La navidad de 4 - Las Bolas de Pablo

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23 dic 2020

La navidad de 4

Esta es mi última historia por este año y la penúltima en publicarse en el blog (aún queda una del otro autor colaborador). Les deseo feliz navidad y ballbustero 2021.Regresaré el 04 de enero con una nueva historia.

CONTIENE

BALlBUSTING MUJER/ HOMBRE Y HOMBRE/HOMBRE


I

Marcos Chacón gruñó mientras se quitaba la camisa que había estado usando la noche del 24 de diciembre junto a varios miembros de su familia. 


—Ay, carajo… ¡ay, ay! Ay —murmuró con dolor mientras seguía desnudándose para irse a la cama. Su esposa Yenny dejó de usar el celular y lo observó detenidamente. El señor se desabotonó el pantalón y se los bajó junto con sus boxers, dejando su cuerpo completamente desnudo y aquel par de inmensas bolas colgando como campanas entre sus piernas bajo una polla flácida y flaca. 


—¿Estás bien? —preguntó ella—. Eso es lo que obtienes por hacer juegos ridículos. 


–Oh, no te quejes, mi vida —dijo Marcos acomodándose en la cama con cuidado–. Feliz navidad, preciosa. Te amo. 


—Jmmmm —el sonido que dejó escapar la madre de Pablo parecía una queja. 


Marcos Chacón suspiró. Horas antes después de la cena familiar sus hermanos entablaron conversación acerca de los grandes dotes viriles en los hombres de la familia, un tema recurrente en las reuniones, y por supuesto los testículos gigantes de Marcos salieron a relucir. 


—Entre más grandes más débiles —dijo Benjamín Chacón, su primo. 


—¡Mis huevos, puedo asegurarte que son más resistentes que los tuyos, niñita! —se rio Marcos agarrando los pantalones por sus muslos y haciendo subir la tela dejando que las grandes pelotas fabricantes de semen con sabor a aguacate se dibujaran. 


—¡No resistirás ni medias, Marcos! —se burló Benjamín. 


—¡Que sí, hazlo! 


Benjamín hizo una sonrisa malvada. Se colocó en frente de Marcos Chacón que continuaba con sus piernas separadas y los testículos marcados. Benjamín echó la pierna hacia atrás e impulsó una patada en las bolas de Marcos que lo levantó del suelo y lo hizo caer tosiendo y revolcándose de dolor sujetándose sus doloridas bolas. ¡Que agonía sentía! Tosía como si las bolas se le fueran a salir por la boca. ¡Era bueno que ya había sido padre porque seguramente aquellas pesadas botas de Benjamín habían hecho trizas sus productores de bebés Chacón! 


Todos en la sala se rieron por la hermosa manera en la que Marcos se retorcía apretando los dientes, cerrando los ojos y con las manos en sus posesiones más amadas.


En la actualidad, su esposa Yenny jugaba delicadamente con las joyas masculinas de su marido. Las suaves manos de su mujer lo hicieron estremecer un poco, de hecho su pene se agitó y él emitió un delicado gemido de dolor. 


A la señora Yenny siempre le habían gustado esas grandes metras de su marido, desde el primer momento que lo vio desnudo y supo que un macho estaba ante esa cama de hotel. Ahora, más de 30 años después masajeaba las pelotas de su esposo, se colocó crema de árnica en las manos y la sensación era muy rica aunque dolorosa para Marcos.


Algunos gemidos profundos y suaves escaparon de los labios del señor Chacón mientras su polla se ponía tiesa dejando un poco de dolor transmitido por sus bolas.


Iba a ser una dolorosa noche buena para él.


II


Israel estaba en otra habitación abrazando a su mujer, aunque estaban en silencio, cada uno disfrutaba de la compañía del otro. El hijo mayor de Marcos estaba sin camisa y su esposa Raquel apoyaba la cabeza en su pecho. 


Israel tenía los ojos fijos en la pared, era la madrugada de navidad, su esposa estaba embarazada y en pocos meses daría a luz. El hombre se imaginaba como orgulloso padre cargando a su tercer hijo en brazos, un varón. Sin embargo su paternal sueño se marchitó cuando Raquel agarraba su pene y comenzaba a acariciarlo suavemente de arriba a abajo.


Israel sonrió y echó la cabeza hacia atrás suspirando mientras la verga se le ponía tiesa. En pocos minutos el dentista estaba jadeando suavemente con cada movimiento sobre su polla. Podía sentir que el orgasmo comenzaba a acumularse dentro de su ser, unas gotas de líquido preseminal ya habían comenzado a filtrarse por la punta de su pene. Raquel aceleró el paso y sujetó sus testículos con la mano izquierda. Apretando ligeramente y enviando olas de placer y dolor por todo su cuerpo.


—Oooooooh... Aaaaah... —logró decir Israel entre gemidos mientras le brindaban placer a su pene.


Apretó los abdominales en un intento de aguantar un poco más antes de que chorros de semen comenzaran a dispararse por todos lados. La punta de su polla parecía un grifo sin poder cerrar.


Israel cerró los ojos durante unos segundos mientras respiraba profundamente, y luego volvió a la normalidad.


Raquel sonrió y buscó una toalla, limpió el abdomen y cadera de su esposo que tenía un lago de semen, pasó la toalla por la flácida polla limpiando los restos de su pegajosa esperma.


III


Claudia entraba despacio a la habitación que compartía con su esposo Simón. Venía de dejar el regalo de navidad a sus hijos mientras dormían. Pero alguien que ya había caído en los brazos de Morfeo, y era Simón. Claudia suspiró, por lo general todas las noches buenas tenían un delicioso sexo. Pero no lo culpaba, el día fue extenuante. Los niños corrían y gritaban emocionados jugando y ellos también estuvieron ocupados preparando la cena para víspera de navidad. 


Claudia se acercó a la cama, Simón se veía muy lindo mientras dormía. Haría un pequeño movimiento muy sutil para despertarlo. Si no lo hacía, se iría a dormir rendida. Bajó la tela lentamente, revelando la parte superior del cuerpo desnudo de Simón. Quizás la sensación de frío podría despertarlo, los pezones de su marido y el resto de sus músculos pectorales ya no se protegían por la sábana.


Claudia sintió mucho deseo por el delicioso pecho de su macho alfa. Ojalá se despertara y la hiciera suya, la penetrase con su grueso garrote. 


Continuó tirando de la sábana una vez más, pero antes de que pudiera bajarla hasta sus abdominales, la sábana comenzó a poner resistencia. Una parte estaba metida debajo de la pierna de Simón, haciendo imposible tirarla más hacia abajo. 


Rendida se alejó esperando que Simón reaccionara por el frío, despertarse y ella agarrarlo entre sus brazos y besarlo para que le hiciera el amor. 


Pasaron siete minutos y todavía Simón seguía durmiendo. 


Claudia se impacientó a los 10 minutos, y a los 15 ya estaba dominada por la ira. Estaba recostada contra una mesa. Simón continuaba durmiendo. 


En verdad Claudia quería su noche buena y regalo de navidad, no deseaba irse rendida a la cama. 


Ya no podía soportar mirarlo dormir. Furiosa, Claudia se dio la vuelta y encontró un carrito de juguete de su hijo Vicente. Lo cogió y echó el brazo hacia atrás apuntando entre las piernas de Simón. 


Echó el brazo hacia atrás y se preparó para lanzar el juguete. 


El vehículo que se asemejaba al batimovil voló a través de la habitación, aterrizando con un fuerte golpe en la hombría de Chacón.


Los ojos de Simón se abrieron inmediatamente como platos, cuando el increíble dolor se elevó desde sus gónadas golpeadas hasta su estómago sacándolo violentamente de sus sueños hacia un mundo de dolor. Podía sentir algo pesado encima de sus huevos. Por instinto se acurrucó mientras cerraba los ojos y se llevó las dos manos a la ingle para cuidar su adolorida virilidad. El dolor se sentía tan intenso que lo había golpeado completamente desprevenido.


Claudia sonrió llevándose una mano a la boca mientras veía gemir de dolor a su esposo. Simón abrió los ojos para intentar averiguar qué acababa de suceder. No podía dejar de masajear sus grandes bolas, pero mientras miraba a su alrededor encontró al batimovil de su hijo mayor que golpeó sus partes masculinas.


—¿De verdad lo dejaste caer en mis cojones? —preguntó con incredulidad mientras agarraba el juguete y lo sostenía para que Claudia lo viera.


Su esposa no respondió, solo siguió riendo mientras se sentaba en la cama.


Simón gruñó de ira, pero Claudia se acercó a él rodeándolo con sus brazos. 


—No te preocupes, cariño —ella le dijo—, mi boca sabrá recompensar ese dolor. ¡Feliz navidad! 


Simón gimió. 


Enseguida ellos tendrían una estupenda velada. 


IV


En otra habitación de la hacienda de los Chacón Pablo y David estaban de pie y se divertían. 


—Oooof —gimió Pablo después que David le dio una palmada a sus testículos. El inesperado golpe lo hizo inclinarse de dolor. 


—¿Te gustó mi regalo de navidad? —preguntó David. 


—Oh, sí —respondió Pablo. Había sido un nuevo celular. 


David le dio un beso en los labios a Pablo y al mismo tiempo le propinó un rodillazo en las bolas. Los ojos y las rodillas de Pablo se cruzaron al mismo tiempo. Su abultado paquete se levantó arriba con la rodilla de David hundida en él. Las piernas de Pablo se convirtieron en gelatina. David lo sostuvo para evitar que se fuera al suelo y Pablo agarró su bulto masajeando producto del dolor.


—¿Estás bien? —interrogó David. 


Pablo gimió. 


David lo hizo acostar en la cama y comenzó a darle besos en el pecho. 


Pablo volvió a gemir. 


Así, David bajo hasta el borde de su cadera y le bajó el calzoncillo. Sacó su pene y le plantó un beso a las grandes bolas. ¡Que hermosas eran! La desnudez de Pablo siempre era fascinante. Era un pene grande y extremadamente grueso. Alguna vez había escuchado a Lenin que la verga de Pablo parecía una combinación de Israel y Simón. 


David comenzó a subir y bajar su boca sobre el pene de Pablo. En pocos minutos de delicioso placer en Pablo lo llevó al límite. Su cuerpo se tensó y su polla sin ninguna advertencia comenzó a brotar varias capas de cremoso semen que fueron acompañados de profundos gemidos de placer. David no se apartó y continuó succionando de la verga de Pablo. Cuando el cuerpo de Pablo quedó flácido, David continuó limpiando a su esposo semen con su lengua.


Pablo estaba en éxtasis, casi desmayado por la increíble combinación de placer y dolor que sentía gracias a su amado esposo.


David continuó emocionado y se acostó a su lado.


—¿Me amas? —le preguntó acariciando su rostro.


—Es una respuesta tonta —dijo Pablo—. Por supuesto que sí.


—¿De aquí a la luna?


—Hasta el infinito y más allá.


Pablo y David se rieron como cómplices apasionados. Intercambiaron besos.


—¿Me amas en este y todos los universos?


Pablo lo miró con una ceja arqueada.


—Que pregunta más tonta, ¿eh? ¿Te hizo daño la cena? Ja, ja, ja. Posiblemente te ame en este y todos los universos y si no es así con este es infinito, basta y sobra.



David se echó a reír. Pablo también. Volvieron a besarse y David se acomodó para ser penetrado por Pablo.


Feliz navidad.


Se le escuchó a uno desear al otro. 



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