¡Indio mentiroso! - Las Bolas de Pablo

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14 may 2023

¡Indio mentiroso!

NOTA: Tiene relación con: Ritual indígena


—Todavía no puedo creer la forma tan estúpida como te engañó el maldito indio Túpac —reclamó Jesús Ladera en una conversación que sostenía con su hermano y otro amigo dentro de una oficina de la empresa de extracción de madera—. Hacerte creer que esos idiotas indios tienen bolas de acero es algo que nadie en su puta vida creerá.


Jesús era el menor de los hermanos Ladera, es un joven fuerte y ágil debido a su estilo de vida en la selva. Su cabello es castaño oscuro y corto, de piel bronceada y ojos oscuros. A comparación con sus hermanos tiene la complexión más delgada debido a su juventud.


—Sí, fue un error confiar en él —sostuvo José Ladera. Estaba sentado en un cómodo respaldo usando short con las piernas separadas, dentro de su ropa interior tenía los testículos muy hinchados—. Pero ¿qué puedo hacer? Yurama me gusta mucho y me dijeron que ya no soy digno de merecerla.


—¡Porque fue una puta estafa para alejarte de ella! —dijo Jesús. Estaba al tanto de que los aborígenes antes del supuesto ritual que hicieron en presencia de José, habían bebido unas horas antes alguna especie de contenido ancestral que les hacía insensibilidad en sus genitales.


—Tal vez puedas hablar con Túpac y llegar a un acuerdo —sostuvo Pablo Chacón, desde años atrás llevaba los procesos contables de la fábrica de los Ladera y había hecho buena amistad con los hermanos más jóvenes. En ese momento usaba la laptop mientras escuchaba las anécdotas—. Si hablas con él, es posible que te permitan volver a acercarte a la muchacha.


—No lo creo —negó Jesús—, mi hermano fue oficialmente execrado del clan. ¡Putos indios se la supieron hacer!


—Puedo ir hasta la choza de Túpac y hablar con él. Pedirle una segunda oportunidad.


—Sí, y que en esta ocasión mejor te arranquen las bolas —afirmó Pablo con una sonrisa.


—¡Iluso! —protestó Jesús levantándose del asiento. Dio un suspiro y se despidió de los dos presentes alegando que iba a caminar para despejar unas ideas.


Abandonó la empresa de extracción de madera con una idea fija en la cabeza. Darle una lección a Túpac. Tenía días estudiando sus movimientos y sabía que a una hora determinada el indígena pasaba por el río oculto entre los matorrales donde su hermano Miguel Ladera acostumbraba a bañarse. Esperó oculto en la vegetación hasta que el aborigen llegó.


Allí estaba Túpac, tenía puesto únicamente su taparrabo y le estaba dando la espalda mientras observaba lo cristalina del agua. Sigilosamente, Jesús caminó acercándose a él y cuando estuvo a poca distancia le plantó una patada fuerte y cruel en las gónadas desde atrás, lo que provocó un grito de angustia en el líder juvenil de la tribu.


Túpac saltó en el aire y no pudo mantener los pies en el suelo, cayó de rodillas agarrándose los huevos, levantó la cabeza para saber quién había perturbado la tranquilidad de sus bolas y se encontró con el menor de los Ladera.


—¿Qué pasa, indio maricón? ¿Hoy no te tomaste tu poción de invulnerabilidad? ¿Hoy no tienes las bolas de hierro? ¡Explica eso a mi hermano!


Túpac gimió, buscaba venganza.


—Un mismo integrante de tu tribu de mierda me explicó la trampa que le hicieron a José. ¡Es imperdonable! Y pagarás por eso. ¡Indios mentirosos!


Se acercó a Túpac para levantarlo agarrándolo del cabello, cuando el aborigen encontró su oportunidad, le devolvió el golpe en los testículos en forma de gancho.


Jesús Ladera echó un grito y cayó de frente al indígena agarrándose los huevos. Ahora los dos sementales estaban de rodillas, agarrándose las gónadas y haciendo muecas mientras el dolor atravesaba sus cuerpos.


Con un gruñido fuerte, Jesús se abalanzó sobre Túpac y metió su mano dentro del taparrabos. Se apoderó de sus testículos y comenzó a exprimirlos, haciéndolo gemir, gruñir y hacer muecas de agonía.


Después de lo que pareció una eternidad, Jesús se apartó del indígena protegiendo sus propios testículos de algún ataque. Pero Túpac, se hundió en el suelo, sobando su entrepierna. Estaba completamente derrotado, cubriendo su entrepierna con ambas manos.


Jesús se burló de su dolor, preguntándole dónde tenía su estúpida poción que le volvía los huevos invencible.


—¡Era mejor ser sincero con mi hermano y decirle que no lo querías en tu tribu! ¡Indio mentiroso!


Túpac asintió enfáticamente, haciendo una mueca mientras sostenía sus frágiles testículos. 


—Sé que tengo la razón. Por eso vine a pagarte con el mismo dolor. ¡Maricón! Te burlaste del Ladera equivocado.


Dio un puntapié a la costilla de Túpac y se marchó escuchando sus dolorosos gemidos.


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