El defensor de Biloba - Las Bolas de Pablo

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15 dic 2020

El defensor de Biloba

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BALLBUSTING MUJER/HOMBRE



El agente de policía Ulises de la ciudad de Biloba llegó en su motocicleta dispuesto a fulminar a la alimaña nocturna que se escondía en una vieja construcción abandonada.


El hombre bajó de su vehículo y cargó su arma. En completo silencio fue caminando en dirección a la puerta de entrada, violando el acceso de la antigua cerradura pudo penetrar a la oscura y mohosa edificación. 


La planta baja estuvo limpia tras su exhaustiva inspección, la criatura del demonio debía estar oculta en alguno de los tres pisos superiores. 


Ulises continuó subiendo, piso tras piso. Era un hombre apuesto que rondaba los 40 años. Era sumamente alto y de tez caucásica. Su barba negra y poblada acentuaba los rasgos crueles y letales de su profesión como policía en Biloba. 



En el segundo piso tampoco se encontraba la criatura nocturna, apenas era temprano y la noche caía; la alimaña todavía tenía que estar en su escondite. 


En completo silencio subió las escaleras al tercer piso. Y a sus fosas nasales penetró un aroma, era fuerte, como a rosas putrefactas y azufre. 


Ulises abrió la boca. 


El olor era potente. 


Cuando llegó al último peldaño que le hacía llegar al tercer piso, depósito su arma en el suelo y comenzó a quitarse el pesado uniforme. Botas, chaleco, pantalón, camisa. 


No inspeccionó a fondo, automáticamente se dirigió a una habitación.


Allí mirando por una ventana estaba la horrible criatura. Tenía aspecto femenino pero su rostro evocaba la más cruel, despiadada y horrible figura. Sí, era terrible y horrible. 


La alimaña de la noche se dio la vuelta y observó al hombre que llegó hasta ella vistiendo únicamente un calzoncillo azul que resaltaba por encima de su pálida piel. 


La horripilante criatura echó un vistazo a un cofre sobre una mesita, estaban algunas piedras oscuras y eran las responsables del feo aroma. 


—Así que has venido a asesinarme, ¿eh? 


—No, no. Nunca lo haría —confesó Ulises bajando la mirada y traicionando su espíritu decidido de fulminar la criatura. Todo se debía a aquel maldito hechizo de olor


—¿Por qué no vienes y me matas ahora? —instó la criatura. 


—Jamás lo haría —confesó Ulises. 


Entonces la criatura mostró los dientes con la sonrisa más horrible y desfigurada. Una fracción de segundo más tarde, su pie se estrelló contra las bolitas de Ulises y las reventó estampando en su cuerpo.


—¡AAAAAAAARG


Ulises gritó y se derrumbó en el suelo como un ser muy débil y vulnerable por cualquier ataque a su entrepierna. El policía de la ciudad de Biloba gritaba a todo pulmón agarrándose los testículos mientras el dolor se esparcía por la cadera y al estómago.


—Estúpido y débil —determinó la criatura—. Quiero que el próximo sea un oficial fuerte de verdad, un enemigo digno de mí. ¡Eres patético!



Ulises se retorcía en el suelo agarrándose las bolitas que tanto le dolían

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