El Reino 2 (5/5): Petrou - Las Bolas de Pablo

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19 dic 2020

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El Reino 2 (5/5): Petrou

CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

Había pasado un par de meses desde que Boris Van Aldin retornó al reino de Trabis. Previo acuerdo entregó una parte de su territorio con el reino de Arkadia en agradecimiento por hacerlo volver al poder, aunque la entrega de tierras fue mínima en comparación con lo que el rey Franko se quedó de parte de Boris: su hijo Rufus se había ido a vivir con Franko, al parecer tenían una relación mÔs allÔ de la amistad


El rey Boris comenzó un excelente plan de gobierno, fue ratificado por el parlamento, como rey se dedicó a gobernar. El noveno y último día de la semana lo utilizaba para entretenerse. Asistía a la arena donde se practicaban imponentes luchas. Los guerreros mÔs poderosos peleaban cuerpo a cuerpo, los vencedores demostraban ser los mÔs actos para entrar en la élite de protección.


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La primera pelea estaba a cargo de un joven llamado Sath y un veterano de peleas llamado Petrou. Sath miró con frialdad a Petrou,este último tenía piel negra y gruesas piernas. Sus bíceps abultados no dejaban ninguna duda de que podía desbaratar cualquier cosa que se atravesara a su paso.


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El par de luchadores se dieron la mano antes de iniciar el combate, mirƔndose el uno al otro con firmeza.


En lo mÔs alto de las gradas el rey Boris se preparaba para disfrutar el combate de distracción.


Sath se lanzó contra Petrou derribÔndolo. Maniobró sobre Petrou, montÔndolo y reduciendo su fuerza con consecutivos golpes mientras su oponente gemía y se agitaba para liberarse. Cada vez que intentaba defenderse, Sath cambiaba de técnica, reduciendo a Petrou.


Un frustrado Petrou lanzó su codo contra algo cÔlido y suave. Sath tropezó hacia atrÔs, haciendo una mueca y agarrÔndose la entrepierna. Estaba encorvado y lleno de dolor.


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Sath doblaba la boca. El dolor le subía desde los testículos hasta el estómago.


Sin dar mÔs tiempo y con la ventaja a su favor, Petrou se echó sobre Sath y lo hizo caer sobre la lona. Se puso a horcajadas sobre su pecho y comenzó a golpearlo en la cara como un salvaje. La victoria estuvo escrita para el negro Petrou.


La segunda pelea comenzó con mucho dinamismo. TJo un joven oriundo de la población de Badia se enfrentaba a Debor un joven de Trabis. El rey Boris en su monólogo mental se burló recordÔndose de sus viejas peleas con Asdrubal Cruise, en la actualidad preso para toda su vida por la justicia internacional.


TJo agarró de los hombros a Debor, quien hizo todo lo posible para zafarse del agarre. Fallando en su intento.


TJo sonreĆ­a con malicia. Esta listo para fulminar a su sexy oponente y terminar el combate.


Sin embargo, Debor tomó impulso y escapó del agarre. Se enfrentó a TJo y lo atropelló como un toro, golpeando la espalda de TJo contra el colchón. Debor le aplicó una llave torciendo su brazo mientras el hombre aturdido empezó a gritar de dolor. No soportó mÔs de 5 segundos y terminó rindiéndose.


AlzĆ”ndose orgulloso el joven de Trabis gritó su victoria mirando al rey quien lo aprobaba con la mirada.  


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Después de varios combates para entretener al rey, hubo alguien que se decidió a participar y era nada mÔs y nada menos que el mismo señor Boris Van Aldin quien solicitó luchar contra el letal Petrou.


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Su rival aceptó el duelo y el rey de Trabis comenzó a desvestirse. Asistió a la arena de combate vistiendo su ajustada trusa de color rojo, dejando su hermoso cuerpo brillando al aire libre.


Cuando sonó el silbato, los dos hombres chocaron entre sí, pecho con pecho. Sus bíceps se hincharon y movieron los pies mientras cada uno intentaba desequilibrar al otro.


Pero experto de muchas guerras, Boris obtuvo ventaja agarrando a su enemigo y arrojÔndolo bruscamente contra la lona. Después de sujetar el brazo de Petrou contra su espalda, Boris se giró de nuevo y apalancó sus piernas para ponerlo lentamente sobre su espalda.


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Petrou estaba de espaldas con el brazo atrapado en una llave. Las piernas de Boris estaban a ambos lados de su cabeza, doblando sus hombros hacia abajo. El negro se retorció y se sacudió logrando que el rey lo soltase. Boris de un salto y se puso de pie. Mientras un astuto Petrou se ponía de rodillas. Cuando el rey lo iba a agarrar, el negro lo atacó con un puñetazo en la ingle. Sintiendo contra todo pronóstico el bulto carnoso aplastarse. Boris Van Aldin gritó cuando el dolor explotó de su frÔgil par de huevos.


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El rey de Trabis se quedó paralizado y su boca se abrió en silencio. Se agarró las bolas y sus piernas se juntaron para proteger su canasta de huevos. Cayó de costado al suelo masajeando sus gónadas poniendo cara de mucho sufrir.


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AdemƔs de dolor, Boris sentƭa furia. Petrou no era mƔs que un bastado tramposo.


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—¿AsĆ­ es como piensas ganar? —gruñó cuando pudo ponerse de pie despuĆ©s de cinco minutos. Petrou abrió la boca para objetar que habĆ­a sido condescendiente y le regaló tiempo para recuperarse, pero el rey Boris ya se habĆ­a abalanzado y lo sujetó por detrĆ”s. La boca de Boris estaba justo detrĆ”s de su oreja—. Yo tambiĆ©n sĆ© jugar sucio.


Con la Ćŗltima palabra, metió la mano entre las piernas de Petrou, agarrĆ”ndolo por la entrepierna y apretĆ”ndole las bolas. 


Boris mantuvo su agarre enterrado entre las piernas del negro, girando sus bolas, dejÔndolo sin aliento. Petrou quería gritar mientras lo levantaban por sus bolas, pero se mordió la lengua para evitar la vergüenza. Sintió el agarre de Boris apretarse de nuevo, y fue levantado por tercera vez, con un brazo sosteniéndolo a través del cuello mientras el otro estaba firmemente bloqueando su hombría.


El negro agitó los brazos con impotencia y su cabeza rodó de lado a lado. No pudo escapar o incluso formar un pensamiento coherente fuera del dolor que todo lo consumía entre sus piernas.


En ese momento la tortura terminó, Boris aflojó el agarre y le dio una palmada amistosa en el trasero.


Petrou estaba vacilante, con un terrible dolor de bolas.


Después de dar vueltas en círculos un par de veces. Petrou recogió fuerzas y sujetó a Boris, doblÔndolo. Boris estaba inmovilizado. Con la cabeza presionada contra los apretados abdominales de Petrou, el paquete del negro estaba justo contra su mejilla.


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Con un sonoro golpe en la mandíbula Petrou rompió el agarre y Boris cayó de bruces al suelo, inerte.


El experimentado Petrou sonrió con orgullo cuando una vez mÔs la victoria lo embestía.


Media hora mÔs tarde el rey Boris Van Aldin reaccionaba había sufrido un desmayo y fue atendido en la enfermería. En medio de las contusiones estaba bien de salud. Se encontraba tendido en la camilla descansando cuando recibió la visita de Petrou, vestía de manera casual y no su atuendo de pelea. El negro se inclinó con una reverencia respetuosa ante el rey.


—¿Se encuentra bien, seƱor?


—Sumamente bien —contestó Boris con una sonrisa—. Preparado para una nueva revancha.


Petrou sonrió.


—Que asĆ­ sea. Cuando usted lo desee, majestad.


Boris sonrió.


—En unos 15 minutos me dejarĆ”n salir de aquĆ­. DĆ©jame decirte que eres un rival duro de vencer, eh.


—Tuve de quien aprenderlo —dijo Petrou—. Por aƱos lo admirĆ© como hombre de guerra, rey.


Boris sonrió mostrando sus dientes.


—Como te decĆ­a, en pocos minutos saldrĆ© de aquĆ­ y me encantarĆ­a que me acompaƱaras al palacio de gobierno.


—AsĆ­ serĆ”, rey.


—Desde hoy trabajarĆ”s para mĆ­. Quiero que seas miembro principal de mi grupo de seguridad.


A Petrou le brillaron los ojos de orgullo y se inclinó como muestra de respeto, tras ello lo hombres se dieron la mano iniciando una nueva amistad.

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