Franko (7/8): Solo... - Las Bolas de Pablo

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28 feb 2018

Franko (7/8): Solo...


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Franko miraba por la ventana panorĆ”mica lo hermosa que lucĆ­a Arkadia, esa ciudad habĆ­a nacido de las cenizas desde la toma de posición de su reinado. Transcurrieron dos aƱos desde entonces y a pesar de la duda por su edad al ser un rey joven la critica lo consideraba bueno y progresista.


   En Arkadia se levantaban grandes edificios y su economĆ­a era pujante. Reforzó la seguridad e incrementó las inversiones.



   Franko era un excelente rey, en ocasiones arrogante dada la forma de su carĆ”cter pero con preocupacion en el bienestar de la sociedad.



   Su aspecto no habĆ­a cambiado mucho seguĆ­a siendo de cuerpo fuerte pero no marcado de mĆŗsculos, de cabellera clara y ojos verdes. Era atractivo y habĆ­a cautivado a mĆ”s de un arkadiano o arkadiana cuando paseaba por las calles acompaƱado de su sĆ©quito de protectores aunque su corazón ya estaba ocupado y se dio de manera inexplicable.



   Franko entornó los ojos cuando pensaba en ello, de un momento a otro tanta junta con Alexander, su jefe de seguridad hizo que empezara a sentir emociones por Ć©l. Al principio creyó que era admiración, aquel hombre era un experto en materia de protección y defensa, mĆ”s de una vez lo habĆ­a salvado de las garras del peligro.



   O quizĆ”s sĆ­, en algĆŗn momento sintió admiración por Ć©l y posteriormente obsesión, capricho y amor.



   Franko se apartó de la vidriera y caminó al escritorio, tomó una pelota de goma en su mano y la empezó a apretar al tomar asiento.



   SĆ­, Alexander no salĆ­a de su cabeza por las noche en especial cuando estaba encerrado en su habitación y mediante pajas tenĆ­a que bajar su calentura para no seguir pensando en su porte fuerte y poderoso. 

   Se aprovechó y dio inicio a su obsesión una maƱana durante el entrenamiento de defensa cuando Alexander en su destreza de armas habĆ­a conseguido desarmarlo.



   —Una vez mĆ”s he sabido como vencerlo, mi rey —aseguró su jefe de seguridad apuntando la hoja de la espada contra su garganta mientras lo retenĆ­a contra la pared.



   —Es difĆ­cil concentrarse —reconoció Franko y era verdad, cómo podĆ­a dar una batalla ante semejante hombre.



   —Mi rey, usted tiene la fuerza pero ademĆ”s del cuerpo se necesita que la mente estĆ© en el lugar de batalla pensando cada movimiento.



   Franko simplemente sonrió y colocó ambas manos en el hombro de Alexander lo mĆ”s certero era darle un rodillazo en las bolas ya lo habĆ­a hecho en circunstancias anteriores. Alexander estuvo preparado para lo que venĆ­a incluso separó las piernas. Siempre quedaba revolcĆ”ndose en el suelo del incontrolable dolor mientras Franko se reĆ­a.



   —Debe concentrase, mi rey.



   —No me puedo concentrar mientras quiero hacer esto.



   Y ante de golpearlo en sus grandes bolas Franko lo atacó con un beso en la boca. Alexander resultó sorprendido y correspondió al gesto cerrando los ojos. Franko bajó la mano y le palpó el fuerte pecho.



   AsĆ­ comenzaron sus secretas aventuras amorosas.



   Secretas aventuras pensaba Franko con odio. Aquella relación que se fue haciendo solida tenĆ­a que estar escondida no deseaba que se hiciera publicidad del amorio con su jefe de seguridad.



   Siempre se veĆ­an en secreto ante las sombras.



   —Tu eres mi juguete no te emociones —habĆ­a dicho mĆ”s de una vez Franko ante Alexander cuando estaban desnudos en la cama. TenĆ­a que aparentar ser el mĆ”s fuerte de la relación no querĆ­a que el militar supiera lo enamorado que estaba de Ć©l porque siempre pensaba:



   «Alexander acepta estar conmigo porque soy el rey y necesita escalar en el poder. Ɖl no me quiere».



   Y se habĆ­a equivocado, pensaba ahora lleno de odio.



   La noche anterior supo que sus pensamientos de ser superior le habĆ­an fallado.



   Se habĆ­a encontrado con Alexander en su habitación, el hombre lucĆ­a espectacularmente guapo como siempre: vestĆ­a unicamente con un diminuto y apretado bóxer color negro su amplio torso brillaba de sudor y sus grandes y pesadas bolas sostenĆ­an a un gordo pene.



   —Tengo que decirte algo —le dijo tras responder a los apasionados besos del rey.



   —¿QuĆ© serĆ”?



   —Renuncio.



   —¿Ah? ¿A quĆ©?



   —Me alejarĆ© del poder no quiero nada que me una a ti.



   Comenzando a fruncir el rostro Franko extendió la mano y agarró los huevos de Alexander a travĆ©s de la ropa interior y los apretó. El militar se estremeció.



   —¿QuĆ© dices? ¿Alejarte? ¿Por quĆ©?



   Alexander gimió cuando Franko aumentó la presión, empujando al fuerte hombre de guerra contra una pared donde los dos se colocaron cara a cara, jadeando. ParecĆ­a que estaban a punto de besarse.



   —Responde… tĆŗ no mueves un dedo sin que tu rey lo ordene.



   Franko apretó mĆ”s fuerte y Alexander jadeó.



   —Renuncio por tu pĆ©sima actitud… ¡oh!



   Franko se llenó de ira y apretó aĆŗn mĆ”s fuerte, aplastando las enormes cojones en sus puƱos. Lentamente Alexander era levantado a lo largo de la pared por sus bolas. Con lĆ”grimas en los ojos suplicó a Franko que se detuviera, pero el rey siguió apretando.



   —AquĆ­ quien manda soy yo. Y el rey rechaza tu petición.



   Los ojos de Alexander se agrandaron.



   —Mis sentimientos por ti son de veras y mĆ”s allĆ” de un poder monĆ”rquico. Pero tĆŗ te empeƱas en hacerme menos.



   Franko seguĆ­a levantando a su amante de los pies, agarrando solo sus bolas.



   Alexander casi se ahogó en una tos cuando el puƱo del rey se cerró con mĆ”s fuerza.



   —¡Ja! Sabemos que estĆ”s conmigo para escalar en el poder —le dijo como otras tantas veces.



   Alexander gritó. Sus bellos ojos se cruzaron y su boca formó un silencio "O" mientras miraba a Franko en estado de shock.



   —No voy a permitir que te alejes de mi lado. Petición de retiro denegado. Ordena el rey.



   Franko liberó su agarre y se rió mientras el fornido militar se deslizaba al suelo en agonĆ­a. Sin decir una palabra, el rey abandonó la habitación.



   Hoy a horas despuĆ©s del suceso Franko con amargura leĆ­a un documento oficial del departamento de seguridad informando la renuncia del mejor de sus hombres.



   Franko habĆ­a llegado a amarlo y en su obstinación e inseguridad lo perdió sin saber del peligro que tenĆ­a encima.

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