Deterioro ambiental - Las Bolas de Pablo

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8 may 2023

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Deterioro ambiental

La selva era un lugar de ensueño, lleno de vida y color. Los Ôrboles altos y frondosos se extendían hacia el cielo, mientras que las lianas y las enredaderas se entrelazaban en sus ramas. El aire estaba lleno de sonidos, desde el canto de los pÔjaros hasta el zumbido de los insectos. Era un lugar mÔgico, un ecosistema único que albergaba una gran cantidad de especies animales y vegetales.


Sin embargo, en medio de toda esa belleza natural, había algo que estaba fuera de lugar. Una empresa de extracción de madera había instalado su campamento en plena selva muchos años atrÔs, y desde entonces, sus trabajadores estaban cortando Ôrboles sin descanso. El sonido de las motosierras y el estruendo de los troncos al caer resonaban por todo el lugar, interrumpiendo la paz y la tranquilidad desde hacía mÔs de 30 años.


La empresa tenía una gran cantidad de trabajadores, hombres y mujeres que se adentraban cada día en la selva para cortar Ôrboles. Utilizaban maquinaria pesada para arrastrar los troncos hasta el campamento, donde eran procesados y enviados a diferentes partes del mundo. La empresa era muy exitosa, generando grandes beneficios económicos para sus propietarios, en la actualidad un conglomerado de hermanos desde la muerte del padre.


Algunos de los habitantes locales estaban preocupados por la situación de deterioro ambiental. Sabían que la selva era su fuente de vida, proporcionÔndoles alimento, agua y materiales para construir sus hogares. AdemÔs, muchos animales dependían del bosque para sobrevivir, y la tala indiscriminada estaba destruyendo su hÔbitat natural. Los líderes comunitarios habían intentado dialogar con la empresa, pero sus peticiones habían sido ignoradas. La situación era cada vez mÔs tensa, y parecía que la selva estaba en peligro de desaparecer para siempre.


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La líder del grupo ecologista, Ana Tellechea, había intentado por todos los medios dialogar con el propietario de la empresa de extracción de madera, pero este siempre se mostraba reacio a escuchar sus argumentos. Ana sabía que necesitaba una estrategia diferente si quería cambiar la mentalidad del hombre y lograr que detuviera la tala indiscriminada.


Ella era una mujer alta y delgada, con una figura esbelta y activa. Su cabello largo y oscuro caía en suaves ondas sobre sus hombros, enmarcando su rostro de rasgos finos y delicados. Tenía unos ojos grandes y expresivos de color gris, que reflejaban su inteligencia y determinación. Su piel se mantenía suave y bronceada, a pesar de su tiempo al aire libre, ya fuera sembrando Ôrboles o realizando actividades comunitarias. Siempre vestía con ropa cómoda pero elegante, adecuada para las actividades de campo que realizaba como líder del grupo ecologista. En general, su presencia imponente y su belleza natural hacían que fuera difícil no notarla cuando entraba en una reunión.


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Decidió organizar un almuerzo en la propia oficina del empresario y enviarle la propuesta, quien por fin aceptó. Ana preparó un almuerzo exquisito, y para el postre decidió incluir unas trufas de chocolate que ella misma había elaborado. Lo que el propietario no sabía era que las trufas contenían una sustancia somnífera que había obtenido de un amigo veterinario.


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El propietario de la empresa era un hombre de contextura gruesa y musculosa, con una estatura imponente que denotaba su poder y autoridad en los negocios. Tenía el cabello castaño oscuro, corto y bien peinado, y una barba recortada que le daba un aire de madurez y seriedad. Sus ojos eran de color marrón intenso, penetrantes y profundos, que parecían escudriñar todo lo que le rodeaba. Era el mayor de los hermanos y el mÔs protector de todos.


AdemƔs de su apariencia imponente, Hugo Ladera tenƭa una mente aguda y astuta para los negocios. Era un hombre ambicioso y decidido, que no se dejaba intimidar por nadie.


Después del almuerzo, Hugo comenzó a sentirse somnoliento, le reclamó a la mujer sobre «qué le había hecho», pero todo a su alrededor se volvió pesado y oscuro hasta que no supo mÔs de él.


…


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—”Oooooh! ĀæQuĆ© demonios pasa aquĆ­? —fue su reacción cuando volvió en sĆ­. Se miró la entrepierna y contuvo el aliento—. ĀæQuĆ© me hiciste, loca? —el apuesto semental estaba sentado en su silla, con las manos sosteniendo por unas sogas y su pecho unido al espaldar del asiento. TenĆ­a una mirada tonta en su rostro. Estaba completamente desnudo a excepción de su ajustada y negra ropa interior.


La mujer líder del grupo ambientalista comenzó la discusión diciendo:


—SeƱor Ladera, nuestro equipo estĆ” muy preocupado por la tala de Ć”rboles en su empresa. ĀæCómo justifica la destrucción del bosque y la pĆ©rdida de hĆ”bitats naturales para los animales?


—¿Pero quĆ© te has creĆ­do, desquiciada? Ā”SuĆ©ltame! Oye, entiendo tu preocupación, pero nuestra empresa tiene un compromiso con el medio ambiente. Solo extraemos Ć”rboles que estĆ”n maduros y listos para ser cortados, y plantamos nuevos en su lugar, tu grupo bien lo sabe. TambiĆ©n tomamos medidas para proteger la vida silvestre y asegurarnos de que los ecosistemas no se vean comprometidos.


Ana le respondió con escepticismo: —¿Y cómo puede estar seguro de que sus prĆ”cticas son sostenibles a largo plazo? ĀæNo cree que estĆ” poniendo en peligro el futuro de nuestros bosques?


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—Nuestra empresa trabaja con expertos forestales y biólogos para asegurarnos de que nuestras prĆ”cticas sean sostenibles a largo plazo. AdemĆ”s, estamos en constante comunicación con las comunidades locales para asegurarnos de que nuestras operaciones no afecten negativamente su calidad de vida. Los aborĆ­genes te lo pueden decir.


Ana parecĆ­a estar insatisfecha con las respuestas de Hugo: 


—Entiendo que su empresa puede estar haciendo esfuerzos para ser mĆ”s sostenible, pero Āæno cree que deberĆ­a detener completamente la tala de Ć”rboles para proteger nuestro medio ambiente?


—¿Pero quĆ© clase de entrevista es esta, feminazi? Ā”SuĆ©ltame! No estoy cómodo frente a ti estando casi desnudo. Comprendo tu punto de vista, pero nuestra empresa es una fuente importante de empleo y desarrollo económico para la región, siempre lo ha sido. Si detenemos completamente la tala de Ć”rboles, muchas personas perderĆ”n sus trabajos y se verĆ”n afectadas. El gobierno ha dicho que hay equilibrio en nuestra protección del ambiente y el desarrollo económico.


—AĆŗn creo que su empresa deberĆ­a hacer mĆ”s para proteger nuestro ambiente. Con dinero cualquiera puede comprar al gobierno. ĀæQuĆ© medidas especĆ­ficas ha tomado su empresa para reducir su impacto ambiental?


—”Maldita sea! Ā”SĆ”came de aquĆ­! Hemos invertido en tecnologĆ­a y maquinaria mĆ”s eficientes para reducir nuestra huella de carbono. TambiĆ©n hemos implementado prĆ”cticas de reciclaje y reducción de residuos en nuestras operaciones. Y como mencionĆ© antes, trabajamos con expertos forestales y biólogos para asegurarnos de que nuestras prĆ”cticas sean sostenibles a largo plazo.


—TodavĆ­a considero que deberĆ­a haber una reducción significativa en la tala de Ć”rboles en nuestra selva —se acercó a Hugo y cerró el puƱo.


El hombre tragó saliva.


—Su empresa ha sido partĆ­cipe del daƱo al ecosistema, miles de animales han perdido su hĆ”bitat. Quiero que se haga responsable del sufrimiento de esos animales —con eso, envió su puƱo a los testĆ­culos de Hugo.


El hombre dejó escapar un grito ahogado de sorpresa y completo dolor, sus ojos se abrieron como platos cuando la mujer aplastó sus testículos nuevamente con su pequeño puño.


—”Mis bolas!


Una y otra vez, Ana empujó el puño, haciendo que Hugo gritara y chillara de dolor.


La ecologista continuó maltratando la hombría del hombre causando todo tipo de ruidos en el desventurado macho.


Hugo Ladera estaba gritando y chillando de dolor. Cuando Ana se detuvo, sus testĆ­culos ya estaban hinchados como tomates italianos.


Ella lo observó por última vez antes de irse de la oficina sin mirar atrÔs.


—”Ven aquĆ­, loca! Ā”SuĆ©ltame! —decĆ­a Hugo con lĆ”grimas producto de su dolor en los ojos.

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Pero ella se fue dejÔndolo ahí amarrado. No supo cuÔnto tiempo estuvo ahí, quizÔs mÔs de una hora. El dolor palpitante en sus testículos fue reduciéndose gradualmente. Supo que estaba salvado cuando la puerta de su oficina se abrió y un hombre alto, corpulento, con el cabello cano y vestido con ropa cómoda para el caluroso clima de temporada en la selva ingresó quedÔndose sorprendido de verlo casi desnudo en la puerta.


—¿QuĆ© pasa aquĆ­?


—Entra, Marcos Chacón, ven y desĆ”tame. Una loca vino a atacarme.


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El arquitecto contratado para unas mejoras en la empresa ingresó al despacho dirigiendo una mirada a las gruesas piernas de Hugo, a su inmenso bulto compuesto por una gruesa salchicha en estado de flacidez y un par de bolas hinchadas.


—Ay, carajo —murmuró al comenzar a desatar al hijo mayor de uno de sus grandes amigos.


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