La venganza de los ex (3/10): El regalo de Alfredo - Las Bolas de Pablo

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1 feb 2018

La venganza de los ex (3/10): El regalo de Alfredo


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   En la oscuridad de su habitaciĆ³n en la casa de sus padres Pablo estaba echado en la cama esperaba que David llegase para buscarlo en el regreso a casa como habĆ­an acordado sĆ³lo que el grueso moreno estaba demorando mĆ”s de la cuenta. La puerta de la habitaciĆ³n estaba entreabierta y fue empujada dejando que ingresara la luz del pasillo. Pablo abriĆ³ los ojos se trataba de una infantil figura de 4 aƱos.


   —¿TĆ­o? —era la voz de Vicente que estaba en casa mientras sus padres trabajaban.



   —¿SĆ­?



   —Enciende la luz que no veo.



   —No quiero —negĆ³ de buena gana Pablo.



   Enseguida el niƱo que fĆ­sicamente se parecĆ­a a Pablo comenzĆ³ a dar saltos.



   —TĆ­o, enciende la luz que no llego, soy muy pequeƱo.



   Pablo sonriĆ³ llenĆ”ndose de ternura se levantĆ³ en silencio de la cama, se acercĆ³ al crĆ­o y tomĆ”ndolo entre sus brazos le diĆ³ un fuerte beso enseguida encendiĆ³ la luz. Vicente sostenĆ­a unas hojas y colores.



   —¿QuĆ© quieres? ¿Dibujar?



   —SĆ­.



   —Dibujemos entonces.



   Juntos se echaron en la cama a garabatear sobre las hojas, Pablo consultĆ³ el reloj y David tenĆ­a mucho tiempo de retraso con respecto a la Ćŗltima llamada que le habĆ­a dicho que estarĆ­a entrenando en su gimnasio, tomarĆ­a una ducha e iba a buscarlo.



   PasĆ³ tanto tiempo que los dibujos sin forma aburrieron al pequeƱo Vicente y prefiriĆ³ ver televisiĆ³n con la tĆ­a Jenny. Pablo iba a consultar el celular cuando recibiĆ³ un whatsapp de David:



Estoy afuera, ven.



   Pablo arrugĆ³ la frente dejĆ³ el celular en la cama y bajĆ³ al primer piso. Al salir al jardĆ­n divisĆ³ en la calle el coche deportivo blanco de su esposo.



   —¿No vas a saludar? —preguntĆ³ Pablo cuando se acercaba a la ventanilla. Enseguida se quedĆ³ pasmado al ver el rostro hinchado de David y la comisura del labio rota—. ¡¿QuĆ© te pasĆ³?!



   —Una pelea, ¿te parece poco?



   —Pero, ¿por quĆ©? ¿CĆ³mo ocurriĆ³? ¿Con quien?



   —SĆ³lo me quiero ir —comentĆ³ David huyendo de las manos de Pablo que subiĆ³ al automĆ³vil—, de hecho vas a manejar tĆŗ.



   —David, primero debemos hablar. BĆ”jate y te lavas la cara.



   —No quiero que tu familia me vea asĆ­.



   —No te verĆ”n. Ven conmigo.



   Pablo bajĆ³ del vehĆ­culo y esperĆ³ que David tambiĆ©n lo hiciera, tan pronto abriĆ³ la puerta y puso un pie en el asfalto el hombre lanzĆ³ un quejido, se acercĆ³ a Pablo encorvado, cojeando y con las manos acunando sus testĆ­culos, su ropa estaba sucia.



   —¿QuĆ© le pasĆ³ a tus bolas?



   —¡Carajo! ¡Te dije que tuve una pelea! ¿No estĆ”s viendo?



   —No seas grosero que hasta el momento no sĆ© nada. ¿Con quiĆ©n fue?



   —Con el hijo de puta de Alfredo.



   A Pablo sintiĆ³ que el mundo se le iba abajo otra vez su ex pareja estaba interfiriendo en su nueva y sĆ³lida relaciĆ³n, pensaba que ya le habĆ­a dejado los puntos claros. TomĆ³ un respiro y abriĆ³ la puerta de la casa, ayudĆ³ a caminar a David atravesando el jardĆ­n hasta la parte trasera de la casa donde habĆ­a una piscina. Ocuparon unas sillas uno frente al otro.



   —Te buscarĆ© agua y una crema para la hinchazĆ³n. ¿Se hincharon verdad?



   David afirmĆ³ cerrando los ojos seguĆ­a agarrĆ”ndose las bolas. Pablo ingresĆ³ a su casa y regresĆ³ rĆ”pidamente.



   —Vamos a ver, bĆ”jate el pantalĆ³n.



   —¡EstĆ”s loco, Pablo! ¡No voy a dejar que me pongas eso!



   —Deja tu estrĆ©s que no tengo culpa de las idioteces de Alfredo.



   —No es por eso, Pablo —se calmĆ³ David—. Si dejo que me toques obviamente me voy a excitar y resultarĆ” mĆ”s doloroso para mi —ambos se miraron a la cara y rieron en aquella frĆ­a noche de febrero. Pablo ocupĆ³ una silla—. ¿Sabes algo? Que aquella vez que Alfredo te enviĆ³ una solicitud de facebook yo me molestĆ© muchĆ­simo y dije que lo iba a joder… pues… quien terminĆ³ jodido en la pelea fui yo.



Ambos se miraron a los ojos y volvieron a reĆ­r, David se quejĆ³ del dolor y aferrĆ³ sus manos a los cojones.



   —¿QuĆ© pasĆ³, David? CuĆ©ntame.



   David hizo una mueca de dolor como si el simple recuerdo le martillara las pelotas.



   —Como te habĆ­a dicho entrenĆ© en el gimnasio con las pesas durante un ciclo cuando ya estuve completo subĆ­ a la oficina y tomĆ© una ducha, le dije a Ruth que ya me iba y que el gimnasio quedaba en sus manos cualquier novedad podĆ­a avisarme al celular. BajĆ© al estacionamiento y cuando ya me disponĆ­a para subir al carro me golpearon en la nuca.



   —¿Con quĆ© te pegĆ³ el cretino ese?



   —¡¿Yo que putas voy a saber con quĆ© me golpeĆ³?! Simplemente fue con algo muy fuerte porque caĆ­ en un sĆ³lo instante al suelo. PensĆ© que era un atraco y dije que podĆ­an llevarse el auto y todo, me percatĆ© que era un hombre pero no quiĆ©n. El hijo de puta ese me agarrĆ³ de los tobillos yo todavĆ­a estaba confundido pensaba que querĆ­a elevarme las piernas para que el celular y la billetera escapara del pantalĆ³n pero no, el levantĆ³ la pierna y me pisĆ³ justo en las bolas.



   David se agarrĆ³ los hinchados testĆ­culos rememorando la cruel embestida de Alfredo unos minutos antes.



   Tan pronto sus gordos testĆ­culos fueron pisados entre la planta del pie y el hueso pĆ©lvico David dejĆ³ escapar un aullido ahogado. Su atacante lo soltĆ³ de los tobillos permitiendo acurrucarse en posiciĆ³n fetal.



   —Tienes que alejarte de Pablo o te va a ir peor —comunicĆ³ Alfredo.



   (—Cuando escuchĆ© tu nombre supe que era algĆŗn conocido —explicaba David a Pablo—. AbrĆ­ los ojos y me encontrĆ© con su cara, es mĆ”s alto que yo y habĆ­a ganado ventaja).



   Desde el piso David jadeaba pesadamente, seguĆ­a acurrucado agarrĆ”ndo su entrepierna. Alfredo lo estaba mirando masajeando su enorme y abultada virilidad.



   —A mi ex le encantaba eso del ballbusting —dijo—, a mi no por el contrario supongo que a ti te debe tener las bolas como un acordeĆ³n. Lo mĆ”s justo para nosotros es que peleemos de hombre a hombre.



   —No tengo por quĆ© pelear contigo, chupa pitos —se quejĆ³ David pudiendo sentarse en el suelo—. Debes saber que Pablo estĆ” conmigo ahora y tĆŗ tienes que alejarte por tu propio bien.



   —No me alejarĆ©, te arrancarĆ© de Ć©l, o no te sientes lo suficiente hombre para luchar, esteroides con patas, los anabĆ³licos no te deben dejar pensar.



   —Cuando te agarre te voy a sacar la cresta, idiota.



   —Te estoy esperando, esteroide con piernas —alegĆ³ Alfredo moviendo las manos en seƱal de invitacion.



   Respirando agitadamente David se alzĆ³ y devolviĆ©ndole una mirada de odio se preparĆ³ para luchar pero Alfredo reaccionĆ³ con otro golpe a traiciĆ³n echĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y la estrellĆ³ contra la virilidad de David, aplastando sus preciosas gĆ³nadas contra su cuerpo y haciĆ©ndole soltar una tos gutural.



   David se doblĆ³ por instinto iba a cubrir su ingle pero recibiĆ³ una segunda patada a sus huevos.



   GimiĆ³ de dolor, doblĆ”ndose al instante y sosteniendo con ambas manos su entrepierna, sus rodillas se unieron temblando como gelatina.



   Alfredo riĆ³ arrogante, tan sĆ³lo empujĆ³ a David suavemente por la frente para que se desplomase en el suelo de forma graciosa.



   La cara de David era un manto de dolor y el envidioso de Alfredo no sentĆ­a lastima por Ć©l pretendĆ­a castrarlo si era necesario.



   —¿QuĆ©? ¿No eres tan fuerte como aparentas? ¡Esteroides con piernas! ¡LevĆ”ntate de ahĆ­, saco de anabĆ³licos! —Alfredo se acercĆ³ a David y lo sujetĆ³ de la cabeza para hacerlo levantar, el moreno retomĆ³ fuerza y estirando un brazo se adueĆ±Ć³ perfectamente de ambos testĆ­culos de Alfredo, haciendo que el rubio se encorvara emitiendo un ruido ronco.



   David observĆ³ como los ojos de su enemigo estaban abiertos como platos, su mandĆ­bula caĆ­da y un gemido penetrante escapaba de sus labios.



   Retorcio y apreto el par de huevos que se sentĆ­an gordos,



   Alfredo sentĆ­a que lo desgarraban por dentro apretĆ³ el puƱo y lo estrellĆ³ en la cara de David rompiĆ©ndole la boca, el musculoso hombre cayĆ³ a un lado maldiciendolo mientras Alfredo estaba encorvado agarrando su hombrĆ­a.



   David cerrĆ³ los ojos su relato al parecer habĆ­a culminado o simplemente cesĆ³ mientras Pablo le limpiaba la boca.



   —¿QuĆ© pasĆ³ despuĆ©s?



   —ConseguĆ­ debilitar a tu ex pero Ć©l estaba menos dolorido que yo, volviĆ³ a acercarse a mi y me levantĆ³ pude darle un puƱetazo y cerrarle un ojo, estarĆ” asĆ­ por un tiempo. DespuĆ©s nos enfrascamos en una ruidosa pelea. Ɖl me dio un rodillazo en las bolas y yo le peguĆ© varias veces al cuerpo. La gente de seguridad nos apartĆ³ y me encarguĆ© de que lo hecharan a patadas. Voy a ordenar que prohĆ­ban su entrada al centro comercial me dijeron que iban a llevarme a enfermerĆ­a pero estaba tan molesto que me fui asĆ­.



   Pablo diĆ³ un insulto y jurĆ³ que aquello no quedarĆ­a asĆ­, ya habĆ­a visto los testĆ­culos de su esposo y estaban muy hinchados.

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