Gerardo y la intriga de Marcela - Las Bolas de Pablo

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14 jul 2018

Gerardo y la intriga de Marcela

CONTIENE: BALLBUSTING F/M y SEXO HETEROSEXUAL.
Escrita por: ZATN

Esta historia es secuela de la saga “EL ASCENSO”.

   Gerardo es el marido de ƚrsula, la jefa y amante de Fernando, la mujer les es infiel a su marido con su empleado desde hace un tiempo, cayendo en un enamoramiento tal que consiente a su amado en todo, incluso ascendiĆ©ndole en el trabajo.

   Ese sĆ”bado Gerardo un hombre de 57 aƱos gerente empresarial, llegaba a su lujosa casa, vivĆ­a solo con ƚrsula pero esta se hallaba de viaje el fin de semana por asuntos laborales.
   El hombre estĆ” ansioso, la vida conyugal con su esposa es casi nula sobre todo desde hace unas semanas; En la oficina vio a la nueva secretaria de uno de sus ejecutivos subalternos, y quedĆ³ con la imagen de esa mujer de preciosa tez morena, la minifalda de la joven empleada le hizo hervir la sangre…

    Los asuntos financieros distrajeron un poco su atenciĆ³n, pero una vez en casa y sin nada que hacer, ese recuerdo le provocĆ³ una erecciĆ³n… El hombre tocaba su miembro sobre el fino pantalĆ³n, esperaba darse una ducha cĆ”lida y masturbarse, asĆ­ se desahogarĆ­a por la falta de intimidad con ƚrsula.

   Con prontitud se dirige a la soledad de su habitaciĆ³n, al ingresar ve la luz del baƱo encendida, hay alguien allĆ­.

   “Josefa, eres tĆŗ?”. El dueƱo de la casa se dirigĆ­a a la empleada del servicio, pero que extraƱo era que estuviese aseando el baƱo en horas de la noche.
   Es entonces cuando ve emerger a una desconocida, una mujer de unos treinta y cinco quien lleva una bata de noche color fucsia.

   El impresionado hombre observa la belleza de esta semidesnuda mujer, sus piernas son divinas y logra ver en el escote un busto mĆ”s que delicioso, Pero la razĆ³n se impuso y preguntĆ³: “QuiĆ©n eres?, como entraste aquĆ­?”.

   “Eso acaso importa?”. Expuso Marcela quien habĆ­a venido con un solo objetivo, seducir al esposo de ƚrsula!... Era su forma de vengarse de la ex jefa y ahora amante de Fernando, obviamente pensaba contarle la verdad al marido traicionado, ya Ć©l enterado de todo decidirĆ­a si terminar la relaciĆ³n marital con su esposa o si era un pelele seguir con ella y aguantarse los cuernos…
…todo eso dependerĆ­a de Ć©l, y lo que decidiera a futuro ya no serĆ­a problema de Marcela.
   Pero cĆ³mo la mujer logrĆ³ presentarse en la habitaciĆ³n matrimonial de Gerardo y ƚrsula?

   Marcela en escasas ocasiones habĆ­a visitado la casa de ƚrsula, y siempre por asuntos laborales, en una de aquella oportunidades reconociĆ³ a una empleada quien resultĆ³ ser una lejana prima suya; Gracias a esta prima, Marcela siempre obtuvo informaciĆ³n de su jefa, incluso a travĆ©s de ella le llegaron las primeras sospechas de una relaciĆ³n amorosa entre ƚrsula y Fernando… Si bien Fernando nunca piso esa casa, la “prima espĆ­a” logro escuchar conversaciones telefĆ³nicas, a una patrona que creĆ­a estar a solas… todo terminĆ³ confirmando la aventura de su jefa… E incluso fue la misma prima quien tras seguir a su jefa observĆ³ a Fernando y ƚrsula salir de un hotel.

   Ahora tras el ascenso de Fernando y el haber renunciado a su empleo, Marcela quien habĆ­a decidido alejarse y ya, cambiĆ³ de opiniĆ³n y ahora por fin se decidĆ­a a desquitarse de la infiel pareja; Una vez mĆ”s acudĆ­a a su prima en busca de acceso a la casa para asĆ­ seducir y contar a Gerardo que estaba siendo traicionado… Todo el plan fue de Marcela, su prima se limitĆ³ Ćŗnicamente a distraer al vigilante y asĆ­ permitirle el acceso...
…La noche y la ausencia de ƚrsula eran las condiciones ideales para verse a solas con el seƱor de la casa; De esta manera la intrigante Marcela se presentaba semidesnuda ante ese maduro esposo. 

   “Quien eres, como entraste?”.

   La mujer seguidamente se abriĆ³ la prenda quedando en una diminuta ropa interior blanca.
   “Te gusto?, encantada soy Marcela”. Expuso la mujer quien le dio la espalda, mirĆ”ndole con picardĆ­a.

   Gerardo detallĆ³ el pronunciado trasero de la mujer, su recuerdo de aquella minifalda en la oficina, se esfumĆ³ ante un bello culo ante sus ojos y a sĆ³lo unos pasos de Ć©l.

   “Que haces aquĆ­?, cĆ³mo entraste, respĆ³ndeme!”. Gerardo hablaba pero sin dejar de mirar el bello cuerpo de Marcela, la mujer se daba cuenta de lo irresistible que resultaba para el veterano ejecutivo.

   “Es simple, debes saber que tu mujer ƚrsula te es infiel”.

   “Que disparates dices!”.

   “NingĆŗn disparate, te es infiel con mi Ex marido Fernando!”.

   “No conozco a esa persona”. Gerardo no daba crĆ©dito a tal acusaciĆ³n.

   “Fernando fue mi marido, hace un tiempo nos divorciamos, y ahora trabaja en la empresa de tu mujercita… Y quĆ© crees, ƚrsula se involucrĆ³ con Ć©l”.

   “NO, eso no es verdad!”. 

   “Pues pregĆŗntate en donde estĆ” tu esposa la noche de hoy”.

   Gerardo por un instante rememorĆ³ el distanciamiento de su esposa las Ćŗltimas semanas, y la casi inexistente vida sexual entre ellos

   “Ella estĆ” en un viaje a la costa norte por algunos negocios”. 

   “De viaje sĆ­, pero no de negocios, estĆ” en la costa y en un buen hotel, recibiendo el pene de Fernando por todos los orificios que le encuentre a tu mujer”. Marcela seguĆ­a en contacto con una amiga de la oficina quien le dio la oportuna informaciĆ³n de ese supuesto viaje de negocios, al que irĆ­an ƚrsula y el reciĆ©n ascendiĆ³ Fernando.

   “No te creo, ƚrsula no serĆ­a capaz de hacerme eso… ella me es fiel!”. La actitud del hombre era algo desesperada, tenĆ­a sus muchas dudas por lo expuesto por esa hermosa mujer sobre ƚrsula.

   “Es tu decisiĆ³n creerme o no, cariƱo”.

   “Ahora si te reconozco… eres una empleada de ƚrsula”.

   “AsĆ­ es… alguna vez nos presentamos en las pocas venidas a esta casa, no esperaba que tuviese memoria de mĆ­, fue hace mĆ”s de un aƱo… pero le corrijo, soy una ex empleada de la empresa”.

   “ƚrsula te despidiĆ³?... que tramas viniendo aquĆ­?”.

   “No seƱor, no trabajo en la empresa por gusto propio… decidĆ­ renunciar”.

   “Que pretendes mostrĆ”ndote asĆ­?”.

   “No cree que si es traicionado, tiene derecho a desquitarse?”.

   “Quieres decir que has venido a…”.

   La mujer se desprende de su sostĆ©n, exponiendo unos pechos que a los ojos del maduro hombre lucen suculentos…

   La intrusa observa bien las reacciones del macho ante ella y sensualmente avanza hacia Ć©l, Gerardo abre la boca del deseo ante ese bello cuerpo, y se centra en aquellos desnudos senos que a cada paso se hacen mĆ”s grandes.

   Marcela se arrodilla ante Gerardo y le abre la cremallera… Es nula la resistencia del excitado hombre. 

   “Esto no estĆ” bien”. Expone muy inseguro el sujeto.

   “Vamos, desquĆ­tate de ƚrsula… te aseguro que te gustarĆ””.

   El pene ahora libre se expone totalmente erecto; Anonadado Gerardo no se mueve, exclamĆ³ un gemido al sentir la lengua de Marcela entrar en contacto con su ya hĆŗmedo glande.

   “Vaya ya lo tienes empapado… que bien sabe”. La mujer degusta por completo el pene de Gerardo, abre un poco mĆ”s la cremallera y da paso a los testĆ­culos del hombre maduro.

   “Que linda pelotas”. Un rico beso dedicado a cada hueva, hacen derretir al caliente hombre.

   El pene no deja de gotear lĆ­quido pre seminal, Degustando Marcela cada exceso de fluidos.

   El miembro viril de Gerardo no era comparable con las proporciones de su Ex marido Fernando, pero tenĆ­a un buen tamaƱo alcanzando los 18 centĆ­metros en erecciĆ³n… un miembro que despertarĆ­a envidia a otros hombres de esa edad, pues se mostraba muy venoso y con una consistencia rocosa... Era muy firme en su erecciĆ³n!.
Marcela da por hecho que tendrĆ” intimidad con el esposo de ƚrsula, se incorpora y le comienza a desabotonar la camisa… el descanso de estĆ­mulos a sus genitales le da tiempo al varĆ³n de pensar con cabeza frĆ­a… repentinamente agarra de las manos a Marcela y la empuja contra una cercana pared… La sorprendida mujer no entiende que pasa, y el estrellarse contra el muro le provoca un quejido de dolor.

   Que haces?, suelta!”.

   Gerardo se aferra a sus muƱecas elevĆ”ndole los brazos y manos.

   “Que me dejes!”. 

   El agarre del hombre es firme, y su cara ya no es de satisfacciĆ³n… el hombre quiere respuestas!.

   “Que tienes contra ƚrsula eh?, no te creo ese cuento, ella me es fiel!”.

   “Basta, dĆ©jame ir tonto!”. Gerardo mantenĆ­a a Marcela con los brazos arriba, la mujer intentĆ³ usar sus fuerzas pero resultaban menores que las del macho… RecalcĆ³: 
   “DĆ©jame ir….idiota!”.

   “Confiesa que buscas en verdad… dinero?, chantajearme?... Eres una deshonesta sin duda!”.

   Marcela se sintiĆ³ cuestionada y permaneciĆ³ callada, Gerardo insistiĆ³.

   “Responde!, por lo que veo tu eres la que busca venganza acostĆ”ndote con otro hombre… admĆ­telo buscas tu propio desquite, desquite de tu Ex marido”.

   “DƉJAME!!!”. Marcela elevĆ³ su rodilla golpeando los expuestos testĆ­culos frente a ella.

   “OOOOOuuuggggghhhh”. ExpresĆ³ Gerardo al sentir aplastadas sus pelotas. El hombre se aleja quedando doblado sobĆ”ndose las bolas.

   “Maldita… mis… mis bolas…”.

   “Me hacĆ­as daƱo, imbĆ©cil!”. Expuso Marcela ahora pudorosa, pues se cubrĆ­a los desnudos pechos.

   Gerardo abriĆ³ la boca intentando tomar aliento.

   “AllĆ” tĆŗ si no crees lo que digo, pero ƚrsula te tiene como un alce de la cornamenta!”.

   Marcela se aleja del adolorido sujeto: 

   “Me voy… Venir aquĆ­ fue un error!”. Enseguida la mujer dio la espalda y se dirigĆ­a hacia el baƱo, en donde habĆ­a dejado sus ropas.

   La cabeza de Marcela era un caos, se recriminaba por venir a esa casa. A que habĆ­a venido?, a acostarse con un desconocido, para quĆ©?, darle celos a Fernando?, alguien a quien no quiere en su vida, o solo a denunciar a ƚrsula y tener cierto desquite… Un desquite que no le generarĆ­a ninguna ganancia… nada mĆ”s que un profundo, inmaduro y recalcitrante deseo de venganza….
…En que se habĆ­a convertido ahora?, En la peor mujer del mundo al usar la seducciĆ³n y el sexo con un hombre casado que ademĆ”s es engaƱado por su esposa…involucraba a Gerardo en su descabellado plan contra Fernando y ƚrsula….todo habĆ­a sido una locura… se irĆ­a y dejarĆ­a las cosas asĆ­…
…De pronto…Una mano la sostuvo de un brazo y la jalĆ³ con fuerza, sorprendida la mujer no sabĆ­a que pasaba.

   Era Gerardo!, con fuerza la empujĆ³ contra la pared, y colocĆ³ su mano izquierda alrededor de su cuello, mientras mĆ”s abajo apoyaba su cadera derecha contra la mujer, hundiĆ©ndola en su bajo vientre.

   “DĆ©jameeee!!!”. Marcela se mostrĆ³ desesperada, teniendo esa manaza alrededor del cuello

   Por instinto defensivo lanzĆ³ sendos rodillazos frente a ella intentado golpearle de nuevo los testĆ­culos, pero el hombre con sus caderas de medio lado, ubicaba sus bolas fuera del alcance de la mujer.

   “No me gusta que me peguen en las pelotas!”. Expuso iracundo el hombre... aplicando cierta presiĆ³n sobre su garganta, sin llegar a apretar fuerte.

   Marcela se dio cuenta de la plena fuerza de Gerardo, no se explicaba aquello, como era posible que tan pronto estuviera repuesto de ese golpe bajo… Estaba segura de haberle golpeado con fuerza, en su rodilla sintiĆ³ como comprimiĆ³ plenamente los cojones de ese hombre.

   “Pero como puedes moverte tan pronto?”.

   Asombrada tuvo que admitir que era un hombre resistente en las bolas, su Ex marido Fernando estarĆ­a gritando como niƱa despuĆ©s de cualquier golpe en sus pelotas, era cierto que Fernando tenĆ­a los huevos mucho mĆ”s grandes que Gerardo y eso serĆ­a motivo para mayor dolor en su Ex, pero aun asĆ­, con pelotas menos grandes cualquier hombre se verĆ­a muy afectado ante golpes en ese delicado lugar… Gerardo en definitiva era un hombre con fortaleza al dolor…

   “DĆ©jame, te lo ruego, no me hagas nada!”. Expuso realmente asustada ante el apretĆ³n a su cuello.

   “Me las pagarĆ”s… TĆŗ… Gran….”. La mirada del hombre se desviĆ³ a los desnudos pechos de su agresora.

   “Vas a pagar por…”. No pudo decir mĆ”s, Gerardo comenzĆ³ a besar los senos de Marcela, simultĆ”neamente aflojaba la presiĆ³n a la garganta.

   “Pero que haces?”. Marcela estaba totalmente sorprendida.

   Gerardo la empujo al suelo, y arrancĆ”ndose la camisa se arrodillĆ³ ante ella con intenciones de cubrirla. 

   Marcela atĆ³nica recogiĆ³ la piernas y escondiendo su sexo, Viendo cĆ³mo el maduro hombre se deshacĆ­a rĆ”pidamente de sus pantalones e interiores.

   “Que pretendes?, no!, alĆ©jate, alĆ©jate!!”.

   La mujer pudo ver el erectisimo pene de Gerardo.

   “Pero…como la puedes tener parada?”.

   Marcela no entendĆ­a, como era que Gerardo despuĆ©s de recibir un rodillazo en los testĆ­culos hace solo unos instantes, no solo tenĆ­a fuerzas para someterla sino que podĆ­a elevar su pene de esa manera… que acaso el dolor en los huevos no apaga la pasiĆ³n de un hombre?... que clase de hombre era Gerardo que podĆ­a mantener una erecciĆ³n a pesar del dolor.

   Gerardo con la saliva escurriendo por su comisura labial, le tomo las piernas y las separĆ³ a la fuerza, retirĆ³ las pantaletas de Marcela quiĆ©n no sabĆ­a quĆ© hacer.

   “AAAahhhh!”. GimiĆ³ la mujer al sentir como la lengua de Gerardo le entraba en el coƱo.
   Aquella intrusa lengua, era larga y entrĆ³ hondo, enseguida la retirĆ³ un poco y lamia a gusto los labios menores de la mujer, quien tensada al mĆ”ximo sentĆ­a disfrute, casi chillĆ³ cuando la lengua se centrĆ³ en su clĆ­toris.

   “No digas que no quieres, si tu coƱo esta que me ahoga de lo mojado”.

   Marcela no pudo negar mĆ”s su deseo: 

   “MĆ©temela….rĆ”pido… hazlo!”.

   Gerardo terminĆ³ de saborear ese coƱo que se derramaba en infinito placer, y acerco su erecta verga, el maduro hombre se acostĆ³ sobre Marcela penetrĆ”ndola… El miembro viril se deslizĆ³ rĆ”pidamente por el ardiente y lubricado agujero.

   En el suelo la pareja comenzĆ³ un rico vaivĆ©n; El pene hurgĆ³ con prontitud y equidad cada escondido lugar en el coƱo de Marcela, regalĆ”ndole mucho goce. Los empujes eran vigorosos, sorprendiendo a la mujer quien no esperaba tal muestra de pasiĆ³n por ese hombre veterano…
…Pero Gerardo tenĆ­a mucho semen acumulado en las bolas y una pasiĆ³n en la cabeza que desfogarĆ­a a como diera lugar.

   En cierto momento el casado le pidiĆ³ a esa bella intrusa cambiaran de posiciĆ³n, la mujer complacida, se colocĆ³ de pie frente a la cama y se inclinĆ³ ofreciendo su retaguardia al varĆ³n, quien saboreĆ”ndose se la metĆ­a por detrĆ”s. 

   “Oh mujer!, no sabes hace cuanto no cojo a una hembra de esta forma”.

   La cadera de Gerardo parecĆ­a que se desarticularĆ­a de tanto esfuerzo, Marcela gozaba con el cepillado a su coƱo, gemĆ­a y gemĆ­a pidiendo no se detuviese el macho.

   “Dame mĆ”s duro papacito!”.

   El sexo se mantuvo con vigor, hasta que terminaron en la cama para sentirse mucho mĆ”s cĆ³modos; Gerardo una vez mĆ”s encima de Marcela, empujaba su miembro hasta el fondo sintiendo que no podĆ­a mĆ”s!

   “No aguanto… me vengo!”.

   Marcela gozĆ³ cuando los cĆ”lidos chorros de esperma chocaban contra su fondo vaginal, Gerardo terminĆ³ desplomĆ”ndose del placer sobre la mujer, dejando su glande vaciar chorros y chorros, para continuar goteando el semen de esa reprimida corrida… todo dentro de la intrusa. 

   “HacĆ­a tiempo no me venĆ­a tanto”.

   “Como extraƱaba una buena follada… Eres bueno en la cama!”. Marcela quedo satisfecha de los dotes amatorias de Gerardo, nunca espero fuese tan viril a su edad.

   Tras eyacular, Gerardo retirĆ³ su pene pero permaneciĆ³ arrodillado sobre Marcela…

   ObservĆ”ndola, detallando a esa mujer, su rostro, su cuello, sus senos lindĆ­simos, era toda una tentaciĆ³n para Ć©l, pero debĆ­a exponer su punto en todo este asunto sobre ƚrsula:

   “No creo que ƚrsula me sea infiel, quien sabe que traes contra mi esposa para hacer todo esto…”.

   “Que dices?, eres un tonto!, no te engaƱes a ti mismo… y si no me crees porque te acostaste conmigo?”.

   “Eres una cualquiera y se nota en todo que has hecho esta noche, no me vengas con excusas de moralidad y de desquite, incluso si es contra tu Ex marido… todo lo que buscas es que te la meta un macho”.

   “EstĆŗpido!, PatĆ”n!, quĆ­tateme de encima”. La mujer hizo un intento de desalojarlo de arriba suyo.

   “InsĆŗltame lo que quieras, pero eres una zorra!”.

   “MALDITO!!”. Marcela levantĆ³ su rodilla directo entre las piernas de Gerardo donde completamente desprotegidas colgaban las pelotas del macho.

   La dura rĆ³tula dio con firmeza contra Ć”reas tan delicadas y a medio vaciar.

   “AAAaaaayyyyyyy!!!!”. El hombre cayĆ³ a un lado de la mujer, quien enseguida se incorporĆ³ de la cama “ZORRA!!!!”. InsultĆ³ nuevamente Gerardo, quien adoptĆ³ la posiciĆ³n fetal. 

   Marcela entrĆ³ al baƱo y no tardo en vestirse. Mientras tanto Gerardo se sobaba las bolas, le ardĆ­a el escroto tras el segundo golpe bajo de la noche, sintiĆ³ algo de nauseas pero el sĆ­ntoma desapareciĆ³ rĆ”pidamente… Pensativo, apoyĆ³ su rostro contra la sabana y exclamĆ³ en voz baja:

   “MaldiciĆ³n….maldiciĆ³n ƚrsula!”.

   Cuando Marcela saliĆ³ del baƱo ya vestida, vio a Gerardo sentado en la cama, el maduro hombre aĆŗn se sobaba las bolas con una mano.

   “Me dejarĆ”s ir?”. Pregunto la mujer con algo de prevenciĆ³n, ese hombre una vez mĆ”s estaba algo repuesto y quiĆ©n sabe si buscarĆ­a desquite por ese nuevo rodillazo. 

   El hombre no contestĆ³, Marcela se dio cuenta que no parecĆ­a enojado con ella.

   Cerca de abrir la puerta y salir, Gerardo hablĆ³: “Entonces es cierto?, ƚrsula se acuesta con tu Ex marido”.

   “Si lo es… Ya me crees?”.

   “No quisiera creerlo… pero como pudo hacerlo?… yo nunca le harĆ­a eso!”.

   “Aunque le acabas de ser infiel a tu esposa”. Marcela dudaba de la fidelidad de un hombre que se acuesta con una desconocida en su casa.

   “Si ella me irrespetĆ³ de esa manera, entonces esta noche no significa nada, ademĆ”s fui tentado, era difĆ­cil resistirse y mĆ”s estando despechado”.

   “Entonces estabas despechado desde el primer momento en que te lo dije?”.

   “Debo admitirlo, claro que quiero a ƚrsula y por eso no querĆ­a creerlo… escuchar que me ha hecho esto me lastima”.

   “Lo siento en verdad, adiĆ³s”.

   “Espera!… No te engaƱo cuando dije que para mĆ­ eres una zorra, nunca he sido un hombre mentiroso… Pero…”.

   Marcela se molestĆ³ un poco, pero algo le decĆ­a que no debĆ­a irse aĆŗn, Gerardo se veĆ­a decidido en sus expresiones.

   “…Pero ayĆŗdame a desenmascararla!… quiero verla cometiendo el adulterio, quiero cerciorarme con mis propios ojos de su traiciĆ³n, ayĆŗdame a descubrirla!”.

   Pensativa y sorprendida a la vez, Marcela se tomĆ³ unos instantes durante los cuales Gerardo no con poca dificultad se levantĆ³ y le tendiĆ³ la mano, casi indicĆ”ndole la respuesta que esperaba.

   “Vamos ayĆŗdame, Ćŗnete a mi contra esos dos sinvergĆ¼enzas!, haremos que paguen por su traiciĆ³n!”.

   “Sin importar si te parezco una zorra?”. Expuso con reclamo Marcela.

   “Ya te dije, no soy mentiroso y digo las cosas de frente, pero sin importar lo mal que piense o diga de ti… no niego que te deseo… Eres una hermosa mujer”.

   La dama al oĆ­r esas palabras vio un nuevo rumbo en la conversaciĆ³n y acciones a tomar esa noche, posĆ³ un instante la mirada en el suelo, y tomĆ³ su decisiĆ³n!... Se le unirĆ­a!.

   SonriĆ³ y se coloreĆ³ al observar el flĆ”cido y goteante de semen pene de Gerardo, enseguida caminĆ³ hacia Ć©l.

   Marcela se detuvo ante el hombre, y respirĆ³ tan cerca que Gerardo sentĆ­a su aire en los labios…

   “Siiiiiiii!!”. Casi jadeĆ³ el hombre al ser tomado del pene por la mujer, y enseguida recibir de su mano las mĆ”s suaves caricias en los testĆ­culos. 

   “Te gusta verdad?”.

   “Oohhhhhh….”. El contacto le era sumamente delicioso a Gerardo.

   “PerdĆ³n por golpeĆ”rtelos, te prometo que te compensarĆ©”. Los dedos de la mujer hacĆ­an maravillas con ese escroto maduro, Marcela siempre se mostrĆ³ muy hĆ”bil y dedicada en acariciar testĆ­culos.

   “Hermosa, quedas perdonada…”.

   “Por cierto eres muy resistente en los huevos, otro hombre no podrĆ­a Mmmmmmm……”. Gerardo la interrumpiĆ³ besĆ”ndola, y Marcela respondiĆ³….El desnudo macho procediĆ³ a dejar en igual condiciĆ³n a la vestida mujer.

   ReiniciarĆ­an una jornada de sexo que se prolongarĆ­a por el resto de la noche.

   Luego planearĆ­an su venganza contra esos dos.

ContinuarĆ”...

Gracias
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