Francisco Salinas era el administrador de la hacienda propiedad de sus hermanos y su tĆo. TenĆa a su cargo a un amplio nĆŗmero de empleados, quienes trabajaban arduamente para mantener la producción de las tierras. Era un hombre guapo, caucĆ”sico y de cabellos castaƱos, bajó del caballo y entró a casa consiguiendo una visita familiar.
āĀ”Ah, Israel Chacón! āsaludó con una sonrisa abriendo los brazos para presentarse con el rubio dentistaā. ĀæCómo estĆ”s? ĀæQuĆ© haces por aquĆ?
āOh āFrancisco se rascó la cabezaā. Ā”Que cosas, Israel! Ā”Me encantarĆa quedarme y atenderte! ĀæCómo estĆ” toda tu familia?
āTodos muy bien.
Francisco sonrió. āComo te decĆa me gustarĆa quedarme y atenderte, pero tengo una reunión con un trabajador que ya me estĆ” esperando. Al terminar de atenderlo, vuelvo contigo si continĆŗas aquĆ. Si ya no estĆ”s, recuerda que la cita odontológica estĆ” pautada para el 15 del mes, de allĆ nos tomamos un cafĆ©.
Israel estrechó su mano cerrando el trato.
āNo hay problema āindicóā. Ve sin prisa que no estoy apurado.
āQuedas como en tu casa āafirmó Francisco. Se apartó de su amigo y localizó una carpeta que contenĆa los datos de los trabajadores. Salió de la casa familiar y se dirigió a su propia oficina.
Uno de los empleados en la hacienda era René, quien llevaba varios años trabajando para la familia. Cuando Francisco llegó y lo saludó comenzaron a hablar sobre el motivo de la reunión, se trataba sobre su salario. Le explicó que necesitaba un aumento para poder cubrir los gastos de su hogar, ya que su esposa estaba enferma y necesitaba tratamiento médico.
Francisco escuchó atentamente y le prometió que considerarĆa su petición. Sin embargo, se dedicó a evaluar los registros de RenĆ© y no encontró suficiente justificación para otorgarle el aumento que pedĆa. HabĆa notado que RenĆ© no cumplió con algunos de sus objetivos y que su trabajo no estaba siendo tan eficiente como deberĆa.
āRenĆ©, entiendo que necesitas un aumento, pero despuĆ©s de revisar tus registros, no creo que sea merecido.
René pareció completamente sorprendido al escucharlo.
āĀæCómo es posible? He trabajado duro todos estos aƱos y he cumplido con mis responsabilidades.
Francisco explicó detalladamente las razones por las cuales no consideraba justo otorgarle un aumento.
āEn los Ćŗltimos meses has tenido algunas fallas en tu trabajo. AdemĆ”s, hay otros empleados que han demostrado mĆ”s compromiso y dedicación. Sin contar los dĆas sin justificación donde no te has presentado āsentenció.
René se sintió frustrado y molesto por la respuesta de Francisco.
āPero ĀæquĆ© voy a hacer ahora? Necesito ese aumento para poder cubrir los gastos mĆ©dicos de mi esposa.
Francisco le aconsejó que mejorara su desempeño y cumpliera con sus objetivos para poder ser considerado para un aumento en el futuro.
āSĆ© que es difĆcil, pero debes seguir trabajando arduo y demostrar que mereces ese aumento.
RenĆ© continuó frustrado y desanimado. Comenzó a insultar a Francisco diciĆ©ndole que era un maldito egoĆsta y que no se preocupaba por el bienestar de sus empleados que se reventaban el lomo para que su estĆŗpida familia comiera.
āRenĆ© le voy a pedir que se retire de mi oficina āindicó Francisco levantĆ”ndose de la sillaā. Por su bien no levantarĆ© sanciones en su contra. Mejor salga de aquĆ.
āĀ”Si no fuera por nosotros ustedes no tendrĆan ninguna relevancia en la zona, Ā”ladrones! āvociferaba RenĆ©ā. Entonces solicitamos una ayuda y ustedes nos pagan con esto, malditos malagradecidos.
Francisco se acercó a René y con violencia lo levantó del asiento para llevarlo entre empujones fuera de la oficina. Sin embargo se inició un forcejeo entre los dos hombres y fue René quien trasladó su mano a la entrepierna de Francisco y lo agarró de las bolas. Los ojos del joven se agrandaron cuando René le aplastó los huevos entre sus dedos, aspiró una bocanada de aire en lo que el empleado presionó hacia abajo.
āĀ”AsĆ, cabrón! ācontinuó RenĆ©ā. Ā”AsĆ, para que no dejes descendencia!
āĀ”SuĆ©ltame! āgruñó Francisco impotente. Sus ojos se encontraron con los de RenĆ© liberando una mirada de absoluto dolor y derrota.
āĀæQuĆ©? ĀæNo te puedes defender de un estĆŗpido trabajador que no hace bien su trabajo? āse burló RenĆ© mientras giraba los testĆculos.
Francisco gritó en estado de shock y humillación. Se puso de puntillas con sus puntiagudas botas.
āEspero que la negativa que me diste no se te olvide nunca ājuró RenĆ© girando lo mĆ”s que pudo su mano mientras Francisco gemĆa de dolor. El peón lo soltó de los huevos y el pobre hombre se fue de rodillas al suelo con los ojos cruzados, gimiendo agarrĆ”ndose los testĆculos.
René le dirigió una mirada no del todo amigable, salió de la oficina, para su sorpresa no fue despedido de la hacienda.
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