Desafio de reyes (15/15): El ganador fue - Las Bolas de Pablo

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13 feb 2018

Desafio de reyes (15/15): El ganador fue

CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE

   —Y aquĆ­ estamos desde la gran final de El desafĆ­o de reyes —animaba Hermes por el micrĆ³fono. El guapo rey de la informaciĆ³n se rascĆ³ la frente mientras los rayos del sol iluminaban su cuerpo lampiƱo semidesnudo donde se efectuarĆ­a el reto final—. Los tres finalistas resultaron: Electro, favoritos entre varios y posible sucesor del gran Olimpo, Salazar, misterioso y de poder inigualable desde las sombras y su contraparte Xian, rey de la luz, joven y robusto. ¿EstĆ”n preparados grandes reyes?


   Hubo distintas muestras de afirmacion. AllĆ­ tambiĆ©n estaba Olimpo y su bella hija RubĆ­, la reina del amor, deseada por todos y amada por pocos. El hombre que ganara a partir de ese momento se casarĆ­a con aquella hermosa dama obteniendo con ello gran poder al lado del rey de reyes Olimpo.


   Alto e imponente Electro mostraba el fornido cuerpo al aire su larga y flĆ”cida polla estaba envuelta en la ropa interior azul, sus grandes bolas colgaban entre sus piernas repletas de semen. SonriĆ³ arrogante creyendo que ya era el ganador del desafĆ­o, su poder era superior a la oscuridad de Salazar y las luces de Xian.


   Salazar estaba orgulloso de la escultura gruesa y fuerte de su cuerpo, sus bolas eran grandes, carnosas y resistentes. Nada en el mundo podrĆ­a destruirlas. GuiĆ±Ć³ un ojo a RubĆ­ que le correspondiĆ³ con un beso lanzado al aire.


   El guapo Xian estaba con los brazos tras la espalda usaba un calzoncillo rojo que acentuaba sus dos gĆ³nadas grandes y redondas.


   Ante el sonriente Hermes estaba una ruleta, grande, brillante y colorida con nĆŗmeros aleatorios entre 1 y 100.


   —En nuestro Ćŗltimo desafĆ­o la encantadora RubĆ­ harĆ” participaciĆ³n —decĆ­a Hermes—, antes de saber quien serĆ” su marido nuestros guapos participantes girarĆ”n la ruleta y el nĆŗmero que resulte seleccionado determina el nĆŗmero de patadas que recibirĆ”n sus huevillos. El mĆ”s fuerte y resistente se quedarĆ” con el amor de RubĆ­ y la aprobaciĆ³n de su padre. ¿EstĆ”n preparados? —hubo tres diferentes respuestas positivas—. ¡Que San Valentin los bendiga! ¡Electro, eres el primero!


   Electro dio un giro contundente a la rueda y durĆ³ casi un minuto completo hasta que dio como resultado al nĆŗmero 5.


   Electro abriĆ³ las piernas y mirĆ³ al cielo dĆ”ndole a RubĆ­ acceso total al enorme par de bolas carnosas que colgaban entre sus muslos.


   RubĆ­ estaba utilizando unas pesadas botas construidas para destruir. Se plantĆ³ ante Electro y lanzĆ³ una patada que hizo crujir sus huevos con fuerza.


   Electo hizo una mueca dolorosa y dejĆ³ escapar un gruƱido.


   RubĆ­ se riĆ³ entre dientes y pateĆ³ las gĆ³nadas del elĆ©ctrico rey tan fuerte como pudo, introduciendo las dos enormes gĆ³nadas en el cuerpo de Electro.


   La tercera patada aplastĆ³ las pesadas bolas del rey con un ruido sordo.


   La bota de RubĆ­ volviĆ³ a encontrarse con las huevas de Electro, haciĆ©ndolas crujir y sacĆ”ndole el aliento de los pulmones.


   La quinta prĆ”cticamente devastĆ³ sus testĆ­culos hinchados.


   Electro se quedĆ³ encorvado amasando sus cojones y Hermes anunciĆ³ el turno de Salazar que hizo girar la ruleta aterrizando en el nĆŗmero 3.


   Salazar se riĆ³, frotĆ”ndose las manos. AbriĆ³ las piernas.


   RubĆ­ suspirĆ³ y dio un paso atrĆ”s. Con un pequeƱo arranque, moviĆ³ su bota contra las bolas del rey de la oscuridad, haciĆ©ndole gruƱir de dolor.


   Una vez mĆ”s, la mujer pateĆ³ las bolas de Salazar tan fuerte como pudo, embistiendo los dos fuertes cojones en el cuerpo del musculoso macho.


   La cara de Salazar estaba contorsionada de dolor.


   RubĆ­ pateĆ³ las pelotas colgantes de Salazar con toda la fuerza que pudo reunir, aplastĆ”ndolas y ​​provocando un gruƱido bajo y gutural por parte del hombre.


   Xiam fue el Ćŗltimo en girar la rueda y Ć©sta cayĆ³ en el nĆŗmero 8.


   RubĆ­ le dio un puntapiĆ© a las bolas y el empeine levantĆ³ los testĆ­culos  con un golpe rotundo.


   Los ojos de Xiam se agrandaron y dejĆ³ escapar una tos.


   RubĆ­ siguiĆ³ con otro golpe.


   En la octava patada Xiam estaba doblado del dolor haciendo muecas y agarrando su entrepierna.


   En la nueva ronda Electro hizo girar la ruleta aterrizando en el 28. El macho se asustĆ³ y temblĆ³ lanzando un gemido.


   RubĆ­ retrocediĆ³ a larga distancia, tomĆ³ impulso y saliĆ³ corriendo hasta clavar una patada entre las piernas de Electro, este lanzĆ³ un grito letal.


   Veintisiete patadas mĆ”s tarde, Electro estaba sufriendo mucho. Se encontraba doblado, agarrĆ”ndose las bolas severamente hinchadas y gimiendo de dolor.


   Salazar soltando un gruƱido girĆ³ la rueda una vez mĆ”s. AterrizĆ³ en el nĆŗmero 21.


   El rey mirĆ³ sus cojones dentro de la ropa interior. Se veĆ­an hinchados y rojos. GimiĆ³ ante su desdicha.


   RubĆ­ pateĆ³ duramente las gĆ³nadas de Salazar. La punta de su bota aplanĆ³ el abultado paquete del rey de la oscuridad, el se doblĆ³ gimiendo, con el rostro blanco como una hoja de papel.


   Al termino de la ronda Salazar todavĆ­a continuaba en el juego. Xiam hizo girar la ruleta y esta lanzĆ³ el nĆŗmero 39.


   RubĆ­ se frotĆ³ las manos y le guiĆ±Ć³ un ojo al guapo rey que extendĆ­a las piernas.


   Xiam cerrĆ³ los ojos. Sus enormes bolas hinchadas colgaban entre sus muslos.


   RubĆ­ comenzĆ³ a patear sus bolas tan fuerte como pudo, estrellĆ”ndolas en su pelvis una y otra y otra y otra vez.


   El sonido de las botas hacĆ­a eco en todo el campo donde los camarĆ³grafos enfocaban transmitiendo el programa por televisiĆ³n, el lugar se decoraba de los gruƱidos y gemidos agĆ³nicos del rey de la luz.


   Xiam permaneciĆ³ de pie, apretando puƱos y dientes.


   Finalmente, RubĆ­ se detuvo.


   —¡Guau, eres increĆ­ble, semental!


   —El rey que te mereces —determinĆ³ Xiam. Su cara estaba roja y contorsionada de dolor. Sus testĆ­culos se sentĆ­an como si hubieran sido atropellados por un autobĆŗs.


   —¡Gira la rueda, Electro —invitĆ³ Hermes con mucho entusiasmo ajustĆ”ndose la entrepierna.


   Electro hizo una mueca y girĆ³ la rueda.


   Cuando se detuvo, RubĆ­ soltĆ³ una risa contagiosa.


   69.


   RubĆ­ comenzĆ³ a romper las bolas de Electro con la energĆ­a de un jugador de fĆŗtbol.


   Su bota se estrellaba contra los frĆ”giles Ć³rganos con una fuerza implacable y precisiĆ³n destructora.


   En la dĆ©cima patada, Electro respiraba pesadamente.


   Para la vigĆ©sima patada, su cuerpo musculoso brillaba de sudor.


   En la trigĆ©sima sus gruƱidos se volvieron roncos y guturales.


   En la cuadragĆ©sima patada, las lĆ”grimas comenzaron a correr por su atractiva cara.


   En la quincuagĆ©sima el cabello de Electro estaba empapado de sudor.


   En la sexagĆ©sima patada sus ojos se volvieron vidriosos.


   Finalmente, despuĆ©s de las sesenta y ocho fuerte patada a los testĆ­culos sobredimensionados de Electro, RubĆ­ se detuvo, dejando que el rey cayera al suelo rindiĆ©ndose y acurrucĆ”ndose en posiciĆ³n fetal.


   —Notable decepciĆ³n para el desafĆ­o —opinĆ³ Hermes a tiempo que dos hombres entraban al campo llevĆ”ndose a Electro—, era un rey querido y favorito para ganar. El juego final se cierra entre Salazar y Xiam.


   El rey de la oscuridad lentamente y girĆ³ la ruleta.


   Para su suerte aterrizĆ³ en el nĆŗmero 12.


   Salazar gimiendo separĆ³ las piernas.


   La docena de patadas que RubĆ­ entregĆ³ fueron poderosas y colericas, levantando a Salazar por el aire.


   Despues de los golpes el macho terminĆ³ doblado en el suelo sufriendo toda una agonĆ­a.


   Xiam hizo girar la rueda.


   89.


   Xiam cerrĆ³ los ojos cuando RubĆ­ se acercaba a Ć©l.


   Finalmente sobreviviĆ³ a la ronda, aunque terminando adolorido y frotĆ”ndose las huevas moviendose como culebra en el piso.


   Fue el turno de Salazar y aunque el nĆŗmero aterrizĆ³ en el 14 sĆ³lo resistiĆ³ hasta el nĆŗmero 5 cayĆ³ al piso pataleando y agarrĆ”ndose las bolas. Lloriqueaba como nena.


   —AsĆ­ que tenemos un ganador —anunciaba Hermes mientras Xiam levantaba los brazos con alegrĆ­a—. Y es el rey de la luz Xiam.


   RubĆ­ corriĆ³ hasta su futuro marido este la abrazĆ³ y besĆ³ sintiendo una dolorosa erecciĆ³n. Olimpo abrĆ­a la boca sorprendido.


   Finalmente Xiam habĆ­a ganado el desafĆ­o de reyes.

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