar asĆ!
—¡Cuando quieras nos vemos y te parto el otro lado del labio! Pero a mi madre la respetas.
—¡Vete, Ramiro! —hizo Ć©nfasis Raquel.
Ramiro afirmĆ³ con la cabeza y comenzĆ³ a caminar cabizbajo en direcciĆ³n a la puerta donde estaba Raquel pero inesperadamente dio media vuelta y enseguida tomando impulso planto una patada entre las piernas abiertas de Rafael.
Los pantalones deportivos del muchacho nada hicieron en proteger sus grandes bolas de toro de la fuerte patada que lo elevĆ³ pocos centĆmetros del suelo.
Sus grandes huevos perdieron su hermosa forma ovalada al entrar en contacto con el zapato y se estamparon contra su pelvis deformĆ”ndose y enviando choques elĆ©ctricos y dolorosos al cerebro del altivo joven. Quien se doblĆ³ con un gruƱido gutural y profundo.
Rafael uniĆ³ sus rodillas y con ambas manos sostuvo sus testĆculos. Estaba en estado de shock conteniendo el aliento y sin parpadear, no lo soportĆ³ mĆ”s y cayĆ³ al suelo agarrĆ”ndose las pelotas.
Raquel profiriĆ³ un grito lanzando fuertes manotazos a Ramiro quien se rio cubriĆ©ndose y alejĆ”ndose de su camino. La preocupada madre corriĆ³ hasta su hijo para atenderlo quien estaba debilitado en el suelo, quejĆ”ndose y meciĆ©ndose encantadoramente.
—Cuando quieras nos vemos y te aplasto otra vez esas estĆŗpidas bolas —se mofĆ³ Ramiro antes de salir de casa.
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