Aumento de sueldo - Las Bolas de Pablo

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3 may 2023

Aumento de sueldo

Francisco Salinas era el administrador de la hacienda propiedad de sus hermanos y su tĆ­o. TenĆ­a a su cargo a un amplio nĆŗmero de empleados, quienes trabajaban arduamente para mantener la producciĆ³n de las tierras. Era un hombre guapo, caucĆ”sico y de cabellos castaƱos, bajĆ³ del caballo y entrĆ³ a casa consiguiendo una visita familiar.

—¡Ah, Israel ChacĆ³n! —saludĆ³ con una sonrisa abriendo los brazos para presentarse con el rubio dentista—. ¿CĆ³mo estĆ”s? ¿QuĆ© haces por aquĆ­?

—Espero a mi padre —respondiĆ³ el carismĆ”tico hombre—. EstĆ” conversando con tu tĆ­o algo concerniente a un vecino y una venta.

—Oh —Francisco se rascĆ³ la cabeza—. ¡Que cosas, Israel! ¡Me encantarĆ­a quedarme y atenderte! ¿CĆ³mo estĆ” toda tu familia?

—Todos muy bien.

Francisco sonriĆ³. —Como te decĆ­a me gustarĆ­a quedarme y atenderte, pero tengo una reuniĆ³n con un trabajador que ya me estĆ” esperando. Al terminar de atenderlo, vuelvo contigo si continĆŗas aquĆ­. Si ya no estĆ”s, recuerda que la cita odontolĆ³gica estĆ” pautada para el 15 del mes, de allĆ­ nos tomamos un cafĆ©.

Israel estrechĆ³ su mano cerrando el trato.

—No hay problema —indicĆ³—. Ve sin prisa que no estoy apurado.

—Quedas como en tu casa —afirmĆ³ Francisco. Se apartĆ³ de su amigo y localizĆ³ una carpeta que contenĆ­a los datos de los trabajadores. SaliĆ³ de la casa familiar y se dirigiĆ³ a su propia oficina.

Uno de los empleados en la hacienda era RenĆ©, quien llevaba varios aƱos trabajando para la familia. Cuando Francisco llegĆ³ y lo saludĆ³ comenzaron a hablar sobre el motivo de la reuniĆ³n, se trataba sobre su salario. Le explicĆ³ que necesitaba un aumento para poder cubrir los gastos de su hogar, ya que su esposa estaba enferma y necesitaba tratamiento mĆ©dico. 

Francisco escuchĆ³ atentamente y le prometiĆ³ que considerarĆ­a su peticiĆ³n. Sin embargo, se dedicĆ³ a evaluar los registros de RenĆ© y no encontrĆ³ suficiente justificaciĆ³n para otorgarle el aumento que pedĆ­a. HabĆ­a notado que RenĆ© no cumpliĆ³ con algunos de sus objetivos y que su trabajo no estaba siendo tan eficiente como deberĆ­a. 


—RenĆ©, entiendo que necesitas un aumento, pero despuĆ©s de revisar tus registros, no creo que sea merecido.

RenĆ© pareciĆ³ completamente sorprendido al escucharlo.

—¿CĆ³mo es posible? He trabajado duro todos estos aƱos y he cumplido con mis responsabilidades.

Francisco explicĆ³ detalladamente las razones por las cuales no consideraba justo otorgarle un aumento. 

—En los Ćŗltimos meses has tenido algunas fallas en tu trabajo. AdemĆ”s, hay otros empleados que han demostrado mĆ”s compromiso y dedicaciĆ³n. Sin contar los dĆ­as sin justificaciĆ³n donde no te has presentado —sentenciĆ³. 

RenĆ© se sintiĆ³ frustrado y molesto por la respuesta de Francisco. 

—Pero ¿quĆ© voy a hacer ahora? Necesito ese aumento para poder cubrir los gastos mĆ©dicos de mi esposa.

Francisco le aconsejĆ³ que mejorara su desempeƱo y cumpliera con sus objetivos para poder ser considerado para un aumento en el futuro. 

—SĆ© que es difĆ­cil, pero debes seguir trabajando arduo y demostrar que mereces ese aumento.

RenĆ© continuĆ³ frustrado y desanimado. ComenzĆ³ a insultar a Francisco diciĆ©ndole que era un maldito egoĆ­sta y que no se preocupaba por el bienestar de sus empleados que se reventaban el lomo para que su estĆŗpida familia comiera.

—RenĆ© le voy a pedir que se retire de mi oficina —indicĆ³ Francisco levantĆ”ndose de la silla—. Por su bien no levantarĆ© sanciones en su contra. Mejor salga de aquĆ­.

—¡Si no fuera por nosotros ustedes no tendrĆ­an ninguna relevancia en la zona, ¡ladrones! —vociferaba RenĆ©—. Entonces solicitamos una ayuda y ustedes nos pagan con esto, malditos malagradecidos.
—¡Basta, no voy a tolerar esto! Salga de mi oficina.

Francisco se acercĆ³ a RenĆ© y con violencia lo levantĆ³ del asiento para llevarlo entre empujones fuera de la oficina. Sin embargo se iniciĆ³ un forcejeo entre los dos hombres y fue RenĆ© quien trasladĆ³ su mano a la entrepierna de Francisco y lo agarrĆ³ de las bolas. Los ojos del joven se agrandaron cuando RenĆ© le aplastĆ³ los huevos entre sus dedos, aspirĆ³ una bocanada de aire en lo que el empleado presionĆ³ hacia abajo. 

—¡AsĆ­, cabrĆ³n! —continuĆ³ RenĆ©—. ¡AsĆ­, para que no dejes descendencia!


—¡SuĆ©ltame! —gruĆ±Ć³ Francisco impotente. Sus ojos se encontraron con los de RenĆ© liberando una mirada de absoluto dolor y derrota.

—¿QuĆ©? ¿No te puedes defender de un estĆŗpido trabajador que no hace bien su trabajo? —se burlĆ³ RenĆ© mientras giraba los testĆ­culos.

Francisco gritĆ³ en estado de shock y humillaciĆ³n. Se puso de puntillas con sus puntiagudas botas.

—Espero que la negativa que me diste no se te olvide nunca —jurĆ³ RenĆ© girando lo mĆ”s que pudo su mano mientras Francisco gemĆ­a de dolor. El peĆ³n lo soltĆ³ de los huevos y el pobre hombre se fue de rodillas al suelo con los ojos cruzados, gimiendo agarrĆ”ndose los testĆ­culos.

—Carajo —gimoteĆ³ Francisco—. Mis bolas… ay, hombre, mis bolas… Aaaaay.

RenĆ© le dirigiĆ³ una mirada no del todo amigable, saliĆ³ de la oficina, para su sorpresa no fue despedido de la hacienda.



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