CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
El apuesto Marcos ChacĆ³n ingresaba a su oficina de la empresa constructora, siempre lucĆa apetitoso y elegante dentro de sus cincuenta y tantos aƱos y mĆ”s cuando vestĆa de traje que con su chaqueta podĆa ocultar los mĆŗsculos que adornaban su torso pero su pantalĆ³n agrandaba el bulto de sus genitales.
Estaba feliz era el Ćŗltimo dĆa de trabajo en la constructora antes de coger un largo viaje con su esposa a EspaƱa, la relaciĆ³n entre ellos se habĆa recuperado rĆ”pidamente creciendo la confianza de a poco y renaciendo el amor entre la pareja de mĆ”s de 30 aƱos de casados.
Marcos silbaba una canciĆ³n de moda acomodando las carpeta en orden sobre su escritorio cuando la puerta se abriĆ³ de manera rĆ”pida, girĆ³ la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Gustavo, el ex amante de su esposa que fue despedido de la universidad donde laboraba.
—¿Y tĆŗ que carajos haces aquĆ? —protestĆ³ Marcos—. ¿CĆ³mo entraste?
Gustavo tenĆa un primo que laboraba ahĆ en la seguridad y lo ayudĆ³ a entrar. El sexy profesor mirĆ³ el bulto de Marcos con expresiĆ³n hosca en su rostro. Era obvio que Marcos era dueƱo de una polla grande y bonita dentro de su pantalĆ³n, y un par de bolas grandes que probablemente estaban vacĆas de lefa en ese momento y despuĆ©s de la reconciliaciĆ³n con Yenny.
—Eso es lo de menos —negĆ³ Gustavo—, vengo a protestar.
—¿A protestar? Y quien demonios eres tĆŗ para hacer eso?
—El macho que sĆ amĆ³ a tu esposa.
—Ja, ja, ja. No me hagas reĆr a legĆ¼as se ve tu interes por querer subir de rango en la universidad. Que bueno que te despidieron.
—Injustamente pero se van a arrepentir. Tal vez si tĆŗ no hubieras engaƱado a tu esposa ella jamĆ”s se hubiera refugiado en mis brazos.
—¿Refugiado en ti? —Marcos ChacĆ³n se plantĆ³ ante el profesor reclamĆ”ndole—. ¿QuĆ© dices? SĆ³lo se burlĆ³ de ti, weĆ³n, te usĆ² como un pasatiempo, al final se quedĆ³ conmigo, su esposo, el padre de sus tres hijos. Me ama a mi, tĆŗ no significaste nada para ella, fuiste un inĆŗtil.
—Ya veremos —murmurĆ³ Gustavo, estaba lleno de ira con las palabras que escuchaba. AbriĆ³ la palma de la mano y se apoderĆ³ de las bolas de Marcos apretando con fuerza.
SintiĆ³ que el bulto de Marcos se aplastaba bajo su palma cuando este soltĆ³ un grito de dolor.
—Ouuuchhhh —gruĆ±Ć³—. Suelta, marica, suelta.
Gustavo estallĆ³ en carcajadas.
—¿Quien tiene el control ahora? ¿Crees que despuĆ©s de esto te vas a quedar con Yenny como si nada ocurriese?
Marcos hizo una mueca y estirĆ³ la mano entre las piernas de Gustavo, agarrando un buen puƱado de su virilidad. El dĆ©bil pantalĆ³n del profe no ofrecĆan ninguna protecciĆ³n, y Marcos casi podĆa sentir las bolas de Gustavo latiendo en su mano mientras las apretaba con fuerza, provocando un grito de Ć©l.
—¡Detente! —gitĆ³ Gustavo con voz aguda—. ¡Para!
Marcos gimiĆ³ pero su enemigo tampoco aflojaba el agarre de tenaza sobre sus huevos grandes, Ć©l tampoco tenĆa porque hacerlo.
Gustavo retorciĆ³ los inmensos cojones de Marcos ChacĆ³n haciendo que los ojos del apuesto seƱor se pusieran en blanco y de su boca saliera un grito silencioso ademĆ”s logrĆ³ que el agarre sobre sus bolas se hiciera mĆ”s flojo, con eso el cuerpo de Marcos se echĆ³ hacia adelante… se habĆa desmayado del terrible dolor de hievos.
—Perdedor —susurrĆ³ Gustavo depositando a Marcos en el piso, seguido acariciĆ³ sus propias gĆ³nadas y despuĆ©s separĆ³ las piernas de ChacĆ³n—. De esta no te escapas.
Y propinĆ³ 6 poderosas y revienta huevos patadas a las bolas del desmayado Marcos que al despertar y verse solo en la oficina sentirĆa sus testĆculos mĆ”s hinchados de lo normal y lo obligarĆa a caminar de forma divertida y separada por casi un mes.
Al menos su esposa lo mimaba. TenĆa que respirar profundo cada vez que caminaba sosteniendo sus huevos gigantes.
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